| Hace exactamente cincuenta años, un grupo de intelectuales cubanos se lanzaron a una desmesurada aventura: dotar a nuestro país de una cinematografía que fuera expresión de nuestra identidad y se inscribiera con valores artísticos propios en el acervo cultural de la nación cubana. A este fin han colaborado centenares de personas, de ellos, más de 250 realizadores, pero también -y no menos importante- técnicos, obreros, especialistas y empleados que no sólo lograron cimentar el sueño, sino que crearon un estilo de hacer la cosas. Más allá de premios y reconocimientos, el cine cubano ha dejado una profunda huella en los cubanos que identifican su cine, como una expresión de su cultura, a la vez que los ha dotado de una mirada y una emoción. Como homenaje a esos cientos de personas que realizaron, y aún realizan, la aventura del cine nacional, ICAIC DIGITAL se ha dirigido a un grupo de personalidades cubanas, a los cuales ha realizado una sola pregunta: "¿Qué ha significado para Ud, en términos personales, la existencia del cine cubano que ahora celebra su 50 aniversario?". Ellos, amablemente, han dado sus opiniones que, sin lugar a dudas, expresan el sentir de la mayor parte de los cubanos. Estas son sus respuestas: | Manuel Calviño Valdés-Fauly. Psicólogo y especialista en Comunicación. Profesor de la Universidad de La Habana. Ha publicado diversos textos y es el creador y conductor de uno de los programas televisivos de más audiencia en Cuba, "Vale la pena". | Atrapado quizás por los contornos de mi edad, la noción "cine cubano" queda circunscrita en mi al espacio de producción cultural que cumple ahora cincuenta y que sin pretensiones de historiador ubico emocionalmente entre "Cuba Baila" y "Los Dioses rotos" – la primera película cubana que vi, y la que más recientemente disfruté. Un suceso común queda en mi recuerdo (el más pretérito y el más propicio al efecto de inmediatez): no fui el mismo después de haberme implicado en la propuesta de Julio y de Daranas. Algo en mi cambió. Algo se me propuso como necesidad de pensar, de decir o de hacer. Y,durante estos diez lustros, es ese un efecto reiterado que se me ha producido con la inmensa mayoría de los materiales cinematográficos cubanos, aquellos que ubico en el anaquel de calidad, y que viven, más que en un archivo, en la memoria colectiva de varias generaciones de cubanos; incluida la mía. Siento y reconozco un cine "espejo", en el que he podido mirar al otro y mirarme, y también (sin paranoias) en el que soy mirado desde el otro. Sea en discursos documentales que resonaron en alto vuelo con la epopeya de los tiempos. Sea en largometrajes que nos pusieron frente a nuestra historia, nuestra identidad, nuestras angustias y anhelos. Se en dibujos animados que nos devuelven la infancia y la ingenuidad transparente. El cine cubano siempre ha estado en el taller de construcción de mi subjetividad (ya se que la pregunta es personal, pero no me puedo contener: en la construcción de la subjetividad de los cubanos). Le he robado nociones a sus actores: el concepto de "cine imperfecto" me ayudó a entender la Psicología que hacía y la que quería hacer; el "cine pobre" caló en mi mirada al sentido de la comunicación científica en los espacios tradicionales de intercambio (congresos, conferencias); el "humor conceptualizador" me llevó de la mano hasta mi modo personal de enfocar mis propias reflexiones profesionales; el "cine documental" me dio claves del discurso social. Pero por sobre todas las cosas me mostró con nitidez la imprescindible conflictividad de la producción cultural (insisto, producción de subjetividades) y los remansos de lo establecido cuando se trata del mejoramiento humano (social, institucional, político). Durante estos cincuenta años el cine cubano me incitó a la responsabilidad con el futuro, me convenció de la necesidad de la doble inscripción afirmativa y crítica de todo discurso social, cultural, científico, me argumentó la opción del compromiso como táctica y estrategia de la producción de ideas, me tradujo la libertad como condición y misión de toda actividad creativa. Durante estos cincuenta años, el cine cubano me reafirmó una decisión de principio: hacer todo a favor del ser humano, de su bienestar, de su felicidad. Vale la pena. |
