lunes, 20 de abril de 2009

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Quipu Editorial
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Jesús y las mujeres

Por: Julio Carreras

En el largo Evangelio de Valentino, Jesús inicia su enseñanza a los discípulos privilegiando a María Magdalena: "Eres dichosa, María, y yo te instruiré de todos los misterios concernientes a las regiones superiores".
Enseguida, reafirma: "Habla con sinceridad, tú, cuyo corazón está más enderezado que el de todos tus hermanos hacia el Reino de los Cielos".

Tal tratamiento, sin duda preferencial, molesta a San Pedro quien, según este mismo Evangelio, más adelante protesta:
"...Y Pedro se adelantó, y dijo: Señor, no permitas hablar siempre a esta mujer, porque ocupa nuestro puesto y no nos deja hablar nunca.
"Y Jesús dijo a sus discípulos: adelántese y hable aquel en quien obre la fuerza de la inteligencia".

El evangelista Valentino es quien constantemente destaca la participación de las mujeres, encabezadas por María Magdalena y María Madre de Jesús, en el proceso de enseñanza posterior a la Resurrección. Según este, Jesús habría permanecido en el mundo un extenso periodo después de su Resurrección. Y lo habría usado para sustanciar la Comunidad Originaria, compartiendo con los discípulos el Conocimiento Superior.

No es el único en señalar este aspecto (la vital participación de mujeres entre las conductoras del proceso). Otros evangelistas como Felipe, Tomás, o el del llamado "Evangelio de María", muestran claramente un protagonismo inusual de las mujeres en la conducción comunitaria.

Pero ninguno de esos Evangelios integra la posterior edición de La Biblia, basada en textos seleccionados por la Iglesia Romana.
Este grupo de poder, impuesto tras algo más de 200 años de luchas -a veces sangrientas- entre los propios cristianos, desecharía cuidadosamente aquellos escritos donde se colocaba a las mujeres en igualdad de derechos con los varones.

El rol de "san" Pablo

Ninguno de estos evangelios -llamados "apócrifos" por el poder oficial eclesiástico tres siglos después-, menciona a Saulo de Tarso ni a su supuesta conversión.
Las Cartas del llamado "apóstol Nº 13", son sin embargo incluidas en el "canon" romano. Su profusa utilización posterior, permite afirmar incluso que la construcción del sistema organizativo eclesial moderno, y su plataforma conceptual, reposan en su mayor porcentaje sobre las ideas de Pablo.

A lo largo del ocultado Evangelio de Valentino Jesús habla sólo de 12 apóstoles. Esto deja a Pablo claramente fuera de aquella Iglesia Original, establecida directamente por El Mesías. En cambio menciona constantemente a María Magdalena, María Madre de Jesús y a otras mujeres.

(En otro artículo especial nos ocuparemos de Pablo, continuemos ahora con el rol femenino en la Iglesia organizada por Jesús.)
Hemos leído un singular estudio, efectuado por un miembro activo de la Iglesia Católica de EE.UU., donde se afirma que incluso los Evangelios canónicos, fueron "retocados" por la jerarquía eclesial romana. * Y una de las consignas principales -según ese estudio- fue quitar a las mujeres su espacio igualitario en la comunidad. El cual, según documentos anteriores, fuera instituido por el mismísimo Jesús.

La investigación argumenta extensamente acerca de que el Evangelio de San Juan -único que menciona a un "discípulo preferido"-, habría sido adulterado. Pues no se trataba de un hombre, sino de una mujer: María Magdalena. Ella habría sido pues, la discípula preferida de Jesús.

Respetar como venía transcribiéndose el texto evangélico implicó durante siglos aceptar la igualdad entre hombres y mujeres de un modo irrefutable... Entonces, simplemente, los jerarcas consolidados ordenaron su modificación. Y en las posteriores ediciones eclesiásticas, la discípula, María Magdalena, se transformó, por arte de los escribas, en "el discípulo": Juan.
En cambio, se dio toda la fuerza del poder acumulado en Roma a la concepción machista de "san" Pablo:
"Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo", dice Pablo, para asegurar, más adelante que: "la cabeza de todo varón es Cristo" y "la cabeza de toda mujer es el varón".

Por esto, el varón puede exhibir con orgullo su cabeza, mientras que la mujer no; por el contrario, debe cubrírsela con un velo.

Y si no es capaz de cumplir con este mandato masculino... pues bien, "que se la rape", ordena "san" Pablo.

¿Hace falta algún comentario sobre el machismo de Pablo? Pues bien, sobre estas piedras -y no sobre la de Pedro- se fundó lo que llamamos hoy "iglesia Católica".
La cual, según nuestra modesta opinión, difiere, en gran cantidad de aspectos esenciales, de la verdadera Iglesia de Jesús.
Mas hoy nos limitaremos a señalar sólo este, que nos pareció de especial relevancia.


* Ramón K. Jusino. M.A. María Magdalena: ¿Autora del Cuarto Evangelio? http://ramon_k_jusino.tripod.com/magdalena.html