martes, 2 de agosto de 2016

revolucion silenciosa Leonardo Boff: Silent revolutions: conviviality (Sigue en castellano)

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Silent revolutions: conviviality

                 Leonardo Boff

                   Theologian-Philosopher

                        Earthcharter Commission      

 

With the fall of the Berlin Wall in 1989 and of the socialism that was its counterpoint (independently of its grave internal problems), capitalism ended up occupying all the space in the economy and politics. With Margaret Thatcher's assumption of power in Great Britain and that of Ronald Reagan in the United States, the capitalist logic acquired free rein: the complete liberalization of the markets with a breakdown of all controls, the introduction of the minimalist state, of privatization and boundless competition.

 

The so-called, "happy globalization"  was not so happy. 

 

Nobel laureate Joseph E. Stiglitz, could write in 2011: «just 1% of the very rich cause the economy and all the planetary functions to benefit their interests» ("Of the 1% by 1%", Vanity Fair, May 2011). For this reason, one of the biggest multimillionaires, the speculator  Warren Buffet boasted: «yes, class struggle exists, but my class, the class of the rich, is the one leading the struggle and we are winning» (CNN 2005 interview). 

 

It so happens that all the rich types failed to include in their calculations the ecological factor, considering the limits of the natural goods and services as worthless externalities. This also occurs in the economic debates in Brazil, which is behind on this issue, with the exception of a few, such as Ladislau Dowbor. 

 

Alongside the global hegemony of the capitalist system, silent revolutions grew everywhere. They are the base groups, scientists and others with an ecological sense who are teaching alternatives to this way of inhabiting planet Earth. If it continues pitilessly stressing the Earth, she could change and provoke an imbalance capable of destroying a great part of our civilization. 

 

In such a dramatic context arose, "The Coexistence" movement, of groups now including more than 3,200 people all over the world (see www.lesconvivialistes.org). They seek to live together (hence, coexistence), caring for one another and for nature, not denying conflicts, but making of them factors of dynamism and creativity.  Is the politics of the gain-gain. 

 

Four principles sustain this project: the principle of common humanity. With all our differences, we form one humanity, to be maintained in unity. 

 

The principle of common sociality: the human being is social and lives in several types of societies, whose differences must be respected. 

 

The principle of individuation: even though social, each one has the right to affirm his/her individuality and uniqueness, without harming the other

 

The principle of ordained and creative opposition: those who differ can legitimately oppose, but always being careful not to making the difference into inequality. 

 

These principles imply ethical, political, economic and ecological consequences that will not be detailed here. 

 

What is important is to start: to begin from below, with bio-regionalism, with small units of organic production, with generating energy from waste, with a sense of self limitation and just measure, living a frugal consumption and sharing among all. The silent revolutions are gathering energy to be able, in a determinate moment of history, to make the great transformation. 

 

It is important today to accentuate conviviality because presently there are many who no longer want to live together. 

 

Conviviality as a concept was put in circulation by Ivan Illich (1926-2002) in his book Tools for Conviviality, 1973, (La convivialidad, 1975). Illich was one of the great prophetic thinkers of the XX century. An Austrian, he lived great part of his life in the two Americas. Conviviality to him consisted of the capacity to make coexist the dimensions of production and of caring; of efficiency and compassion; of mass producing products and creativity; of liberty and fantasy; of multidimensional equilibrium and of social complexity: all to reinforce the sense of universal belonging. 

 

Conviviality also claims to be an adequate response to the ecological crisis.  Conviviality can avoid a real planetary crash. 

 

There will be a new pact or nature with the Earth, and of the social between the people. The first paragraph of the new pact will be the sacred principle of self limitation and just measure; after, the essential caring of all that exists and lives, gentleness with humans and respect for Mother Earth. 

 

It is possible to organize a good society, an Earth of the good-hope (Sachs and Dowbor) where people prefer cooperation and sharing instead of competition and limitless accumulation.

 

 

Leonardo Boff
 07-29-2016

 

 

 

Free translation from the Spanish sent by

Done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.

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Revoluciones silenciosas: la convivialidad

2016-07-29

 

Con la caída del muro de Berlín en 1989 y el socialismo que hacía el contrapunto (independientemente de sus graves errores internos), el capitalismo terminó ocupando todos los espacios en la economía y en la política. Con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Inglaterra y de Ronald Reagan en Estados Unidos, la lógica capitalista adquirió libre curso: liberalización completa de los mercados con ruptura de todos los controles, introducción del estado mínimo, de las privatizaciones y de la competencia sin fronteras.

