lunes, 3 de septiembre de 2007

Risas, carcajadas, humor disfrute a Michael Moore, Cuba y los exiliados enemigos de Fidel afincados en Miami, desopilante




3 SETBRE 2007.- EXILIADOS CUBANOS EN ESTADOS UNIDOS
Por Michael Moore
2004-04-09

¿Alguna vez se preguntaron como ha hecho Fidel Castro
para permanecer tanto tiempo en el poder? Nadie
-excepto el Rey de Jordania- ha permanecido en el
gobierno por un período más largo de tiempo. El hombre
sobrevivió a ocho presidentes estadounidenses, diez
Juegos Olímpicos, y el regreso del Cometa Halley. Y
sin importar lo que el gobierno de Estados Unidos hace
para derrocarlo, tiene más vidas que "regresos" ha
tenido Cher.
No es porque nuestros líderes no hayan hecho su mejor
esfuerzo para derrocarlo. No, ya desde que Castro
liberó su país del corrupto régimen de Fulgencio
Batista (al que apoyaban los Estados Unidos y la
Mafia) Washington ha probado una gran variedad de
métodos para derrocarlo. Estos han incluido intentos
de asesinato (pagados con el dinero de nuestros
impuestos), invasiones, bloqueos, embargos, amenazas
de aniquilación nuclear, desorganizació n interna, y
guerra biológica (la CIA tiró manojo de gérmenes de
Fiebre Porcina Africana sobre el país en 1971,
obligando a los cubanos a matar 500 mil cerdos).

Y -algo que siempre me ha parecido extraño- ¡hay
actualmente una base naval estadounidense en la isla
de Cuba! Imaginen si luego de haber derrotado a los
británicos en nuestra Revolución de Independencia, les
hubiéramos dejado mantener unos miles de soldados y un
puñado de acorazados en la bahía de Nueva York.
¡Increíble! El presidente Kennedy, que siguió con el
plan del Presidente Eisenhower para invadir Cuba en la
Bahía de Cochinos, ordenó a la CIA matar a Castro,
intentándolo todo, desde una lapicera rellenada con
tinta envenenada hasta un cigarro explosivo. (No, no
estoy obteniendo mi información de Maxwell Smart; está
todo en el informe del Comité Church al Congreso, de
1975).

Por supuesto que nada de esto funcionó. Castro se
volvió más fuerte y los Estados Unidos continuaron
pasando vergüenza. Cuba era vista como "el país que se
nos escapó." Comenzó a ser una molestia para nosotros.
Aquí tenemos a cada nación de este hemisferio metida
en nuestro bolsillo, excepto a "esos malditos
cubanos." Se ve mal. Como cuando toda la familia sale
a cenar y la oveja negra, el pequeño Billy, no se
quiere quedar quieto en la silla y hacer lo que le
dicen. Todos en el restaurante miran a los padres y se
preguntan qué clase de educación le están dando. La
apariencia de que no lo están disciplinando o
controlando como se debe es la peor humillación.
Entonces comienzan a vapulear al pequeño Billy, el que
-olvídenlo- no va a terminar sus porotos nunca.

Así es cuán tontos lucimos al resto del mundo. Como si
nos hubiéramos vuelto locos por esta pequeña isla a 90
millas de nuestras costas. No nos sentimos de ese modo
frente a una real amenaza para la humanidad, como la
que significa el gobierno chino. ¡Y hablo acerca de
una pandilla de asesinos! Aún así no podemos movernos
más rápido para meternos en la cama con ellos.
Washington gastó 23 años poniéndonos en contra de los
chinos, y luego, repentinamente: ¡un día son nuestros
amigos! Parece que los Republicanos y sus compinches
empresarios no estaban realmente en contra de los
dictadores comunistas, sino contra aquellos que no los
dejaban entrar a China para hacer dinero.

Y ese fue, por supuesto, el error fatal de Castro. Una
vez que tomó el poder, nacionalizó todos los negocios
americanos y pateó a la mafia fuera de La Habana. Fue
como si se sentara en la Falla de San Andrés, porque
la ira del Tío Sam cayó duro sobre él, y no lo ha
dejado tranquilo por más de 37 años. Y a pesar de eso
Castro ha sobrevivido. Por ese sólo éxito, y a pesar
de todos sus defectos (represión política, discursos
de cuatro horas y una tasa de alfabetismo del cien por
ciento), hay que admirar al muchacho.

