Eduardo L. Duhalde - Rodolfo Ortega Peña
Felipe Varela contra el Imperio Británico Cap. III 84/105
"La Hueste, en tanto sigue su avance. El chileno Medina que la manda como jefe segundo, fascina con su mirada a la multitud, anonadada por su gesto y amedrenta con sus órdenes. Ni un solo gaucho resiste a la tentación de pelear al lado de tales hombres. Y por donde Varela pasa, los ranchos van quedando vacíos.
"(…) El encuentro con el enemigo ha dejado en ellos solo huellas de coraje. Cuchilladas en los ponchos, en las caras, en las manos; chispazos de sangre en los guardamontes, en las blusas y golillas, y en la punta de sus lanzas – bravas lanzas montoneras – flameando enrojecido y siempre enhiesto el espíritu indomable de la raza. Dardo de la Vega Díaz
"En la Rioja, la tea del incendio de la guerra abrasa con sus destruyentes llamaradas todas las comarcas de su suelo y Felipe Varela invocando la salvación de la patria y el establecimiento de su libertad, de las instituciones y el derecho, capitaneando las masas del pueblo, se ha levantado en los momentos en que el gobierno de esa Provincia la abandonaba a otras manos, para ir a atacar en su germen al movimiento revolucionario de Mendoza". "La Unión Americana"
"Miedo de la montonera, se ha dicho, el miedo de la montonera nos obliga a colocar la capital sobre la costa de los ríos". Carlos Tejedor 21
21 De la Vega Díaz, Dardo, "Rioja Heroica", Univ. De Cuyo, 1955; "La Unión Americana", periódico de Bs. As., Año II, nº 187, 12 de enero de 1867; Tejedor Carlos, en la Cámara de Senadores, año 1867, en Ravignani, E. "Asambleas…". Op. Cit. Loc. Cit
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LA INVASION DE FELIPE VARELA
Diciembre de 1866. Felipe Varela viene cruzando, con la baquía propia de un gran jefe montonero, a través de los boquetes de la cordillera. Nadie como él conoce los pasos de los Andes. ¿Qué plan motivaba su marcha?. ¿Era acaso el simple avance romántico contra el cínico déspota de Buenos Aires? Ningún testimonio más elocuente que el de un inglés testigo de los sucesos. Al conocerse en la ciudad-puerto el pronunciamiento de Varela, Mr. Mathew – el "entrometido" – escribió a su jefe del Foreign Office: "En todo lugar donde hayan penetrado los ferrocarriles a través de la República, la civilización y los negocios los han seguido, y los disturbios políticos y los pronunciamientos han cesado allí, pero es fácil todavía para los viejos líderes, provocarlos, junto con un cuerpo de partidarios, en las provincias mas distantes, sobre la base de cualquier causa de descontento. Para ello, la cuestión de la guerra del Paraguay, en manos inteligentes, ha constituído una oportunidad plena, pues mientras el gaucho, holgazán está siempre listo para una correría de saqueo, la disciplina del servicio militar regular es aborrecida por él, y gran parte de aquellos que están obligados a servir han desertado". Budkley Mathew mentía conscientemente. Sabía perfectamente que los "disturbios políticos", surgían, precisamente, en las provincias donde la "civilización" (es decir el Crédito Público, los Bancos, los Empréstitos y los Ferrocarriles) habían penetrado. Pero revelaba, sin embargo, una verdad incontrovertible: el pueblo estaba totalmente contra la Guerra del Paraguay. Las clases oprimidas, no querían pelear contra sus hermanos americanos. Jóvenes y viejos abandonaban sus hogares, montaban sus caballos, recogían la tacuara y se lanzaban en montonera, para no participar en la lucha fratricida. El pronunciamiento no era, sin embargo, la simple reacción romántica ante una situación económica desesperante. Es cierto que el avance del ferrocarril, con su política de fletes, imponía el monocultivo provincial, creaba "industrias" complementarias de las necesidades inglesas y mundiales, y liquidaba todo el sistema de economía diferenciada y semi-industrial restaurado y protegido sobre la base del precavido sistema virreinal, desde 1835. Pero la respuesta a esta sanguinaria política económica no era ciega. Felipe Varela, al responder a las necesidades de las masas del noroeste argentino, comprendía que resultaba forzoso preparar y ejecutar un programa político. Por eso, cuando Paunero sostenía que los revolucionarios de Mendoza, antes de avanzar esperaban el resultado de la invasión de Varela, llamaba a éste, despectivamente, "nuevo Mesías". El programa no era un esquema surgido de la cabeza de ideólogos nostálgicos. Era la comprensión clara de la situación, y de la solución exigida por la misma, condensadas en una formulación revolucionaria. Era esa formulación, unida a su voluntad de lucha, la que le valdría la fidelidad y entusiasmo del gauchaje. Los mitristas de aquella época, recurrirían como los de ahora, a explicaciones carismáticas. Así por ejemplo Dávila diría: "Este caudillo tan ignorante como funesto, había logrado fanatizar a las masas imbéciles, predispuestas por lo mismo a la rebelión contra el fantasma de los terroríficos contingentes" . En carta escrita desde Copiapó, entre el duro trajinar de las mal pagadas jornadas, en las minas de Naranjo y Wheelright, Varela le había escrito a Urquiza el 23 de enero de 1864: "Hay que lamentar la pérdida de nuestro Gral. Peñaloza aun cuando el mesmo tiene la mayor parte de culpa; por más que he trabajado en arreglar sus gentes para librarlo del peligro y aun librarnos todos, no se conseguía cosa de valor, y para que se desengañe mejor le recordaré una circunstancia muy necesaria, pues S.E. habrá visto que tuvimos una campaña algo larga y sin ningún programa, pues el Sor. Gral dijo que no era preciso: que el peliaba por no cumplir las órdenes de Mitre y que no tenía mas que respetar la orden de S.E. que no tenía otro jefe, y bajo esa inteligencia no firmaba ningún programa; razón que se ha perdido todo trabajo, y solo, males se han visto en las provincias porque los porteñistas se han hecho peor que tigres y la humanidad perdida".
Varela no cometería el error de Peñaloza. Las masas populares quizás no conocían, en profundidad, el alcance de ese programa. Tal vez la proclama del 6 de diciembre contribuyó a hacerlo comprender; pero el Pueblo del interior provinciano, sabía que ese caudillo que cruzaba la cordillera, era uno de los suyos y estaba a su servicio.