| Mons. Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal. Sacerdote católico. Respetadísimo intelectual cubano, Miembro de la Academia Cubana de la Lengua. Hombre de vasta cultura y acendrada cubanía. | En los días de la fundación del ICAIC y de la presentación de las primeras obras de la nueva etapa del cine cubano, yo no estaba en Cuba. Por razones de estudio, viví en Roma desde 1959 hasta 1963. Estaba al tanto de lo que ocurría en el País por medio de cartas, de las informaciones que nos transmitían las dos embajadas cubanas en Roma (ahora son tres), de la prensa, que recibía con bastante regularidad, y de algunos visitantes que nos caían en Roma, como ángeles bienvenidos, a los que confesábamos acerca de la vida en Cuba.El encuentro con la maravilla de esa nueva realidad, apenas llegué, fué la filmación de "Giselle", con Alicia Alonso y el muy renovado Ballet Nacional. Film histórico dirigido por Pineda Barnet que nos ha permitido conservar aquella versión igualmente histórica de Alicia, a la que vengo siguiendo, muy de cerca, al menos, desde 1948. Ademá, "Giselle" es, con mucho, mi ballet preferido. Luego vino todo lo demás. Primero, los Irrenunciables noticieros de Santiago Alvarez, que en aquellos primeros años de utopìa y de contradicciones, nos hacían la realidad más transparente, gracias a las imágenes bien elegidas y filmadas. Los echamos de menos y lamento que las jóvenes generaciones no dispongan de algo igual para asomarse a las realidad cotiidana de Cuba y del mundo y comprenderla un poco mejor. No puedo distanciar esos noticieros, p.e., de mi acercamiento a la lucha por los derechos humanos y, sobre todo, por la igualdad racial, en los Estados Unidos; tampoco me divorcio de ellos cuando rememoro la Guerra de Viet Nam. Y, junto con los noticieros, articulo los documentales y las películas. Desiguales, como en la cinematografía de cualqueir nacionalidad en un período de 50 años.Pero, ¡algunos de los frutos de la nuestra han sido tan buenos, tan bien sazonados! No puedo mencionar todo lo que incorporé para siempre a imi imaginario interior, pero dejo constancia del documental "Por Primera Vez" y del film "El Brigadista", sobre la alfabetización, ambas joyitas de Octavio Cortázar (+), de "Memorias del Subdesarrollo" y , más tarde, "Fresa y Chocolate", lecciones de un genuino "cine revolucionario,· carente en absoluto de molestos "teques" y positivamente provocadoras del pensamiento y de la acción, ambas de Titón Gutiérrez Alea (/+)y, en el segundo caso, con Tabío, "Lucía", de Humberto Solás (+)con ese espléndido encadenamiento de las tres mujeres en tres etapas de la historia..Vengan otros títulos, sin orden ni concierto, ni otras referencias: "Muerte de un Burócrata", "Los días del agua", "Los Sobrevivientes", "La Última Cena", "Una Pelea Cubana Contra los Demonios" (¡filmar al difícil Don Fernando Ortiz), "Cecilia", "La Bella del Alhambra", "Teresa", "Un hombre de éxito", "El Siglo de las Luces" (¡ahora la osadía es para con Alejo Carpentier!)...y tantas más. Y por detrás de toda esta aventura del ICAIC, varias personas pero, sobre todo, Alfredo Guevara, con su cabeza, su mano y su sensibilidad privilegiadas, .que los personaliza a todos.¡De lujo! A mis ojos, la historia de estos 50 años del ICAIC, que encierran muchas más realidades que lo filmado. Pienso en la revista, los festivales, los incontables contactos humanos, la acción fecundante sobre la cultura nacional, los cursos, la Escuela de Cine, etc. Se trata, -como he dicho del Ballet Nacional - de una HERMOSA DESMESURA. en esta Isla no muy grande y circundada por empeños tenaces de acogotamiento. Estos no logran otra cosa que estimularnos el crecimiento. No nos sorprenda demasiado: es que el pueblo cubano, nuestra mayor riqueza, continúa construyendo, sin desmayar, su CASA CUBA | | Nelson Domínguez. Artista plástico cubano. Uno de los más prominentes pintores de su generación, sus obras se exhiben en numerosos museos y galerías del mundo entero. | Para todo cubano, sobre todo de mi época, que recordamos con nostalgia el Noticiero ICAIC, de Santiago Álvarez, el que nos enseño a mirar Cuba por dentro, con virtudes, defectos y añoranzas, nos hace pensar que Cuba ha tenido grandes figuras y talentos, que diría que tan solo por vivir en Cuba, jamás pudieron pensar en acariciar en sus manos la estatuilla codiciada, me refiero al Oscar, y creo que lo mas importante será el juicio de la historia; y veremos que queda y que se olvida, cual fue el cine taquillero y cual sembró semillas y dio frutos en la mente y corazones del hombre de esta época. Pienso, y desde mi juicio, puedo decir, que el cine cubano VA. Al que le deseo mas éxitos en sus 50 años. |
