lunes, 1 de junio de 2009

¡Salven a los gallegos! y también a los norteamericanos piden las ballenas cargas nucleares, bombas hidrógeno hierve guerra fría kilotones Almería

sujeto que dejo caer de su trineo una bomba de hidrógeno sobre Palomares en Almería , España. ¡ Dios salve al Rey de España !


PRENSA LATINA
Agencia Informativa Latinoamericana S.A.

Código Secreto Flechas Rotas

Por Silvio González Lamar (*)

Redacción Central.- (PL) "Flechas Rotas" en el argot militar del
Pentágono es la clave para designar las bombas nucleares que Estados
Unidos han extraviado por negligencias o accidentes desde la época de la
Guerra Fría hasta el presente, las que ya suman un total de once
artefactos.
En estos momentos la orgía atómica estadounidense ya ha dejado una
impronta imborrable a lo largo y ancho del planeta, desde las heladas
tierras de Groenlandia hasta los oscuros pantanos del sureño estado de
Georgia.
En un periodo de cinco años perdieron seis proyectiles nucleares en su
propio territorio y otros cinco en lugares del Pacifico, el Atlántico y el
Mediterráneo.
La oficina del Inspector General del Pentágono reconoció el pasado octubre
que estaban desaparecidos desde un destructor de la Marina hasta varios
cohetes tierra-aire.
En ocho mil millones de dólares se calcula el valor de los armamentos de
este tipo que están en "paradero desconocido".
Stephen Schwartz autor del libro sobre el programa nuclear norteamericano
"Atomic Audit" señaló que aún existen muchos secretos nucleares de los
cuales no sabemos absolutamente nada.
Los medios de prensa de ese país asumen una evidente complicidad con los
gobernantes para mantener a la opinión pública ajena a este grave y
peligroso problema declaró Joseph Mengano, Director Ejecutivo del Proyecto
sobre Radiación y Salud.
El ex oficial de la CIA, Bert Soleau, que ahora trabaja para la empresa de
salvamento ASSURE manifestó que no sería raro que grupos terroristas
localizaran las bombas perdidas y les extrajeran los materiales necesarios
para la construcción de un proyectil nuclear artesanal.
Ken Groves, experto en armas nucleares de la Sociedad de Salud Física, que
estuvo en la Marina durante 26 años, apuntó que el nivel de radiación de
estas bombas es indetectable porque fueron hechas para resistir
condiciones extremas y dejan escapar sólo cantidades casi insignificantes
de uranio y plutonio.
El probable impacto medioambiental de estas bombas desaparecidas y el
prolongado ocultamiento del Pentágono sobre el estado en que se encuentran
hacen imposible poder tener una idea clara de cuales serían las verdaderas
consecuencias de todos estos errores militares, argumentó el Representante
Republicano por Georgia, Jack Kingston.
El primero de estos incidentes ocurrió el 13 de febrero de 1950 cerca de
Texas cuando un bombardero B-36 sufrió una avería y lanzó al mar una bomba
atómica de 30 kilotones que transportaba.
El 10 de marzo de 1956 un B-47 que transportaba dos artefactos de 3.4
megatones desapareció cuando volaba sobre el Mediterráneo.
El 5 de febrero de 1958 un B-47 chocó en el aire con un caza F-86 y su
piloto, el Mayor Howard Richardson, tuvo que dejar caer una bomba de
hidrogeno en los pantanos de Savannah, en Georgia, donde ha permanecido
durante los últimos 50 años.
Un mes más tarde otro B-47 accidentalmente dejó caer otra bomba H en la
cercanía de Florence en Carolina del Sur, cuya explosión causó graves
daños materiales y varios heridos aunque su carga nuclear afortunadamente
no explotó.
El 24 de enero de 1961 un B-52 con dos bombas de 24 megatones cada una se
estrelló cuando despegaba de la Base Goldsboro en Carolina del Norte. Una
de las armas se hundió en los pantanos y no ha sido encontrada hasta el
presente.
El 5 de diciembre de 1965 un A 4 Skyhawk que transportaba una cabeza
nuclear de un megatón cayó al mar cuando intentaba aterrizar en el
portaviones Ticonderoga y nunca se pudo recuperar.
El 16 de enero de 1966 un B-52 con cuatro bombas de hidrogeno se precipitó
a tierra cuando intentaba reabastecerse de combustible en pleno vuelo
cerca del poblado español de Palomares, en Almería.
Dos de los artefactos esparcieron radioactividad en una vasta zona. Una de
las bombas de Palomares fue localizada por un mini submarino a dos mil 850
pies de profundidad, donde aún permanece hasta hoy.
El 21 de enero de 1968 un accidente similar ocurrió cuando un B-52 se
incendió en pleno vuelo sobre Groenlandia con cuatro bombas de hidrógenos
que contaminaron una amplia zona.
Los soldados norteamericanos contaban con equipamiento protector contra la
radiación, pero los daneses de Groenlandia y los españoles del incidente
en Palomares comenzaron a enfermarse meses después de cáncer y problemas
en la sangre sin que el Pentágono les diera ninguna indemnización o
tratamiento médico.
El 21 de mayo de 1968 el submarino USS Scorpion se hundió a 750 kilómetros
de las Islas Azores con dos armas nucleares de 250 kilotones cada una.
Sucesos como éstos equivalen de hecho a poner a toda la Humanidad en una
especie de jaque perpetuo.
Vale la pena preguntarse qué reacción tendría Estados Unidos si cualquier
otro país extraviara durante varias décadas nada menos que 11 potentes
artefactos nucleares cerca de sus litorales y grandes urbes.
El presidente norteamericano Barack Obama podría proponerse rescatar estos
artefactos mortíferos perdidos en el olvido, opinó Arjun Makhijani experto
en Física Nuclear y asesor de Naciones Unidas.


(*) El autor es Jefe del Departamento de Difusión de Prensa Latina