Por ello el canto popular brotó de las bocas resecas, para ser legado a nuestra historia, e imponerse con la fuerza de la tradición revolucionaria. Cuyo recibió a las triunfadoras huestes gauchas del movimiento de Varela con este cantar:
"Dicen que Varela viene
con su infantería riflera
a cortarle la otra oreja
a ese pilón de Paunero.
Dicen que Varela viene
levantando polvareda
y don Juan viene detrás
como flor en primavera.
Dicen que Don Juan se viene
con toda la chilenada
empezaron los salvajes
a ganarse en la Rinconada".
Con ese cantar, surgido de las entrañas del pueblo oprimido, que veía su liberación en las montoneras, se inicia lo que los modernos investigadores del folklore nacional, como Olga Fernández Latour, denominan el "ciclo Varela". Es que el 9 de noviembre de 1866, se había sublevado en Mendoza, el contingente que debía ir al Paraguay, al mando del coronel Manuel Arias. No solo se le habían plegado los gendarmes, sino fundamentalmente los presos políticos, encabezados por el coronel Carlos Juan Rodríguez y don Pedro Viñas, arrestados días antes por participar en los planes revolucionarios, a los cuales se unen inmediatamente, los ciudadanos del "bajo pueblo"; no así los federales de primera clase, salvo los militares. (Apéndice, Documento nº 38). El Gobernador Melitón Arroyo, huyó ante el pronunciamiento, previa delegación del mando en el Comandante Irrazábal, que se encontraba en San Rafael, a quien encomienda su reposición.
Los "reaccionarios", es decir los revolucionarios varelistas, encabezados por el coronel Juan de Dios Videla, nombran gobernador a uno de los suyos: Carlos Juan Rodríguez. La lucha organizada ha comenzado. Los jóvenes federales mendocinos, piden armas para "defender la Patria".
Las calles de Mendoza ven cruzar con alegría, a estos criollos que usan emblema punzó, se autodenominan federales y desconocen a la "autoridad" mitrista. "Usan la divisa de Rosas, la de la federación de Derqui", dice un enemigo. Se ha producido la "revolución de los colorados". Varela, que ha cruzado la cordillera por Coquimbo, venciendo el 2 de enero en Nacimientos a Linares, penetra en la Villa de Jáchal, San Juan, lugar en donde derrota a los mitristas de Coria. Las casas de barro coloniales, espaciadas entre sí, construídas sobre terreno ondulado, vibran ante los gritos de "¡Viva la Federación!" que clamorean los montoneros. El 2 de febrero Varela, manda al norte a su segundo Medina, y ese mismo día estalla la revolución en La Rioja. El 5 de febrero de 1867 desde el Cuartel General en Marcha, de Punilla, los jefes de la revolución de las provincias de Cuyo, Carlos Juan Rodríguez y Felipe Saá, le escriben a Urquiza: "V.E. estará impuesto de los sucesos desarrollados en la Provincia de Mendoza desde la noche del 9 de noviembre del año próximo pasado y en virtud de los cuales fue derrocado el gobierno que allí regía, y el que desconociendo completamente las reglas republicanas democráticas, que garante la carta federal a todos los pueblos de la República, había convertido aquel localismo en un centro absolutista de exclusivismo y tiranía, atropellando la ley y ultrapasando todos los límites que le son permitidos a un gobierno que teniendo por regla la Constitución, obra tan solo bajo las inspiraciones del derecho y la justicia. El pueblo de Mendoza, Excmo. Señor, comprendió de un modo maravilloso, que en ese movimiento se jugaban una vez más, no solo sus derechos provinciales sino también los derechos todos de la República y plegándose a la idea del movimiento espontánea y generosamente, ayudó a la revolución en todo lo que era posible ayudarla poniéndose en armas y rechazando la intervención violenta e inautorizada que el Coronel de Olazábal traía a sus puertas (…) "Encargados de transmitir a V.E. la voluntad de las masas y el grito unánime del Ejército, solo esperamos que V.E. se digne impartirnos las órdenes (…)" Apendice, documento nº 37). Pero Urquiza no respondería a la revolución popular. Se encontraba ya totalmente entregado al sistema de dominación británico. Ya no era federal. Mucho menos sería montonero.22.
LOS MONTONEROS NACIONALES
El 4 de septiembre de 1866, Juan Bautista Alberdi, desde su residencia europea, le escribía al paraguayo Gregorio Benites: "El movimiento de las provincias argentinas parece ir más vivo y general de lo que me creí, y algunas cartas de Chile contienen signos de que algo hace allí de conexo con esos movimientos". La revolución superaba lo prevista por el ideólogo. El 14 de julio de 1866, Simón Luengo, "uno de los mas audaces, activos y tozudos lugartenientes del Chacho", promotor de la revolución cordobesa de 1860 contra Mariano Fragueiro – gobernador mal visto por los federales – y de la del 63 contra el Gral. Posse, encabeza el pronunciamiento montonero en Córdoba. Toman los revolucionarios el gobierno y Luengo es designado Comandante General de Armas. Luque es gobernador. La primera medida de Luengo fue enviar un emisario a Urquiza, pero el entrerriano desautorizó el pronunciamiento.
