miércoles, 23 de diciembre de 2009

BARACK OBAMA BUSH WEST POINT SAUL LANDAU PREMIO NOBEL DE GUERRA AFGANISTAN TUMBA DEL SOLDADO NORTEAMERICANO DESCONOCIDO

 PRESIDENCIA  BARACK   OBAMA   PREMIO NOBEL DE LA GUERRA
 

A casi un año: una valoración

 

15 December 2009

 

Por Saul Landau

 

"Entregó millones a Wall Street, tomó medidas contra los inmigrantes ilegales que recibían servicios de salud, y está enviando a otros 30 000 soldados a Afganistán… Puede que sea recordado como nuestro mejor presidente republicano". -- Jay Leno, en un resumen de los primeros once meses de Obama en el cargo.

 

Después de once meses en el cargo, no se puede decir que Barack Obama haya revolucionado –ni siquiera alterado-- la mayor disfunción a la que se enfrenta nuestro sistema. Hombre de indiscutibles buenos valores –lean sus libros y discursos—aún no ha demostrado convicciones. Ha hecho algo para evitar que problemas terribles se conviertan en algo peor –una especie de plomero político sin acceso al equipo que reconstruiría todo el sistema.

 

Al igual que su otro predecesor de tiempo de guerra, uso la trillada frase "nuestro vital interés nacional" para justificar el envío de otros 30 000 hombres y mujeres a combatir a favor del presidente Karzai, un hombre poco común merecedor de ser incluido en el Libro Guinness de los Récords –por corrupción. Karzai divirtió al público al prometer eliminar toda la práctica de corrupción. Obama pareció creerle.

 

La gran desilusión --o peor, la decepción— de la izquierda, que aún no había quitado las pegatinas de Obama de los parachoques, recibió la garantía de que el presidente agradecía sus meses de trabajo en la campaña y las donaciones. "Nuestros soldados comenzarán a regresar" en solo 18 meses. ¿Cuántos pueden morir en ese corto tiempo? ¿Unos pocos cientos, más o menos?

 

Obama también decepcionó a millones de sus seguidores –en Estados Unidos y en Latinoamérica-- al apoyar implícitamente un golpe en Honduras, al no actuar con rapidez acerca de la política de EE.UU. hacia Cuba, y al instalar más bases militares en Colombia.

 

Hemos hecho la transición de un presidente que nos horrorizó tanto como nos divirtió, a uno que solo nos decepciona. Ya no existen disparates como "Ninguna persona mayor debiera tener que decidir entre productos farmacéuticos y medicinas", o "Demasiados gineco-obstetras no pueden practicar su amor con las mujeres en todo este país".

 

En su lugar, Obama reemplazó tales fracturas del lenguaje con elocuentes expresiones de buenos valores. Pero estos valores no son realizados debido a una aparente ausencia de convicciones. Sus palabras –durante la campaña y como presidente— acerca de mantener seguro y sano el país, aparentemente él las ha definido como continuar las guerras, y la salud con una ligera mejoría de los servicios de salud, un poco más de monitoreo por la EPA (Agencia de Protección al Medio Ambiente) y una promesa menos que satisfactoria acerca de las emisiones de combustible fósil.

 

Fue desleal al reverendo Wright al no apoyarlo cuando los reaccionarios lo calumniaron. Abandonó a Van Jones, obligado a renunciar cuando los escandalosos radiales derechistas descubrieron sus opiniones "izquierdistas". Obama tampoco defendió a ACORN, que ayudó a movilizar a sus electores, cuando la derecha los tildó de criminales.

 

Sin embargo, más allá de los temas de carácter y de cojones, Obama carece de los medios para cambiar las instituciones donde se traza la política norteamericana. Los monstruosos parásitos financieros y sus hermanos corporativos han servido durante más de un siglo como juez y parte de la política norteamericana. Obama escogió a uno de ellos, Tim Geithner, como su Secretario del Tesoro, el cual, a su vez, decidió bendecir (con dinero, no con agua bendita) a la cloaca de perpetradores y cómplices. Escogió a otro, Larry Summers, quien aconsejó la desregulación que provocó el colapso de 2008, para dirigir el Consejo Económico Nacional. Distinguidos  por sus recientes fracasos, los dos han continuado las políticas de Bush de rescatar a los miembros más ricos del sistema financiero.

 

Durante décadas, el crecimiento corporativo también significó más empleos y la extensión de la civilización industrial, la construcción de una vasta infraestructura.  Promovió el crecimiento de la educación, la cultura y la ciencia. Ahora, el sector financiero especula con malas hipotecas y otros "derivados", y las grandes corporaciones han trasladado sus operaciones productivas a mercados laborales más baratos.

 

Obama también hereda un complejo institucionalizado que incluye a los militares, sus suministradores, la maquinaria científica anexada y, por extensión, el vínculo carcelario.  Solo los populistas de izquierda y derecha, como Pat Buchanan y Lou Dobbs, se atreven a mencionar el tema de anticuado y derroche de dinero en tonterías imperiales –guerras lejanas que no se pueden ganar.

 

Su equipo de política exterior y de defensa (vacilo en utilizar las palabras "seguridad nacional", lo cual debiera hacer retroceder a los lingüistas sensibles) también siguen las políticas de Bush, aunque sin lograr las ocasionales agudezas de su presidente.

 

En su discurso en West Point el 1 de diciembre en el que declaró su intención de escalar el compromiso norteamericano en Afganistán, Obama no dijo "si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar". Pero sí ofreció el argumento de la guerra preventiva que Bush usó para justificar el ataque a Irak. Quizás los malos podrían o querrían usar el territorio para intentar conspirar para hacernos daño. Como si los militares de EE.UU. los pudieran matar a todos o evitar que conspiraran en otra parte.  Es más, pudo haber citado al gobernador Bush de Texas como final de su discurso en West Point. "Estamos listos ante cualquier hecho imprevisto que pueda ocurrir o no". (22 de septiembre de 1997.)

 

Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Su filme Fidel está disponible en DVD (roundworldproductions.com)


 
La revolución es para llevarla en el alma y morir por ella y no para llevarla en los labios y vivir de ella.
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