Periodista correntino de una estatura inalcanzable para los miserables que hoy degradan los programas de TV, Radio ó publicaciones en las que escriben. Mercenarios, cipayos, traidores a la Patria. Eladio González toto.
Locutor y periodista ARIEL DELGADO (correntino) en Radio Colonia del Uruguay. Persecución de los genocidas de 1976.
De su propio libro “ 25 AÑOS DE PERIODISMO RADIAL “ (publicado en Roma en 1981)
El 17 de octubre de 1980 a las 9.15 terminé de leer uno de mis comentarios de actualidad. Una hora y media después me llamó desde Buenos Aires el dueño de Radio Colonia. Con voz nerviosa el Sr. Mario Rubén Kaminsky me comunicó que acababa de recibir una nueva amenaza del régimen militar argentino y que era absolutamente imperioso que dejara de trabajar como periodista en Radio Colonia. Así se cerró, brutal, pero no sorpresivamente, mi labor radial comenzada veinticinco años antes. Me llamo José Ariel Carioni, nací en Mercedes, Corrientes, Argentina el 15 de Marzo de 1931 y desde 1958 para mis tareas periodísticas uso el nombre de Ariel Delgado.
El 1º de noviembre de 1955 ingresé en el informativo de LRA Radio Nacional de Buenos Aires, que en aquel entonces se llamaba Radio del Estado. Redactaba noticieros tanto nacionales como internacionales. Estos últimos se trasmitían en onda corta en distintos idiomas. Allí permanecí hasta el 6 de mayo de 1958, fecha en que viajé a Montevideo, Uruguay. El 22 de mayo empecé a trabajar en el informativo de Radio Colonia, ubicada en la ciudad uruguya del mismo nombre. La ciudad de Colonia se levanta sobre la margen este del Río de la Plata y está a menos de cuarenta kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Radio Colonia fue creada en la década del 30 por los señores Ricardo Bernotti y Raúl Montellano, llamándola CW1 Radio Popular de Colonia, probablemente para darle un nombre similar a Radio del Pueblo, emisora que les pertenecía en Buenos Aires. En 1955, después del derrocamiento del teniente general Perón, Radio Colonia comenzó a irradiar informativos que estaban a cargo de los periodistas Walter Viera y Amilcar Aguiar. En 1958 Aguiar se retiró de la emisora y fue entonces cuando yo me incorporé a la radio en su reemplazo. En 1959 producido el triunfo de la Revolución Cubana. Viera que desde 1955 se desempeñaba como Jefe del Informativo viajó a La Habana y se radicó en Cuba. A partir de ese momento quedé al frente del informativo de CW1. En 1963 luego de un reportaje que me hizo la revista “ASI” de Buenos Aires conocí a su editor, el periodista argentino Héctor Ricardo García; trabamos entonces una sólida amistad que perdura hasta el día de hoy. A mediados de 1963, García que había fundado el diario “Crónica” me ofreció un informativo radial en Buenos Aires utilizando como fuente principal de noticias las que horas después serían publicadas en el nuevo periódico. Acepté y el 1º de Marzo de 1964 por LS10 Radio Libertad (hoy Radio del Plata) comencé a trasmitir dos panoramas informativos diarios hasta el 30 de noviembre de 1965. Poco antes de esa fecha García se había relacionado con Bernotti y Montellano y luego de diversas tratativas compró Radio Colonia y yo pasé a desempeñar el cargo de director de la misma. La transferencia de la onda de CW1 a nombre de García no se pudo hacer porque él es argentino y la ley uruguaya prohíbe a los extranjeros ser propietarios de radios. Entonces para solucionar el problema, pusimos la emisora a mi nombre, ya que por ser hijo de madre uruguaya, tenía automáticamente la ciudadanía oriental. A partir del 1º de enero de 1966 Radio Colonia inauguró una nueva era, quedando los informativos bajo mi dirección, aunque lógicamente García en su carácter de dueño podía supervisarlos. Al respecto lo menos que puedo decir es que durante los muchos años que trabajamos juntos jamás insinuó la menor censura a ninguna noticia a pesar que la emisión de mis informativos le acarrearon clausuras, amenazas, retiro de avisadores con la consecuente pérdida de dinero, etc.
