From: VICTOR MANUEL González Albear
Sent: Saturday, September 12, 2015 9:59 PM
Hablando del Papa I: Entrevista a Aurelio Alonso
Me pareció importante y por eso la comparto, con solicitud de que me excusen quienes ya la hayan visto, vmga
Asunto: Hablando del Papa I: Entrevista a Aurelio Alonso
Muy cerca en el tiempo de la visita del Papa Francisco a Cuba, la
revista Temas inicia una serie de entrevistas para leer en contexto
este acontecimiento. Comenzamos dialogando con Aurelio Alonso,
sociólogo, investigador sobre la iglesia católica en Cuba, Premio
Nacional de Ciencias Sociales y colaborador y miembro del Consejo
Asesor de Temas.
Marianela González (MG). Francisco es el primer jesuita, el primer
latinoamericano, y el primer sacerdote de un país del Tercer Mundo al
mando de la iglesia católica romana, ¿en qué medida estos antecedentes
explican su proyección actual?
Aurelio Alonso (AA): Yo creo que en una buena medida todo junto, y en
ninguna medida por separado. Hay mucho de inesperado en la elección de
Bergoglio. Es decir, ¿ha resultado Jorge Bergoglio el Papa que
esperaban tener los miembros del cónclave que lo eligieron? Aunque no
tengamos respuesta, esa es la pregunta, importante. Pienso que no. Es
uno de esos papas que, cuando es electo, resulta en muchas cosas
sorpresivo.
Que sea el primer Papa latinoamericano tiene la importancia de que por
fin el pontificado no solamente sale de Italia, sino que se orienta a
buscar al conductor de la iglesia en la región del mundo más poblada
de católicos. El centro mundial del catolicismo es América Latina, más
de 40% de los católicos del mundo están en aquí. No se trata de que el
Vaticano se vaya a mudar ahora para Buenos Aires o Río de Janeiro,
sino de que resulta normal el mayor peso de América Latina en una
elección. Aunque tuve mis dudas de que fuera a ser electo un
latinoamericano, porque la iglesia ha sido normalmente conservadora.
Lo más sorprendente para mí ha sido la elección de un jesuita. A pesar
de sus votos de obediencia al Papa, del famoso cuarto voto de
obediencia incondicional al Papa, la Compañía de Jesús tiene un aura
de autoctonía, de independencia, de carácter propio, que le ha dado
mucha fuerza en la historia. Tanta que fue incluso suspendida por la
iglesia durante casi un siglo, hasta que se creó otra vez, y volvió
otra vez a ser muy fuerte. En el siglo xx, Juan Pablo II no la
suspendió, pero la intervino, y sustituyó a su Superior General, uno
de los más brillantes, notables, significativos superiores generales
que ha tenido, Pedro Arrupe, vasco como Ignacio de Loyola, el
fundador, una figura muy significativa en ese período.
Sin embargo, esta condición puede implicar un progresismo o un
conservadurismo. En el plano de la doctrina social, de las relaciones
interreligiosas y extrarreligiosas, los jesuitas pueden ser de derecha
o de izquierda. Por lo tanto, esa condición por sí sola no es
determinante.
No nos guiemos por esas condicionantes. Hay que pensar en el ser
humano. El Papa ya no es Jorge Mario Bergoglio, sino escogió el nombre
de Francisco, y no por gusto. En la historia del pontificado, ningún
Papa había adoptado ese nombre. Con lo cual ha dado un signo
diferenciador.
MG. ¿Qué distingue a Jorge Mario Bergoglio de Karol Wojtyla y Joseph
Ratzinger, en su visión del papel de la iglesia y en su proyección
política? ¿Intenta Francisco recuperar una posición que la iglesia
católica ha ido perdiendo en su presencia global?
AA. Sí. El llega en medio de una crisis muy fuerte de credibilidad de
la iglesia, relacionada con la corrupción, y otros problemas. Esa
crisis estalla en los tiempos de entrada de Juan Pablo I. Juan Pablo I
había durado un mes nada más. Y por supuesto, salta con el escándalo
del Banco Ambrosiano, el supuesto suicidio del presidente del banco,
que se cuelga debajo de un puente.
