miércoles, 12 de diciembre de 2007

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DIARIO DE LA PROVINCIA DE HOLGUÍN

30 de Enero de 1993

por Joaquín Fernández Moreno
fotos Dionisio Tamayo Pupo

LAS CARTAS DE TOTO

Lo imagino desde sus increíbles 50 años, allá en Espinosa 1457 en la capital federal de la República Argentina, donde tiene un comercio que se llama Bagatela para vender, alquilar ó permutar de todo, desde disfraces hasta victrolas a cuerda. El es El Toto.

Eladio González vino a Cuba como turista, con su familia, a mirar, a ver, sin percatarse de que de momento su nombre y su decisión de donar sangre para salvar la vida al joven combatiente Rolando Pérez Quintosa lo convertiría, de la noche a la mañana, en uno de nuestros hermanos más queridos.
El también argentino y empedernido amigo de Cuba, el arquitecto Rodolfo Livingston en su reciente libro “Cuba Existe, es Socialista y No está en coma”, relata ese momento vivido por el admirable Toto: “Al enterarse de la situación por la que atravesaba Rolando, peleando por su vida en el Hospital Naval, tuvo un impulso: decidió donar sangre; trepó a uno de los taxis estacionados en la puerta del hotel. Cuando el taxista se enteró del motivo del viaje se negó a cobrarle, y al llegar al hospital, le dijo “Yo me voy a quedar aquí todo el tiempo que usted precise”.

“El Toto fue atendido por la jefa de Hemoterapia, quien le preguntó por su grupo sanguíneo. “RH negativo”, respondió orgulloso. Entonces fue cuando la doctora abrió dos heladeras de sangre repletas de RH negativo y se negó amablemente a aceptar la donación. Pero él se quedó dando vueltas por el hospital como un león encerrado, quería dar su sangre, se la habían rechazado. Escribió, entonces, una nota en un papel y pidió que se la entregaran al padre de Rolando. Un periodista recogió esa pequeña carta y poco después fue publicada en el periódico “Trabajadores”.

Al día siguiente de su frustrada donación de sangre, El Toto viajó a Buenos Aires y a los 25 días, que es lo que demoran las cartas desde Cuba a la Argentina, empezó a recibir cartas, cartas y más cartas; ya va por la 214 y las contesta todas. No contento con eso, hace listas de sus corresponsales y las reparte a sus amigos para que, a su vez les escriban a los cubanos.

En medio de una conferencia, en la Casa de Amistad Argentina – Cuba, en el mes de agosto del año pasado, Livingston no resistió la tentación de decir quién era El Toto: “A estas alturas, debo decirlo, es un agente, lo voy a denunciar públicamente, es un agente de la multiplicación de los afectos, es un peligroso agente multiplicador de la solidaridad”.

AVALANCHA DE CARTAS

Los dolorosos hechos acaecidos el 9 de enero de 1992, en la Base Náutica de Tarará, son la génesis de esta correspondencia multiplicada, donde nuestros compatriotas, por centenares apenas si dejan tiempo a Eladio González y su amorosa Irene para atender toda la que llega a la República Argentina.
Gracias a ese puente de amistad, muchas frases de agradecimiento se dirigen al compatriota del Guerrillero Heroico: “Amigo usted dispone de una segunda patria. Ya ve, cuantos hogares tiene usted en Cuba… Cuando usted vuelva a Cuba, visite mi hogar…. Escríbame en cuanto lea estas líneas…. Te queremos como a uno de los nuestros….. Confía en que no moriremos….Para hombres como usted tenemos las puertas abiertas… Rolandito (hijo de Pérez Quintosa: N/R) algún día va a saber de ti…. Si algún día pudiera verlo lo abrazaría como un hermano mío…”

En el intercambio epistolar entre Eladio y los cubanos. El Toto se pregunta, en marzo del 92: ¿Por qué las letras son diferentes? ¿Por qué el cambio de edades y sexos?

