jueves, 15 de abril de 2010

la verdad asoma indetenible y Clarín estridente sonará

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Ved  en  trono  a  la  noble  maldad

                                                                       Por  Alfredo  Grande   

Jueves, 15 de Abril de 2010

 

 “además de romper las cadenas de la esclavitud, también hay que analizar las del ADN”       (aforismo implicado)

 

La Justicia no hizo lugar a un recurso de la defensa de Felipe y Marcela Noble. La Sala II de Casación avaló una decisión del juez de primera instancia y ordenó que las muestras tomadas sean cotejadas con las depositadas en el hospital Durand. Consideró que la presentación tenía defectos formales que impiden analizar el fondo de la cuestión. La sala II de la Cámara Nacional de Casación no hizo lugar a un recurso presentado por la defensa de Felipe y Marcela Noble Herrera, al avalar -por defectos formales que impiden analizar la cuestión de fondo- una decisión de primera instancia que dispone el cotejo de sus muestras de ADN con las depositadas en el hospital Durand.

 

Los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble habían aceptado ya en 2004 someterse al estudio comparativo con dos grupos de familiares querellantes en la causa en la que se investigan sus respectivas adopciones (..) El juez Bergesio ordenó obtener compulsivamente, en el domicilio de los Noble Herrera, las mismas muestras de ADN que habían entregado voluntariamente el día anterior. Y luego ordenó cotejarlas en el Banco Nacional de Datos Genéticos con todas las familias que dejaron allí sus muestras. La apelación a esa decisión fue la que hoy no hizo lugar Casación.

(Diario Clarín 10-04-10)

 

(APe).- Aldo Cammarota, un humorista de otros tiempos, decía que el drama del hombre es que se enamora de la novia pero se casa con la esposa. Lecturas de género mediante, es aplicable a la mujer que se enamora del novio pero se casa con el marido. Los demócratas bien pensantes se enamoran de la justicia pero se casan con el derecho. Y los principios mas elementales de la cultura tienen que ser dirimidos en los estrados judiciales. Como siempre se dijo, la mitad de la jurisprudencia va para un lado, la otra mitad va para el otro. Desde esta concepción, la justicia es un promedio de leyes y sentencias.

 

A lo sumo, el mal menor. Nunca el bien mayor. El debido proceso, que no es la obediencia debida, pero a veces se le parece, esconde infinidad de recursos para que la justicia sea cada vez mas lenta, y, como todos saben, entonces deje de ser justicia. Con el agravante que el furor de judicializarlo todo, incluida la protesta social, estudiantil, gremial, sepulta el debate fundante, sea cultural, político e ideológico. Los “defectos formales” interesan menos que los “defectos no formales”, o sea, las aberraciones de fondo que esta cuestión del análisis de ADN está evidenciando.

 

La impunidad sigue estrenando máscaras, desde la impugnación a Baltasar Garzón, la continuidad de Challú y el supuesto derecho de Felipe y Marcela de no aceptar la prueba de ADN, o en todo caso, aceptarla pero para ser cotejada solamente con las familias querellantes. Pero hablar de querella familiar, es colocar el tema en la esfera de la privacidad. Como si se tratara de la identidad de un hijo concebido fuera del altar del lecho matrimonial.

 

Entonces el ADN que se les pide, exige, o ellos proponen, ya todo está “en un mismo lodo, todo manoseado” no tiene que ver solamente con la identidad de Felipe y Marcela. Insisto: no solamente. Ellos son también hijos del terror, en la cual oficiales escribieron una historia oficial en donde secuestrar y robar pasó a ser adoptar y amar. Hijos, hermanos, familiares de detenidos desaparecidos son las víctimas necesarias para que terrorismo de Estado exceda el territorio en el cual fue mal parido.

 

El terror tiene como marca de origen aterrorizar mas allá de sus víctimas directas, porque el objetivo es el control total de la población inoculando el horror, para lograr el sueño absoluto del represor: que sólo una el espanto y nunca más una el amor. Ellos, los represores, fracasaron. Pero no del todo. Ni en todos los frentes.

