martes, 10 de julio de 2007

Cubano soñador e internacionalista Jorge Jorge González voló a Ensenada para ayudar con el mosaico al Che Guevara












Yo estuve en Ensenada por Jorge Jorge González

Sí, nadie puede negar esa verdad, que junto a Toto también mis manos estuvieron armando el mosaico del Che en Ensenada; que cada hora en que artistas y pueblo pasaron montando esa belleza que veo en la foto, sentí que era uno más de ellos porque esas personas me prestaron sus ojos, sus dedos y pude crear junto a ellos la imagen del Ídolo de todos los que luchamos por lograr un mundo más perfecto.

Ahora, cada vez que oiga hablar de Ensenada pensaré en el Che, en su capacidad de hermanar voluntades y derrumbar muros mentales, políticos,sociales y de toda índole, porque él, con su ejemplo, jamás cedió ante nada, menos aun ante las dificultades.

Sé que algunos - de esos dinosaurios que rondan aun nuestras ciudades, a pesar de su declarada extinción oficial hace millones de años -, argumentarán malintencionados comentarios sobre el por qué el Che y no mejor fulano, intentando restar valor al esfuerzo de esos artistas y a la voluntad popular de que ese hombre universal tiene aún, cuarenta años después de su muerte, muchos más seguidores que entonces, porque aquellos que vamos conociendo mejor su obra y sus ideas, vemos que tuvo razón en todo y que ahora precisamente es la hora de los pueblos, de su reivindicación y su deseo de ser libres.
Por eso ÉL está presente y lo seguirá estando mientras existan en el planeta hombres y mujeres dispuestos a no dejarlo morir de olvido, que es la peor de las muertes.

Y sí, aunque alguien lo dude, desde La Habana, desde nuestro humilde taller Coloreando Mi Barrio, donde el Che tiene una casa para descansar y recargar su mochila con nuevos retos, yo viví la pasión de Ensenada y estoy orgulloso de ello y nuevamente volvería a compartir mi sudor, cuando en cualquier lugar del mundo se haga una obra que lo recuerde y perpetúe, porque las personas como nosotros, los sencillos y simples, los que no pedimos ni exigimos honores porque jamás tendremos méritos suficientes para ello, creemos en los suyos y por eso los alabamos y los distinguimos tratando de continuar su ejemplo eterno.
Jorge Jorge González
La Habana, 2 de julio del 2007