¿Por qué están ustedes en todos los sitios de Cuba?.... Desde Santiago de Cuba, Bayamo, Holguín, Las Tunas, Camagüey, Ciego de Avila, Sancti Spiritus, Santa Clara, Cienfuegos, Matanzas, Pinar del Río y La Habana, me dicen hermano…”

En nuestra segunda visita a Cuba, mi mujer Irene y mis dos hijos menores. Demián Rafael (14) y Manuel Emiliano (12) fueron testigos y partícipes de cómo son ustedes, como reciben al extranjero, como abren las puertas de sus hogares y de sus corazones, como comparten su pan (a pesar del período especial), su cerveza y sus mojitos.


Fue hablar con cientos de cubanos en esas calles, entrar en muchas casas; ir al Palacio de los Matrimonios (por curioso) y colarme a la ceremonia y oír emocionado, dar el SI a ella (de Alamar) y a él (de Guanabacoa) e incrédulo, verme arrastrado a la fiesta en La Habana vieja y allí recibir mi cake y bailar con la novia…”

“Ultimo día, Hospital Naval, un taxista que no olvido, hematología, corredor, puerta, sala, padre, gigantesco don Manuel Pérez, mi carta.…”.

“Regreso, mi mujer, me premia con besos, yo la premio contándole lo que ví y sentí. Beso el suelo de mi segunda patria antes de ascender al avión. Mi patria me recibe. Pasada la noche y por teléfono, me despierta la Cuba que despedí ayer.
De la radio cubana preguntan ¿por qué?.

“lo hice por un ser humano, por un mártir, por un compañero combatiente, por todo el amor que me dio Cuba hasta ese día, por el tremendo respeto que tengo por esa Revolución de lozanos y palpitantes 34 años…( ) Por Maceo, por Martí, por Fidel , por Guillén, por Cuba, por mi mujer, mis cinco hijos, mis dos nietos, mis padres, por el pueblo argentino, por mi desaparecido amigo Héctor Rivera (asesinado por la dictadura de 1976), por todos los jineteros que rechacé en La Habana y a los que les expliqué en su momento que aunque me beneficiara 20 a 1, yo no cambiaba en mercado negro. Por ese hombre que vive en vuestros hogares y vuestros corazones, Ernesto Guevara de la Serna (argentino como yo)”.

En la carta 95 dirigida al holguinero Gustavo Torres Sierra, del reparto Pueblo Nuevo, escribe: “Ustedes, Gustavo, son para mí y muchos argentinos la última luz en esta noche que vive el mundo. Admiramos lo que hacen. Yo pude comprobar personalmente quienes son. Te envío un pequeño, pero muy querido regalo, es una postal legítima de la familia de Ernesto Guevara”.

Tres meses más tarde, Eladio se dirige nuevamente a los cubanos, para confesar que: “María (argentina) llevó las primeras 91 cartas a Cuba, primero pasó por Miami (burlamos el bloqueo desde el mismo Estados Unidos) y luego a Nassau (Bahamas) para llegar a Cuba la bella. Pasamos días de ansiedad, hasta que comenzaron a llegar vuestras respuestas. ¡Cuánta alegría y emoción, cuántas lágrimas..!

“Ayer marché por las calles de mi Buenos Aires, con otros padres, madres y cientos de alumnos, en protesta por la privatización de la educación. Nuestras Aerolíneas Argentinas fueron malvendidas.


NOS CORTARON LAS ALAS, mi estómago se anuda cuando veo en TV a los jubilados llorando, gritando y manifestando…. Ahora se burlan de ellos y les dan 140 pesos mensuales, un remedio simple en una farmacia cuesta 12 pesos, así que nos avergonzamos como argentinos , se está maltratando a la vejez y se le quita el estudio a la juventud”.

