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Prof. Dr. Hugo Moreno Peralta
Director
Casilla 8129, Viña del Mar 2, Chile.
La socialdemocracia española y el terrorismo de Estado.
“En tiempos infames como el actual en que reina la mentira, decir la verdad es una acto revolucionario” George Orwell.
En la universidad chilena en la que me forme humana y profesionalmente en la década de los sesenta, desaparecida por la dictadura de marras, nos planteábamos un primer desafío: Luchar por un mundo libre de mordacidad, virulencia e insidiosidad, de las hostilidades de grupos o fracciones dogmáticas y capaz de realizar la felicidad para todos mediante la cooperación, la amistad y el respeto entre las personas. Queríamos ver un mundo en el cual la educación es un instrumento humanizador y liberador por excelencia y no un negocio que enajena a la gente, en el contexto de perpetuar lo mejor de nuestra cultura y prevenir el olvido. Entendíamos que la esencia de la democracia es la superación individual y social del ciudadano, con una sociedad sin odiosas marginaciones. La justicia la veíamos como una necesidad social, porque el Derecho es la regla de la vida para la asociación política y la discusión de lo justo. Lo propio de la justicia es darle a cada ciudadano lo suyo. Ella no puede ser lo que más le conviene al poderoso. Y, la Libertad, nuestra Libertad, la de los disidentes y no la que han tratado de imponernos los dueños del dinero, la que se ha convertido en un privilegio de los satisfechos dueños de la celestina universal: ¿una utopia? Si, pero entendiéndose por ella al concepto histórico que dice relación con un proyecto de transformación social de la sociedad capitalista enferma, sin valores e inhumana, un cambio de fondo y de forma que trae la justicia social.
¿Qué paso con nuestro proyecto, con nuestro desafío, la construcción de un modelo de sociedad a escala humana teniendo al Estado como una comunidad de ciudadanos, a la educación como un fin en la formación de personas razonables, capaces y solidarias? El capitalismo salvaje globalizado con el apoyo de la iglesia católica y la administración de nuestros lideres revolucionarios de ayer, hoy “socialistas renovados”, mejor dicho “socialdemócratas” nos imponen un sistema económico y político globalizado escandalosamente injusto que no tiene futuro y que se disfraza de destino. El mañana también es hoy. El individuo tiene que ser obediente, sumiso y aceptar la humillación como un modo de vida inevitable para la Humanidad. La globalización del capital termina con las fronteras para el dinero e impone una cultura única del terror y la basura que se entrega machacando a través de los medios mediáticos de comunicación y especialmente por Internet: esta cultura del miedo nos impone un maravilloso modo de vivir y morir. Es la base de su democracia y su libertad. El individuo enajenado es tan libre que tiene el “derecho” de elegir su modo de morir: de hambre o aburrimiento. Pero nadie hace nada por falta de coraje civil y porque es lo que hay, esta de dios y éste lo quiere así…
La España monárquica franquista profunda, socialdemócrata y Felipe González su líder natural.
El modelo de sociedad de la España monárquica profunda fue impuesta por el “Régimen canalla/USA” a través de la dictadura franquista fascista y que termino de imponerse con el mal llamado proceso de transición a la democracia. Mientras que en la Alemania y la Italia arrasadas se colgaban nazis y fascista en nombre de la justicia, de la democracia y de la libertad. En la España Fascista franquista no se movía una hoja de un árbol sin el visto bueno del terrorista dictador Francisco Franco Bahamonde, “Caudillo por la gracia de dios”, según la jerarquía de la Iglesia católica y en especial del Opus Dei, con un millón de victimas del terrorismo de Estado, que hasta nuestros días esperan verdad, justicia y reparación digna…
El trabajo sucio en la construcción de este patético modelo de sociedad consumista, católico, reaccionario globalizado, ha estado bajo la administración de la socialdemocracia con el control superior de los hijos y nietos de la dictadura fascista terrorista franquista a través del partido popular. En este modelo orweliano se entiende por pensar el decir dos mentiras a la vez que se cree en ellas y olvidar todo hecho que no convenga recordar. La mentira se mantiene delante de la verdad. Así la clase política de la España Franquista profunda ha construido su modelo enajenante de sociedad que tiene como base la mentira generalizada y que ha logrado detener el curso de la historia, gracias al milagro por delegación del dios católico y la ayuda de los medios mediáticos de comunicación y de la jerarquía de la Iglesia Católica.
