De: Juan José Oppizzi [mailto:luceroppizzi@yahoo.com.ar]
Enviado el: domingo, 21 de mayo de 2017 09:58 a.m.
EL SOFISTA Y LOS ARTISTAS
Por Juan José Oppizzi
Alejandro Rozitchner, a quien erróneamente suele calificarse de filósofo, nos ha regalado otra andanada de tonterías. Periódicamente, este asesor cultural del gobierno de Macri se despacha con declaraciones provocativas que lo lanzan a las tapas de los medios periodísticos. Ahora ocurrió eso. Ante una pregunta sobre si Luis Alberto Spinetta tocaría para el actual Presidente de la República Argentina, Rozitchner respondió categóricamente que no lo creía, ya que, según él, "el nivel de prejuicio del mundo artístico, el nivel de ignorancia y de resentimiento es enorme". Semejante disparate fue seguido por un intento de respaldo argumental: "Yo lo adoré, fue tal vez mi amigo más cercano en la vida…" "…y disfruté mucho de su amistad, y él también me valoraba a mí, para mi sorpresa" (y para la de muchísimos otros, porque dudamos de que fuera cierto). Aunque al final volvió sobre lo mismo: "Pero como todo artista popular y todo artista demagógico tenía una relación con lo masivo un poco extraña. No sé si por conveniencia o por seducción". Con amigos como Rozitchner, Spinetta no necesitaba de enemigos. Sin embargo, lo que dijo revela su propia mediocridad y, al mismo tiempo, hace pensar que el título más apropiado para su labor sería el de sofista. En la antigua Grecia, especialmente luego de los esclarecimientos de Sócrates, Platón y Aristóteles, los sofistas eran considerados los manejadores de las argucias verbales, que argumentaban a favor o en contra de algo, a cambio de un pago. Es decir que no tenían absolutamente ninguna relación con la verdad; eran los mercenarios de la filosofía. Que Rozitchner califique a Spinetta y, a través de él, a todos los artistas como prejuiciosos, ignorantes y resentidos por la eventualidad de no actuar para Macri, reduce su criterio a un ridículo volumen sofístico. Si no supiéramos que recibe un sueldo como asesor de la Presidencia, igualmente podríamos deducir quién es el que le paga. El resto de sus declaraciones lo confirma de un modo aún más burdo. Al planteársele la hipótesis de tener a Spinetta a su lado, Rozitchner continuó amontonando disparates: "Le contaría las cosas sensacionales que está haciendo este Gobierno, y cómo este es un gobierno revolucionario que trabaja en contra del sistema y está haciendo una Argentina nueva, y él algunas cosas las escucharía con incredulidad y de a poco lo iría convenciendo, aunque sea un poquito". Semejante desprecio por la capacidad de Luis Alberto Spinetta va más allá de lo tolerable. Aunque se trate de una hipótesis, plantea su aceptación de una serie de mentiras arropadas con términos progresistas. ¿Podríamos suponer que la poderosa inteligencia y la exquisita sensibilidad de aquel gran poeta y músico del rock se convencerían, aunque sea un poquito, de que este gobierno de empresarios, de selectos representantes del riñón de la alta burguesía, del corazón del sistema, está haciendo un trabajo revolucionario en contra del sistema? ¿Qué diría aquel flaco de obesa profundidad humana si escuchara al lamentable magnate-presidente balbucear, con un nivel de mala escuela primaria, un libretito del propio Rozitchner, intentando decirnos que la zozobra en la que vivimos es un paraíso alegre?
Dejo aparte de estas líneas un misterio sin solución: ¿cómo de alguien tan respetable como don León Rozitchner, el padre, pudo salir este pequeño decidor profesional de sofismas agresivos, este provocador a sueldo, este superficial negador del pensamiento crítico?
==0==