“Desde Holguín recibí un casete de Radio Angulo, con el programa radial de Martín Arranz, en el que cuentan mi experiencia, y menciona nombres y domicilios de los que me escribieron, fue hermoso oir las voces de los holguineros que me escribieron. “La noche de mi partida, en el aeropuerto, escribí esto:
PARTIDA

Boyeros te alegra,
Cuando al José Martí llegas
Más, si del glorioso suelo cubano despegas
Una nostalgia de izquierdas, tu alma sujeta
Y la exprime , hasta que por tus ojos viertes
Salada lluvia que fertiliza, la serena tierra de Maceo.

ME ABRAZO CON TODOS Y CADA UNO DE USTEDES INTERMINABLEMENTE. ¡¡ LOS QUIERO MUCHO !!
Eladio González - Toto

Tras la carta que dirigiera a Gustavo Torres, reza un manuscrito de Irene: “Soy Irene, mujer de Toto. Te mando, hermano mío, un beso tan grande que abarque todo el “lagarto verde”; los amamos y lucharemos junto a ustedes siempre. ¡ Gracias por existir!
Como reciprocidad indirecta, la carta número 83, perteneciente al matancero Alejandro González, resume la admiración que El Toto despierta de un punto a otro de “Cuba, la linda”:

Gracias, amigo argentino
Por tu sangre generosa,
Que diste a Pérez Quintosa
En un gesto muy genuino.
De lo alto del Turquino
Y nuestro verdoso llano,
Te envía el pueblo cubano
El saludo más sincero
Con una rosa de enero
Y un fuerte apretón de mano.
Alejandro González (Matanzas)

Capítulo del libro de Livingston dedicado a Eladio
LAS CARTAS DEL TOTO


Nos esperan tiempos difíciles, amar es urgente. Miguel Abuelo

Yo no tendría savia en las raíces, las ramas y el árbol de mi vida para vivir, me motiva lo que me rodea. Lo que oyen mis oídos, analizan mis pensamientos y siente mi corazón. Esa es mi tierra, mi agua y mi sol. El lunes 17 a la misma hora que enterraban a Pérez Quintosa, enterraban a mi padre. Ese viejo fue ejemplo de dedicación y sacrificio por la Revolución, pues a pesar de que le había dado una trombosis en 1982, continuó como presidente del C.D.R.(comité defensa de la revolución) hasta el mismo día de su muerte. Nos pidió que su última voluntad era que le pusiéramos la bandera cubana sobre su cadáver y sus medallas de reconocimiento. Yo vivo orgulloso de mi viejo, pues su llama eterna de sabiduría, vive siempre en mí.
Jorge González Rodríguez - Regla – La Habana carta 78-135

Explicación de la apariencia de éste artículo periodístico:

Es una página completa (derecha) papel blanco, letras negras y título en letras blancas sobre fondo rojo, recuadro con linea gruesa roja. Incluye 4 fotografías.
Fotos: grupo y foto familiar que nos tomamos en Cienfuegos. Irene,
Demián, Manuel y Toto sobre una embarcación en movimiento, atrás el mar caribe.
Foto 2: sección aumentada de el busto de Toto
Foto 3: sobre una mesa entremezcladas 4 listados de cubanos y argentinos corresponsales.
Foto 4: (texto) Postal genuina perteneciente a la familia Guevara. (esta postal se la envié como obsequio a Gustavo Torres)

En la parte posterior de esta página hay un artículo de Reynaldo López PENTAGRAMA (sobre arte).
Otro de OYE AMIGA columna de Marlene González.
Otro de CLUB DE LA CANCION con una letra de Guadalupe Oyarzabal Tamargo mexicana subdirectora de turismo que visitó Holguín y dejó ese mensaje agradecido sobre una versión de La Lupe.
Otro: humor gráfico un chiste de Albeu, donde se ve una pareja y un burro con parrilla para acompañante de bicicleta.
Otro: el clásico crucigrama