Juan Pablo II se las arregla para hacer un pontificado en que esa
crisis se invisibiliza. Pero evidentemente no se ha resuelto, estaba
ahí latente.
Benedicto XVI choca con ella. De repente, se encuentra que tiene que
enfrentar toda la situación de crisis, de los escándalos de
corrupción, de pederastia. Y él no puede con eso.
Juan Pablo II fue un papa muy conservador. Aunque fue el primero que
visitó a Cuba, lo hizo después de haber recorrido toda América Latina.
Fue el Papa Viajero desde el principio. Cuando visitó a Cuba había
estado cinco veces en México y tres en Brasil, y creo que tres, en
Colombia, y una en Haití, en fin, había recorrido todo el continente,
había estado en todas partes y no en Cuba. Entonces, ese hecho no se
debe magnificar, olvidando que fue muy conservador. Es el papa que
revierte la situación del Concilio Vaticano II. Que quita a Arrupe de
los jesuitas, porque lo siente demasiado independiente, lo saca de la
Compañía de Jesús, pone a un interventor, un jesuita creo que polaco,
a quien él le tenía confianza, para que anule la línea progresista de
Arrupe, que sobre todo se estaba destacando en América Latina, en
América Central, donde los jesuitas fueron muy importantes, en
universidades católicas como la UCA, dirigidas por jesuitas; se
enfrentaron a las oligarquías y dejaron una estela de mártires
también. Este Papa reaccionó contra ellos. Juan Pablo II desautorizó a
Ernesto Cardenal públicamente, en su visita a Nicaragua, por el hecho
de que él participaba, así como su hermano Fernando, como ministro en
el gobierno, y el Papa había proscrito que lo hicieran.
Oscar Arnulfo Romero, unos meses antes de morir, había estado en el
Vaticano en su visita ad limina, y se había entrevistado con el Papa,
le había llevado un dossier sobre la situación en El Salvador. El Papa
le dijo que él no tenía tiempo para leerse todo eso, y que le
aconsejaba llevarse bien con el gobierno, lo maltrató incluso, lo
desestimó, no le dio apoyo.
En ese mismo periodo, Joseph Ratzinger, quien luego sería Benedicto
XVI, juega un papel ultraconservador al lado de Juan Pablo II.
El episcopado que existe hoy en América Latina, los obispos
latinoamericanos actuales, la mayoría de ellos fueron nombrados por
Juan Pablo II, que fue Papa durante muchos años. Es muy raro encontrar
hoy en la región un obispo de la Teología de la Liberación. La
herencia que tiene Bergoglio ahora en esa iglesia es tremenda. El
tiene que ganar tiempo. En la medida en que los obispos se van
jubilando, se van retirando en sus diócesis, él tiene que buscar
incidir de alguna manera en que la renovación no sea por la línea de
la derecha. Por ejemplo, en Venezuela, hay un episcopado que se le
tranca completamente a la proyección bolivariana, y en Ecuador
también.
A pesar de todo, el Papa viajero es visto como el que arma la
polvareda, aunque no hubo un saldo para la iglesia católica
significativo de recuperación de fieles, porque realmente ya había un
mecanismo de reanudamiento religioso por otra línea, que es la de los
fundamentalismos, alentados por otros intereses, oligárquicos, como
los movimientos norteamericanos de la Nueva Era, que podían distanciar
la devoción, la fe, del compromiso político. Nosotros los tenemos aquí
también en Cuba, la visión salvífica por los caminos espirituales,
cuya prédica es que no hay que hacer nada, sino vivir la realidad que
te tocó vivir, y se acabó.
