jueves, 15 de abril de 2010

Obispo Bergoglio ora pro nobis pero no mucho

Obispo Bergoglio ora pro nobis pero no mucho …. Toto el excomulgado.

 

BERGOGLIO HABLA DEL PASADO QUE LO CONDENA
   Operación cónclave

 

           Mientras en Alemania se vela “el papado fallido de Benedicto XVI”, Bergoglio intenta lavar su imagen en espera de un eventual nuevo cónclave. Las partes más significativas de su libro y los documentos que contradicen esa versión angelical. El rechazo de Emilio Mignone a los pastores que entregaron a sus ovejas y la mutilación de documentos para ocultar el apoyo episcopal a la dictadura.

 

cid:003001cadb1a$c87f50a0$0301a8c0@pcPor Horacio Verbitsky

             

Cuando la publicación más importante de Alemania, Der Spiegel, se refiere al “papado fallido” de su compatriota Joseph Ratzinger (el mismo término que la Inteligencia estadounidense aplica a los estados con vacío de poder en los que justifica su intervención), el primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Bergoglio, emprende una operación de lavado de imagen con la publicación de un libro autobiográfico.

 

El ostensible propósito de “El Jesuita”, como se titula, es defender su desempeño como provincial de la Compañía de Jesús entre 1973 y 1979, manchado por las denuncias de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics de que los entregó a los militares.

 

Ambos estuvieron secuestrados 5 meses a partir de mayo de 1976.         En cambio nunca reaparecieron las 4 catequistas y 2 de sus esposos secuestrados dentro del mismo operativo.

 

Entre ellos estaban Mónica Candelaria Mignone, hija del fundador del CELS, Emilio Mignone, y María Marta Vázquez Ocampo, de la Presidente de Madres de Plaza de Mayo, Martha Ocampo de Vázquez. Ratzinger tiene 83 años y según Der Spiegel demasiadas voces piden su renuncia.

 

El sacerdote Paolo Farinella escribió en la prestigiosa revista italiana de filosofía MicroMega, cuyo director Paolo Flores D’Arcais ha participado en debates públicos sobre filosofía con el papa, que Benedicto XVI debería pedir perdón a los creyentes afectados por la estrictez del celibato, por las condiciones en los seminarios y por los miles de casos de abusos de niños y decirles: “Me retiraré a un monasterio y pasaré el resto de mis días haciendo penitencia por mi fracaso como sacerdote y como papa”.

 

Nadie se sorprendería si después de beber una tisana nocturna fallara el corazón de un hombre entristecido y angustiado por las injustas críticas que alcanzan su desempeño como obispo de Baviera y no perdonan ni a su amado hermano Georg.

 

La revista alemana menciona el antecedente de Celestino V, un papa del siglo XIII que renunció porque no se sintió capaz de cumplir con sus funciones.

 

Por si algo de eso ocurre, Bergoglio necesita una foja de servicios pulida. Ante una pregunta acerca del papa ideal, el Presidente de la Asociación Alemana de Juventudes Católicas, Dirk Tänzler, dijo a Der Spiegel que preferiría que haya trabajado en una parte pobre de Sudamérica o en otra región golpeada por la pobreza, ya que tendría una visión distinta del mundo.

 

La compasión por la pobreza, compartida con la Sociedad Rural y la Asociación Empresaria AEA, es el nicho de oportunidad elegido por el Episcopado bajo la conducción de Bergoglio.

 

El Silencio

Es el Cardenal quien vincula su descargo con la elección papal. Su libro narra que cuando la vida de Juan Pablo II se apagaba y el nombre de Bergoglio figuraba en los pronósticos de los periodistas especializados “volvía a agitarse una denuncia periodística publicada unos pocos años atrás en Buenos Aires” y que “en las vísperas del cónclave que debía elegir al sucesor del papa polaco, una copia de un artículo con la acusación, de una serie del mismo autor, fue enviada a las direcciones de correo electrónico de los cardenales electores con el propósito de perjudicar las chances que se le otorgaban al Purpurado Argentino”.

 

Bergoglio dice en su libro que nunca respondió la acusación “para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar”. No explica qué cambió ahora.

 

Pastores y lobos

 

 En realidad la 1ª versión del episodio no se debe a ningún periodista sino a Emilio Mignone. En su libro "Iglesia y dictadura", editado en 1986, cuando Bergoglio no era conocido fuera del mundo eclesiástico, Mignone ejemplificó con su caso “la siniestra complicidad” con los militares, que “se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”.

 

Según el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, durante una reunión con la Junta Militar en 1976 el entonces Presidente de la Conferencia Episcopal y Vicario Castrense, Adolfo Servando Tortolo, acordó que antes de detener a un Sacerdote las Fuerzas Armadas avisarían al Obispo respectivo.

 

Agrega Mignone que “en algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos. El 23 de mayo de 1976 la Infantería de Marina detuvo en el barrio del Bajo Flores al Presbítero Orlando Yorio y lo mantuvo durante 5 meses en calidad de desaparecido. Una semana antes de la detención, el arzobispo [Juan Carlos] Aramburu le había retirado las Licencias Ministeriales, sin motivo ni explicación.

 

Por distintas expresiones escuchadas por Yorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y, posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuita, Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él. Sin duda, los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad”. Mignone se pregunta “qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”.