Carlos J. Rodríguez a quien la revolución de Mendoza ha designado gobernador, es amigo de Simón Luengo. Nacido en San Luis en 1831, pasa al tiempo a Chile, en donde se recibe de abogado. Secretario de Pablo Lucero, gobernador de San Luis, lo acompaña durante la firma del Acuerdo de San Nicolás. En 1857 es consejero de gobierno de aquella provincia y juez en lo civil. En 1858 asciende a presidente del Supremo Tribunal de Justicia. Un año después, ocupa el ministerior general. Al ser vencida la revolución varelista, es desterrado a Chile hasta 1878, año en que regresa a San Luis y abre su estudio jurídico. En 1880 es designado nuevamente Presidente del Superior Tribunal de Justicia, muriendo en 1892. Para estos hombres, la "Carta de la Hacienda de Figueroa", sería el programa político objetivo, no consciente, aunque en algunos casos era considerada explícitamente como tal. Asi por ejemplo, en plena revolución montonera, Juan Manuel de Rosas le escribe a Josefa Gómez: "(…) Nuestro fiel y digno amigo, el Señor Dn. José María Roxas y Patrón, me ha escrito haberle dicho nuestro fiel y antiguo amigo el Señor Coronel Durán "que cuanto había pasado, estaba pasando y vendría, estaba predicho en la arenga de Su Excelencia el Señor General Rosas al recibirse del mando, y en la carta al Señor General Quiroga". (apéndice, documento nº 2)
El "Sistema Americano" incluido como programa concreto en la política de Rosas, sería asumido por los integrantes de la "Unión Americana". Al respecto el 6 de enero de 1863, Juan Bautista Alberdi, le escribía a Juan María Gutiérrez: "(…) Mil y mil gracias por el nuevo documento argentino sobre el tratado dicho continental, que según la letra del sobre, veo que han agravado la mala posición del ministro peruano más que lo que se lo figura él, por el halago de las concesiones banales, que el gobierno argentino ha tenido que hacer a los resabios del americanismo de Rosas: americanismo, de simple táctica, con el cual no está de acuerdo el mismo Rosas hoi día. No importa nada esas concesiones; el gobierno ha triunfado en el hecho de que de quedarse abstinente y ajeno a esa liga imprudente, inútil y ridícula". (apéndice documento 5) A diferencia de Alberdi, alejado de su patria y carente de perspectiva, los hombres nacionales de Buenos Aires no permanecían ajenos al movimiento. El periódico "La Estafeta", publicación comercial y de "avisos" cambia su nombre por el de: "La Unión Americana". Su director es Wenceslao de Lafforest y su propietario el Sr. Borel. En el editorial del primer número sostenían: "La Unión Americana" es en si un programa y en ella como ya lo tenemos anunciado, hablaremos al pueblo un lenguaje franco y sin rodeos, verdadera expresión de hombres que miran como primer y santo deber: la dicha y gloria del país, y el triunfo de los principios Republicanos". Cuatro meses después, se producía el pronunciamiento "revolucionario" en Buenos Aires, de Eduardo Conesa y su grupo, que acabaría rápidamente con la detención de los complotados. Si bien no pertenecían al mismo los hombres de la "Unión Americana", ya que se trataba de una "revolución" incitada por Urquiza, en la proclama publicada por "El Inválido Argentino", de 10 de febrero de 1867 decían los hombres de Conesa: (…) Alzamos pues nuestras armas contra el Gobierno de los Mitre, los Paz, los Elizaldes, los Rawson, los Alsinas y otras raquíticas entidades, porque en ellos vemos representada la tiranía que rechazamos, la traición a la Patria, la infamia, la degradación y la negación absoluta de todo lo que constituye nuestra personalidad política". Los montoneros provincianos y los intelectuales nacionales, todos coincidían en uno de los principios fundamentales de la "Unión Americana": predicar la necesaria alianza con el Paraguay. También en esto el pensamiento de Rosas resultaba aleccionador. El 5 de agosto de 1868, Juan Manuel le escribía a Josefa GómezL…) Siempre creí acabaríamos por la alianza natural con los paraguayos". Todos estos principios se difundirían de hecho merced a Varela y sus hombres. El historiador prusiano Schneider, diría por ello con acierto: "El General Varela era el alma de todas las revoluciones". Y con Varela, un conjunto de valientes con sentido americano, entre los cuales se destacaba el montonero Francisco Clavero 23
23 La carta de Alberdi a Gregorio Benites, en "Correspondencia de Juan Bautista Alberdi a Gregorio Benites" en Museo Histórico Nacional, Buenos Aires. La del mismo a Juan María Gutiérrez en Alberdi J.B. Cartas inéditas a Juan María Gutiérrez y a Felix Frías. Luz del día, Bs.As. 1953 p. 191. Los datos referentes a Simón Luengo en Chavez Fermín "Vida del Chacho",
Op. Cit.; los correspondientes a Carlos J. Rodríguez en Piccirilli Ricardo "Diccionario Histórico Argentino". Op. Cit . Las cartas de Rosas a Josefa Gómez en AGN Archivo Juan A. Farini Sala VII. La cita de Schneider. L. en op. Cit T III La cita de "La Unión Americana" tomada de este periódico en Bibliot. De Universid de La Plata. Sobre Conesa y su golpe, ver Chavez Fermín, "José Hernández"" op. Cit. "Correspondencia Mitre – Elizalde op cit.
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CLAVERO Y LA LINEA NACIONAL
Como encarnación concreta humana de la línea histórica que va de San Martín a Rosas, y que se continúa en los pronunciamientos varelistas, se destaca la legendaria figura de Francisco Clavero. Granadero de San Martín en el Ejército de los Andes, es posteriormente sargento de escolta del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Luego de una participación destacada en los fortines de frontera en la época de Rosas, combate en Caseros al lado de Don Juan Manuel, contra las tropas brasileñas y el vendido Urquiza. Pese a la derrota el sargento mayor Clavero sigue en la lucha: con Hilario Lagos estará en el sitio de Buenos Aires. Corren tiempos amargos para los federales. Años después actuará al lado de Juan Saá en la intervención de San Juan, y por orden de éste, ejecutará a Aberastain, quien pretendiera rebelarse al ser trasladado prisionero a la ciudad.
Al producirse el pronunciamiento del Chacho, Clavero, que se había asilado en Chile, se pone bajo sus órdenes, ocupando junto a Varela un lugar primordial en el pronunciamiento, sitiando Mendoza y San Juan. En la lucha "chachista" Clavero es detenido por segunda vez en su vida – la primera habí sido con motivo del episodio Aberastain – y condenado a muerte por un Consejo Militar, ya que el montonero ostentaba el grado de Coronel de la Nación. Dictada la condena y antes de la ejecución, Sarmiento instigador de aquella, consulta con el Presidente Mitre, por ser tal su obligación legal, si debía o no llevarse a cabo la ejecución. Cuatro meses después de la muerte del Chacho, Mitre que deseaba "pacificar" el país - para favorecer la penetración británica – anula la sentencia. Clavero salva así su vida, pero no abandona sus ideales. Cuando estalla la revolución varelista, el viejo granadero de San Martín, está internado en el Hospital de Hombres de Buenos Aires, de donde fuga hacia San Luis, pasando luego a Chile para plegarse a las huestes montoneras. El 7 de marzo de 1867, Juan Manuel de Rosas que ha recibido informes de Clavero a través de Josefa Gómez, le contesta a esta: "(…) Al Coronel Clavero si lo ve dígale, no lo he olvidado, ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar las virtudes de su fidelidad". Sarmiento, perseguidor ensañado e inagotable de Clavero y demás montoneros, en uno de sus fugaces raptos de autenticidad dirá: "Clavero no era ni salteador ni encubridor, ni caudillo, ni gaucho malo. Era un viejo veterano de granaderos a caballo de San Martín, que a fuer de antiguo soldado y de valiente, había llegado a Coronel al servicio de Rosas y de la montonera". Payador y cantor de las luchas nacionales, en los fogones montoneros, iniciaba sus cantos con esta copla:
"Dicen que Clavero ha muerto
Y en San Juan es sepultado
No lo lloren a Clavero
Clavero ha resucitado".
