martes, 22 de diciembre de 2009

CATRIEL JUAN MANUEL DE ROSAS RESTAURADOR DE LEYES SUS INDIOS BOLEADORAS YEGUAS VACUNA ANTIVARIOLICA INGLESES CACIQUE NICASIO

DIAS DE SIDRA Y ROSAS

SOMBRAS Y VERDADES

A raíz de la visita de emisarios del Imperio del Norte, de estos días, una recorrida junto a Juan Manuel de Rosas alrededor del trato criollo con los propios y con los ajenos.

 

 Por Leonardo Castagnino

 (Retrato de Juan Manuel de Rosas)

 

Rosas y el trato con los indios.

 

A poco de la caída de Rosas, nuestro país se hallaba profundamente desquiciado y obligado a enfrentarse con enormes problemas de suma urgencia; lejanas provincias con intereses creados, imantadas por la poderosa atracción comercial y social de naciones vecinas, que ponía en seno peligro la unidad nacional, hasta entonces mantenida con mana de hierro.

 

Era todavía escasísima nuestra población total, perdida en medio de espacios inmensos, pequeños grupos, amenazados en sus comunicaciones por indios salvajes que atacaban periódicamente las diligencias, robaban las haciendas en las estancias y se llevaban rehenes y mujeres.

 

En cierta escala, don Juan Manuel había intentado ganárselos lealmente por las buenas, interesándolos en sus hábiles trabajos de campo, asociando a no pocos a determinadas faenas que les agradaban.

 

Su abuelo materno, así como el hijo mayor, habían sido ambos cruelmente asesinados por aquellos indios en el importante establecimiento llamado el Rincón de López, que aun conservaba su madre, Agustina López de Osornio, y que el mismo dirigió mas tarde con gran acierto durante algún tiempo, antes de establecerse por su cuenta, trabajando con férrea voluntad.

 

Procuró don Juan Manuel atraer a aquellos hombres a la civilización; aprendió su lengua y escribió con su puño y letra un interesante vocabulario y una rudimentaria gramática de la jerga, a fin de poder comunicarse con ellos directamente, sin intermediarios, y ganar así su estima y confianza, establecer pactos y convenios claros, cosa que logró en gran parte.

 

Semejante política, razonable y cristiana, dio mejores resultados por cierto que el exterminio liso y llano preconizado en los Estados Unidos por el Indian Department, donde gastaban terribles procedimientos, tales como enviar a los infelices pieles rojas, so pretexto de auxilios filantrópicos, las ropas y mantas contaminadas de los hospitales de variolosos y tísicos.

 

The best indian is the dead one, decían corrientemente por allí, como axioma; atrocidad que los pobres diablos llegaron a conocer en todo el Continente, de Norte a Sur, o si no, véase el curioso dialogo que refiere mi tío Lucio V. Mansilla en su obra Una excursión a los indios ranqueles sostenido con un cacique de aquellas tribus, quien le enseñó un recorte de periódico norteamericano, amarillento, que el conservaba envuelto en trapitos viejos y que registraba la infausta sentencia: -EI mejor de los indios es el indio muerto.

 

Daniel Garda Mansilla.1950 (1) (Chavez, Fermin. La vuelta de Don Juan Manuel.p.147).

 

 

Rosas y la vacuna antivariólica

 

Para persuadir a los indios que recibieran la vacuna, Rosas, que tenia gran prestigio entre ellos, reunía los caciques y se hacia aplicar la vacuna a si mismo, para que estos la difundieran en sus tribus, como gualicho del Huinca contra la enfermedad.

 

También apeló a su inteligencia y sagacidad para convencer alas indios, como se comprueba en la carta que le dirige a Catriel:

 

 ... Ustedes son los que deben ver lo mejor les convenga.

 

Entre nosotros los cristianos este remedio es muy bueno porque nos priva de la enfermedad terrible de la viruela, pero es necesario para administrar la vacuna que el medico la aplique con mucho cuidado y que la vacuna sea buena, que el medico la reconozca porque hay casos en que el grana que le salio es falso y en tal caso el medico debe hablar la verdad para que el vacunado sepa que no le ha prendido bien, el grano que le ha salido es falso, para que con este aviso sepa que para el ana que viene debe volver a vacunarse porque en esto nada se pierde y puede aventajarse mucho.

 

La vacuna tiene también la ventaja de que aún cuando algún vacunado le da la viruela, en tal caso esta, es generalmente mansa.

 

Después de esto si quieren ustedes que vacune a la gente, puede el medico empezar a hacerlo poco a poco para que pueda hacerlo con provecho y bien hecho y para que tenga tiempo para reconocer prolijamente a los vacunados.

