miércoles, 24 de noviembre de 2010

Regreso CON gloria cubanos internacionalistas vuelven de Chile

 

 

Año 8 Número 94 | Fecha 2010-11-23

“LA ISLA QUE ENSEÑA A VIVIR"

por Rosa Miriam Elizalde

Regresa a Cuba la Brigada Henry Reeve de misión en Chile

El IL-62M de Cubana tocó tierra exactamente a la hora advertida, 15 minutos después de la medianoche. Descienden la escalerilla del avión, en la semioscuridad de la terminal aérea, los colaboradores médicos de la Brigada Henry Reeve que prestaron servicio en Chile tras el terremoto ocurrido el 27 de febrero. Llevaban ocho meses en el país austral, pero poco se ha hablado de ellos fuera de las regiones donde trabajaron. “Sí, es fruto del esfuerzo callado de Cuba”, habría comentado unas horas antes el amigo que me advirtió de la llegada.

No se distinguen muy bien sus rostros y todos vienen con batas blancas por encima de un pulóver rojo con el distintivo de la brigada. Si se le quita el sonido a la escena, podría decirse que está ocurriendo en cualquier lugar del mundo, pero con audio hasta un marciano adivinaría que son cubanos y que el avión ha tocado tierra en la Isla. “Oye, chica, ¡qué rico estar en Cuba! ¡Qué aire más fresco!” “Yuly, pásame el creyón de labios”. “¡Avemaría, no me lo puedo creerrrr…!” Risas, pasos apurados, alguna lágrima, un sombrero que se agita en el aire.

Entran al salón de la terminal de aérea, a toda luz. Van acomodándose en los asientos y la doctora Yiliam Jiménez les habla a los de la primera fila: “Vamos a tener un pequeño acto. ¿Está bien? Pónganse lindos que van a salir en la Televisión”. La bienvenida no se hace esperar.

El Dr. Juan Carlos Andux, jefe de la Brigada médica, habla en nombre de sus compañeros. Relata brevemente cómo llegaron a Chile. Ocho horas después de que la Embajadora cubana en ese país transmitiera la solicitud del gobierno de Michelle Bachelet para que la Isla enviara ayuda médica, las condiciones estaban creadas y partieron los médicos. En aquel primer grupo que aterrizó en Santiago el primero de marzo, iban 26 colaboradores de la salud, un hospital de campaña y 12 toneladas de equipamientos, instrumentales y medicinas para brindar los cuidados que hicieran falta. La carga y los pasajeros necesitaron dos aviones.

“Instalamos el primer hospital que funcionó después del terremoto y fuimos los últimos en irnos… Allí dejamos a un pueblo que nos amó y que recogieron firmas para que no nos fuéramos. Más de mil personas fueron a darnos la despedida, lloraron cuando nos íbamos y nosotros, con ellos”, dice Andux, que más tarde conversará con Cubadebate, antes de abandonar el aeropuerto.

El ministro de Salud, el doctor Roberto Morales, felicita a la Brigada en nombre de la más alta dirección del país y del Comandante en Jefe Fidel Castro, que ha seguido día tras día el trabajo de los cooperantes y que envía un cariñoso mensaje de bienvenida. Morales hace un recorrido por las impresionantes cifras de personas asistidas y servicios que los especialistas brindaron al pueblo chileno, en dos ciudades duramente afectadas: Rancagua y Chillán.

“En Chile dejaron una huella más allá de nuestros servicios médicos: la huella de un pueblo, de una Revolución. Un pueblo que no da lo que le sobra, sino que comparte lo que tiene. Por eso fuimos los primeros en llegar y los últimos en irnos”, añade el Ministro.

Piel a piel

“Rancagua y Chillán son dos escenarios diferentes”, han sido las primeras palabras del doctor Juan Carlos, cuando nos sentamos -están él y otros de sus compañeros- en una salita del aeropuerto, a la espera de una prometida taza de café para distraer el sueño y el cansancio. Algunos llevan más de 48 horas sin dormir y están locos por abrazar a su familia. Son más de la una de la madrugada.

La Brigada médica ha estado, efectivamente, en dos ciudades muy diferentes, aunque con el mismo clima mediterráneo, de implacable invierno que llega hasta -6 grados centígrados, y de veranos que en enero pueden ser abrasadores. Rancagua está al sur de Santiago de Chile, más próxima al arenal de la interminable costa chilena, mientras Chillán se encuentra al norte, a menos de 100 kilómetros del epicentro del terremoto.