Y efectivamente, resucitaba en él, el viejo espíritu federal argentino 24
24 datos referentes a Clavero, "Diccionario Historico Argentino op. Cit. Sarmiento Domingo F. "Los caudillos". Ed. W.Jackson; Taboada Gaspar "Los Taboada" op. Cit. De la Vega Díaz Dardo "Mitre y el Chacho" La Rioja, Testori; la copla de Clavero en Fernandez Zarate Luis "Angel Vicente Peñaloza- El señor de Guaja – El Chacho, La Rioja, 1952, pag 73; Archivo Mitre Campobassi Jose S. "Sarmiento y Mitre" Hombres de Mayo y Caseros" Losada 1962 Rodriguez A. "Sarmiento Militar" La carta de Rosas en A.G.N. Correspondencia J.M. Rosas – Josefa Gómez
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SIGNIFICACION POLITICA DEL PRONUNCIAMIENTO DE VARELA
Luengo, Rodríguez, Clavero, y tantos otros valientes, luchaban al lado de Varela. Hombro con hombro en la montonera. Felipe Varela, que desde Chile había amenazado – para temor de los "informantes" mitristas con invadir San Juan, La Rioja y Catamarca, comenzaba por tomar la primera provincia, para abastecer a su gente. Estos hombres planteaban como programa político, la recuperación definitiva de la "Santa Federación". Sufridos jinetes que "montando briosos caballos, vestidos de ropa colorada, de largos cabellos y barbas" recorrían en combate el noroeste argentino, sabían que para asegurarla , era preciso unirse con los demás hermanos republicanos del Sud y realizar de una vez por todas el "Sistema Americano". El "Inválido Argentino" de 20 de Enero de 1867, sostenía: la revolución no tiene otro significado que el de pulsar la resurrección de los buenos tiempos de la Santa Federación". El tono del periódico porteñista era irónico. Pero los montoneros sabían que para poder vencer al mitrismo y hacer cesar la guerra al Paraguay, por ser los paraguayos sus hermanos y el Imperio negrero del Brasil su enemigo, había que unirse.
La necesidad de llevar a cabo la "Unión Americana" de las Repúblicas del Sud, no consistía solo en la restauración de la vieja unidad virreinal, ni del resultado de la experiencia personal de Varela recogida en su trabajo en las minas chilenas y en el continuo contacto con los pastores bolivianos. Era fundamentalmente, el resultado lógico de advertir que la Unión Americana, republicana, federal y proteccionista, constituía la única defensa contra la agresión europea.
Varela lo explicaría con claridad: "No era, pues, una idea enteramente nueva en la sociedad Sud-Americana, la de la alianza de sus poderes democráticos, cuando el antiguo dominador golpeaba ya sus puertas con las armas esclavócratas en la mano. Los pueblos jenerosos de la América, como se ha dicho, acojieron llenos de entusiasmo la iniciación de esta grande idea, por que ella es el escudo de la garantía de su orden social, de sus derechos adquiridos con su sangre. Hai un gran principio social innegable que dice: LA UNION ES LA FUERZA; pero no es la verdad lógica desprendida de él, lo que movió a los pueblos a formar la liga, sino la evidencia práctica desprendida de los hechos mismos que han tenido lugar en nuestro joven Continente, en los primeros años de este siglo, cuando las ideas de democracia y República, comenzaban a jerminar en nuestro corazón, oprimido por un yugo monárquico. El Gobierno de Buenos Aires, sin embargo, por miras que se pondrán luego de relieve, negó solapadamente la justicia de esta grande idea, negándose también a tomar parte en la unión que se consolidaba por medio de un Congreso Americano de Lima, so pretesto de ser inconveniente a los intereses arjentinos, comprometidos con una alianza con la corona Brasileña".
…………. Continuaré digitalizando el folleto y les enviaré el resto, abrazo grande Eladio González toto CHAUBLOQUEO.
La aristocracia mercantil de Buenos Aires, advirtió certeramente el peligro real del federalismo de Varela. El senador Félix Frías, al discutirse en la Cámara el posible traslado de la capital, ante el peligro de la invasión montonera, exclamó, como vocero de esa aristocracia, en la sesión del 20 de agosto de 1866: "Yo confieso señor Presidente, yo confieso que los montoneros me inspiran alarma por el porvenir de este país; y par mí la cuestión que hoy se agita en la República Argentina es ésta¨¿Será la federación de los Estados Unidos, o será la federación de don Juan Manuel de Rosas la que va a triunfar en este país?. Cuando creíamos que la federación de Rosas había sucumbido en Caseros, vemos que en este momento levanta su bárbaro estandarte en las provincias de Cuyo y en otros puntos de la República. Y cuando vemos que tiene lugar hechos tan lamentables, cuando vemos que la rebelión está anarquizando todas las provincias, yo no digo como mi honorable colega de la Provincia de Córdoba, que tengo más miedo a las escuadras de Europa que a las montoneras. No, señor, los bárbaros no están en Europa, están en el desierto. Es la Europa la que nos civiliza. Esos estrangeros que vienen de Europa, traen mejores costumbres que las nuestras, hay más orden en la ciudad de Buenos Aires que en ninguna otra parte de la República, porque hay más estrangeros. La campaña de Buenos Aires, está mas segura que ninguna otra campaña, porque hay más estrangeros en ella. Cuando necesitamos plata vamos a la Europa, y la Inglaterra nos manda sus capitales
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(el señor Ministro de Gobierno lo sabe) para hacer los ferrocarriles. El día que la Europa no existiera, sería preciso renunciar a la felicidad de este mundo; porque no habría esperanza de civilización para estos pueblos".
