foto: Rafael Correa en Chile
ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ECUADOR
Rafael Correa y su “Revolución Ciudadana” pueden ganar en primera vuelta
Luego que Ecuador aprobara una nueva Constitución, este domingo renueva toda la estantería política, desde concejales hasta presidente. Para dolor de cabeza de Washington, Correa ganaría sin ballottage.
EMILIO MARÍN
Rafael Correa es uno de los presidentes más jóvenes de Latinoamérica porque tiene 46 años recién cumplidos. A fines de 2006 ganó sorpresivamente la segunda vuelta contra el magnate bananero Alvaro Noboa y en enero de 2007 asumió como presidente en Quito. Sus ideas humanistas y católicas progresistas sobre la economía y el hombre, contra el neoliberalismo, predicadas desde la cátedra (es economista) y la lucha política, tenían el desafío de convertirse en medidas de gobierno.
El flamante gobierno llegaba condicionado pues la economía estaba dolarizada con apoyo de Noboa y en 2003 el presidente Lucio Gutiérrez, otro de los contendientes de este domingo, había pedido a George Bush firmar un tratado de libre comercio.
La pobreza, sobre todo de las poblaciones indígenas, era una constante de esa nación de contrastes pese a contar con buen ingreso fiscal por sus exportaciones de crudo. Socio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la renta del sector se gastaba tan desigualmente como en las dinastías del Golfo Pérsico.
El asumido en 2007 era conciente de que apenas se trataba del primer paso para renovar la política. Su coalición –Alianza País- sólo presentó candidatos a presidente y a vice (Lenín Moreno), no así parlamentarios. Su apuesta era deslindar con ese Congreso de los aparatos tradicionales y buscar una renovación total con una Asamblea Constituyente.
Pese a fuertes campañas adversas, al final hubo Constituyente y nueva Carta Magna, validada mediante el plebiscito de setiembre de 2008.
A partir de allí sonó la hora de barajar y dar de nuevo. Por eso las elecciones del domingo 26 van a marcar un antes y un después en el país sudamericano. Unos 10 millones de electores van a elegir 6.000 puestos públicos, entre el jefe de Estado, legisladores a la Asamblea Nacional, prefectos provinciales (gobernadores), alcaldes y concejales.
El punto clave es, además de la fórmula presidencial, el control del Legislativo, de 118 miembros. El oficialismo calcula ganar al menos 61 bancas, con lo que tendría asegurada la mitad más uno y la llave para abrir las sesiones a sus proyectos de transformación.
Según Santiago Pérez, director de la Encuestadora Investigación y Estudio, el mandatario ganará en primera vuelta con algo más del 50 por ciento de los sufragios. En la noche del domingo o madrugada del lunes se sabrá si fue un pronóstico acertado o si alguien de la oposición podrá disputar el ballottage. De lo que no quedan dudas es de la limpieza del proceso dirigido por el presidente del Consejo Nacional Electoral, Omar Simon. El jefe de la Misión de Observación de la Unión Europea (UE), el portugués José Ribeiro e Castro, desestimó el miércoles cualquier indicio de fraude. Todo está listo para votar.
Una pobre oposición
El único que había querido sembrar esas dudas sobre turbiedades fue Gutiérrez, candidato de Sociedad Patriótica y ex presidente derrocado en 2005 por la insurgencia indígena y de trabajadores luego de conocerse actos de corrupción y de sumisión al imperio. Gutiérrez tendría hoy una intención de voto de 17 por ciento, según Investigación y Estudio. No le alcanzaría para forzar una segunda vuelta.
El único consuelo de ese ex militar sería postergar al multimillonario Noboa, del PRIAN, que sigue repitiendo que él irá a ese desempate agitando consignas demagógicas. Prometió un sueldo mínimo de mil dólares que no está cumpliendo con sus propios asalariados en las empresas de su peculio. La encuestadora mencionada le adjudica sólo el 12 por ciento de la votación y más atrás, con el 8, a la candidata de Red Democrática, Marta Roldós.
Hay otros cuatro candidatos que decorarán la estadística: Diego Delgado, Carlos González, Carlos Sagñay y Melba Jácome.