 

La llamada "mundialización feliz" no fue tan feliz. 

 

El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, pudo escribir en 2011: «solamente el 1% de los más ricos hacen funcionar la economía y todo el planeta en función de sus intereses» ("Of the 1% by 1%" en Vanity Fair, mayo 2011). En razón de esto, uno de los mayores multimillonarios, el especulador Warren Buffet se vanagloriaba: «sí, la lucha de clases existe, pero mi clase, la de los ricos, es la que dirige la lucha y la estamos ganando» (Entrevista en la CNN de 2005). 

 

Sólo que todos esos adinerados nunca incluyeron en sus cálculos el factor ecológico, considerando los límites de los bienes y servicios naturales como externalidades despreciables. Esto ocurre también en los debates económicos en nuestro país, retrasado en esta cuestión, con excepción de algunos pocos como L. Dowbor. 

 

Al lado de la hegemonía mundial del sistema del capital, crecen por todas partes revoluciones silenciosas. Son grupos de base, científicos y otros con sentido ecológico que están ensayando alternativas a este tipo de habitar el planeta Tierra. De continuar estresando sin piedad a la Tierra, esta podría cambiar y provocar un desequilibrio capaz de destruir gran parte de nuestra civilización. 

 

En un contexto así de dramático surgió un movimiento llamado "Los convivialistas" que reúne ahora a más de 3200 personas de todo el mundo (vea www.lesconvivialistes.org). Buscan vivir juntos (de ahí convivialidad), cuidando unos de otros y de la naturaleza, no negando los conflictos, sino haciendo de ellos factores de dinamismo y de creatividad. Es la política del gana-gana. 

 

Cuatro principios sustentan el proyecto: el principio de la común humanidad. Con todas nuestras diferencias, formamos una única humanidad, a mantener unida. 

 

El principio de la común socialidad: el ser humano es social y vive en varios tipos de sociedades, que deben ser respetadas en sus diferencias. 

 

El principio de individuación: aunque siendo social, cada cual tiene derecho a afirmar su individualidad y singularidad, sin perjudicar a los demás. 

 

El principio de la oposición ordenada y creadora: los diferentes pueden oponerse legítimamente, pero teniendo siempre cuidado de no hacer de la diferencia una desigualdad. 

 

Estos principios implican consecuencias éticas, políticas, económicas y ecológicas que no cabe detallar aquí. 

 

Lo importante es empezar: a partir de abajo, con el bio-regionalismo, con las pequeñas unidades de producción orgánica, con la generación de energía a partir de los desperdicios, con sentido de autolimitación y de justa medida, viviendo un consumo frugal y compartido entre todos. Las revoluciones silenciosas están acumulando energía para, en un momento determinado de la historia, poder hacer la gran transformación. 

 

Hoy es importante acentuar la convivialidad porque actualmente hay muchos que ya no quieren vivir juntos. 

 

La convivialidad como concepto fue puesta en circulación por Ivan Illich (1926-2002) con su libro La convivialidad (1975). Illich fue uno de los grandes pensadores proféticos del siglo XX. Austriaco, vivió gran parte de su vida en las dos Américas. Para él la convivialidad consiste en la capacidad de hacer convivir las dimensiones de producción y de cuidado; de efectividad y de compasión; de modelado de los productos y de creatividad; de libertad y de fantasía; de equilibrio multidimensional y de complejidad social: todo para reforzar el sentido de pertenencia universal. 

 

La convivialidad pretende ser también una respuesta adecuada a la crisis ecológica. Ella puede evitar un real crush planetario. 

 

Habrá un nuevo pacto natural con la Tierra y social entre los pueblos. El primer párrafo del nuevo pacto será el sagrado principio de la autolimitación y de la justa medida; después, el cuidado esencial de todo lo que existe y vive, la gentileza con los humanos y el respeto a la Madre Tierra. 

 

Es posible organizar una sociedad buena, una Tierra de la buena-esperanza (Sachs y Dowbor) en la cual las personas prefieren cooperar y compartir en vez de competir y acumular ilimitadamente.

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