Les propongo ir desde el principio, el momento en que los dos aviones cubanos aterrizaron en Santiago de Chile, en el Aeropuerto del Ejército chileno. Algunos compañeros se quedaron esperando la descarga de las 12 toneladas y el grueso de la brigada (26 colaboradores), atravesaron primero la ciudad a oscuras y luego avanzaron unos 450 kilómetros al norte en tinieblas. Llegaron a Rancagua en la madrugada, con vientos helados, sin saber exactamente adonde iban a ubicar los hospitales de campaña.

“Nos sorprendió lo que vimos cuando llegamos a Rancagua. En apariencias no había pasado nada, a juzgar por los edificios. Se mantenían en pie. Como en Chile han ocurrido terremotos devastadores de más de 8 grados en la escala de Richter, ellos durante años desarrollaron una sistema constructivo antisísmico, muy sólido, que ha permitido disminuir los efectos de este tipo de fenómeno natural.” Juan Carlos reconoce que llegaron impactados por las imágenes que habían visto por la televisión de un Puerto Príncipe en ruinas, tras el terremoto del 11 de enero.

“Por eso en la trayectoria desde Santiago hasta Rancagua nos decíamos: ¡pero aquí no hay terremoto!”
La realidad se impondría poco después. Prácticamente toda la infraestructura hospitalaria había sufrido severos daños. El Hospital Regional de Rancagua, de 506 camas, perdió más de 300. Colapsó totalmente.

“Nos ubicaron al lado de una estructura dañada de ese centro de salud. Ahí nos dimos cuenta de que las autoridades civiles chilenas no tenían experiencia en hospitales de campaña. Les explicamos por qué un hospital de campaña no podía ubicarse al lado de aquel edificio medio en ruinas, con una altura de 8 pisos, ya medio inclinado. La actividad sísmica no había terminado y con otra réplica fuerte, se iría abajo y nos mataría a todos. Comprendieron en el acto y nos ubicamos en el estadio de fútbol”, añade.

Apenas amaneció el 1 de marzo, comenzaron a armar el Hospital de campaña en el Complejo Deportivo Patricio Mekis. Algunos tenían temores de que los pobladores no iban a mirar con buenos ojos que los cubanos se instalaran precisamente en el estadio de fútbol. Rancagua se conoce como “la ciudad celeste” o “del capo de provincia”, denominaciones referentes al equipo de fútbol O’Higgins, el club con mayor cantidad de seguidores fuera de Santiago de Chile.

Los aceptaron sin problemas. Esa fue la primera sorpresa, pero no la única. “¿Sabes quién fue el que inmediatamente se nos acercó para ofrecernos ayuda? El Ejército. Nos sorprendió ver llegar a un General -imagínate todo lo que nos pasó por la cabeza-, que respetuosamente nos saludó y su primera pregunta fue: ‘¿Cómo podemos ayudarlos?’ Y durante los ocho meses con sus 259 días así fue la relación con los militares. Nos apoyaron en todo”, continúa Juan Carlos.

No había levantado mucho la mañana y empezaron a llegar voluntarios del pueblo. “Nos veían con las mandarrias, armando la carpa de clasificación, que fue la primera que montamos para empezar a atender de inmediato, y preguntaban: ‘¿Cuándo vienen los médicos?’. No podían creen que los médicos éramos nosotros mismos”, interviene ahora el Doctor Carlos Pérez Díaz, que estuvo al frente del Hospital de campaña de Rancagua.

Explican el por qué de la confusión. La ayuda médica norteamericana llegó a Chile acompañada de un destacamentos de soldados que fueron los que les levantaron su hospital de campaña.

“Se nos empezó a llenar aquello y a partir ahí vinieron noches muy duras, con servicios las 24 horas. Rancagua amanecía con 400 personas sentadas a la entrada del hospital y todo tipo de dolencias. Descubrimos que iban a ver qué era la medicina cubana, quiénes éramos nosotros. Habían oído hablar del prestigio de la sistema sanitario cubano, de su calidad técnica, de su desprendimiento, pero querían verlo por sus propios ojos”, dice Juan Carlos.