La división entre Gutiérrez y Noboa patentiza que la derecha concurre dividida y eso, si bien no es el único factor, suma un obstáculo más a su intención de sacar al legítimo ocupante del presidencial Palacio de Carondelet.
Esos partidos conservadores están desprestigiados luego de años de postergar medidas por las que clamaban masas humildes. Aún con las políticas de asistencia adoptadas por el actual jefe de Estado, hay índices preocupantes. Según la OCDE, que nuclea a países ricos, Ecuador tiene una informalidad en el empleo del 74,9 por ciento. El gobierno replicó, indignado, que según la metodología empleada por la OIT, el verdadero índice es del 43,6 por ciento. No es lo mismo, pero aún este último es grave.
Pero tanto Gutiérrez, más populista, como Noboa, más liberal-oligárquico, han dicho en sus actos de campañas que confían en el sector privado para crear empleos, que debe seguir la dolarización y que quieren revalidar el tratado de libre comercio con Washington.
Con tal de hacerle la contra al presidente, han planteado salir del seno de la OPEP. Y obviamente se oponen a la suspensión de pagos de la deuda externa decidida hace meses por Correa, que busca forzar un arreglo más satisfactorio para los intereses nacionales.
Un gobierno progresista
Aunque el mandatario en funciones tenga mucho cuidado en no aparecer “pegado” a la figura de Hugo Chávez, algunas de sus medidas descienden del mismo árbol geneológico. Por ejemplo, renegociar los contratos petroleros con las multinacionales, cesar los más perjudiciales y disponer de parte de la renta petrolera para aumentar salarios y jubilaciones, y financiar programas sociales.
Esas medidas le han granjeado la simpatía y el apoyo de buena parte de la población, excepto de las minorías ricas de la capital económica del país, Guayaquil. El alcalde de esta ciudad, Jaime Nebot, socialcristiano, de derecha, asoma como una sombra a futuro de Correa.
El presidente ha avanzado paso a paso. Para evitar una desestabilización económica que posiblemente hubiera generado caos político, se comprometió en su primer mandato a respetar la dolarización. Esa inhibición duraría entre 2007 y 2011, pero hay que ver si se mantiene, ahora que va a comenzar un mandato diferente en otro ciclo constitucional.
En lo que fue tajante el hombre de Alianza País es en que mandará el tratado de libre comercio con Estados Unidos literalmente “a la basura”, entre otras cosas porque eso arruinaría a los campesinos y pequeños productores. Con esta bandera antiimperialista polarizó con sus contendientes en el tramo final de la campaña.
Otro aspecto donde no hubo grises ni doble discurso, fue respecto al futuro de la base militar estadounidense de Manta. Correa dijo desde 2007 que no prorrogará el permiso de esa instalación funcional a la guerra civil en Colombia. Y ha reiterado que en noviembre de este año los militares norteamericanos tendrán que “levantar campamento”. El ministro de Defensa colombiano, Juan M. Santos, ya declaró que será relocalizada en su país y que el recambio está en marcha.
Las relaciones entre los dos vecinos siguen rotas desde marzo de 2008, luego que los militares colombianos -con tecnología y bombas norteamericanas- bombardearan e invadieran Sucumbios (Ecuador) para matar al segundo comandante de las FARC, Raúl Reyes. Correa puso cinco condiciones para reanudar los vínculos diplomáticos pero Alvaro Uribe no aceptó. Gutiérrez y Noboa, en cambio, están dispuestos a “normalizar” esa relación sin ninguna condición, tal como desea Estados Unidos.
Estando en la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, el inquilino de Carondelet reiteró su política regional de apoyo a Cuba, Venezuela y demás integrantes del ALBA (Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América). En particular apoyó la creación de una moneda regional, al inicio virtual, el Sucre. “Con esa moneda se agilitará muchísimo el comercio y ojalá que eso se realice entre todos los países de América Latina para ya no tener que utilizar dólares estadounidenses”, opinió.
De regreso de esa Cumbre, insistió en que renegociar un tercio de la deuda externa porque la auditoría que dispuso reveló que allí anidaba un fraude de los acreedores facilitado por los “negociadores” locales.
Todas estas cuestiones están en juego este domingo en Ecuador, con implicancias políticas para toda la región.
Emilio Marín del diario La Arena
de la Pampa, Argentina.