Parecía que Benedicto XVI iba a seguir esa ruta. Benedicto XVI era muy
superior a Juan Pablo II como teólogo y como pensador. Wojtyla usó a
Ratzinger como el gran teórico y el hombre que le prestó grandes
servicios. Los documentos que condenan la Teología de la Liberación, y
que asumen después una lectura distinta de la Teología de la
Liberación, los hizo Ratzinger para Juan Pablo II. La condena de
Leonardo Boff, el brasileño, menos sonoro que Gustavo Gutiérrez, que
fue el autor de la Teología de la Liberación, pero quien es realmente
el gran teólogo, con su teología de lo político. Leonardo Boff y
Clodovis Boff son los dos teólogos de más peso en el plano religioso,
en el plano dogmático, que figuras como Gustavo Gutiérrez o Frei
Betto, que es un poco periodista, y juegan un papel esencial, pero que
no son figuras teológicas contundentes.
Bergoglio solamente tiene dos años de pontificado en la actualidad,
pero ha sido muy coherente desde el principio, cuando escogió llamarse
Francisco y hacer un pontificado en función de los pobres. Se conoció
que era una conducta que seguía como arzobispo en Buenos Aires, que se
movía en metro por la ciudad, y que vivía con humildad real, no de
puertas para afuera, con sencillez. El rechazo en el Vaticano a todos
los signos del oropel, al salir del palacio pontificio e irse a vivir
en el alojamiento de Santa María Mayor. Pero sobre todo al asumir de
frente todo el proceso disciplinario dentro de la iglesia, sin miedo,
cortando cabezas, quitando figuras, y sin excesos que le puedan ser
rechazados, hasta ahora. Aunque levanta mucha reticencia de parte de
la curia romana, no ha habido ninguna posibilidad en la cúpula de la
iglesia, como nosotros le decimos, de hacerle un frente que lo bloquee
o que le haga perder fuerza.
Esta es para mí la diferencia principal entre estos tres Papas.
MG. ¿Cómo aprecias esas contradicciones entre la cúpula vaticana y el
Papa Francisco en torno a este tipo de reformas que promueve?
AA. Para conducir la iglesia no sólo son importantes las
contradicciones con la cúpula vaticana, sino con las diócesis, con los
obispos del mundo, que en su mayoría son conservadores, pero que son
sus obispos, sus cristianos. Y humanamente, no todos son iguales.
Oscar Arnulfo Romero fue conservador hasta que la realidad de conducir
la iglesia salvadoreña lo tiró contra la dureza de la pobreza y de la
vulnerabilidad física, el desamparo no solo ante la posibilidad de
comer, sino ante la muerte, que te matan y quedan impunes los que te
matan.
Francisco ha tenido que moverse en una correlación de fuerzas en el
Vaticano y fuera de él, que en cierta medida le es adversa aquí y
allá, en una especie de cuerda floja. Él ha ido haciendo cambios, pero
no a lo loco. En su discurso no ha dado señas de ningún signo de
retroceso ni de ningún error. Benedicto XVI fue muy errático en dos o
tres ocasiones en su discurso, y se lo reprocharon en varios lugares.
Francisco es un Papa muy versátil, muy coherente, muy comedido.
MG. ¿Qué significado tiene la posición del Papa respecto a la doctrina
social de la iglesia, sobre todo su Encíclica sobre el medio ambiente,
en torno a temas como los derechos de las mujeres y los gays, la
Teología de la Liberación?
Aurelio Alonso: En una encíclica anterior, la primera, es muy
significativa la vindicación del Concilio Vaticano II, un cuerpo
reformista que no ha sido aplicado ni interpretado en toda su
extensión, sino más bien frenado durante muchos años de pontificado de
Juan Pablo II.
En la que tú mencionas, introduce por primera vez el rescate del medio
ambiente y su conexión con el problema de la pobreza. No es una
encíclica puramente ambientalista, sino una visión de la creación del
hombre y de la naturaleza, como dos dimensiones inseparables; y que
conecta el problema de la lucha contra la pobreza con el rescate del
ambiente natural.
Plantea una jerarquía ética de tres dimensiones en el amor, a Dios, al
prójimo y a la tierra. Se relaciona en el fondo con la visión de
subsistir con lo que hay, y garantizar que el papel de los seres
humanos como parte del medio natural se vuelva una contribución a su
reproducción, y que evoca la cosmovisión indigenista andina.