La "civilización" que peligraba ante la montonera de Varela, era la sostenida por Inglaterra, es decir la de la clase ganadera exportadora-importadora, aliada y unificada con las oligarquías provincianas, a través de la Aduana, de los Bancos, del Ferrocarril y de los títulos de crédito británicos.
Diría Varela expresando un pensamiento propio de las clases productoras del interior provinciano, que asistían a la destrucción del mercado interno: "Los que no han conocido (mi proclama), han encontrado siempre a mis soldados muertos en el campo de batalla publicando su lema político en un cintillo moldoré puesto sobre su frente: ese cintillo dice: ¡FEDERACIÓN O MUERTE! ¡VIVA LA UNION AMERICANA! ¡ ABAJO LOS NEGREROS TRAIDORES A LA PATRIA!
"La palabra FEDERACION, tiene aquí una significación especial. Es un vocablo que envuelve un significado opuesto al de CENTRALISMO, que hemos combatido siempre en las provincias, para recuperarnos las rentas de la Nación confiscadas, centralizadas en Buenos Aires (…)". Por la defensa que la montonera efectuaba de las economías y aspiraciones provincianas, su pueblo le cantaría:
¡Viva el general Varela!
Por ser un jefe de honor
¡Que vivan sus oficiales
Viva la Federación!
La República Argentina
Siempre ha sido hostilizada
Porque los que gobernaban
En su mala fe caminan.
Esta patria que ha reinado
No nos era conveniente
Al que más bien se ha portado
Lo han marchado al contingente".
Para complacer las necesidades del pueblo, era preciso hacer cambios radicales. Los revolucionarios montoneros lo intentarían.
LA REVOLUCION Y LA LEY DE ADUANAS
El pronunciamiento varelista, fue la consecuencia de la ofensiva desatada y dirigida por el Imperio Británico contra América. Agresión que era encarnada y ejecutada por diversas potencias europeas, como Francia y España, o por las clases sociales que estaban al servicio de la política imperialista, como la oligarquía ganadera mitrista o la aristocracia esclavista del Brasil. Las montoneras fueron la reacción popular que encarnaba la representación y defensa de la unidad americana. Esta unidad no era una abstracción lírica. Se buscaba crear un mercado americano, con barreras proteccionistas, que permitieran desarrollar la industria local, destruídas por la expansión industrial inglesa. El ex diplomático chileno Marcial Martínez, en su obra "La Unión Americana", había sostenido: "Día llegará en que (…) la liga mercantil de nuestras repúblicas, llamada a constituirlas económicamente en meras provincias de un Gran Estado, sea la bandera de todos los que hablan de unión americana".
El mitrismo había abierto paso a los mecanismos que liquidaban al artesanado e industrias del interior provinciano, a raíz de lo cual las clases populares reaccionaron compulsivamente bajo esta nueva situación, primero a través del Chacho y luego con Felipe Varela. Lo que en el Chacho era lucha heroica, pero todavía carente de un programa americano, se transforma en lucha revolucionaria organizada y americana con Felipe Varela. (Apendice, documento nºs 41 y 42. Esta organización revolucionaria, militarmente, dominar las provincias del centro y noroeste argentino, para luego levantar a los gauchos de la provincia de Buenos Aires y lograr el apoyo del litoral mesopotámico, para avanzar finalmente sobre la ciudad-puerto, derrotando a Mitre e imponiendo el peso decisivo de las provincias en la orientación y conducción de la economía nacional. Prueba de la visión de los revolucionarios, es que una de sus primeras medidas en Cuyo, fue "desnacionalizar" la Aduana. Mitre la había "nacionalizado", de una manera "rivadaviana". Quiere decir que su producto iba a parar exclusivamente al Tesoro de Buenos Aires, el que no solo otorgaba subsidios a los gobiernos provincianos, sino que por su tarifa librecambista, influía de manera nefasta para aquellaqs. La "Nación" era en realidad, la clase exportadora-importadora portuaria. El librecambio permitía a Inglaterra colocar su creciente producción manufacturera, resultado del auge del maquinismo industrial, y a la vez, afirmaba económica y políticamente a la clase que comerciaba con esa producción en las colonias o países semidependientes. Para comprender el sentido de la política aduanera de Rosas, y el contraataque librecambista posterior a su caída, nada mejor que leer la carta que Domingo Faustino Sarmiento, publicara en "El Nacional" el 30 de junio de 1856, dirigida a los señores N. y Cía, de Hamburgo": "(..) La disminución de los derechos impuestos a las mercaderías y materias comerciales son la facción más prominente de la revolución obrada en Buenos Aires, y por el tenor de su carta de Vdes. Creo que es éste uno de los puntos que más les interesa conocer. "La plata y oro sellado cuya extracción estaba absolutamente prohibida fueron desde luego declarados libres de todo derecho. "Ciento treinta artículos cuya importación estaba igualmente prohibida antes de la caída de Rosas, fueron declarados de importación permitida, con derechos moderados. Entraban entre éstos los principales alimentos, tales como las arvejas, almidón de trigo, legumbres, cebada, frijoles, galleta, guisantes, habas, habichuelas, harinas, judías, lentejas, maíz, porotos y trigo.
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"Para los cereales había una escala de derechos, la antigua Sliding-scale inglesa; pero el gobierno podía dar permisos de introducción a los que lo pidiesen, que acertaban a ser siempre los explotadores del círculo del tirano, con lo que mantenía en continua perturbación el mercado de artículos alimenticios.
"Pesaba un cincuenta por ciento sobre la cerveza, las papas, los fideos y demás pastas de masas; un treinta y cinco por ciento sobre los licores, aguardiente, vino, vinagre, sidra, tabaco, aceite de quemar, quesos y frutas secas, un veinticinco sobre el azúcar, el café, el té, cacao, garbanzos y comestibles en general. Solo el arroz había hallado gracia de un diez por ciento, en este sistema de perseguir los alimentos y consumos. "Por las nuevas leyes de aduana no hay artículo comerciable alguno de prohibida importación, ni derecho de cincuenta por ciento sobre ninguna mercadería.