Rancagua tiene unos 200 000 habitantes en toda la municipalidad y el duda que haya quien no hubiera escuchado hablar de la presencia de los cubanos. El Doctor Carlos ofrece un matiz adicional: “Las personas reconocían la calidad del servicio que se les brindaba en el hospital de campaña, pero lo que más les llamaba la atención era el trato que les dábamos. Nos decían: ‘Ustedes son médicos piel a piel‘. Al principio no entendía. Ellos se referían al afecto, a que los tocábamos y les escuchábamos sus problemas. Para una población que sufría de stress postraumático era esencial ofrecerles cariño, seguridad, comprensión, apoyo sicológico.”

Bailando en casa del trompo

En el avión que los llevó a Chile, los colaboradores cubanos habían estado estudiando las características de la actividad sísmica en la región y las informaciones sobre el terremoto, que se disponían hasta ese momento.

“Ellos tienen un terremoto cada 25 años -cuenta el Jefe de la Brigada-. En 1939, tuvieron uno terrible en Chillán y murieron más de 30 000 personas. En 1960, el terremoto de Valdivia, el más grande del mundo con una intensidad de 9,5 grados en la escala de Richter, costó la vida a más de 2 000 personas y dejó un millón de damnificados. En 1986, tuvieron otro, y ahora, en el 2010. Como promedio, sufren un terremoto cada 25 años. Sabíamos que después de un fuerte temblor, hay réplicas, algunas muy intensas y que pueden ser muy peligrosas. Y así fue. Nosotros vivimos en Chile, desde el día que llegamos, 576 réplicas, y la más difícil, la del 11 de marzo, el mismo día del cambio de gobierno”.

Nadie habría podido imaginar que aquellos hombres y mujeres provenientes de una Isla donde la actividad sísmica no tiene las proporciones que ha vivido Chile, terminarían ofreciendo soluciones muy útiles para enfrentar los terremotos.

“Le dijimos a las autoridades: ‘necesitamos un radiotransmisor, con dos equipos: uno para nosotros y otro para Patricio, el jefe del SAMU’. El SAMU es el Sistema de Atención Médica de Urgencia, la variante chilena del SIUM cubano (Sistema Integral de Urgencia Médica). Ellos contestaron: ‘¿Radio? Eso es una tecnología obsoleta. Nadie aquí usa eso.’ Pero nosotros insistimos, porque cuando se desataron el terremoto y el tsunami las redes de telefonía celular se cayeron y el moderno sistema de comunicación del país colapsó. Nosotros no queríamos vivir esa experiencia. Se dieron por vencidos y nos dieron un radio. El otro lo tenía Patricio.”

Pronto llegaría la hora de probar que aquello no era un capricho. El 11 de marzo, día del traspaso de Gobierno -Michelle Bachelet entregó la Banda Presidencial a su sucesor, Sebastián Piñera-, el Dr. Juan Carlos asistía a una cirugía compleja, una fractura. “De momento dice la anestesista: ‘El paciente está convulsionando, está convulsionando’. Bueno, y nosotros con él, porque también se estaban moviendo fuertemente las carpas. Y responde un compañero: ‘No, no es una convulsión; es que está temblando’.”

Se armó un corre corre infernal entre los que estaban en las edificios próximos al hospital, presos del pánico. “Hay un gran alboroto y, por supuesto, los celulares dejaron de funcionar instantáneamente… En eso se escucha por la radio: ‘Hospital de campaña, hospital de campaña, ¿está operativo?’ Respondo: ‘Sí, operativo, esperando para recibir pacientes’. Al día siguiente, las autoridades de Salud y todo el personal de atención médica de urgencias disponían de un radio, que sirvieron para comunicarnos rápidamente cuando se producía una réplica”, comenta con cierta picardía el Jefe de la Brigada.

Los cubanos en la Silla del Sol

Al día siguiente del cambio de gobierno, el 12 de marzo, el nuevo Ministro de Salud de Chile le solicitó a Cuba otro hospital de campaña. Tres días después ya estaban los cubanos llegando a Chillán, que en lengua autóctona quiere decir “Silla del Sol”, ubicada a unos 319 kilómetros al sur de Rancagua.

En un reportaje publicado el 19 de marzo, la revista chilena Punto Final explica exactamente como se concretó esta solicitud: ” La organización y equipamiento del hospital y la capacidad profesional de los médicos y paramédicos cubanos fue reconocida por el nuevo ministro de Salud, Jaime Mañalich, ex director de la lujosa Clínica Las Condes, que luego de conocer las condiciones de funcionamiento del hospital de campaña en Rancagua pidió públicamente al gobierno cubano que enviara otro hospital de ese tipo, para atender la emergencia en Chile.”

