Por Alfredo Grande "Una noticia buena y una mala. La buena. Tenemos un profeta en nuestra tierra. La mala: es Luis Barrionuevo" En un año el patrimonio de los Kirchner creció 158% (APe).- Cuando Martín Karadagián venció a la Momia tuve una de las crisis más severas en toda mi vida. Las reflexiones sobre lo impensable que leí décadas después tuvieron en esos amargos momentos su evidencia más brutal. La Momia, que amaba a los niños muy tiernamente, se desplomó por el efecto de los "cortitos" de Martín aplicados en su columna dorsal. Recién entonces comprendí que el talón de Aquiles es un universal de la cultura, y quizá marque para siempre la tragedia de nuestro ser castrado. De todos modos, no podía aceptar esa derrota, demasiado dolorosa para ser real. Décadas después, alguien diría que perdió por poquito. Sin conocer el aforismo implicado que señala que "la diferencia entre poco y nada es mucho". Es cierto: la Momia había perdido por poquito pero ese poquito la había desplomado en la lona del ring. Cuando llegó el momento oportuno, porque las situaciones de intenso dolor a veces no son aptas para aceptar verdades, mi santa madre me aclaró, ante mi asombro, que en realidad estaba todo arreglado, que el catch era así, y que karadagián era el dueño de todo y por eso siempre iba a ganar. No puedo describir mi perplejidad. La sensación de estafa era tan grande, tan insoportable, que por una semana mi depresión empeoró. Sin embargo, fue mi primer comprobación que la verdad nos hace libres. Con una simplicidad que le agradezco, mi madre me mostró que siempre de lo que se trata es de quién es el dueño, o dicho de otra y de la misma manera, quién tiene el poder. Y quién lo quiera obtener, para entonces tenerlo, aunque sepa que alguien se lo va a quitar. Gobierno no es poder, pero ayuda. A veces se acercan, y me parece que demasiado. Las fortunas personales, siguiendo los lineamientos de nuestro Profeta, no se hacen trabajando. O sea trabajando con el sudor de la propia frente. Por eso no perdone las molestias porque no están trabajando para usted. Están trabajando para ellos. Y los Ellos, como en la eterna historieta El Eternauta, son saqueadores. La clase política en realidad es una casta, y además tiende a constituirse en una corporación multi partidaria, que construye simultáneamente, empobrecimiento lícito y enriquecimiento ilícito. Para ser justos, esta circunstancia va más allá de nombres y apellidos. No deja de ser lamentable que para recordar ejemplos de honestidad total (política y económica) haya que recurrir al Dr. Illia, que fue denostado con una campaña destituyente de brutal intensidad. Las consecuencias del empobrecimiento lícito, o al menos una de las más trágicas, es el hambre, la peor de las endemias. Raúl Tello, un héroe de la posmodernidad, ha inventado una forma de solucionar los problemas: entierra la comida para que los cirujas no la coman. Fiel a la corporación partidaria, no importa el partido político que sea, desde su cargo preserva el medio ambiente. Con la lógica de los cementerios: entierra aquello que podría traer problemas. Supera (por algo es funcionario) la lógica de la cultura represora de barrer bajo la alfombra. Ahora mete bajo la tierra. Supongo que cuando los cirujas comiencen a sentir los efectos de las audaces medidas ambientalistas de Tello, optarán meterse dentro de la tierra y quizá sobrevivan como topos. O ratas. Para el insólito funcionario, eso es una manera de "solucionar en parte el problema". ¿Me quedo más tranquilo? Por cierto que no. En estos tiempos, la ansiedad es un derecho y la angustia una consecuencia inevitable. Martin Karadagián sigue siendo gobierno y poder. Aunque en su versión posmo se llama El Gran Cuñado. En ese ring se encuentran viejos luchadores con nuevas y promisorias figuras. Esa gran usina del catch político que es la televisión inventa triunfadores y decreta perdedores. Nadie puede saber cuál es la diferencia entre la persona y su deformación caricaturizada. Con toda seguridad, la caricatura tiene más intención de voto que la verdadera imagen, el vero ícono. Un triunfo absoluto del catch en la política es la obsesión por la gobernabilidad. Es la imagen de gobernar, para que la democracia representativa no pierda rating. Por eso se convoca a un