De: Annie ARROYO [mailto:ardakan@wanadoo.fr]
Domingo, 25 de Julio de 2010
Asunto: Siempre 26!
Moncada : 57 años después.
En Santiago de Cuba, en el barrio del Tivolí, al lado de las escalinatas del Padre Pico, está una casa pequeña que la gente del barrio llama cariñosamente "la casita de Fidel".
Allí vivió Fidel Castro cuando dejó la confortable vivienda de sus padres en Birán para venir a estudiar en la capitalde la provincia de Oriente.
En una de las antiguas fotos colgadas de la pared, se puede ver a Fidel entre sus compañeros de clase.
Los grandes, entre los cuales el futuro Comandante, están de pie, muy serios y dignos, detrás de los menores que están sentados en un banco.
Entre ellos, tan chiquito que sus pies no llegan al suelo, reconocemos a Raúl, el hermanito que vino a estudiar con su hermano mayor.
Por la ventana de detrás de la casa, se puede disfrutar de un magnífico panorama sobre la bahía de Santiago con la Sierra Maestra al fondo. Como si, ya, el destino se divertía colocando en su sitio los hitos futuros de la Historia.
Del otro lado de la ciudad, el cementerio donde está enterrado José Martí y más lejos, el Cuartel Moncada. Allí se decidió el destino de Fidel Castro, cuando durante ese 26 de julio de 1953, encabezando un grupo de jovenes revolucionarios, intentó asaltar la fortaleza, símbolo de la sangrienta dictadura de Batista.
De los 121 jóvenes que salieron de la Granjita Siboney, 76 fueron detenidos, matados en el asalto o ejecutados sin juicio después de haber sido torturados.
Fue un milagro si a Fidel y su hermano no les pasó como a Abel Santamaría... ¡Pero parece que la Historia, la con mayúscula, tenía otros proyectos para él!
A veces me pregunto lo que habría sido de Fidel Castro si no hubiera escogido este destino descomunal…
Quizás hubiera heredado la hacienda de su padre y cultivado la caña de azúcar... Juana, su hermana, no se hubiera ido a Miami y seguiría adorando a su hermano mayor que le hubiera proporcionado el tipo de vida al cual aspiraba, ¡en vez de nacionalizar la propiedad de la familia!
Se habría convertido en un hombre importante en la provincia con barriga respetable, un carro de lujo y una cuenta bancaria con un montón de ceros... Quizás se hubiera muerto por haber demasiado comido, demasiado bebido, demasiado fumado...
Quizás hubiera continuado en la brillante carrera de abogado que se le prometía en el gabinete de su suegro... Hubiera conocido a la flor y nata del gobierno, le hubieran apreciado los ricachones americanos cuyos intereses en la isla hubiera defendido...
Y quizás los amigos yanquis le hubieran apoyado en una carrera política de ministro, o hasta de presidente... Mirta Diaz Balart, su esposa, en vez de huir con los gusanos de Miami, hubiera seguido siendo una esposa enamorada, una ama de casa ejemplar que hubiera lucido como ninguna joyas valiosas...
Quizás en este caso también se hubiera muerto por haber demasiado comido, demasiado bebido, demasiado fumado...
Pero ha preferido el traje militar al smoking, el jeep a los almendrones, la comida de la guerilla en la Sierra Maestra a los platos refinados de la buena sociedad y la compañía de los Barbudos a la de los amigos de Batista.
El 26 de julio de 1959, Fidel Castro decidió echar su suerte con el pueblo de Cuba y no con los gobiernos corruptos que se forraban sobre una muchedumbre ignorante y miserable.
Aplicó el principio de Martí que dice que el hombre verdadero no escoge donde se vive mejor sino donde está su deber.
Un montón de veces escapó a la muerte. Y es una gozada verle, con una camisa de guajiro, luciendo una pequeña sonrisa, en una reunión con los embajadores. Aunque no les guste a los gusanos del mundo que sueñan con verlo muerto, ¡el Comandante aquí está y lleva con firmeza sus casi 84 primaveras!
Hoy, como ayer y como mañana, tenemos "Un Fidel que vibra en la montaña / Un rubí, cinco franjas y una estrella".
Hoy, como ayer y como mañana : Viva el Moncada ! Viva Fidel! Viva Cuba!
Annie Arroyo
Kubako Etxea
Julio de 2010
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