También en mi casa cuando yo tenía diez ó doce años mis parientes
gorilas y mis padres cuadrumanos hablaban como Mirta Legrand hoy.
Pero yo ya tengo 72 años. toto
“La gente tiene miedo”… y otras sandeces
Eduardo de la Serna
Por enésima vez en esos tiempos, la “señora bien” (pronúnciese “bián”) de la Televisión repitió al aire que “la gente tiene miedo” para rematar afirmando que “esto es una dictadura” y la Presidente “una dictadora”. El miedo que la “gente” tendría es a hablar sin especificar qué le pasaría si dijera algo supuestamente inconveniente.
Es evidente que hay diferentes tipos de miedo. Hay miedos sensatos o razonables y miedos absurdos. Es lógico temer ante un peligro cierto. Es más, sería temerario, o hasta suicida, no tener miedo en tales situaciones. La gente del barrio mira a ambos lados antes de entrar a su casa; la famosa “inseguridad” muchas veces real, otras tantas inducida o exagerada, hace sensato que tenga cuidado. Pero un niño puede tener miedo en la oscuridad y temer levantarse de noche de la cama porque “vio algo” que en realidad está en sus fantasías. Y es razonable ayudar a ese niño a vencer sus miedos irreales a fin de desempeñarse libremente mañana en el ambiente real. Moviéndonos dentro de estos dos tipos de miedo, hay muchos otros: uno tiene miedo ante una situación posible del futuro ante la que no cree poder desempeñarse bien (un examen), o situación indeseada (un embarazo); otro que ha incurrido en una acción ilegal temerá ser descubierto (control de alcoholemia); otro puede tener miedo a quedar solo frente a su tío abusador o padre golpeador, a un futuro incierto por venir (salud de un familiar), etc… Hay muchos tipos de miedo. Podemos señalar, entonces, que hay un miedo que es sano y otro que es enfermizo. No es razonable, en este caso, negar el miedo. El miedo existe. Lo que sí es posible afirmar es la sensatez o no de ese miedo.
También hay distinto tipo de “gente”. Según se dice, en las directivas de Durán Barba a los candidatos del PRO, hay que hablar siempre de “la gente”. Pero qué es esa tal “gente”. Curiosamente, por ejemplo, las Biblias suelen traducir “gente” el término griego “ojlós” que es también “multitud”, “muchedumbre”. Curiosamente también, el término “gente” – preferido y muy usado por Massa o por Macri, por ejemplo - es usado para no pronunciar “pueblo” que remite a “populismo”, que sería una suerte de “mala palabra”. Landrú solía hablar – con su clásica ironía – de la “gente como uno”. Sería sensato, entonces, cualificar esa tal “gente” cuando se alude a ella; ¿de qué “gente” hablamos? Por ejemplo, es razonable pensar que cuando uno habla de “gente” en realidad está aludiendo al “medio ambiente” con el cual se relaciona, ya que es difícil hacerse “voz” de un más allá desconocido. Análogamente, se utiliza la palabra “mundo” para hablar o aludir a “los que son como nosotros”: “todo el mundo” suele hacer referencia al ambiente en el cual me muevo (como cuando se habla de “guerra mundial”, por ejemplo). Obviamente nadie puede atribuirse ser representante de la “gente” (menos aun si esa tal gente no es “especificada” o no se precisan sus límites). Quien cree o afirma hablar “en nombre de la gente” incurre, si no en un acto de soberbia, al menos en una imprecisión bastante seria a la hora del lenguaje y la comunicación.
Dicho esto, afirmar que “la gente tiene miedo” me resulta grotesco. Por lo impreciso, si lo afirmado fuera cierto, o por lo autoritario de insistir una y otra vez ante los invitados a la mesa sin siquiera plantearse la posibilidad de que ellos se relacionaran con otra “gente” que tiene distintas posiciones frente a lo que otros temen. Es posible que la “gente” con la que la señora se relaciona (y debo confesar que no imagino que éste sea un círculo demasiado amplio) tenga miedo. Pero el planteo así dicho me recuerda lo que afirmaban mis tíos gorilas de la “época de Perón”. Uno tenía que tener cuidado delante de la “mucama”, o de no hablar fuerte en el tranvía… Ahora bien, si la mucama de ayer, los mozos de hoy causan “miedo” a cierta “gente”… ¿no está afirmando que esa tal mucama o ese tal mozo “no son gente”? ¿No está diciendo en nombre de qué “gente” habla? ¿De quién se constituye en vocera? Quienes hemos sufrido la Dictadura (la verdadera, aquella en la que hablar podía costarle a uno la vida, y a muchos les costó), quiénes teníamos miedo y preferíamos salir desnudos a la calle antes que sin documentos quisiéramos un poco más de respeto (y acá, erróneamente, escribo “en nombre de”, y debería decir “algunos de los que…” sufrimos la Dictadura. Valga el error y esta precisión). Quienes hablan y repiten insistentemente un dicho (mostrando que el miedo es falso ya que lo siguen diciendo y nada les ocurre) mientras que a otro por “hablar” (o “mostrar”) le allanan la casa, deberían no exagerar aunque el medio hegemónico la haya contratado precisamente para eso, abusando – sin temor – de la multiplicación de sus voces. Es cierto que en muchas casas “el abuelito” es un pintoresco personaje que repite siempre lo mismo, que se lo respeta por sus canas y arrugas (¡¡¡!!!) pero no se lo toma demasiado en cuenta cuando nos juntamos el fin de semana a la mesa para compartir. El tema es que “no es mi abuela”, y mi único miedo sería que me invitara a su mesa. Pero debo superar eso, mucha "gente" me dice que “el Cuco” no existe.
Dibujo tomado de mentalfloss.com
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