lunes, 17 de agosto de 2015

Perucho Figueredo

   

 

   

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Maritza Alfaro Dieguez

17 de agosto a las 10:05

 

Aniversario 145 del fusilamiento de Perucho Figueredo: Perceptible presencia
by Felipa de las Mercedes Suárez Ramos

“(…) morir por la patria es vivir”, escribió Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, el 20 de octubre de 1868, cuando tras el inicio, diez días antes, de la primera guerra de los cubanos por independizarse del coloniaje español, la ciudad de Bayamo fue tomada por las recién estrenadas tropas revolucionarias.

Muy lejos estaba entonces de imaginar que, pasados dos años, concluiría su vida pronunciando aquella frase, y que la melodía por él compuesta el 13 de agosto de 1867, a la cual puso letra aquella luminosa mañana bayamesa, por siempre sería entonada con vibrante orgullo por sus compatriotas.

Nacido en Bayamo, el 8 de febrero de 1818, Perucho Figueredo fue abogado, músico y literato. En 1851 inició su amistad con Carlos Manuel de Céspedes del Castillo, y con él fundó en su ciudad natal la sociedad cultural La Filarmónica, en la cual se agruparon destacados intelectuales, entre ellos Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José Joaquín Palma y José María Izaguirre.

Designado regidor del ayuntamiento y delegado de la Marina en 1852, sobre él recayeron sospechas de infidelidad, por lo cual, para no ser deportado, dos años después se trasladó a La Habana. Muerto el padre, en 1858 retornó a Bayamo, donde muy pronto lo arrestaron y condenaron a 14 meses de prisión domiciliaria por opinar sobre la incompetencia del alcalde de esa ciudad, tiempo durante el cual se afanó en componer música, escribir artículos acerca de la cultura cubana y estudiar arte militar, además de mantenerse secretamente comunicado con Carlos Manuel de Céspedes.

Integrado a la logia masónica Redención, que fundada por Francisco Vicente Aguilera en 1867, reunió a quienes, convencidos de la necesidad de conquistar la libertad mediante las armas, abogaban por la lucha independentista y la lideraban en sus respectivas zonas. Se reunían en el hogar de Perucho, donde el 12 de agosto de ese año convocaron a constituir el Comité Revolucionario de Bayamo, fundado a la noche siguiente, en la casa de Aguilera, con este como presidente; Francisco Maceo Osorio, secretario, y Perucho, vocal. Los participantes en tan significativo encuentro pidieron a este último que compusiera un himno; lo hizo esa misma noche y al día siguiente lo tocó al piano, en su vivienda, ante los invitados a la presentación del recién organizado comité. Esta, interpretada el 11 de junio de 1868 , en la Iglesia Mayor de Bayamo, en ocasión del Corpus Christi, llamó la atención del gobernador Julián Udaeta, quien se percató de que se trataba de un himno de guerra y así lo manifestó al autor.

¡A las armas!

Aunque el 3 de septiembre de 1868 se fijó el levantamiento para el siguiente 14 de octubre, una orden de arresto contra Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, Francisco Javier de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Bartolomé Masó, Francisco Maceo Osorio, y otros conocidos conspiradores, impulsó al primero de ellos a realizarlo cuatro días antes..Se iniciaba así la primera guerra de los cubanos por independizarse el yugo colonial español.

Ante ese hecho, de inmediato Perucho emprendió la organización de los comprometidos de Bayamo, misión en la cual le acompañaron Maceo Osorio y Donato Mármol. En su ingenio Las Mangas organizó un destacamento armado con rifles, machetes y lanzas de yaya, y desde allí se dirigió a los bayameses en una proclama en la cual les aseguró que se uniría a Céspedes y con él marcharía “a la gloria o al cadalso”. Un mensaje de este le condujo a Barranca, donde, el día 15, ambos y el general Luis Marcano, prepararon la toma de la ciudad de Bayamo, y Perucho fue nombrado jefe del estado mayor del Ejército Libertador.

Al día siguiente, su tropa la integraban 200 hombres armados. Estos, con Candelaria Figueredo, de 17 años de edad e hija de Percucho, como abanderada, se dirigieron a Bayamo, donde los combates comenzaron el 18 de ese mes y concluyeron el 20 con la derrota de los militares españoles allí destacados. Fue en esta última fecha que, según la leyenda, a lomo de caballo Perucho puso letra a la música por él compuesta hacía 14 meses, y los bayameses la cantaron a viva voz.

Cuando el 12 de enero de 1869, ante la inminente caída de Bayamo en manos españolas sus habitantes prefirieron incendiarla, Perucho estuvo entre los primeros en prender fuego a su hogar, y su familia se refugió en la finca de su primo Luis. A este, como a Perucho, le llegó información de que los españoles habían atacado aquel lugar el 18 de junio de 1870, y ambos salieron en busca de los familiares, quienes habían escapado a los bosques. Luis lo supo primero, los buscó y escondió. Perucho pudo al fin reunirse con ellos el 3 de agosto, con los pies destrozados y atacado por el tifus.

Un traidor bajo su mando fue capturado por una patrulla y la guió hasta el sitio donde se encontraba. Así, el 12 de agosto, fue apresado, no sin antes agotar todas las balas de su revolver e intentar privarse de la vida con su espada. Un tribunal militar lo acusó de traición y condenó a muerte, sentencia cumplida el 17 de ese mes, cuando fue fusilado, en Santiago de Cuba, junto con otros dos patriotas: Rodrígo Tamayo y su hijo Ignacio. Sus últimas palabras, “Morir por la patria”, se correspondían con la convicción con que escribiera la bella letra de lo que el tiempo convirtió en nuestro Himno Nacional, y el pueblo cubano entona emocionado.

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Siempre que se escuchan o entonan las notas de nuestro Himno Nacional, ahí está su autor, quien con ...

 

 

   

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