La respuesta del gobierno cubano fue instantánea. Dos días después de esta solicitud arribaba a Chile un segundo hospital de campaña cubano y, como el otro, equipado con quirófano, terapia intensiva, sala de hospitalización, laboratorio, sala de imágenes, etc. Si se cortaba la energía eléctrica, se activaba automáticamente un generador y el hospital seguiría funcionando normalmente. Por supuesto, también contarían con el “viejo” y eficiente sistema de radio.

El Doctor Juan Carlos viajó al frente de la Brigada de Chillán. Cuando le pregunto qué era distinto en esa zona de la cordillera andina, ni lo piensa dos veces: “más lluvia, más frío y más cerca del desastre”. Con una población de 230 000 habitantes, también sufrieron el colapso de su infraestructura sanitaria. El Hospital Regional perdió 206 camas.

“Pero la gran diferencia con Rancagua es que en Chillán había toque de queda: no se podía estar en la calle desde las ocho de la noche hasta las seis de la mañana, y por tanto, a esas horas no teníamos pacientes. Cuando amanecía, ya había entre 600 y 700 personas haciendo cola en las afueras del hospital. Era muy agotador para los 36 colaboradores de la salud.”

Descubrieron maravillados por qué Chillán le dicen la región de las artes. Ha sido la cuna de poetas, escritores, músicos, escultores, y particularmente de personalidades de la cultura chilena muy entrañables para Cuba: allí nació Víctor Jara, el cantautor asesinado en el Estadio Chile, el inolvidable creador de “Te recuerdo, Amanda”, canción que todos se saben de memoria. De allí también es el gran amigo de Cuba y de Fidel, el escritor y luchador comunista Volodia Teitelboim. Violeta Parra nació en esa zona.

A los chilenos no les resultó extraño que los cubanos supieran de memoria las canciones de Violeta y Víctor Jara. Ellos también podían cantar decenas de Silvio y Pablo, de modo que era lógico que se encontraran para escuchar música y bailar. “Y una cosa llevó a la otra. Ellos querían bailar salsa y nosotros tratamos de aprender a bailar la cueca”, afirma Juan Carlos. No me imagino como pueden bailar un cubano la cueca: “Bueno, ellos tuvieron más éxito que nosotros en el aprendizaje. Nosotros bailando la cueca somos malísimos”.

“Pero espérate -interviene el Doctor Carlos-: los cubanos dimos clases gratuitas para aprender a bailar salsa en Rancagua. El cocinero nuestro, los martes y los jueves, las daba en una cancha de baloncesto y hubo un momento en que la cancha no alcanzaba para la cantidad de alumnos que querían practicar. Tendrías que haber visto aquello.”

Mirando a los ojos

Lo más difícil, el frío. Chillán tiene un clima muy seco. El aire es helado y la lluvia corta como un cuchillo. Los cubanos dormían en carpas, casi a la intemperie. A medida que avanzaba el invierno austral, tuvieron que comenzar a buscar un lugar más protegido. “En Rancagua, el hospital de campaña se mudó para un gimnasio y eso también hicimos en Chillán”, cuenta Juan Carlos. Carlos precisa: Rancagua está rodeada de cordilleras. Cuando llueve, las montañas se hielan y sopla durísimo el viento. El estadio de fútbol se había convertido en una nevera.

Lo mejor, el pueblo chileno. “Despedirnos fue duro, duro”, dicen los dos médicos. Y aclaran: no recibimos solo el apoyo de los movimientos de solidaridad, de la izquierda chilena, de las personas con más conciencia política. Les llegaron cartas y abrazos de alcaldes de derecha, representantes de la Iglesia episcopal, miembros del Ejército, funcionarios del gabinete de Michelle Bachelet y del de Sebastián Piñera, de personas de diferentes credos políticos, de los periodistas. Juan Carlos tiene un dossier con más de 500 trabajos de prensa que se refieren al personal de salud cubano, todos elogiosos. Un titular los declaró “ángeles de batas blancas”.

