El libro Baracoa a través de su historia urbana y arquitectónica”
está dedicado así :
Para nuestro maestro Rodolfo Livingston, por dejar en nuestra
tierra y nuestra ciudad valiosos legados, por transmitirnos su
método y hacernos con el… Arquitectos de “verdad”, arquitectos
de barrios y para el pueblo.
Y por su amor a Cuba y en especial a Baracoa.
Arq. Fabián Quintero Machado Baracoa 18 de Enero de 2014
Querido Juan Livingston: Aprovecho para
saludarte y felicitarte por aquella bandera cubana atada con hilo en la portada del Cuba Rebelde
que siempre me flota en la mente (preciosa por el simbolismo). Te quiero comentar que cuando
he obsequiado a personalidades argentinas ó del mundo algún ejemplar del Cuba Existe de tu
padre lo hice agregándole información. Por ejemplo en cada contratapa adherí cuidadosamente
el siguiente texto. O sea que de cierta forma LA HISTORIA CONTINÚA, porque desde Cuba lo
recuerdan vívidamente. Como Rodolfo me comentó que subirás el Cuba Existe a Internet me
atrevo a sugerirte agregues también este texto de Marianela Martín González.
A mi me enterneció y apasionó.
Ahh, sería importante que en el lugar del libro donde aparece mi ANTIGUO NUMERO TELEFONICO
Lo cambiaras por el actual 4 903 3285 , asi quien desee llamar será atendido por mi y no por
quienes viven en mi antigua casa y ya están cansados de las llamadas que no cesan.
Bueno Juan un abrazo fraternal y seguimos en contacto.
05 de octubre de 2008
Una llamada desde el extremo meridional de América del Sur irrumpió por estos días en nuestra redacción para recordarnos que el compromiso se prolonga más allá del tiempo y la distancia.
Era Rodolfo Livingston, el conocido arquitecto argentino que en 1960, seducido por el libro de Sartre y Simone de Beauvoir, El Huracán sobre el Azúcar, vino a Cuba voluntariamente y ayudó a fundar el barrio Turey, en la legendaria ciudad guantanamera de Baracoa.
Cuando supo de las andanzas de Ike por el Oriente del país, se interesó por aquel trocito de pueblo que sus manos ayudaron a levantar, hace casi medio siglo, convencido de que también en la arquitectura la participación de la gente ayuda a armar un pensamiento colectivo. Entonces, sumó manos de todos los colores para convertir un barrio insalubre en una comunidad funcional.
En su conversación se identificó como un ciudadano «que ayudó a hormigonear» a la gente de esa zona, cuando construyeron sus viviendas.
No aludió que un día, sobreponiéndose a la desconfianza de los lugareños, los congregó para preguntarles cómo creían que debían hacerse sus casas, utilizando de la mejor manera los materiales del lugar.
«Turey resistió al ciclón Flora y quiero saber si esta vez sus casas quedaron en pie. La gente de allí me recuerda», dijo sin altisonancias quien ha confesado que esta Isla es su aerosol para combatir el asma.
Entonces, indagamos sobre la cofradía Turey-Livingston, indisoluble ante miles de kilómetros, y lo mucho que ha caminado el reloj desde que en su compañía pusieron la primera piedra en el otrora vecindario empobrecido de la Ciudad Primada.
Supimos que el croquis inicial del lugar se hizo con una varilla en la tierra, y de allí nació un barrio construido a la medida de sus habitantes, diseñado entre todos; cuya concepción fue sustrato de un método de trabajo que este amigo de Cuba ha difundido en universidades de varios países, y que tiene como principio «hacer para la gente y no pese a la gente».
Si encuestáramos a los habitantes de Turey que hormigonearon junto a Livingston, sobre lo que sintieron cuando Ike azotó Baracoa, y puso en peligro la vitalidad de un barrio que simboliza la fusión de muchos anhelos, en sus respuestas encontraríamos el concepto de sentido de pertenencia que necesitamos para conjurar apatías.
Cada respuesta sería válida para descifrar esa llamada que procuró estar al tanto de un sitio erigido a partir del sueño y el tiempo de muchos.
Comprenderíamos porqué un Principito alejado de su rosa reconoció toda la singularidad de su flor, y se declaró, en compañía de una zorra, responsable de aquello que abrigó con un paraván, y por quien mató las orugas, «salvo dos o tres para que se hicieran mariposas».
por Marianela Martín González
informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires (cod. AAC 1405)
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba “ CHAUBLOQUEO ”
Registro donantes voluntarios de Células Madre (INCUCAI)
Coordinador Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
Telef. 4 903 3285 Irene Perpiñal - Eladio González - Toto