Islas Malvinas héroe caído en combate José Leónidas Ardiles argentino comienza a desaparecer durante la mudanza de sus enseres museo Che Guevara de Buenos Aires
De: Eladio Gonzalez [mailto:museocheguevara@fibertel.com.ar]
Enviado el: miércoles, 25 de septiembre de 2019 12:49
Asunto: Islas Malvinas argentinas héroe caído en combate José Leónidas Ardiles comienza a desaparecer durante su mudanza
Enviado el: miércoles, 25 de septiembre de 2019 12:49
Asunto: Islas Malvinas argentinas héroe caído en combate José Leónidas Ardiles comienza a desaparecer durante su mudanza
foto: José Leónidas Ardiles, caído en combate
aéreo 1 Mayo 1982 sobre Islas Malvinas.
Página 180 del libro cuya portada reza: “ La Guerra Inaudita ” autor Rubén O. Moro, de Editorial Pleamar (Historia del Conflicto del Atlántico Sur).
…la FAS ordenó el despegue de varias escuadrillas y secciones para repeler el
segundo intento de desembarco de la Task Force.
A las 15.23 hs.
Dos A4C los “Pampas” (para cobertura y dispersión).
A las 15.30
Dos M-V los “Dardos” (para igual tarea)
A las 15.33
Tres bombarderos “Canberra” para atacar blancos navales.
Se ordenó salidas de:
Cuatro A4C “ Los Lanas “
Y de Dos M-V “ Los Fierros “ para cobertura
Luego en apretada sucesión siguieron:
Tres M-V los “ Tornos ”
Dos M-V los “ Fortines “ (para cobertura)
a las 15.55 hs.
el “ Rubio “ UN (solo) M-V de dos inicialmente previstos, CUYO PILOTO (José Leónidas Ardiles) NO QUISO REGRESAR A PESAR DE QUE PODÍA HACERLO AL QUEDAR ABSOLUTAMENTE SOLO PARA LA MISIÓN, LO CUAL ESTABA OPERATIVAMENTE JUSTIFICADO, YA QUE SU NUMERAL TUVO DESPERFECTOS MECÁNICOS QUE LE IMPIDIERON ACOMPAÑARLO).
Vamos a la página 182:
El solitario “ Rubio “ entraba en un combate desigual. El Primer Teniente José Leónidas Ardiles con su M-V se encontraría frente a frente con dos “ Sea Harrier ” de la PAC británica, situada al Sur de Puerto Argentino.
En el cruce, los dos “Sea Harrier” se abrieron en direcciones opuestas, y el avión del Primer Teniente Bertie Penfold se colocó en posición favorable para disparar su mortífero misil, que dio en el blanco y lo desintegró, sobre la isla Bouganville, sin que su piloto lograra eyectarse. Fue el 1º de Mayo de 1982.
En el CIC se oyó el grito de José Leónidas Ardiles desapareciendo de la frecuencia, mientras que su avión desaparecía de las pantallas de radar, ante los operadores que, mudos y atónitos, asistían impotentes a ese pequeño gran drama de la guerra.
Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que camino Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges
Para 1982 trabajaba con un camión haciendo mudanzas.
La familia del piloto argentino caído en combate me pidió me encargara de mudar los muebles y enseres de la viuda de José Leónidas Ardiles desde la provincia de Córdoba a la Capital de Buenos Aires.
Mi tarea de embalar en canastos los enseres, adornos, discos, libros y objetos que la pareja compartió durante su breve matrimonio, la cumplí con especial dedicación y en mi camión trasladé ese nido deshecho.
Pasado un mes largo de esta mudanza, la viuda me reclamó telefónicamente que le faltaban varios casettes de audio que llevaban grabada la voz de su marido.
No pude explicar esa falta y el dolor que la mujer expresó por esta nueva pérdida, fue un agregado muy feo al sentimiento que vivencié, con mi ingrata tarea de trasladar las pertenencias del héroe muerto.
Cargué por un par de años con un sentimiento de culpabilidad difuso, con respecto a la pérdida, pues no entendía como pudieran haberse extraviado esos casettes, si yo había tenido especial cuidado en revisar los canastos, para que nada quedara en ellos por minúsculo que fuera.
Todo se me aclaró años después en una fiesta familiar, cuando estando sentado de espaldas a una mesa ocupada por mujeres, entre las que se hallaba la abuela de la viuda del Héroe Jose Leónidas Ardiles, oí con incredulidad como ella comentaba a las demás que se había encargado de borrar en su joven nieta, lo más pronto posible, el recuerdo del ausente, aclarando que hizo desaparecer unos casettes con la voz del muchacho.
El enterarme me libró de un gran peso, el de mi supuesta culpabilidad pero al mismo tiempo me endosó otro tremendo peso, que es la certeza de la manipulación de la realidad y de la memoria familiar y en este caso histórica argentina, por aquellos que “nos quieren”.
“Con la verdad no ofendo ni temo”. José Gervasio Artigas.
Sirva esta confesión-homenaje a todos los héroes de la guerra de Malvinas, que no tengan un testigo que blanquee situaciones
Primer Teniente JOSÉ LEÓNIDAS ARDILES
Por Eladio González Rodríguez (toto) director
Primer Museo Histórico “Ernesto Che Guevara