 

No solamente procuraba la vacunación de los indios, sino que los persuadía, además, para que permitieran la entrada de médicos a la tribu.

 

Apeló a su vez a un humanitario chantaje al obligar a los indios vacunarse antes de recibir suministros que había comprometido el gobierno.

 

Así lo atestigua Pincén cuando relata que  ... Juan Manuel ser muy bueno pero muy loco; me regalaba potrancas, pero un gringo nos debía tajear el brazo, según el era un gualicho grande contra la viruela y alga de cierto debió de ser porque no hubo mas viruela por entonces ...

 

Juan Manuel es mi amigo. Nunca me he engañado. Yo y todos mis indios moriremos por el. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos.

 

Mientras viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras esposas e hijos.

 

Todos los que están aquí pueden atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido bien ... 

 

(Discurso del cacique pampa Catriel en Tapalque celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno).

 

Extraido del libro Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por Adolfo Garretón. Eudeba. Bs. As. 1975.)

 

-Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, cana y prendas de plata, mientras el fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaran y lo desterraron, invadimos todos juntos.

(Expresiones del Cacique Catriel, extraídas del libro Roca y Tejedor de Julio A. Costa.)

-Que el había acompañado en cinco campanas a Juan Manuel y que siempre habrá de morir por el, porque Juan Manuel era su hermano y el padre de todos los pobres

(Parte del discurso del Cacique Nicasio en Tapalque celebrando la llegada de Rosas al gobierno por segunda vez).

Extraido del libro Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833 ; Recopilado por Adolfo Garretón. Edit. Eudeba.)

Fuentes:

Rosa, Jose Maria. Historia Argentina. Garcia Mansilla, Daniel (I)

Chavez, Fermin. La vuelta de Don Juan Manuel.

Rosas ante los intereses extranjeros.

La Ley de Aduanas de 1835 impidió el librecomercio abierto y sin restricciones, e incentivó la incipiente industria en el interior, lo que fue agradecido en resoluciones de varias legislaturas provinciales.

Rosas respeta los derechos de los ingleses por el tratado de 1825, pero no les dejó las puertas abiertas a la libre navegación de los ríos.

La disposición de los nuevos estados americanos es altamente para lnglaterra.

Si nosotros sacamos ventaja de esa disposición podremos establecer por medio de nuestra influencia en ellos, un eficiente contrapeso contra los poderes combinados de EEUU y Francia, con quienes tarde o temprano tendremos contienda. (Cannning, el mismo con que honráramos con una calle de Bs. As., hoy Scalabrini Ortiz) refiriéndose a la era napoleónica: -Vuestra sea la gloria del triunfo, seguida por el desastre y la ruina; nuestro sea el trafico sin gloria de la industria y la prosperidad creciente. La edad de la caballería ha pasado y le ha sucedido la edad de los economistas y calculadores.

Esta opinión de Canning no impidió a Inglaterra la utilización de la fuerza para forzar la libre navegación de los ríos interiores y el bloqueo de Bs. As., ni aliarse a Francia en el intento.

Esta se prendería en la aventura en busca de glorias perdidas: -En un tiempo estamos tan pobres de gloria y desde tanto tiempo, ¿el gobierno francés no debe aprovechar la ocasión de adquirir un poco de gloria?

(Diputado Delisle en la Asamblea Nacional de Francis 30-04-1850; J.M. Rosa: La Caída, t. l, p. 225).

Es una política estrecha mirar a este u otro país como destinados a ser los perpetuos aliados o los eternos enemigos de Inglaterra. No tenemos perpetuos aliados ni eternos enemigos. Nuestros intereses son lo perpetuo y lo eterno.

(Declaración de Lord Palmerston en el parlamento Ingles durante el bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, 1848).

Pero a lnglaterra y Francia no les seria fácil ni gratuito atropellar a la Confederación de Rosas. Como ya se reseño anteriormente, ante una consulta escrita del comerciante inglés Jorge Federico Dickson, sobre una probable invasión terrestre, San Martín le contesta e1 28 de diciembre de 1845.

(Ver Cap. 11 San Martín y la agresión Anglofrancesa, Carta de San Martín pag. 174).

Esta carta a Dickson influyo en los ánimos y en los acontecimientos. San Martín, en carta a Guido del 1846 le expresa:  ...Ya sabrá la acción de Obligado, donde todos los interventores habrán visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin mas trabajo que el abrir la boca .... 

