miércoles, 13 de noviembre de 2019

El Indio pobre ya sin voz sin trigo y sin zapatos de PABLO NERUDA nóbel de literatura dejá de ser piedra, río, pájaro que ya no existe LEVANTATE grandulón museo Che guevara de Buenos Aires

EL INDIO 

El indio entremuriéndose en las calles

del Perú, de Bolivia,

por los montes de América,

con tantos hilos de oro en el museo,

con tanta ropita en la historia,

y aquí va el pobre y viene

ya sin voz y sin trigo y sin zapatos.

 

¡Levantate, grandulón, vamos!

Andate de una vez a tu agujero

en la tierra, ya sabes

que tú no tienes cielo.

¡Vamos! ¡Vive!

 

Yo te exijo que dejes de ser piedra,

que dejes de ser río,

pluma de pájaro que ya no existe,

que voló con los años.

Ahora,

vamos, quítate la polvorienta

máscara que confunde

tu viejo corazón con los caminos,

con los muros que ya cayeron.

Ponte los pantalones y vamos!

Yo sé de qué se trata, y no hay destino.

 

No hay más destino que el que nos haremos

a pura sangre, a mano,

y no es hacia abajo ni hacia atrás la vida,

no hay carretera en el silencio,

no tienes, no tenemos nada que recordar.

Para que no te pierdas

no te mires, ni mires tanto el polvo:

el mundo fue creciendo desde entonces,

desde que te mataron, y ahora hay sitio

para que te retrates resurrecto.

 

Ay sí solamente

no hubieras nunca sido

qué limpios andaríamos viéndote

perder, perderlo todo cada día,

perder el reino, perder los pies, perder a cada rato,

y quedarte solo con tu mortaja, andando,

con los ojos más tristes de la tierra.

 

De repente sabemos

que estás ahí, en la puerta,

esperando, o adentro de nosotros,

también, en todas partes, esperando,

bajo la lluvia y sin comer.

 

Ahora

todos golpean, todos, menos tú.

Todos piden, hacen cuentas en sus libretas,

se enojan mucho, gritan o no aguantan,

no aguantan más, eso se sabe,

y tú, sin patria, con tu gallinita

esperando que por fin, te la compren

para volver a donde ya no vives,

para soñar ya ni siquiera sueños.

 

Vamos, tontón, no creas

que todos son tan listos,

que sólo tigres hay en la casa del justo.

Es difícil contarte,

pero ha cambiado todo:

ahora tienen miedo

estos señores con bigote y  bala,

todos estos señores con cadena,

estos señores con sillón eléctrico,

esta gente tan rica,

tienen miedo.

De pronto despiertan,

corren a la ventana,

sólo es de noche afuera,

no pasa nada

pero tienen miedo,

tienen miedo de todo y, parece mentira,

también a ti te tienen miedo,

olvidado

de los Andes, también

temen a tus harapos,

y ahora recuerdan que ellos te los dieron

y tienen miedo y no comen tranquilos.

 

Ellos saben

que las cosas cambiaron,

y se sabe

que ahora en alguna parte

se sienta el indio

como todo el mundo,

y entra y sale y sonríe,

tiene escuela y sonrisa,

tiene pan y figura,

y eso, amigo, no sucede en el cielo,

porque en el cielo no sucede nada.

 

Ya se sabe,

se sabe,

que esto pasa en la tierra.