Lo más sorprendente, cuánto se conoce a Cuba en Chile. “Y cuánto quieren a Fidel. Es lo más lindo que vivimos en ese país”. A esta altura de la conversación ya no sé cual de los Carlos habla. Son más de las dos de la madrugada. Por tanto, el lector sabrá que a partir de este punto lo que escuchamos es una especie de voz coral, la de la Brigada:

“Llegaban los pacientes a la consulta y algunos recordaban a los médicos cubanos que socorrieron a las víctimas del terremoto de Valdivia, en 1960. Nos dijeron que cuando aparecieron los cubanos eran como dioses: acababa de producirse el triunfo de la Revolución y no había noticia más importante que esa en América Latina.” Otros habían visto a Fidel cuando recorrió todo el país con Salvador Allende: “Un señor me dijo, muy orgulloso: ‘vi cuando pasó la caravana y yo corrí y corrí. Tenía 12 años. Fidel extendió la mano y me la dio. Para mí fue histórico’”.

Si algo los sostuvo estos ocho meses fue la manera en que los chilenos les hablaban de Cuba y de Fidel, y el reencuentro con los que habían vivido en la Isla exiliados por la dictadura de Augusto Pinochet. También, el vínculo que se produjo de la manera más natural del mundo con los jóvenes graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).

“Estábamos en una de las carpas del Hospital de campaña de Chillán y veo venir a un médico chileno, que ha preguntado por mí. Poco antes, en esa noche, había llegado una paciente muy grave, muy grave. No sabíamos cuáles eran sus antecedentes. Él me pregunta por la señora y me dice: ‘Yo me hice médico en Cuba y vengo a pedirle que me deje llevar, bajo mi responsabilidad, a esa señora.’ ‘No, cómo se la va a llevar, ella está ventilada; la estamos atendiendo aquí’, le respondo. ‘Me la quiero llevar porque la familia de esa señora ha iniciado un proceso legal por el mal tratamiento médico que recibió antes, pero en lo que se esclarece la verdad, va a recaer sobre ustedes una sospecha si le ocurre lo peor. Yo la voy a cuidar y voy a asumir la responsabilidad.’ Y se la llevó para su Terapia Intensiva, porque es un intensivista formado por nuestra Revolución. No quería que la más mínima sombra cayera sobre nuestro trabajo.”

Más de 100 graduados de ELAM colaboraron con la Brigada en Chile. La revista Punto Final recogía las declaraciones de Ulises González, chileno, médico general, que estudió en Cuba seis años y medio, en Manzanillo, provincia de Granma. “Había unos 50 chilenos y de otros países, Jamaica, Congo, Medio Oriente. Terminé en 2007 y volví a Chile. Revalidé estudios y trabajo en Lo Prado, en un consultorio de atención primaria. Vine a Rancagua para apoyar a los compañeros cubanos. ¿Qué puedo decir de la solidaridad cubana? Los cubanos enseñan a vivir. La atención que están entregando en este hospital a los pacientes chilenos es de lo mejor. Cuba siempre manda a los pobres lo mejor que tiene”.

Los jóvenes graduados de la ELAM trabajaban de lunes a viernes en sus hospitales, pero el fin de semana se unían a los cubanos y se alternaban en las guardias del sábado y del domingo.

Esta vez reconozco en la cinta de la grabadora la voz del doctor Juan Carlos: “Recuerdo un día en que autoridades chilenas, de diferentes ideologías, visitaron el campamento. Un funcionario local le preguntó a uno de los médicos de la ELAM que de dónde era. Le respondió que era de Angol, ciudad en la que se ubicó el hospital de campaña norteamericano que estuvo en Chile aproximadamente dos meses. ‘¿Y tú trabajas de lunes a viernes allá? ¿Y cuando tú descansas, si estás acá los fines de semana?’ El médico, un mapuche, miró al funcionario a los ojos y le contestó: ‘Nosotros paramos cuando el Comandante en Jefe decida’.”

Epílogo

No puedo resistirme a una coda final. Es imposible hablar de Chile sin que venga a la mente el terremoto en Haití, que costó la vida a más de 200 000 personas. En el país caribeño también están la Brigada Henry Reeve, los médicos de la ELAM y miles de historias con las grandezas y las desdichas de cada uno de sus pobladores.

De modo que les cuento lo que me contaron. Se estaba preparando este acto para los médicos que llegaban del país austral y Fidel quiso saber cada detalle y todas las estadísticas posibles. Actualizó sus datos de la Brigada en Chile e intuyó que los colaboradores que habían estado en Rancagua y Chillán seguramente querrían tener noticias de sus hermanos en Haití. La Henry Reeve libra en cinco Departamentos haitianos una batalla homérica contra las secuelas de su pobreza ancestral, el terremoto de enero, el huracán que vino después y ahora, contra el cólera.