Pero: ¿Por qué continuamos peleando por esta pata de
pavo sobrante de la Guerra Fría? La respuesta puede
encontrarse mirando no más lejos de una ciudad llamada
Miami. Es desde allí que un puñado de exilados cubanos
enloquecidos han controlado la política extranjera de
los Estados Unidos hacia esta insignificante nación
insular. Estos cubanos, muchos de ellos acólitos de
Batista que vivían a todo trapo mientras esa pandilla
asolaba el país, parecen no haber cerrado un ojo desde
que juntaron su dinero y huyeron a Florida.

Y desde 1960, han insistido en contagiarnos su locura.
¿Por qué es que en cada incidente o crisis nacional
que ha sufrido nuestro país en las pasadas tres
décadas (el asesinato de Kennedy, Watergate, el caso
Irán Contras, la epidemia del abuso de drogas, y la
lista sigue...) siempre encontramos a exilados cubanos
presentes o implicados? Primero, fue la conexión de
Lee Harvey Oswald con los cubanos de Nueva Orleáns. ¿O
eran exilados cubanos actuando solos para matar a
Kennedy, o Castro ordenando su asesinato porque se
había aburrido de que Kennedy intentara derrocarlo? En
cualquiera de las teorías que usted suscriba, los
cubanos están rondando por el barrio.

Luego, en la noche del 17 de junio de 1972, tres
cubanos, Bernard Barker, Eugenio Martínez, y Virgilio
González (junto con los estadounidenses Frank Sturgis
y James McCord Jr.) fueron atrapados entrando en las
oficinas de campaña del Partido Demócrata en
Watergate. Esta operación encubierta, eventualmente
causó la renuncia de Richard Nixon, por lo que
entreveo que hay gato encerrado en esa operación del
exilio cubano en particular. Hoy, Barker y González
son considerados héroes en la comunidad cubana de
Miami. Martínez, perdonado más tarde por Ronald
Reagan, es el único que se siente mal. "Yo no quise
estar implicado en la caída del Presidente de los
Estados Unidos," dijo. ¡Oh! ¡Qué hermoso de su parte!

Cuando Oliver North necesitó un grupo encubierto para
entrar armas en Nicaragua con el objetivo de derrocar
al gobierno sandinista: ¿a quién pudo recurrir sino a
los cubanos de Miami? Los veteranos de Bahía de
Cochinos Ramón Medina y Rafael Quintero eran los
hombres clave en la compañía de transporte aéreo que
entregaba las armas a los Contras. La guerra de los
Contras, apoyada por Estados Unidos, fue responsable
de la muerte de 30 mil nicaragüenses.

Uno de los premios mayores que recogimos de nuestra
inversión en estos exilados cubanos fue la ayuda que
nos dieron introduciendo drogas ilegales en los
Estados Unidos, destruyendo familias y barrios enteros
de nuestras ciudades. Comenzando a principios de los
sesenta, una cantidad de cubanos (que también
participaron en la invasión de Bahía de Cochinos)
empezó a regentear los círculos mayores de los
narcóticos en este país. La DEA encontró poco apoyo
dentro del gobierno federal para ir atrás de estos
exilados cubanos, porque se habían organizado a sí
mismos bajo la flasa bandera de "grupos de la
libertad." De hecho, muchos no eran más que frentes de
operaciones masivas de contrabando de drogas. Los
mismos contrabandistas de drogas que ayudaron más
tarde a contrabandear armas para los Contras
nicaragüenses.

Las organizaciones terroristas cubanas radicadas en
los Estados Unidos han sido responsables por la
colocación de más de 200 bombas y por lo menos un
centenar de asesinatos desde el triunfo de la
revolución de Castro. Tienen a todos tan preocupados
por apoyarlos, que yo probablemente no debería estar
escribiendo este capítulo. ¿Pero por qué no estoy
preocupado? Porque estos exilados cubanos, con toda su
alaraca y terrorismo, son realmente una manga de
cagones. Eso: Cagones. ¿Quieren pruebas? Para empezar,
cuando a uno no le gusta el opresor de su país, se
queda allí y trata de derrocarlo. Esto puede ser hecho
por la fuerza (Revolución Americana, Revolución
Francesa) o a través de medios pacíficos (Gandhi en
India o Mandela en Sudáfrica). Pero lo que no se hace
es meter la cola entre las patas y correr, como
hicieron estos cubanos.