Como engañar al embajador britanico

En muchas ocasiones mostraría Rosas su aptitud diplomática, su habilidad para conocer a los hombres, sus agallas, su inteligencia y su fibra de gaucho pícaro.

Si bien eran épocas de conflicto entre las potencia europeas (y algunos uruguayos aliados) con la Confederación, el representante ingles iba de tarde en tarde a Palermo en visita de cortesía con la doble intención de recoger información que pudiera obtener en los pasillos o de la propia boca de "su amigo" Rosas que lo atendía con amabilidad y deferencia.

Enfrentando Rosas al Pardejón Fructuoso Rivera, estaban ambos ejércitos separados por un río, sin cruzarlo para no quedar en posición desventajosa.

Cuenta Saldías una anécdota escuchada de boca de Antonino Reyes, edecán de Rosas, que lo pinta de cuerpo entero. Rosas llamó a Reyes y le dijo:

-Dentro de poco vendrá Mr. Mandeville, usted entrara a darme las divisiones del ejercito de Vanguardia están a pie, empezado a pasar por el Tonelero los pocos caballos por esto y la falta de armas el ejercito no puede iniciar operaciones. Yo insistiré para que usted hable en presencia del Ministro.

Media hora después, entro Mr. Mandeville.

Asegurábale a Rosas que se esforzaría para que terminase dignamente la cuestión entablada, cuando se presentó Reyes a dar cuenta de lo que, con carácter de urgente, avisaban del ejercito de Vanguardia.

-Diga Ud. -ordena Rosas-, el señor Ministro es un amigo del país y hombre de confianza.

Reyes habló, y Rosas se levantó irritadísimo, exclamando:

-Vaya Ud. Señor, y dirija una nota para el jefe de las caballadas responsable del retardo en entregar los caballos para el Vanguardia, y otra en el mismo sentido al jefe del convoy. Traigame pronto sus notas, para firmarlas ... 

Y como Mr. Mandeville quisiera calmarlo, arguyendo que quizás a esas horas ya todo había llegado a su destino:

-No Señor, no puede haber llegado todavía! ... y si el Pardejón supiera aprovecharse ...  así es como vienen los contrastes, así es como vienen… decía Rosas cada vez mas agitado.

Mandeville pidió licencia para retirarse. Inmediatamente Rosas ordenó al capitán del puerto que vigilase los movimientos de la rada. Esa misma noche tuvo parte de que salía para Montevideo un lanchón en el cual iba un hombre de confianza de Mr. Mandevielle que transmitiría lo que el diplomático ingles había escuchado de boca del Restaurador.

Con la seguridad de un dato inapreciable, el general Rivera mueve con prontitud ordenando marchar contra Arroyo Gran que suponía débil y desguarnecido al no llegar los refuerzos de Rosas retrasados en el Tonelero.

EI general Cesar Díaz, entonces oficial de Rivera, se extraña, en sus Memorias, de que el jefe de las fuerzas franco-uruguayas, a las que se sumaban los unitarios exiliados, ordenase una batalla a todas luces apresurada, contra el general Oribe, aliado de Rosas, a las primeras horas del alba del 6 de diciembre de 1835, estrellándose contra fuerzas superiores a las suyas en armamentos y posición.

Y a las que no les faltaba caballada ...

-Todo se perdió- relata Diaz- hasta el honor.

Engañado y completamente vencido, don Fructuoso escape; -arrojando su chaqueta bordada, su espada de honor y sus pistolas.

Perdió casi toda la caballada y el parque completo.

Fuentes:

·        Saldias, Adolfo. Historia de al confederación Argentina.

·        Rosa, Jose Maria. Historia Argentina, t. V, p. 60.

·        O' Donnell, Pacho. Rosas, el maldito de la Historia Oficial.

El dia que Rosas orina a Mandeville

El 20 de febrero de 1844 aparecieron publicadas en el diario El Nacional  de Montevideo, once cartas dirigidas por don Juan Mandeville, acreditado ante el Gobierno Argentino dirigidas al doctor Vidal, Ministro de Estado, que lo comprometían por varias noticias que daba, y en las que -aseguraba estaba habilitado para poder afirmarles, que su gobierno no era indiferente al bienestar y prosperidad de la Republica Uruguaya, como lo vería muy pronto y por las medidas que tomarían para preservarla, etc. y sobre las conferencias que había tenido con el Dr. Felipe Arana, Ministro de Relaciones Exteriores, acerca de la mediación conjunta que había solicitado con el ministro francés para tratar de que se hiciese la paz con el Gobierno de Montevideo.