Llamó por teléfono al Doctor Lorenzo Somarriba, jefe de la Brigada médica en Haití, quien estaba en ese momento viajando por carretera a Rabotó, donde Cuba atiende un hospitalito. Fidel le preguntó con quién iba en el carro. El médico le contestó que con el chofer y un informático. Seguramente al Comandante le pasaron por la mente todos los peligros de este mundo. Debió pensar en aquel país, el más pobre entre los pobres, el más abandonado a su suerte, el más desvalido, el que ya no tiene nada que perder y no pocas veces se desborda.

Dicen que Fidel preguntó a Somarriba: “¿Pero no va nadie más para cuidarlos?”. El médico le contestó: “Sí, Comandante. Llevamos dos banderitas cubanas. Eso le puede dar una idea de cuánto quieren los haitianos a los cubanos.”

En cifras

La Brigada Henry Reeve en Chile


- La Bridada Henry Reeve en Chile estuvo integrada por 78 colaboradores en todo el tiempo de estancia.

-Arribó en dos grupos principales: el primero, el 1 de marzo (26 especialistas); el segundo, el 15 de marzo (33 especialistas). Posteriormente, se incorporaron otros 19 en el transcurso de la misión, para apoyar algunas especialidades.

-La Brigada la formaron 23 médicos, 21 Licenciados en Enfermería y 34 técnicos.

-Fueron ubicados originalmente en el Hospital de campaña número 1 de la localidad de Rancagua, capital de la provincia de Cachapoal, en la VI Región del Libertador General Bernardo O’Higgins. El segundo grupo, en el Hospital de campaña número 2 de la localidad de Chillán, de la provincia de Ñuble, en la VIII Región del Biobío, ambas localidades entre 450 y 500 km al sur de la capital chilena, respectivamente.

-Trabajaron ininterrumpidamente 259 días (más de 8 meses) desde el 1 de marzo hasta el 12 de noviembre.

-Fueron atendidos 79 137 pacientes, con un promedio diario de 312 por jornada. El principal grupo fueron los niños de 0 a 9 años (8 312 pacientes, el 17 %), seguido por personas entre los 50 y los 59 años (8 305 pacientes, 17%).

-El 66% de las personas consultadas eran mujeres.

-Se realizaron 3 183 intervenciones quirúrgicas, de ellas 2 559 de cirugía mayor de alta complejidad que incluyó el mínimo acceso (promedio diario de 13 cirugías)

-Fueron hospitalizados 2 633 pacientes (10 hospitalizados por día).

-Se realizaron 108 483 procederes de enfermería, con un promedio diario de 4 027.

-Entre las principales causas de atención médicas estaban las enfermedades respiratorias, las enfermedades del sistema osteomioarticular y las digestivas. Estas tres suponen un 61 por ciento de todos los problemas de salud que asistieron los médicos cubanos.

La Brigada Henry Reeve en Haití

-La Bridada en Haití tiene 839 colaboradores. De ellos, 689 cubanos -530 a tiempo completo en la epidemia del cólera.

-La Brigada también la integran 90 graduados de la ELAM, latinoamericanos provenientes de 18 países, incluido Haití. Entre los graduados de la ELAM, 64 están dedicados a la epidemia del cólera a tiempo completo.

-Se han graduado en Cuba alrededor de 600 haitianos y trabajan en Haití más de 500.

-Desde 1998, han permanecido en Haití 628 cooperantes de la salud cubanos.

-Entre los cubanos hay 18 médicos de la Operación Milagros; 147 Licenciadas en Enfermería; Tecnólogos de la Salud, 225, y 74 son personal de servicios.

-Gonaïves, donde es más fuerte la epidemia, tiene 200 000 habitantes.

-Puerto Príncipe, donde se han reportados casos de cólera pero no la epidemia, tiene 2,5 millones de habitantes.

-Durante la epidemia, la Brigada Médica cubana ha atendido 22 123 personas con cólera, con 253 fallecidos. Por cada cien casos atendidos, se reporta una tasa de letalidad del 1,1%.

Fuente: Cubadebate

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

"POR LA LIBERTAD DE LOS CINCO Y CONTRA EL TERRORISMO"

Los más de 350 delegados aprobaron la Declaración Final del VI Coloquio Internacional por la Libertad de los Cinco Héroes y contra el Terrorismo.

