(Diario EL VIGÍA)- La frase mencionada por el presidente ecuatoriano Rafael Correa en el excelente programa de entrevistas que emite la televisión pública en horario no central (error que debiera ser subsanado), y que es el título de esta nota, sirve para todos los pueblos de Sudamérica y diagnostica perfectamente lo que las oposiciones mezquinas de la región intentan al unísono.
No es casualidad que los presidentes Evo Morales, Hugo Chávez, Lula Da Silva y Cristina Fernández, en las últimas semanas hayan remarcado la oposición destructiva que realizan algunos grupos mediáticos, que poco tienen de periodismo y mucho de sectores económicos privilegiados en los 90 y perjudicados en la actualidad.
Todos los presidentes, y no sólo los mencionados, conocen perfectamente los problemas e injusticias sociales que ocurren en la región. Pero todos sabemos, además, que sin la participación activa de las sociedades, las soluciones jamás llegarán.
Pero si desde la televisión, radio y diarios se siguen estableciendo líneas editoriales sensacionalistas y tremendistas, influyendo directa e inevitablemente sobre el ánimo de cada ciudadano, convirtiéndolo en una persona al borde de la ira y de esa famosa palabreja que decidieron "instalar" en el inconciente colectivo como la "crispasión", nuestras vidas individuales se tornarán cada vez más infelices.
Nos estamos olvidando de detalles pequeños pero que muestran cabalmente el espíritu de superación y la energía de un pueblo. La ausencia de plantas en las ventanas de las casas, por ejemplo. Quien decide bajar las persianas de su casa y no mostrar sus flores, no está haciendo otra cosa que capitular a la alegría y mostrarle a los demás que ya no tiene nada para celebrar. Ni siquiera, el hecho de estar vivo. En las actuales circunstancias..¿Es para tanto?.
Más de una vez dijimos que si nos muestran por TV el mismo crimen cada media hora, al finalizar el día tenemos la sensación de que hubo 48 crímenes. Y nadie puede sentir alegría ante semejante bombardeo mediático. El gobierno nacional equivoca el camino cuando trata a cada opositor como un enemigo, y la oposición le hace un terrible daño a la gente cuando considera al oficialismo como una "dictadura" que deberemos "soportar" dos años más...¿Es para tanto?
Individualmente, cada argentino de a pie, cuándo se le pregunta cómo van sus cosas, responde que "muy bien". Sin embargo, cuando actuamos en masa y ante ciertos micrófonos que improvisan encuestas, sentimos la necesidad de cuestionar, protestar y actuar como el peor de los pesimistas...¿Es para tanto?
Días atrás, en nuestro Diario EL VIGÍA (www.agenciaelvigia.com.ar) realizamos una encuesta ofreciéndole a los lectores que manifiesten su opinión sobre la Presidente Cristina Fernández. Al llegar a poco más de 800 votos, más del 44 por ciento había elegido la opción "Excelente". El domingo 13, la encuesta fue hackeada y aparecieron más de 400 votos por la opción "Muy Mala". Debimos suspender la encuesta. Alguien pensó que no había otra forma de desviar y manipular la opinión de la gente...¿Es para tanto?
Nadie dice que esa encuesta en un sitio web posea "rigor científico" ni que los guarismos reflejen exactamente la opinión de la sociedad, pero era un modo de permitir la participación de los lectores en uno de los grandes temas que nos incumben. Casualmente, el lunes 14 nos enteramos de que Cristina había sido amenazada de muerte, y 48 horas después el Gobernador Scioli, a través de su ministro de seguridad, dijo que ciertos sectores policiales habían matado a tres mujeres para desestabilizar al gobierno.
Es demasiado. Se acercan las fiestas. Las reuniones familiares. Y los argentinos nos merecemos ser distintos. Sentir distinto. Una de las peores discapacidades que puede padecer un ser humano es no saber disfrutar, sobre todo las pequeñas-grandes cosas que nos hacen precisamente eso: humanos.
Parece haber una conspiración general, donde algunos lo hacen por torpes y otros por interesados, mezquinos y ambiciosos de poder, en la cual están empecinados en hacernos perder la alegría y sumirnos en un desánimo y abandono de sueños que nos convierta en plastilina fácilmente manipulable. Políticos oficialistas y opositores, medios de comunicación, nuestros propios vecinos que destilan sus frustraciones ante nuestros oídos y nos dejan "cargados" de resentimiento, conforman un peligrosísimo cóctel de desánimo y pesimismo en nuestras almas.
Hemos pasado meses de diciembre terribles a lo largo de varias décadas. Hemos pasado brindis con sonrisas forzadas y ojos vidriosos. Ya basta. No permitamos que nadie nos robe la alegría. Una persona triste y desanimada es fácil de someter. Miremos alrededor, y cuando hablo de alrededor me refiero también a los países vecinos y no sólo a nuestro dormitorio enrejado y menos aún a nuestro televisor. Miremos y comparemos. Brasil, por ejemplo, tiene casi 40 millones de pobres. Tantos pobres como habitantes tenemos nosotros. Sin embargo, no existe pueblo que ejerza mejor su derecho a la alegría. Comparémonos con aquel que fuimos hace pocos años...¿es para tanto?
Una sociedad en la que se debate, se enfrentan intereses opuestos y donde dos modelos de país se disputan es una sociedad que está viva y dejó de ser hipócrita. Celebremos eso. Y tengamos en cuenta que el peor delincuente es aquel que pretende robarnos la alegría. Identifiquémoslo y utilicemos contra él las armas más poderosas para neutralizarlo: el voto y el control remoto.
No hablo de "recuperar" la alegría, sino de aprender a sentir la alegría que, hoy más que nunca, está al alcance de la mano.
Nunca vale la pena desviar la mirada de nuestros hijos para enfocarla en el televisor. Porque la mirada de un hijo nos llena de alegría.
Feliz 2010. Lo merecemos.