PARO GENERAL
.......La falta de resolución de las estructuras sindicales le deja el campo libre a los movimientos sociales y a expresiones espontáneas de la sociedad para hacer visible un clima espeso de descontento con el Gobierno. Piquetes, acampes, ruidazos o miles de personas pasando a buscar peras y manzanas por Plaza de Mayo son ejemplos de ese estado de situación. También las cámaras empresarias están movilizadas por los aumentos de tarifas, al igual que los clubes de barrio, las cooperativas y las asociaciones de consumidores. El paro general serviría para darle un cauce institucional a la protesta social. El riesgo que corre la CGT si sigue dando vueltas es resultar desbordada por una corriente que crece desde abajo, que le terminará reprochando haber abandonado a los trabajadores por la plata para las obras sociales que le muestra el macrismo. De todos modos, en la central obrera también pesa el temor a los medios hegemónicos y a las denuncias del Gobierno de identificar sus acciones como parte de un supuesto plan de desestabilización. Ante la falta de recuperación de la economía y la agudización de los problemas, la única reacción que entrega la Casa Rosada es imaginar estrategias para ponerse como víctima del caos que provocaron sus propias políticas.
El aumento del desempleo a 9,3 por ciento a fines del primer semestre es motivo más que suficiente para convocar a un paro general. Más cuando las centrales obreras ya se bajaron de una medida de esa naturaleza tras el veto del Presidente a la ley antidespidos, por la que habían militado con una concentración histórica el 29 de abril. Además, el Gobierno ratifica a cada paso la política económica y sus planes en relación al mundo del trabajo. El ministro de Producción, Francisco Cabrera, dijo anteayer que para generar inversiones habrá que reducir el costo del empleo. Su par de Modernización, Andrés Ibarra, anunció que a fin de año dejará en la calle a 10.500 trabajadores contratados por el Estado, ya que sobre un total de 13.000 a quienes se les vencen sus contratos –algunos vienen soportando ese régimen precario hace más de una década– solo se realizarán concursos para retener a 2500. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, prepara al mismo tiempo un proyecto de reforma de flexibilización laboral. Si la CGT va a esperar a que todo eso pase sin hacer nada, después más que quejarse por las consecuencias deberá asumir su cuota de responsabilidad.
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