Los Coloquios realizados en Holguín desde hace seis años han marcado la importancia y la creciente solidaridad que esta colosal injusticia contra los Cinco despierta en miles de amigos solidarios. Colectivamente las condenas de nuestros Cinco Hermanos hoy suman dos cadenas perpetuas más 99 años de prisión. Los recursos legales se agotan; tampoco han sido concedidas las visas múltiples al conjunto de los familiares, ni las visas humanitarias para Olga y Adriana.

Mientras los Cinco guardan injusta prisión, connotados terroristas internacionales son homenajeados en universidades de Miami como Orlando Bosch Ávila;  y Luis Posada Carriles sólo será juzgado por mentir a las autoridades migratorias, y no por ser terrorista y responsable de la muerte de miles de seres inocentes.

Graciela Ramírez, presidenta del Comité Internacional por la Liberación de los Cinco Héroes cubanos, leyó en el plenario la declaración final del VI Coloquio por la Libertad de los Cinco Héroes y contra el Terrorismo.

Las declaraciones recientes del terrorista internacional Francisco Chávez Abarca, mano derecha de Luis Posada Carriles, detenido en Venezuela el pasado primero de julio y extraditado a Cuba; revelan los planes contra la isla, Venezuela y otros países de la región, que se fraguan con total impunidad desde EE.UU.

La falta de respuesta a la solicitud de extradición del criminal Luis Posada Carriles a Venezuela cursada hace más de cinco años por el gobierno bolivariano, y la negativa de extraditar a Argentina a Roberto Guillermo Bravo, autor del asesinato de 16 presos políticos, nos muestra en su real dimensión al gobierno de EE.UU. que carece de moral para hablar de derechos humanos, de lucha contra el terrorismo; mantiene injustamente en prisión a los Cinco por más de 12 años mientras que los terroristas andan libres por las calles de Miami.

A este VI Coloquio Internacional asistieron más de 350 delegados de 56 países. El caso de los Cinco es absolutamente político y solo la solidaridad internacional podrá lograr su regreso a la patria y al seno familiar. Estamos conscientes de la urgencia de la etapa en la cual nos encontramos. Por lo tanto, es fundamental intensificar las acciones durante los dos últimos años de la primera administración de Obama.

Tenemos que trabajar más unidos que nunca y multiplicar las acciones entre las miles de manos que como un solo puño se levantan y forman los más de 300 comités solidarios por su liberación en 111 países.

Los más de 300 delegados de 50 países asistentes al VI Coloquio Internacional por la Libertad de los Cinco y contra el Terrorismo convocan a:

1. Ampliar el trabajo con parlamentarios, sindicalistas, religiosos, personalidades y movimientos sociales; extendiéndolo a sus homólogos en EE.UU. Solicitar pronunciamientos del Parlamento Europeo, Parlacen y Parlatino. Utilizar las diferentes resoluciones, mociones y otros documentos que ya han sido aprobados por los parlamentos con anterioridad.

2. Utilizar el documento recientemente emitido por “Amnistía Internacional” sobre los Cinco en todas las oportunidades que se crea conveniente; especialmente enviarlo a miembros del gobierno de la Administración estadounidense; lo mismo con la decisión del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas.

3. Continuar movilizando el desarrollo de las jornadas internacionales de solidaridad con los Cinco del 12 de septiembre (aniversario de sus arrestos) al ocho de octubre, destacando el seis de octubre declarado por Cuba “Día de las víctimas del terrorismo”; y el ocho de junio aniversario de la injusta sentencia de culpabilidad de los Cinco.

4. Crear nuevas formas de comunicación para que la verdad llegue a todas y todos y ampliar la divulgación del caso de los Cinco en los más vastos sectores sociales.

5. Realizar en Washington una conferencia internacional que convoque a personalidades de EE.UU. y diferentes países que demanden al Presidente Obama:

• Hacer uso de sus facultades y otorgar la libertad a los Cinco.
• Poner fin al bloqueo genocida contra Cuba.
• Respetar la voluntad de los pueblos del mundo.

6. Exigir el otorgamiento de las visas múltiples para todos los familiares y en especial para Olga Salanueva y Adriana Pérez. Apelar a la Comisión Internacional por el Derecho a Visitas Familiares; a Michelle Obama en su doble condición de mujer y de madre; y continuar estimulando las iniciativas y acciones de los comités.