Es muy temprano para hacer una caracterización de la contribución de
Francisco a la doctrina social de la iglesia cuando tiene nada más que
dos años de pontificado. Dentro de ese marco, sin embargo, se trata de
su primera encíclica social.
MG. ¿Qué han significado las visitas de los papas a Cuba? ¿Qué
particularidades tendrá esta primera visita del Papa Francisco?
AA. Cuba dejó una huella en Juan Pablo II, y eso hizo que Benedicto
XVI quisiera venir también. De manera que el único país
latinoamericano que en 1998 no había sido visitado por ningún Papa,
ahora va a ser uno de los pocos visitados por los tres últimos.
Ese impacto sobre aquellos dos papas consistió en el descubrimiento de
que había una posibilidad de pobreza con dignidad. Este país vive en
un fracaso económico permanente ocasionado por la mezcla de bloqueo y
de problemas interiores, y de incapacidad para enrumbar un modelo bajo
esa situación bloqueada, que vaya más allá de la supervivencia. La
población vive en condiciones en que se logra vencer el desamparo,
pero no la pobreza. Ahí hay algo que evangélicamente tiene un sentido.
Pero la visita de Francisco va a ser distinta de las dos anteriores.
Este es el Papa que más ha hecho a favor de Cuba en el corto tiempo
que tiene de pontificado. No se ha limitado a una simple condena al
bloqueo, sino ha ofrecido sus servicios como mediador, lo que ha sido
suficientemente importante para que se reconozca por el gobierno
cubano y por el de Estados Unidos su papel, junto al del gobierno de
Canadá.
El Papa va a venir de visita cuando ya van a estar abiertas las
embajadas, que es el primer resultado efectivo importante de esa
mediación, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. No es
todavía, como han dicho los gobernantes, los nuestros y los otros, la
normalidad de las relaciones. Pero es el inicio de ese proceso.
Esta va a ser la más importante de las visitas pontificias, a pesar de
que no es tan larga como la de Juan Pablo II, y de que es la tercera.
No tendrá el oropel que tuvo la primera, tanto séquito. Es la más
importante, primero, porque es el pontificado que ha dado muestras de
tener una disposición más proactiva, hacia una aceptación del proceso
de transformación cubano con su soberanía y sus cosas. Y la segunda,
porque pienso que hay más cosas que decirse entre los discursos de
este Pontífice y de los líderes del proceso cubano.
Viene a Cuba y va a Estados Unidos después. Va a continuar en su rol
de mediador. Él puede convertirse realmente en un factor para que
empiece a flexibilizarse el bloqueo, para que empiecen a encontrarse
caminos de flexibilización. Eso le va a ganar muchos enemigos en
Estados Unidos, en la derecha norteamericana.
No sé cómo será ahora el cuadro, pero ha habido momentos en que la
jerarquía episcopal norteamericana ha dado muestras de simpatía y de
cercanía con Cuba, en los 80 y los 90. Al haberse ya abierto las
embajadas, la presencia de figuras del clero norteamericano durante su
visita a Cuba, como invitados, puede ser mucho mayor que en las
anteriores. No solo numéricamente, sino mucho más importante, más
significativa, puede tener un peso, incluso, en la promoción de las
relaciones posteriores. Aunque la iglesia católica no es mayoritaria
en Estados Unidos, frente al protestantismo como conjunto, como
iglesia individual sí tiene un peso muy grande.
MG. Entre otros factores, el anticomunismo de la iglesia católica
cubana restringió su presencia en la sociedad cubana. Esta presencia
se ha recuperado en cierta medida, junto a su nivel de diálogo con el
gobierno. ¿Cómo aprecias la relación entre las posiciones progresistas
de Francisco y una iglesia cubana atravesada por corrientes
conservadoras que tienden al encerramiento y a fomentar un laicado
obediente? ¿Puede la próxima visita contribuir a recuperar el clima de
diálogo y a propiciar corrientes a favor del compromiso social y la
colaboración con otras instituciones de la sociedad civil cubana?