"(…) El principio fundamental que preside a todo este sistema de favorecer la producción, disminuyendo los costos de los objetos y aniquilar el contrabando y la corrupción de los empleados por la poca utilidad que da su práctica.
"(..) Las rentas de aduana que ascendían en 1854 a 10.777.000 aumentaron en 1855 a 11.200.000 francos".
(..) Luego de la caída de Rosas se estableció la primera línea de vapores que penetró los ríos interiores. Hoy hacen ese servicio tres vapores (…)" Estos elocuentes datos que nos proporciona la carta de Sarmiento los conocían por su experiencia provinciana, los revolucionarios de Cuyo. El 9 de noviembre de 1866, al producirse la revolución de Mendoza, Melitón Arroyo gobernador mitrista, que había sido elegido fraudulentamente ocho días antes, se encontraba en una fiesta en lo de Santos Funes, despreocupado de su pueblo, cuando los hechos revolucionarios le hacen interrumpir su danza y huir precipitadamente. El 11 de noviembre la renta de las aduanas mendocinas es "provincializada" por obra de un decreto revolucionario, que a la vez fija nuevas tarifas proteccionistas. La medida despierta entusiasmo entre la humilde población, que recibe también, con gran alegría, el reparto de la cosecha de trigo - principal producción mendocina - que efectúan los montoneros.
Melitón Arroyo huyó llevándose el tesoro provincial. Por eso, el pueblo mendocino espontáneamente, organizó colectas para poder pagar a la tropa revolucionaria. El sacrificio fue grande, ya que las finanzas de la provincia, como la del resto del noroeste argentino, se encontraban exhaustas.
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Para todo el año 1866, las rentas generales habían sido:
En Mendoza, de ………………………………………..$ 35.330,49
En San Juan, de …………………………………………$ 34.716,22
En Salta, de ……………………………………………….$ 19.688,82
En Jujuy, de ……………………………………………….$ 1.699,62
En Catamarca, de ………………………………………$ 2.047,03
En La Rioja, de …………………………………………..$ 827,61
En cambio, las ricas economías del litoral argentino, habían producido las siguientes recaudaciones, para el mismo año:
En Buenos Aires, de …………………………… $ 7.880.159,60
En Entre Ríos, de ………………………………….$ 383.963,94
En Santa Fé, de …………………………………….$ 855.921,91
En Corrientes, de ………………………………… $ 352.117,80
Las cifras hablan por si solas. No es de extrañar entonces, que en San Juan los jefes revolucionarios adoptaran idénticas medidas a las de Mendoza. También allí se provincializa la Aduana y Juan de Dios Videla ordena que se levante un censo de todos los animales, con designación de especies y propietarios. El objeto era expropiar a los ricos dueños de fincas, que especulaban con su hacienda. La acción de los revolucionarios no se limitaría solo a lo económico. También se ocuparían, como auténticos americanos, de los símbolos históricos. Por eso, uno de sus primeros actos en Mendoza, fue enarbolar la bandera que había llevado al ejército revolucionario sanmartiniano de los Andes, que se encontraba arrumbada en aquella ciudad. La prensa mitrista silenciaría este hecho. En cambio, difundiría la falsa y calumniosa versión, de que la bandera chilena había sido desplegada en las filas revolucionarias, en la batalla de la Rinconada.
Cuando los revolucionarios del segundo frente de Cuyo, fueron derrotados, el interventor mitrista en Mendoza, volvió a decretar la "nacionalización" de la aduana.
La Suprema Corte de Justicia, esa institución incondicionalmente al servicio del régimen, capitaneada por Salvador María del Carril, el vetusto rivadaviano, confirmó la nulidad que habían decretado las oligarquías locales, de todos los actos administrativos revolucionarios. Pero no terminaría allí la sanción, ya que el mismo tribunal, sostend´ria que también habían cometido el delito de rebelión, los empleados públicos nombrados por los jefes varelistas, o los que hubiesen prestado sus servicios durante la época de la revolución. El levantamiento montonero no podría "sobrevivir" para las generaciones venideras, ni aún en los fríos testimonios de los "Registros Oficiales" en los que no constarían ni las leyes, decretos y resoluciones montoneras suprimidos en las ediciones posteriores, como si nunca hubiesen sido dictadas, para que nadie supiera que había existido una fuerza popular revolucionaria que había preocupado a la misma reina Victoria.
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EL DESTINO MONTONERO
Como consecuencia de la política mitrista de agresión, absolutamente impopular, el 26 de junio de 1865, el caudillo riojano Aurelio Zalazar, que acababa de llegar conjuntamente con Carlos Angel de Entre Ríos, subleva el contingente de Catuna, en la provincia de La Rioja. Los "reclutados no querían ir a luchar al Paraguay". Poco le cuesta a Zalazar derrotar al jefe del contingente, al captor del Chacho, comandante Ricardo Vera y desbandar a sus hombres. Se forma así una montonera que operará en La Rioja y Córdoba. Al caudillo Zalazar se le agregan Ascensio Rivadera y el contingente sublevado por él en Posta de Herrera, población también de la costa de Los Llanos, La Rioja.
Desde el ascenso de Mitre, la montonera no ha dejado de inquietar en forma periódica a los oligarcas de Buenos Aires. Definida la lucha Urquiza-Mitre, pugna que se limita a un enfrentamiento por el Poder, Buenos Aires, con el triunfo de Mitre, abre totalmente las compuertas de su Aduana a la penetración mercantil británica, de sus finanzas a la Alta Banca, y de su economía a los ferrocarriles. Esa oligarquía sumisa, solo pide, en cambio, que le dejen engordar vacas y ovejas, para poderlas exportar al mercado británico.
Las provincias quedan así ahogadas por la entrega total que efectúa la minoría porteña. La lucha se centrará, fundamentalmente, entre las montoneras provincianas y la Aduana de Bs. As. Y sus beneficiarios: (…) El jeneral Mitre desfiguró la carta democrática (…) Esa reforma dio por fruto el regalo eterno de las rentas nacionales a la ciudad bonaerense, el despojo para siempre de los pobres provincianos, y aun algo mas, el empeño de las desgraciadas provincias en más de cien millones, para sostener una guerra contra sus intereses", sostenía Felipe Varela con razón.