 

La lectura de “Poder - Guerra” de Beba Balvé, (su último libro que en realidad es el primero porque ella seguirá escribiendo) es absolutamente necesario para entender de qué guerra en realidad estamos hablando. Y es necesario pensar y sentir en qué ámbitos de la cultura y la política han tenido algo así como éxito.

 

Es sabido que el enemigo triunfa cuando pensamos con sus categorías más allá de la derrota que pudiera haber sufrido. Y en este caso de los hijos de la Ernestina Clarín, huelo algo del insoportable perfume de las flores podridas. ¿Tienen el derecho Felipe y Marcela de no aceptar el análisis de ADN? Sacar una muestra de sangre ¿es invasivo?

 

El derecho de no saber: ¿es un derecho o es un mandato cultural represor? Pienso que no se trata de la decisión de encubrir un origen, mi origen. De tomar lo dado por verdadero. El gato por liebre. Pero acá no hay gato encerrado, acá está encerrado el secreto de los miles de ojos de los desaparecidos.

 

León Rozitchner escribió: “el sujeto es núcleo de verdad histórica”. Entonces, de lo que se trata, es de que esa verdad histórica, que no es posible de ser apropiada en forma individual, verdad histórica que solo encuentra su plena ratificación en el agenciamiento colectivo, sea desplegada por la compleja sencillez de la molècula de la vida: el ácido desoxi ribonucleico. El poderoso ADN, el terror de represores y apropiadores.

 

En 1992, en un Congreso de Abuelas de Plaza de Mayo, presenté un trabajo: “Matar el Futuro”. En ese momento, todos sabíamos que en la antropología forense y en el coraje de las abuelas, había una cita, para nada a ciegas, entre verdad y justicia. Esa cita hay que sostenerla. No se trata solamente de la identidad de dos personas. Si continúa vigente que la verdad nos hará libres, y no sigue vigente que el silencio es salud, entonces el conocimiento por parte de Felipe y Marcela sobre su origen no podrá imponerse sobre su destino. Serán, en todo caso, víctimas que aceptaron vivir, comer y dormir con los aliados y copartícipes necesarios del exterminio de su verdad histórica, que también es de su verdad biológica.

 

Esa elección podrá ser discutida, pero deberá ser aceptada. En una cultura no represora, uno es dueño de sus palabras y esclavo de sus silencios. Pero no debe aceptarse, porque entonces los derrotados celebrarán uno de sus pocos triunfos: que Marcela y Felipe tienen el derecho a no saber. Porque en ese ocultamiento, someten por acción y omisión a familiares directos, compañeros, amigos, a los que somos solidarios con todas las luchas por la verdad, al más espantoso de los destinos: no poder subvertir la historia oficial de los oficiales. No está legislado el delito de genocidio.

 

Pero ya sabemos que hubo un plan de exterminio, que empezó antes del 24 de marzo de 1976, y que la tiranía cívico militar perfeccionó en su brutalidad asesina. Si esa realidad no conmueve, no moviliza mi deseo de saber, mi necesidad de ayudar a que otras víctimas encuentren calma a su infinito dolor, si me refugio, abogados defensores mediante, en los dimes y diretes del código de procedimientos en lo penal, si apelo, apelo, apelo que algo quedará, entonces, deberemos aceptar, mal que nos pese y les pese, que Felipe y Marcelo siguen eligiendo la noble maldad.

 

Y que no han querido, a pesar de haber podido, entender que la subjetividad que tiene como cimientos el aullido de las víctimas, termina siendo subjetividad-piedra.

 

Ellos han preferido no mirar para atrás, mirar sólo hacia delante, hacia donde el monopolio mande. También se convertirán en estatuas de sal. Y entonces dejarán de ser víctimas para ser, mal que nos pese y les pese, victimarios.