AA. La iglesia cubana sigue siendo conservadora; pero lo es menos que
la de los años 60. El triunfo de la Revolución ocurre tres años antes
de que empiece el Concilio Vaticano II; cuando lo que prevalece es la
iglesia tradicionalista tridentina.
Antes de Vaticano I, el último Concilio fue el de Trento, en 1540.
Este se hizo bajo la influencia del naciente mundo jesuita, que creo
la Contrarreforma, y que expresó un reformismo conservador, dirigido a
crear símbolos, que rescataran la estructura de la iglesia católica.
El sistema moderno de educación es el creado por los jesuitas, que
establece clases de una hora, con diez minutos de receso entre
materias. Articular estas materias en la manera de la escuela como
nosotros la conocemos, no existía antes. Esas normas, que son las
tridentinas, provenientes del Concilio de Trento, son las que se
mantienen vigentes y que Vaticano I no consigue cambiar, porque este
concilio no llega a terminar. Así que Vaticano II es el evento que
produce una reforma hecha y derecha en la iglesia.
Cuando triunfa la Revolución cubana, la estructura de la iglesia en el
país no había sido modificada todavía por el Concilio Vaticano II. Se
trata de una iglesia conservadora, que incluso había estado en contra
de la independencia nacional hasta última hora en el siglo XIX.
Tú me hablas del anticomunismo de la iglesia, pero no del ateísmo del
marxismo. El comunismo que se asumió en Cuba, mayoritariamente el
aprendido de la URSS, era ateísta. Para las cabezas que piensan así,
la religión es una deformación ideológica, un atavismo llamado a
terminar, no un componente legítimo de la cultura.
Ahora bien, la iglesia tuvo un proceso de asimilación del cambio
social cubano; y aunque sigue conservadora, no es como al principio; y
en eso influyó la Revolución, pero también Vaticano II.
Después de los conflictos que se producen a principios de los años 60
entre la iglesia y el Estado, y se expulsan a aquellos 131 sacerdotes
en el barco Covadonga, ocurre una especie de congelación en las
relaciones entre ambos. Sin embargo, el primer paso de acercamiento
no lo da el Estado cubano, sino la iglesia, como consecuencia de la
participación de los obispos cubanos en la segunda reunión de la
Conferencia Episcopal Latinoamericana, en 1968, celebrada en Medellín,
donde la influencia de Vaticano II se traduce para América Latina. En
este cambio, influyen también sacerdotes como Carlos Manuel de
Céspedes, formados por el aura de este concilio.
Y ahí aparecen las dos pastorales famosas en que la iglesia condena
el bloqueo, llamándole así, "el bloqueo de Estados Unido a Cuba", en
1969. Y después lanza otra pastoral donde dice que no hay problemas
para que haya un diálogo entre cristianos y marxistas. Ante estas
declaraciones, el liderazgo cubano no reacciona a favor, más bien todo
lo contrario. En 1971, ocurrió el Congreso de Educación y Cultura, que
fue fuertemente antirreligioso, y promovió el ateísmo. En el Primer
Congreso del Partido (1975) hubo una Resolución sobre la iglesia y los
creyentes, que, aunque no citaba al ateísmo expresamente, decía que la
concepción del mundo del Partido era la concepción científica, lo que
quería decir atea.
Mi hipótesis es que, cuando se producen esas pastorales de la iglesia,
que hubieran podido provocar un acercamiento mayor, una reacción
distinta, sin embargo, ya la subsistencia del proyecto cubano estaba
en crisis, e íbamos a tener que sentarnos en el CAME con la URSS.
Entonces, en lugar de seguir con la iglesia una política de propiciar
la cercanía, esta se descarta, porque estamos en camino al CAME, y no
íbamos entonces precisamente a adoptar una posición ajena al ateísmo.