De los mismos documentos mitristas emerge la cuestión nacional aduanera. En 29 de octubre de 1861, Mitre le escribía a Elizalde, desde Rosario: (…) Para hacerse cargo de la administración de la Aduana, considerándola no como conquista, sino como depósito nacional, era indispensable evitar dos peligros: 1º) evitar incurrir en el error de una dictadura económica; 2º) evitar que las Cámaras de Buenos Aires legislasen sobre ella, como si estuviésemos en los tiempos de D. Juan Manuel". Lo que el gobierno británico buscaba a través de Mitre, era que la legislación aduanera funcionase sobre principios librecambistas con la subsecuente e implacable liquidación de la política económica proteccionista impuesta por Don Juan Manuel de Rosas con sentido nacional. La Guerra al Paraguay era impopular, económica y patrióticamente. No era ni siquiera aceptable para los humildes integrantes de los contingentes, atraídos por la perspectiva de cobrar los sueldos prometidos y en verdad nunca pagados. La rebeldía no solo se manifestaba en el noroeste argentino, la zona más empobrecida del país. El 3 de julio de 1865, se produce en Basualdo, Entre Ríos, la sublevación y desbande de los hombres convocados por Urquiza. Los inspiradores son Ricardo López Jordán y el edecán de Urquiza, Felipe Varela. Cuatro días después, Linares, jefe del noroeste y Julio Campos, gobernador de La Rioja, ambos mitristas que buscaban por separado el aniquilamiento de las fueras de Zalazar, confundidos, libran combate, en la noche entre sí. Las montoneras actúan como guerrillas, atacan, dan el golpe y desaparecen, llevándose a sus muertos, propalando entre el pueblo, sus ideales claros y patrióticos. El 15 de Julio, Campos derrota en Pango a la montonera de Zalazar en cruento y encarnizado combate. En la lucha, es herido de gravedad el jefe montonero de color Carmen Guevara, que dirigiera valientemente a sus hombres. Zalazar se retira hacia Córdoba, donde rehace a sus partidarios. El pueblo, a pesar de su pobreza, alimenta y ayuda a los montoneros. Las fuerzas de Zalazar aumentan con los jóvenes provincianos que se van agregando en cantidad. El 10 de noviembre de 1865 se produce el nuevo desbande y sublevación de tropas entrerrianas en Toledo. La indignación popular va en aumento. Sin embargo, el mismo día, Zalazar, que venía de ser derrotado por el comandante Irrazábal – asesino del Chacho – es capturado en Tasquina, mientras descansaba bajo unos árboles con veinte hombres, por una partida al mando de Vera. Zalazar y su puñado de bravos son enviados a La Rioja, para ser juzgados como "criminales". Simultáneamente, sus lugartenientes, los coroneles Juan Antonio Bamba y Jerónimo Agüero son asesinados. Zalazar permanecerá en la cárcel, hasta enero de 1867, en que escapará para unirse a Varela. El movimiento de Zalazar era amplio y tendiente a tomar la provincia. La revolución había sido planeada en Concepción del Uruguay. Alli se habían reunido para prepararla, bajo la dirección de Saá y Varela, los montoneros M. Alvarez, Francisco Alvarez, Aurelio Zalazar y Carlos Angel. Respondiendo al mismo plan, en noviembre de 1865, se subleva en Catamarca el contingente que debe ir al Paraguay. A fin de escarmentarlo, los servidores del mitrismo, sortean un soldado para ser fusilado. Javier Carrizo resulta ser el condenado por el malhadado destino. El contingente marcha desde allí engrillado hacia el Paraguay. En febrero de 1870 volverá a ver su tierra, sólo la tercera parte de estos "voluntarios" catamarqueños que fueron al Paraguay. En cuanto a los riojanos enviados a luchar a los esteros paraguayos, nada mejor que reproducir el testimonio de Juan Estebn Elizondo, "guerrero al Paraguay, con pensión de 60 pesos y 80 años de edad en 1921". Recordaba Elizondo: "Yo era de 20 años, estuve en San Juan y se ofrecio llevar gente para la guerra del Paraguay que en ese tiempo estaba firme; vine a Los Llanos; y también allí estaban tomando gente. Estuve muy pobre, sin camisa y nos empezaron a decir que nos presentemos, que no nos harian nada, y así que consentimos en presentarnos más de 600 hombres; estuvimos como una semana hasta que vino un Oficial y dio orden de formar. Asi fue cuando estuvimos formados empezó a recorrer las filas por medio y le dijo a algunos: Salgan al frente y los otros firmes. Los que quedaron firmes los armaron bien para que nos escolten y nos llevaron marchando a un lugar de Los Llanos llamado Salado; íbamos todos en burro, llegamos a Olta, encerramos los burros y nos guardamos en una huerta de higueras. Estuvimos como cuatro o cinco días para esperar que se aprontaran los que iban a marchar con nosotros; luego cortaron una lonja de largo de una coyunta de los animales que iban matando para hacer colleros de cuatro. Con ellos nos amarraron a todos por la cintura; que el contingente que llevaron más seguro al que pertenecía yo y empezó el sufrimiento; nos llevaron a pie marchando, desde el Salado hasta Córdoba; algunos se les hinchaban las piernas y a otros se les hinchaba el estómago y pasaban a morir. "Después nos encontraron carretas tiradas por bueyes, las llenaban de gente y nos despachaban al Rosario; en las Tortugas había tren, nos embarcaron en los vagones y llegamos de noche al Rosario donde nos acamparon en un depósito de moler trigo; para el centro estaban los cuarteles llenos de gente; cuando fuimos