Su lectura produjo sumo desagrado en el pueblo y principalmente en los amigos de Rosas, porque aparecía Mandevielle de acuerdo con sus enemigos y se esperaba que aquél hiciera algún reclamo o demostración de desagrado a este, que fuese pública.

Aún cuando era notorio que Rosas hacía continuamente regalos a la viuda de un medico ingles que ocupaba una de sus casas, a la que Mandeville visitaba diariamente con intimidad, por repetidos actos de aquel se comprendía que Rosas desconfiaba de Mandevielle, como también del Gobierno de Montevideo que ordenó la publicación de de las cartas para comprometerlo.

Mandeville no podía ignorar que era antipático al pueblo y que debía estar irritadísimo por el contenido de las indicadas cartas, pero a pesar de eso, se presento en Palermo la tarde del día 21 en que llegaron estas en el Nacional de Montevideo, que se conceptuaba oficial.

Como media hora después de estar con Rosas en su sala, salio acompañado por este y a corta distancia de la empalizada en que un sirviente le tenia el caballo, se despidió de Rosas, que se puso inmediatamente a orinar en dirección a Mandeville, que, al ruido, dio vuelta y lo vio.

Esa tarde había muchas personas en Palermo que, como el señor Otero, gobernador de Salta, el doctor Joaquín Campana y otras presenciaron acto tan despreciativo, atribuido por todos al desagrado causado por el contenido de las cartas mencionadas. Se creyó que se produciría una ruidosa y escandalosa ruptura.

Pero al día siguiente se supo, por persona caracterizada al servicio de Rosas, que el doctor Lepper, su medico, amigo intimo de Mandeville, se había presentado en Palermo y díchole a Rosas: Que Mandeville estaba sumamente disgustado; que no había dormido, en toda la noche considerando el desprecio que le había hecho la tarde anterior; que seria conocido en Inglaterra y reprobado universalmente al ser considerado como un insulto a la Soberanía de la Nación que representaba; y que le había encargado que se lo manifestase.

Que si fue por las cartas dirigidas al ministro Vidal, las había escrito sin intención de ofender al Gobierno argentino. y solo por propiciárselo, para poder obtener la libre navegación del Uruguay, que se le había recomendado.

Rosas le contesto: Que extrañaba la susceptibilidad del senor Mandeville, que no ignoraba que padecía de flojedad en el orinar y de lo que usted me asiste. Que cuando se despidio de Mandeville estaba apurado por orinar y, después que se retiro, tuvo que hacerlo inmediatamente para evitar orinarse.

Y lo extrañaba tanto más, desde que en la amistad que cultivaban y la confianza conque se trataban, el señor Mandeville, tanto en actos oficiales en los privados, se rascaba las asentaderas, sin que el hubiese hecho nunca jamás el mas mínimo reparo, pues considero que le picaría y tendría necesidad.

Que en cuanto a las cartas, teniendo el, los originales que le presento, nada le había dicho y agrego: Son once, léalas, señor doctor.

Lepper las vio; se cercioro en silencio que eran originales de, Mandeville y le dijo a Rosas que transmitiría a Mandeville lo que le había expresado.

Siendo este asunto sucio, que no convenía hacer aun mas público y que atento a la explicación, no daba lugar a reclamo, Mandeville se mordió los labios y guardo silencio.

Pero los que tuvieron conocimiento del suceso, quedaron persuadidos de que Rosas lo orino para rebajarlo ante el pueblo y todos supiesen que lo despreciaba y no le temía.

Tanto los franceses como los ingleses se retiraron del Río de la Plata sin haber obtenido nada, absolutamente nada de lo que Solicitaron, a pesar de la intervención y de los bloqueos, y Mandeville quedo orinado y se fue a rascar a Inglaterra.

Manuel Bilbao (h), 1934 (3) (Chávez, Fermín. La vuelta de don Juan Manuel, p. 160).

 

La revolución es para llevarla en el alma y morir por ella y no para llevarla en los labios y vivir de ella.
difunden: el 1er. Museo Histórico Suramericano "Ernesto Che Guevara", la Escuela de Solidaridad con Cuba "Chaubloqueo" y el Centro de Registro de Donantes Voluntarios de Células Madre
Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local (Caballito) Capital -AAC1405-Buenos Aires-República Argentina  telefax: 4-903-3285 email: museocheguevara@fibertel.com.ar
http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
colectivos 1 - 2 - 25 - 26 - 32 - 42 - 53 - 55 - 85 - 86 - 103 - 180
a solo 25 metros de la Estación "Caballito" del Ferrocarril Oeste y a cien metros de la Estación de Subterráneos "Primera Junta" de la vieja línea "A"
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"