Recientemente, el locuaz administrador de este orweliano modelo de sociedad, Felipe González, líder natural de la socialdemocracia española en una inmodesta y lata entrevista al Diario El País, que ya nadie lee, declaro: “Tuve que decidir si volaba a la cúpula de ETA –como Presidente del Gobierno español-, y dije No, y no se si hice lo correcto”. Los que luchamos por la vida, señor González, no tenemos dudas como las suyas. Para nosotros, la ética es la base de la conciencia moral del Ser Humano y la persona. Lo ético y lo moral es lo honesto. No existen ellas sin una radical honestidad. Ellas demarcan la frontera entre lo lícito y lo ilícito, lo correcto y lo incorrecto, etc. Son una exigencia de la vida social, tan indispensable para la salud de ésta como el aire para la vida humana. Esto seguirá siendo así, aunque hoy ocurra, especialmente en su España profunda, monárquica franquista, como el agua en el tiempo de sequía que escasea cuando más se lo necesita.
La derecha franquista, el Partido Popular, aclarando las graves afirmaciones de su administrador Felipe González, puntualizo: “Los 57 muertos por el GAL –aparato paramilitar creado por el régimen que presidía Felipe González-, fue un enfrentamiento entre los que defendían la libertad y los derechos de todos los ciudadanos y los que intentan acabar con estas conquistas de la democracia.” Esta aclaración, no aclara nada, por el contrario oscurece más la España franquista profunda…
Como colofón acentúo que no entiendo la zalagarda, el alboroto y las escaramuzas de algunos miembros de la clase política española, sugiriendo que el ideólogo de la socialdemocracia española y ex presidente de gobierno Felipe González, “debería ir a la cárcel por sus palabras sobre la ETA”: ¿Con que justicia? La justicia franquista existente se ha negado por décadas a hacer justicia por los crímenes de lesa Humanidad de la dictadura terrorista franquista a través de la búsqueda de la verdad y la reparación digna para un millón de victimas del terrorismo de Estado.
La desvergüenza, la inmoralidad, de los dirigentes del PSOE, la socialdemocracia española ha atiborrado, llenado todos los medios mediáticos de comunicación globalizados, afirmando “que rechaza buscar rédito político azuzando fantasmas del pasado”: ¿Se refieren a las victimas del Terrorismo de Estado de la dictadura fascista de Franco? Terminan su declaración afirmando que “su partido socialdemócrata, el PSOE ha defendido la libertad y el Estado de Derecho para que el terrorismo desaparezca” Pero cuidado con confundirlo con el Terrorismo de Estado, garantía de la democracia, de la libertad y la justicia en la medida de lo posible en la España Profunda monárquica franquista.
Después de leer a entrevista de marras de Felipe González puedo puntualizar que la envergadura histórica, moral y ética de la clase política española tan profundamente oscura que desborda a los historiadores, sociólogos, sicólogos, etc.
Nosotros entendemos -la clase política española no-, que todas las personas han sido creadas diferentes por la Madre Naturaleza, pero iguales en Derechos inalienables entre los que se encuentran: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad por los que lucho y fue bestialmente asesinada por el régimen socialdemócrata alemán Rosa Luxemburgo. Cuando un régimen conculca estos derechos el Pueblo tiene derecho a cambiarlo e instituir uno nuevo.
La desesperanza de la mayoría del Pueblo español no nace ante una obstinada adversidad, ni en el agotamiento de una lucha desigual, proviene de que no se perciba más las razones para luchar e incluso, de que no se sepa si hay que luchar…