Imaginen si todos los colonos americanos hubieran
huido al Canadá, y luego hubieran insistido en que los
canadienses tenían la responsabilidad de echar a los
británicos de América. Los Sandinistas nunca hubieran
liberado su país de Somoza si hubieran estado todos
sentados en una playa en Costa Rica, bebiendo
margaritas y enriqueciéndose. Mandela se fue a la
cárcel, no a Libia o a Londres. Pero los cubanos ricos
se pelaron a Miami... y se volvieron más ricos.

El noventa por ciento de estos exilados son blancos,
mientras la mayoría de los cubanos (62 por ciento) son
negros o mestizos. Esos blancos sabían que no podían
quedarse en Cuba porque no tenían apoyo del pueblo.
Entonces vinieron aquí, esperando que nosotros
peleáramos su pelea por ellos. Y, como tarados, la
peleamos.
No es que estos nenes llorones de los cubanos no hayan
tratado de ayudarse a sí mismos. Pero una rápida
mirada a sus esfuerzos recuerda a las viejas películas
cómicas mudas. El de Bahía de Cochinos es su fiasco
más conocido. Tenía todos los elementos de una gran
comedia cómica: barcos equivocados, playa equivocada,
no tenían municiones para sus armas, nadie los fue a
esperar, y -finalmente- fueron dejados morir vagando
por una parte de su isla completamente desconocida
para ellos (los choferes de sus limosinas -adivino-
nunca los habían llevado allí en los viejos buenos
tiempos). Este fiasco fue tan monumental que el mundo
todavía no ha parado de reírse, y los cubanos de Miami
nunca han olvidado ni perdonado esto. Diga "Bahía de
Cochinos" a alguno de ellos, y lo verán como a un
dentista taladrándole el nervio de un diente.

Uno pensaría que la derrota de Bahía de Cochinos les
debería haber enseñado una lección, que hubieran
dejado de insistir con esas cosas. No hizo eso esta
pandilla. Desde 1962 numerosos grupos de exilados
cubanos han intentado más incursiones para "liberar"
su patria. Veamos las más sobresalientes:

En 1981, un grupo de cubanos exilados de Miami
desembarcaron en la islita de Providenciales, en el
Caribe, camino a invadir Cuba. Su barco, el único que
llegó de cuatro que salieron del Río Miami (los otros
tres fueron hechos volver por la Guardia Costera
debido al mar picado, problemas de motor o falta de
chaquetas salvavidas), tocó tierra en un arrecife
cerca de Providenciales. Atascados en la isla sin
comida ni abrigo, los cubanos de Miami comenzaron a
pelearse entre ellos. Rogaron a la gente de Miami que
los rescatara de la isla, y luego de tres semanas
fueron devueltos a Florida vía aérea. El único de ese
grupo que llegó a aguas cubanas, Gerardo Fuentes,
sufrió un ataque de apendicitis en el mar, y tuvo que
ser evacuado por la Guardia Costera hacia Guantánamo.

En 1968, un grupo de cubanos de Miami supieron que un
barco polaco estaba amarrado en el puerto y que una
delegación cubana podía estar a bordo del carguero. De
acuerdo al " St.Petersburg Times," los exilados
cubanos dispararon con una bazooka casera e hicieron
impacto en el casco del buque. Sólo le hicieron un
abollón, y el líder del grupo, Orlando Bosch, fue
apresado y sentenciado a diez años de prisión, pero
fue liberado en 1972. Bosch explicó que habían
esperado causar más daños al barco pero, se excusó:
"¡Era un barco grande!" Bosch había estado arrestado
antes por remolcar un torpedo a través de las calles
de Miami a la hora de salida de las oficinas, y otra
vez había sido capturado con 600 bombas aéreas
cargadas con dinamita en el baúl de su Cadillac. En
1990 la administració n Bush lo sacó de la prisión,
donde estaba nuevamente, cumpliendo una pena por
violación de libertad condicional.

