LO QUE MATA ES LA SEGURIDAD.
La cada vez más frecuente participación de la gente decente en resonantes crímenes.
Las cosas son sencillas, pero cuando el común de los habitantes anda dado vuelta por la peor droga imaginable - la propaganda fascistoide - la cosa es mortal. Lo peor es que los drogadictos de la mano dura y la inseguridad, no tienen remedio. No se puede hacer nada por ellos y en general hay que hacerlo contra ellos.
Los noticieros están llenos de señoras, señores, pibes incluso, que exhiben el estado típico de alienación que condujo a la aceptación del delito de merodeo, por ejemplo.
Son los que señalan un peligro en el que mira, el que está parado, el que da una vuelta, el villero, el joven, el que no es del barrio, el que anda de a dos en moto... el que corre, etc.
Para ilustrar lo que decimos, nada mejor que ver un par de casos típicos.
"EL JOVEN SECUESTRADO SE HABIA ESCAPADO DE SUS CAPTORES Y LOS VECINOS CREYERON QUE ERA UN LADRON" Se había fugado de la c asa en Benavídez donde lo tenían encerrado. Los dueños del lugar (y secuestradores) lo persiguieron y les dijeron a sus vecinos que era un ladrón. Tras recapturarlo, lo asesinaron. Ayer fueron detenidas cinco personas por el hecho. Por Emilio Ruchansky
fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-154143-2010-10-01.html |
Pero no lo salvaron, sino todo lo contrario: participaron con su negativa a prestar la ayuda implorada, de la recaptura y por ende, colaboraron con su asesinato, una consecuencia inevitable en medio de tanta indiferencia porque su suerte estaba sellada al haber conocido a sus captores.
Este es el caso más reciente, que repone al más emblemático, el de Axel Blumberg, porque en este hecho, ocurrió exactamente lo mismo con las lógicas diferencias de tiempo, lugar y formas. Si la vieja a la que pidió auxilio Axel hubiese reaccionado de otra manera, éste no hubiese sido asesinado.
Tal como en el de Matías, la mujer avisó a la policía, pero no le abrió la puerta. Lo abandonó a su suerte y llamó a la policía. Y los hechos siguieron su curso, como sigue el curso de un río turbulento aunque uno llame a la Prefectura mientras niega al que se está ahogando que suba al bote por temor a que se lo robe.
En realidad, hay que ver lo que esta gente piensa y es casi obsceno. Acostumbrados a la conveniencia de someterse a los designios del más fuerte, cualquiera que se les acerque en condición de debilidad, es el sospechoso. No es ni un ápice distinto de lo que piensan respecto de los más expuestos (y por lo tanto débiles) en una sociedad injusta. Los pobres, los jóvenes, en primer lugar, portan el virus de la debilidad por ser precisamente de los más sometidos socialmente. En última instancia, no deben ser considerados porque no tienen capacidad económica, así sean al fin y al cabo, niños bien. Son dependientes y éstos, en una sociedad en que se adora el poder económico y militar fundamentalmente, son entidades despreciables.
Ni hablar entonces de qué es lo que ven cuando ven los crímenes policiales de todo tipo que se cometen a la vista de todo el mundo la mayoría de las veces, desde apresamientos sin causa alguna o trivialidades, hasta garroteadas descomunales. Nunca el policía es culpable: mata y es en cumplimiento de sus facultades; detiene y se supone que siempre tiene razón (aunque el 90 % de las detenciones terminan en exculpaciones o no llegan siquiera a imputación judicial alguna); se presencian atropellos brutales, pero son correctivos u obedecen a que hay resistencia a la autoridad.
Más allá de este desmerecimiento, los buenos vecinos tienen mil y una formas de participar de los asesinatos contra los cuales claman y a cuya perpetración contribuyen en los hechos.
Un buen vecino en éstos tiempos, no es otra cosa que un sujeto peligroso con un bajo índice de solidaridad y alto grado de individualismo ovejuno, por lo tanto sujeto a la dominación como borrego e incapaz de parecerse a un ser humano con mínimo pensamiento , no digamos crítico, sino por lo menos, medianamente analítico.
Porque no distinguir entre una víctima a los gritos pelados pidiendo socorro y un asaltante, es como no diferenciar una modelo top de un patovica.
Los embelesados por la prédica importada desde las metrópolis imperialistas se han convertido en el enemigo público número uno en nombre de la seguridad.
En este contexto de abominables sucesos es que, para la felicidad del buen vecino, nadie se ha interesado en recordar que constituyen una omisión de auxilio y ésta omisión es un delito, que se comete, en estos casos, cuando “el que encontrando ... a una persona ... amenazada de un peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere hacerlo sin riesgo personal o no diere aviso inmediatamente a la autoridad". (art. 108 del CPA).
Pero andan por allí presumiendo con sus consignas por “el tema de la inseguridad”. Nadie les ha imputado su delito, pero existe y si la excusa es el invento de un gran temor por la inseguridad, puede que tengan suerte en los Tribunales, pero eso no exime de ser una basura infrahumana. En verdad, si todo esto se tuviera en cuenta, se descubriría que miles de estas buenas gentes son vulgares criminales impulsados por una vergonzosa concepción inhumana.
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