diálogo para el consenso a los mejores luchadores. Desfilan el indio Comanche, Ararat, el ancho Peucelle, el gran Carloto, Benito Durante, etc, etc. Pero la convocatoria sigue funcionando. Al menos, cada dos años, el ritual de la cofradía del santo voto se moviliza. Se bendice, con más o menos conciencia, la estafa y el saqueo. Los indicadores absolutos son el hambre, la salud pública a la deriva y la educación colapsada. Pero lo único que importa preservar es la santa madre gobernabilidad. Así funciona la lógica del catch. Recuperado de la derrota de la Momia, tengo que admitir que todavía espero que aparezca el Caballero Rojo a imponer justicia. |
Por Miguel A. Semán (APe).- La mayoría de los hombres no alimentamos ilusiones desmesuradas, apenas las suficientes para mantener limpia la camisa de la dignidad, unas gotas de autoestima y un moderado, también inconfesado, amor al prójimo. Por eso el crimen imperdonable, imprescriptible por excelencia debería ser el saqueo de nuestras esperanzas. Y ese delito se ha perpetrado y se continúa perpetrando minuto a minuto en las vidas de los argentinos. Así lo revela al menos una encuesta hecha sobre 2.500 hogares, en nueve centros urbanos del país, por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente del Departamento de Investigaciones de la U.C.A. El estudio dice que en ocho de cada diez hogares de nivel económico bajo o muy bajo sus integrantes ni siquiera se permiten pensar en proyectos a futuro. Alguien podrá sostener que, en rigurosa verdad, el futuro no existe y el pasado ya nos ha dejado, por lo tanto sólo nos quedaría el presente implacable. Pero el presente sin el minuto, el día, la semana y el mes que lo siguen es lo más parecido a la muerte que podamos imaginar. Esta ausencia de mañana no se da sólo, ni siquiera principalmente en la Autónoma ciudad de Buenos Aires, que como decía el Leopoldo Marechal tiene el vuelo metafísico de una gallina, sino que se hunde como una daga en el vientre del país interior. Es en las provincias donde la incertidumbre sobre los proyectos personales a largo plazo se expandió aún más que la pandemia. Dice el informe de la U.C.A. que mientras en los dos estratos más altos (medio bajo y medio alto) el incremento de la desesperanza rondaba en promedio el 50%, en los sectores más postergados de la sociedad la variación interanual superaba en promedio el 110%. Esta idea de no poder pensar más allá del día, es decir la incertidumbre, o la certeza, de no poder imaginarse la mañana siguiente alcanza casi al 50% de la población del país. Pero además, hay otro dato: Cuatro de cada seis argentinos cuando se los consulta dicen no saber a dónde ir. Si de cada seis de nosotros cuatro no sabemos hacia dónde vamos, eso significa que estamos perdidos. No irremediablemente, pero nos guste o no, hemos dejado que se nos escapara el rumbo. En general, dice el informe publicado por La Nación, en las poblaciones donde más cuesta encontrar un camino para poder mejorar las condiciones de vida o que viven en crisis cíclicas es donde más se instalan las ideas de que existe poca o ninguna posibilidad de evitar que factores externos "gobiernen" las propias acciones. Dice Ana María Brenla, responsable del área de investigación de la UCA, que a los humanos los pone mal el hecho de no poder controlar sus propias vidas. Los descreídos todavía sienten en sus manos la ausencia de algo que nunca podrán recuperar. Sus herederos ni siquiera pueden aferrarse a esa carencia; no sólo no llegan a pensar en mañana, se les hace imposible creer que alguien alguna vez les haya imaginado este presente. |
Mons. Enrique Angelelli "Sepan que no se construye una nueva sociedad, con la molicie, la superficialidad, el aburguesamiento de la vida, la desorientación como sistema de vida. Uds. son el signo de la vida, del camino, del futuro, de las cosas permanentes que hay que llevar y de las cosas caducas que hay que dejar. No vendan nunca el grito de rebeldía por un plato de lentejas, ni por complicaciones anónimas..." Frase de Mons. Enrique Angelelli (nacido en Córdoba el 17/07/23 y asesinado en La Rioja 04/08/76), clausurando un congreso de Jóvenes riojanos. Citado en el libro "Angelelli, su vida" de Luis Miguel Baronetto |
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