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Nosotros, los que estaban allí los marcharon al Paraguay y nosotros ocupamos el Cuartel, ahí nos vistieron con el uniforme correspondiente porque hasta entonces íbamos con las ropas que salimos de Los Llanos. Algunos nos sacábamos las camisas y las cambiábamos por pan, íbamos en cuerpo, sin llevar ni un poncho, me acuerdo que la camisa que nos dieron en Los Llanos era de lienzo con puños azules y otro botón, de modo que se nos hizo tira y quedamos con las carnes limpias; de ahí vamos al cuartel, después de darnos los uniformes, nos hacen tartagonear, esto es medirnos el alto; los que éramos iguales íbamos a una compañía, los otros a otra, y así sucesivamente, todos descalzos y formaron cinco compañías; la primera que fue de los Granaderos eran unos soldados sumamente altos, y después nos llevaron a hacer ejercicios, tarde y mañana pero con buena ración, ya todos cargábamos cuchillos, estuvimos un tiempo y el sargento primero que era Agüero que se curó y dijo no iba a ir al Paraguay empezó a resistirse y se comenzó a convidar con la compañía a la que pertenecía a que se sublevasen pero no lo hizo porque lo descubrieron y lo engrillan, pero negaba de tornar y tenía plata (porque jugaba y le ganaba a los otros soldados). "Llegó un día que nos embarcaron para el Paraguay y como él se rebeló al llegar a Córdoba, cuando uno de los soldados gritó: "¡Vamos vendidos compañeros!" y aparte de los mismos, a pesar de ir acollarados, consiguió escapar, muriendo en el regreso a su provincia natal, presa de la fiebre amarilla." La revolución montonera comienza a extenderse avasalladoramente. El 20 de abril de 1866, desde la Villa de Jáchal, San Juan, el ex gobernador Juan Bernardo ("Berna") Carrizo, atacó diversas poblaciones, entre ellas Ñoquevé y el Salado, La Rioja, pronunciándose contra el Gobierno, e incorporando a la policía de Los Llanos a su montonera. Perseguido por el Cte. Vera, es capturado y fusilado. De nada vale el pedido de clemencia formulado al Gobernador Campos. Por su parte, el 20 de octubre de 1866, es sofocada en San Juan la rebelión encabezada por el presbítero Emilio Castro Boedo, lúcida y activa cabeza provinciana, uno de los principales asesores de Varela. Todas las provincias del noroeste argentino se sienten sacudidas y estimuladas por la heroicidad y audacia nativas. La montonera se mueve todavía en un plano de patriótica, pero absoluta espontaneidad. Será necesaria la elaboración de un madura plan político para canalizar esa "reacción" de masas, que levanta el igualitario lema "Naides mas que naide", verdadero desafío a la opresora política de clase inaugurada por la oligarquía porteñista. Las economías provincianas, a las que estaba ligada la actividad de la montonera, se hallaban desgastadas, con un mercado interno liquidado por el librecambio mitrista, ante la falta de salida de su escasa producción por el litoral mesopotámico, y el fracaso de la tentativa
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de montar un ferrocarril nacional.
Prueba de la pobreza creciente de sus economías, son los datos referentes al tráfico comparado entre Rosario y el interior provinciano:
Año Carros Mulas Toneladas
1862 4376 1256 8960
1863 4186 3250 8494
Metálico traslado de las provincias al Rosario
Onzas ………………………………………….5.925
Cóndores ………………………………………7.363
Marcos Plata ……………………………….. 7.240
Papel Bs. As. ………………………………259.491
Libras esterlinas ………………………..255.598
Bolivares …………………………………..670.242
Varios………………………………………. 514.832
De provincia llegaron
Viajes Pasajeros 387 2.992El Banco Nacional creó sucursales en las provincias en 1863. Las mismas abrieron cuentas corrientes solamente a propietarios de bienes raíces. La oligarquía porteña, iba creando así sus canales de comunicación financiera con sus congéneres, los terratenientes provincianos, y sometía de este modo los escasos recursos provinciales a un doble control económico y financiero regulado en ultima instancia, por Inglaterra, que así conformaba al país de acuerdo a su política metropolitana.
La penetración bancaria y financiera arrancaba a las poblaciones de su estabilidad social y obligaba a los caudillos a acudir en defensa de ideales nacionales y americanos a la desigual lucha.
Sus pueblos cantarían, a los hombres que no habían podido escapar de las levas mitristas, y que morirían en los esteros paraguayos:
"En el Pueblo el Paraguay
quedaron los batallones
asi quedaron difuntos"
A los que en montón y de a caballo cantaban:
"A la bandera de Mitre
A ella no me hei de rendir
Si viviera Peñaloza
Por el si he de morir.
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Bien pronto Felipe Varela los plegaría a la guerra nacional contra el Imperio Británico y la servil clase ganadera que lo representaba, en el último y grandioso intento patriótico del interior mediterráneo y sus montoneras contra Buenos Aires. 27
27 A los pronunciamientos montoneros se plegaron numerosos indios, los que no es de extrañar, ya que éstos eran tan explotados como el resto de la población criolla. Los famosos laguneros de Varela, eran descendientes de los indios huanacanes y el mismo Chumbita era indio. También se agregaron, como en toda lucha de Guerrillas nacional salteadores que encontraron así su dignificación social, uniéndose a los revolucionarios sublevados. El 20 de marzo de 1867, Mitre le escribía a Gelly: "Como Ud. sabe, el "Chacabuco" llevaba a su bordo el contingente salteño, pero estos individuos que parecían iban a ser la excepción de los contingentes que nos han enviado las provincias mostraron la hilacha, amotinándose once leguas arriba de la Esquina y obligando a oficiales y a tripulación que los desembarcaron en el Chaco" citado por Enrique Rivera. "José Hernández y la Guerra del Paraguay". El testimonio transcripto en INDIF, legajo 13, Jujuy; puede leerse también en el mencionado archivo, legajo 33 de Jujuy, la declaración de don Prudencio Soto, de 74 años en 1921, quien narra que lo llevan al Paraguay desde el distrito de Humahuaca, Jujuy, el 12/8/1866 por 4 años al batallón 4 de infantería de línea, cuando era gobernador de Jujuy, Pedro Portal. La tropa era de 3700 hombres, que "hicieron el viaje a pie y me condujeron con esposas en las manos durante el trayecto que lo hicimos en medio año". Muchos murieron por la peste y se embarcaron hasta Paso de la Patria, que el uniforme de los contrarios era federal y tenía un paradero en la montaña. La última batalla fue en el Panadero, allí falleció el Presidente del Paraguay, el Sr. López de Francia". En el 70, cuenta que lo trajeron a pelear con los "blancos" y "el viernes santo" murió Urquiza. En 1881, Soto peleó con los indios y ya usaba "remington".
Los datos sobre el intercambio Rosario-provincias, en Hutchinson, Thomas J. "The Paraná", op, cit, loc, cit. Los cantares en Fernandez Latour, Olga, op. Cit pag 252 y 236 respectivamente.