Monseñor Sacchi, el Encargado de Negocios que quedó representando al
Vaticano aquí, contribuyó mucho a que se restableciera un diálogo. El
Vaticano nos había retirado al Nuncio, y no lo reemplazó, dejó ese
Encargado de Negocios, que no era ni primer secretario ni consejero,
sino solo segundo secretario. Sin embargo, Cuba no lo reciprocó; en
lugar de retirar al embajador, nombró un embajador cubano católico en
el Vaticano, Amado Blanco, un hombre inteligentísimo, muy culto,
revolucionario, y muy católico. Políticamente fue un gesto brillante,
y aseguró que la relación de la parte cubana se mantuviera allí al más
alto nivel.
Yo creo que nosotros fuimos más ateos que lo que debimos ser cuando la
iglesia estaba empezando a generar mecanismos de aproximación.
MG. ¿Entonces te parece que esta próxima visita del Papa Francisco
podría contribuir a recuperar un poco el clima de diálogo, y como
decía, propiciar corrientes a favor del compromiso social y la
colaboración con otras instituciones, sobre todo de la sociedad civil?
Aurelio Alonso: Sí. Y además, creo que al medio cristiano le va a
insuflar también un espíritu distinto. Yo creo que puede ser
beneficiosa.
Vistas las características de este pontificado, y el papel que la
iglesia cubana ha jugado en sus últimos años, incluida, por primera
vez, la intervención en la excarcelación de presos políticos y
comunes. Las excarcelaciones, que la iglesia siempre pide,
respondiendo al sentimiento de piedad, se suman a otros gestos, que le
permitan más visibilidad, más presencia, un espacio mayor en la
educación. La iglesia aspiraría siempre a que pueda haber escuelas
católicas en Cuba, como los Hermanos de La Salle, las escuelas de los
jesuitas. Carlos Manuel siempre apostaba a que eso iba a darse; yo le
decía que veía en perspectiva una apertura de la enseñanza religiosa,
pero articulada al sistema de educación nacional. Él me insistía en
que yo estaba equivocado, que eso podría darse inicialmente, pero que
sería un paso para que también se pudiera volver abrir el espacio a
las escuelas católicas. Me decía: "Tú y yo, y también Fidel, vinimos
de esas escuelas, y la mayoría de los miembros de la dirección del
país". Siempre bromeaba sobre esto, y decía: "Fíjate que los miembros
del Comité Central, y los del Buró Político del PCC, la máxima
dirección política, son casi todos figuras formadas en escuelas
católicas. Mientras que la mayoría de los obispos se formaron en las
secundarias básicas que creó la Revolución, y no tienen nada que ver
con la enseñanza católica". Fíjate qué paradoja esa.
La presencia de Francisco, y el contacto con él, puede jugar un papel
positivo en un acercamiento, en una apertura mayor del episcopado
actual hacia la Revolución. El cambio político hacia la sociedad que
viene, pero no vista con un patrón cerrado.
Francisco no está por la mercantilización de la sociedad; sino porque
no se pierda el patrón de igualdad. No va a estar a favor de que se
pierda en Cuba lo que él quiere que se gane para el resto del
continente, porque está perdido en demasía.
Aunque en Cuba se puede perder el amparo, pues nada es irreversible.
Casi todo lo que hemos ganado, menos la memoria, que siempre está ahí
—nada más poderoso que la subjetividad—, pero todo lo demás se puede
perder progresivamente. Haití es la sociedad más pobre y desamparada
de América, y fue la colonia más rica en el siglo xviii. Las
reversiones pueden ser brutales.
No pienso que la visita de Francisco vaya a generar un aumento
impactante de la feligresía católica, porque en Cuba también, como en
otras partes de América Latina, la reanimación de la fe religiosa se
ha ido dando ya, por las corrientes de pensamiento religioso, por los
movimientos religiosos no tradicionales, se ha ido dando por la vía
del pentecostalismo, que es hoy más poderoso que el catolicismo.
Esa demografía religiosa básica que se ha ido configurando en Cuba no
la cambia la visita de un Papa, es un fenómeno que tiene un arraigo
espiritual propio. Aunque puede impactar favorablemente, dejar un buen
recuerdo, no puede sacudir la demografía religiosa del país.
Autor: <http://www.temascuba.org/autor/793/redacci-n-temas> Redacción Temas
victormanuelgonzalez01@gmail.com
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