| Roberto Fernández Retamar. Poeta, ensayista y profesor universitario. Presidente de la Casa de las Américas, una de las más respetadas instituciones culturales cubanas y del continente. Presidente de la Academia Cubana de la Lengua. Posee una vasta obra poética y ensayística. | En términos personales me ha dado el privilegio de asistir con admiración al surgimiento de una fuerte cinematografía, la cual ha producido obras extraordinarias. Pensando solo en algunos desaparecidos, se impone evocar nombres como los de Santiago Álvarez, Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Saúl Yelin, a quienes me unieron lazos profundos de amistad. El ICAIC no fue solo la institución donde se crearon cintas memorables. También contribuyó a renovar la cartelística del país y a impulsar a brillantes músicos entonces jóvenes; y fue centro irradiador de un pensamiento profundamente revolucionario y por tanto audaz. Y puesto que la pregunta subraya lo personal, debo decir que fue para mi sumamente grato haber escrito textos para películas de Santiago Álvarez, Armand Gatti y Alejandro Saderman; y conducidos por Julio García Espinosa, con otros compañeros del ICAIC, estuvimos en 1970 en Vietnam para filmar lo que sería el documental Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial. No puedo dejar de mencionar que, nacidos casi a la vez el ICAIC y la Casa de las Américas, ambas instituciones han transitado más de una vez por sendas comunes. No en balde fueron fundadas una por Alfredo Guevara y otra por Haydee Santamaría, compañeros entrañables. | | Rogelio Rodríguez Coronel. Profesor uiversitario, escritor, ensayista. Director de la revista "Universidad de La Habana". Miembro de las Academias de la Lengua de Cuba y Panamá. Autor de numerosos textos. | Para mi, el cine cubano ha tenido varias significaciones, pero voy a referirme a las que creo más importantes: 1. Conocimiento. El cine me ha dado una imagen de la realidad (e incluyo aquí también los sueños y delirios de los autores) con la cual he confrontado mis propias percepciones; ha sido un medio para dialogar con la historia o el presente, con nuestra identidad, corroborar o modificar mis observaciones o matizarlas. Y, en algunas ocasiones, ha sido la posibilidad de la catarsis. 2. Satisfacción estética. Cuando veo un buen filme cubano, como "Suite Habana", para poner un ejemplo, no puedo menos que sentirme orgulloso de la cultura cubana por su dimensión humanista y su calidad estética. | | Guillermo Rodríguez Rivera. Poeta, narrador y ensayista. Profesor de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Uno de los más importantes escritores de su generación. | Allá por ese ya lejano 1960, cuando yo caminaba hacia los diecisiete años, mis padres tuvieron la idea de mudarse a La Habana, donde vivían mis hermanos desde años atrás, y donde estaban naciendo, uno tras otro, sus nietos. Yo era un adolescente santiaguero que se instaló en las proximidades del cine cubano, porque nunca viví a más de diez cuadras de 12 y 23. Al que todavía era el Edificio Atlantic, donde funcionaba uno de los mejores cines de La Habana, me iba a buscar los primeros ejemplares de una revista que se llamaba Cine Cubano, y en cuyas oficinas trabajaba entonces un joven oficinista que después resultaría ser uno de los más importantes creadores del nuevo cine del país: Humberto Solás. Allí, en las proximidades de esa esquina consagrada por Fayad Jamís, me hice amigo de Oscar Valdés, de Juan Carlos Tabío, de Tomás Gutiérrez Alea, de Mayito García Joya, de Sara Gómez, de Octavio Cortázar, de Manolito Pérez. Y en la Escuela de Letras, de Luis Rogelio Nogueras, de Jesús Díaz, de Enrique Colina y de Fernando Pérez. Y quise ser también cineasta. Después, tuve forzosamente que optar entre abandonar la literatura y la docencia que he amado, y dedicarme seriamente al mundo del cine. Hice alguna crítica cinematográfica, escribí algún guión, pero finalmente me quedé con la literatura. Pero el cine cubano marcó aquellos años decisivos de mi vida y, de alguna manera, vive también mí. | | |