En noviembre de 1979 ante una oferta muy importante García resolvió vender su parte y yo adopté idéntica actitud pues una cosa era ser socio minoritario de un amigo de años, probado en las buenas y en las no tan buenas, y otra ser socio minoritario de alguien, de quien no podía estar seguro en lo que para mi era fundamental: mantener la orientación del informativo tal como lo venía haciendo desde que me había hecho cargo de la radio en enero de 1966. Concretada la operación, ese mismo mes de noviembre se hizo cargo de CW1 su nuevo propietario Mario Rubén Kaminsky, también Presidente de la empresa discográfica Microfón, con oficinas centrales en Lavalle 1430, 4º piso Buenos Aires, donde a partir de ese momento se instalaron las oficinas de publicidad de Radio Colonia y prácticamente también la dirección de la emisora. No había transcurrido un mes cuando Kaminsky me hizo saber que el gobierno argentino le había advertido que mis informativos y en especial mis noticias y comentarios sobre derechos humanos disgustaban profundamente a las autoridades militares de Buenos Aires. Esto no era nuevo, pues desde la renuncia del Presidente Dr. Héctor Cámpora en julio de 1973, Radio Colonia había sufrido toda clase de interferencias, decretos que ponían trabas a la publicidad argentina que se canalizaba a través de nuestra emisora, clausuras ordenadas por las autoridades uruguayas respondiendo a reclamos del gobierno capitaneado por el entonces comisario José López Rega y a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, contundentes amenazas del régimen del teniente general Jorge Rafael Videla, que no obstante, no lograron desviar a Colonia de su orientación informativa. Estos hechos no eran desconocidos por Kaminsky, pues desde hacía años mantenía comunicación casi diaria con García y además porque su empresa Microfón desde 1977 hasta que compró la radio en noviembre de 1979 había sido el principal avisador de CW1, y ello le permitió conocer en detalle todo el funcionamiento de la emisora y lógicamente también cuál era nuestra política informativa, que por otra parte no era un secreto para nadie. De cualquier modo este primer incidente quedó superado y el informativo continuó cumpliendo su cometido sin tener en cuenta “las ventajas” de la autocensura.
Así llegamos a Abril de 1980: era inminente la publicación del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) sobre la situación en la Argentina. El 18 de abril después de terminado mi panorama informativo de las 13, mediante una llamada telefónica Kaminsky me citó para una reunión a llevarse a cabo al día siguiente en sus oficinas de Microfón de Buenos Aires. El sábado 19 de abril mientras en todo el mundo se difundían las conclusiones de la CIDH sobre las violaciones de los derechos humanos perpetradas por la Junta Militar argentina, Kaminsky me comunicó que había pactado silenciar esos hechos. Como no podía ser de otra forma me negué a seguir dirigiendo, redactando y leyendo informativos que ignoraran la verdad y así quedé desvinculado de las noticias, pero no de la parte empresaria de Radio Colonia, ya que en ese momento la onda continuaba a mi nombre, mientras estaba en gestación una nueva sociedad (CALOGRA) integrada por uruguayos que permitiera a Kaminsky eludir la ley que prohíbe a los extranjeros ser dueños de radios en el Uruguay. En junio de 1980, es decir poco menos de dos meses después de mi salida del informativo, llegamos a un nuevo acuerdo con Kaminsky: ahora me dedicaría a hacer un comentario diario de cinco minutos. Considerando que hasta el 18 de abril redactaba y leía tres panoramas diarios, que en total sumaban cuatro horas de trasmisión y lo que me ofrecía era una nota de actualidad de solo cinco minutos, el cambio no me beneficiaba en absoluto, pero acepté pues creía y creo que mejor que no hacer nada es hacer algo, aunque ya no me hacía ilusiones sobre la capacidad del dueño de la radio para sortear las presiones del régimen militar argentino. Según me dijo Kaminsky, y aquí repito lo que él me manifestara en varios ocasiones, las presiones y amenazas las recibía en general a través de dos oficiales: el coronel Ortega y el teniente coronel Calatayud, ambos del Comando en Jefe del Ejército, quienes en términos nada cordiales le exigieron en reiteradas oportunidades que la radio cambiara totalmente su política informativa, apuntando