sábado, 1 de septiembre de 2007

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Me estremeció la mujer

22/08/2007
Por Jorge Smith

Audio: Mujeres, de Silvio Rodríguez
“¿Papá, qué es lo que más te gusta de la mujer?. La debilidad”, respondió con una sonrisa tierna Karl Marx a su hija Laura. El padre del comunismo no podía sustraerse a ese profundo sentimiento masculino de elegir la suavidad, de recordarse y asumir esa “necesidad” viril de encontrar en el “otro” sexo el recodo imprescindible, el remanso edificante y la paz necesaria.

Según Federico Engels y sobre tema parecido “ El primer enfrentamiento de clase que se produce en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en el matrimonio monógamo, y la primera opresión de clase coincide con la del sexo femenino por el masculino”.
A partir de esa premisa se edificó toda la pirámide de desigualdades bajo la cual yacieron (yacen) durante siglos mujeres, etnias, siervos, obreros, intelectuales. La mujer no era el otro sexo, sino “el segundo”, ateniéndonos al calificativo creado por la escritora francesa Simone de Beavouir.
Clara Zetkin (1857-1933), conocida luchadora por los derechos civiles del hombre y la mujer aseveró al respecto: “como persona, como mujer y como esposa, [la mujer] no tiene la menor posibilidad de desarrollar su individualidad. Para su tarea de mujer y madre solo le quedan las migajas que la producción capitalista deja caer al suelo”. Y así hasta hoy, pese a Madonna, Hillary Clinton o la Madre Teresa de Calcuta.
Esta frase clarificante y quejumbrosa suponía también una exhortación a la Revolución, al cambio.
El escritor chino Lin Yutang (1895-1976), por aquella época en que Zetkin proclamaba la necesidad de emancipación femenina escribió: “me encantan las revoluciones, pero no me gustan los revolucionarios”, agudo aserto que traslucía el entusiasmo con el proyecto y la insatisfacción con sus hacedores que agregarían inmediatamente a la tarea toda la virtud y todo el defecto de la especie.
En Cuba, el primero de enero de 1959, día en que Batista se fue o lo fueron y triunfó la Revolución, había 100 000 prostitutas dentro de una población de seis millones de personas, un verdadero récord.
Documental sobre Vilma Espín

Che Guevara en su libro Guerra de guerrillas expresó: “El papel que puede desempeñar la mujer en todo el desarrollo de un proceso revolucionario es de extraordinaria importancia. Es bueno recalcarlo, pues en todos nuestros países, de mentalidad colonial, hay cierta subestimación hacia ella que llega a convertirse en una verdadera discriminación en su contra. La mujer es capaz de realizar los trabajos más difíciles, de combatir al lado de los hombres".

Hoy (2007), según las últimas estadísticas, las mujeres son el 46% de la fuerza laboral en el sector estatal civil: el 66,1% en la categoría ocupacional de técnicos y profesionales del país, el 48,9% de los investigadores, el 63,3% de los graduados universitarios, el 56% de los médicos y 52,3% del personal de la salud que cumple misión internacionalista; el 71% de los fiscales y el 36% de los Diputados a la Asamblea Nacional.
Exponentes visibles de esta revolución total en el tiempo son nombres como Vilma Espín, Rosa Elena Simeón, María Caridad Colón, Ana Fidelia Quirot, Concepción Campa, Fina García-Marrúz, Sara González, Alicia Alonso y la médico o enfermera que en una selva guatemalteca, un cerro venezolano o un paraje inhóspito boliviana consuman una hazaña anónima e inmortal.

La mujer de la isla alcanzó cotas de libertad y superación como no se encuentran en ningún país del mundo, incluso de gran poder económico.
No obstante la hombradía cubana sigue suspirando con cierta nostalgia por aquel estado de gracia que Marx prefirió por encima de todos en su conversación con Laura.