De acuerdo al "Washington Monthly," "Durante el verano
y principios del otoño de 1963, fueron lanzadas cinco
incursiones de comandos contra Cuba con la esperanza
de desestabilizar al régimen. La raquítica "quinta
columna" en Cuba fue instruida para dejar las
canillas abiertas y las lamparillas prendidas para
gastar energía... En 1962, según el "San Francisco
Chronicle," el exilado cubano José Basulto, en una
misión auspiciada por la CIA, disparó un cañón de 20
mm desde una lancha rápida contra el Hotel Inca, cerca
de la bahía de La Habana, esperando matar a Fidel
Castro. El proyectil erró al blanco, y Basulto, viendo
que su barco se llenaba de gasolina derramada, pegó la
vuelta para Florida. "Uno de nuestros tanques de
combustible, hecho de plástico, comenzó a gotear,"
explicó Basulto más tarde. "El combustible se derramó
sobre la cubierta. No sabíamos qué hacer."

Años más tarde, Basulto formó "Hermanos Al Rescate,"
un grupo de exilados que hace unos años estuvo
haciendo vuelos sobre Cuba, zumbando con sus aviones
sobre las ciudades, tirando panfletos, y generalmente
tratando de intimidar al gobierno cubano. En febrero
de 1996, Castro aparentemente se aburrió de este
acoso, y luego del 25avo incidente en un año de los
"Hermanos" violando el espacio aéreo cubano, ordenó
que dos de sus aviones fueran derribados.

Aunque los "Hermanos al Rescate" violaban la ley
estadounidense por volar dentro del espacio aéreo
cubano, la administració n Clinton fue de nuevo al
chiquero del exilio e instantáneamente sacó un decreto
para endurecer el embargo contra Cuba.

Este embargo trajo la ira del resto del mundo contra
nosotros. La Asamblea General de las Naciones Unidas
votó 117 a 3 a favor de condenar a los Estados Unidos
por su violencia económica contra Cuba, tal y como ha
sido en cada votación sobre el tema desde que el
embargo fue impuesto.

La semana después de que los aviones fueran
derribados, los exilados trataron de apurar a los
Estados Unidos, esperando comprometer a los militares
en algún tipo de acción contra Castro. Anunciaron que
al siguiente sábado llevarían una flotilla de barcos
desde Florida hasta la costa cubana para protestar por
el derribo de los dos aviones. Clinton decidió la
puesta en escena de la más grande exhibición de fuerza
contra Cuba desde la Crisis de los Misiles, y envió un
escuadrón de cazas F 15, once escampavías de la
Guardia Costera, dos cruceros misilísticos de la
Marina, una fragata de la Marina, dos aviones C 130, y
una bandada de Choppers, AWACs, y 600 guardamarinas
para apoyar a la flotilla.

Lo único que se olvidó de mandar fue remedio contra el
mareo, que -al final- era lo único que los cubanos de
Miami hubieran necesitado realmente. Sólo a 40 millas
de Key West, los cubanos en los botes comenzaron a
marearse, a vomitar y a rogar a sus pilotos que dieran
vuelta los malditos yates y volvieran a Miami. Con el
mundo entero mirando, los cubanos huyeron de nuevo con
la cola entre las patas. Cuando llegaron al puerto,
dieron una conferencia de prensa para explicar su
retirada. El portavoz estaba todavía un poco mareado,
y se podía ver cómo los periodistas se separaban de
él, temiendo ser cubiertos por un "Linda Blair
Special" en cualquier momento...
"Una terrible tormenta se levantó en el mar," dijo el
líder de la huida cubana mientras palidecía
rápidamente. "¡Las olas tenían más de diez pies de
alto, y tuvimos que volver o perder nuestros barcos!"
Mientras así hablaba, algún genio creativo en la CNN
comenzó a emitir imágenes aéreas de la flotilla rumbo
a Cuba. El sol brillaba, el mar estaba calmo como un
plato, y el viento soplaba gentilmente, si es que
soplaba. Los reporteros en alta mar dijeron que luego
de que las cámaras de la CNN se fueron, las aguas se
pusieron "bastante duras." Sí, seguro, era por las
carcajadas de Fidel, que se estaba cagando de la
risa...

Michael Moore, norteamericano, director de cine, hombre de la cultura.
-------------------------------------------------------------------------------------"Hasta cuándo seguir gritando que no cedo en hipoteca mis sueños
Hasta cuándo seguir gritando que soy incorregible
Hasta cuándo seguir gritando que no reniego de mis actos
Hasta cuándo seguir gritando que nada de lo que tengo
está en venta ni quiero que ningún imbécil corte la soga
Hasta cuándo seguir gritando que no cumplo mis deberes en la tormenta
Hasta cuándo seguir gritando que no exijo futuro
Hasta cuándo si desde siempre mis cartas están sobre la mesa.