sus críticas más violentas a las noticias y comentarios que yo difundía. Tales encuentros tenían también una faz grotesca, pues los dos militares censores aprovechaban la oportunidad para pedirle a Kaminsky que les regalara discos, y yo tuve en mis manos una carta enviada a Microfón por el coronel Ortega donde incluía una larga lista de discos, muchos de los cuales para peor – según comentario de Kaminsky – ni siquiera eran de Microfón por lo que debió mandar a un cadete a una disquería cualquiera para que los comprara y poder asi satisfacer “las apetencias musicales” del coronel pedigüeño. Finalmente el 9 de junio comenzó mi última etapa en Radio Colonia. De lunes a viernes redactaba y leía un comentario de cinco minutos que se irradiaba a partir de las 9.10 de la mañana. Mientras tanto los informativos de la emisora fueron reducidos de mas de veinte por dia a solo dos y ahora “sin noticias irritantes”. Esos dos informativos supervivientes quedaron a cargo de Amilcar Aguiar - que en 1966 había regresado a la radio - y de Fredys Cabrera, ambos jefes de la sección noticias. Como era de esperar al seguir tratando en mis comentarios, temas urticantes, rápidamente se reiniciaron los pedidos de autocensura, los que invariablemente rechacé de plano. Así hasta el 17 de octubre. Mi comentario de ese dia estuvo dedicado a denuncias del periodista Jacobo Timerman sobre gravísimos crímenes perpetrados por la dictadura argentina. Casualmente, coincidió con que por primera vez y accediendo a un pedido expreso de Kaminsky mencioné antes y después de leer mi comentario el origen de las noticias que había utilizado para redactarlo, pues el pensaba que así se disminuía el impacto de lo que salía al aire. Una hora y media después me llamó desde Buenos Aires y me dijo que en su despacho de Microfón acababa de irrumpir un representante del régimen militar y en forma violenta le había ordenado que yo nunca más usara los micrófonos de Radio Colonia, al tiempo que formulaba amenazas contra mi vida y contra sus intereses comerciales, lo que sin duda le debe haber parecido más grave. Agregó Kaminsky que ante tales hechos había resuelto que yo dejara de salir al aire y que próximamente viajaría a Colonia para hablar conmigo advirtiéndome que no era conveniente que yo viajara a Buenos Aires por razones de seguridad. Teniendo presente la suerte corrida por tantos compañeros periodistas asesinados y secuestrados por el régimen argentino no desatendí esta última recomendación. El 1 de noviembre Kaminsky viajó a Colonia y en la radio mantuvimos nuestra última reunión. Ambos expusimos nuestros puntos de vista: él insistió en la apremiante necesidad de resguardar la tranquilidad y las ganancias de Microfón y de Radio Colonia y yo reiteré una vez más la absoluta prioridad de informar diciendo la verdad. En definitiva ese mismo día, exactamente veinticinco años después de haberme iniciado como periodista radial en el Río de la Plata, empecé a ser un periodista enmudecido, para no convertirme en un periodista traidor. Al mismo tiempo me desvinculé de la sociedad CALOGRA. Para finalizar esta introducción quiero recordar que el 11 de enero de 1966, a los pocos días de hacerme cargo de Radio Colonia, el diario “Epoca” de Montevideo, hoy clausurado, que dirigía Eduardo Galeano, hoy exiliado, publicó un reportaje que me había hecho en Colonia el día anterior. Una de las preguntas fue: “Que opina de la preocupación, hecha pública por el general Moratorio (entonces Ministro de Defensa Nacional) y el Consejo de Gobierno en cuanto a que los capitales de Radio Colonia sean argentinos?” . Como respuesta dije, entre otras cosas: “Resulta casualidad que se ocupen de ello ahora, cuando lo cierto es que han sido argentinos casi siempre. Se preocupan ahora porque Radio Colonia comienza a ser objetiva y va a decir la verdad sobre la Conferencia Tricontinental que se está desarrollando en La Habana, la verdad sobre Argentina, la verdad sobre lo que sucede en Uruguay. Por nuestra parte nos limitaremos a señalar que esta emisora en su nueva era se ha trazado un camino del que no se ha de apartar.. Radio Colonia esta de ahora en más, al servicio de la libertad, la dignidad y la hermandad de los pueblos latinoamericanos”. Han pasado muchos años desde que hiciera esta declaración. Quienes fueron mis oyentes sabrán si cumplí o no con mi palabra.