7. Difundir y estimular la demanda de libertad para los Cinco, por parte de artistas, personalidades y líderes de opinión, a través de sus relaciones con medios de prensa escritos, radiales, televisivos y medios alternativos mediante carteles, postales, cartas, llamadas telefónicas, impresos, filmaciones, tanto a nivel local, nacional e internacional. Identificar un cantante conocido que esté dispuesto a escribir una canción sobre los Cinco y buscar cantantes de diferentes partes del mundo que la interpreten a la vez.

8. Organizar conferencias sobre el caso de los Cinco en universidades norteamericanas y en otras con juristas reconocidos.

9. Mantener informada a “Cubainformación” de las acciones que se realizan para permitir apoyarse mutuamente en las campañas.

10. Incrementar la utilización de las redes sociales, como Twitter, Facebook, blogs, correos electrónicos, radios comunitarias, canales de TV e Internet.

11. Convocar demostraciones, conciertos, obras de teatro, exposiciones, concursos y actividades que denuncien el caso y reclamen la solidaridad desde todos los espacios culturales posibles. Estimular acciones deportivas como maratones, partidos de béisbol o fútbol, entre otros.

12. Denunciar la impunidad y el doble rasero de un gobierno que se dice en lucha contra el terrorismo; mientras ampara y otorga protección a terroristas internacionales como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila. Exigir el cese de la impunidad, el desmantelamiento de las organizaciones terroristas con sede en Miami; y el juicio y castigo a los asesinos de nuestros pueblos.

13. Reproducir el documental “Razones de Cuba” que contiene las declaraciones del terrorista internacional Francisco Chávez Abarca, para denunciar las formas del terrorismo contra Cuba y nuestros pueblos.

14. Utilizar la digitalización de la nueva gráfica por los Cinco, para ampliar su reproducción en los diferentes países.

15. Hacer un llamado, en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes a celebrar en Sudáfrica, de respaldo a la demanda universal para que el Presidente Obama libere inmediatamente y sin condiciones a los Cinco Héroes cubanos.

“Cese la injusticia. ¡Libertad ya!”

Fuente: Rebelión

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

GUERRA CIBERNÉTICA MADE IN USA

por Omar Pérez Salomón

El periódico estadounidense The Washington Post reveló hace unos días lo que todos sabemos; la concepción de la llamada ciberguerra enunciada por Estados Unidos, tiene un carácter eminentemente ofensivo.

Según este medio de prensa, el general Keith B. Alexander, jefe del Cibercomando del Pentágono, dijo en junio en un discurso en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales que el Cibercomando “debe reclutar, formar, capacitar a un grupo de expertos en cibernética que se dedicarán a intervenir redes electrónicas, esfuerzo que se llevará a cabo sin problemas de interoperabilidad… Ellos operarán en todo el espectro de operaciones de red. ”

Y en agosto en una convención cibernética el mismo Alexander aseveró: “Tenemos que tener capacidad ofensiva, en tiempo real, que corte el acceso a cualquiera que esté tratando de atacarnos”.

En la década de los 90 del siglo pasado se producen un gran número de estudios por institutos de investigación y “tanques pensantes” de los Estados Unidos sobre la viabilidad de llevar las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) al campo de batalla; sin embargo, con el advenimiento de la administración de George W. Bush y los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, estas concepciones reciben un gran impulso al declarar el entonces Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que “Internet es el nuevo escenario de la guerra contra el terror”.

Habría que recordar que para el país del norte, organizaciones terroristas y países que patrocinan el terrorismo son aquellos que no se someten a sus designios.

En febrero de 2006, el Departamento de Estado, encabezado por Condoleezza Rice, crea el Grupo de Tarea para la Libertad Global de la Red que debía concentrarse en monitorear especialmente a China, Irán y Cuba, y en julio del siguiente año se hace pública la decisión del presidente Bush de crear un cuarto ejército en el país, el del ciberespacio, que estaría radicado en la base de la fuerza Aérea de Barksdale en Louisiana, con la misión de mantener la ventaja competitiva de las fuerzas armadas estadounidenses en un nuevo teatro de las operaciones militares.

La Administración Obama crea la figura del Ciberzar, para lo cual designó a un funcionario del gobierno de W. Bush, Howard Schmidt, con amplia experiencia en el campo de la seguridad y las TIC, tanto en el sector privado como en las agencias de inteligencia. Las funciones de este cargo están relacionadas con la coordinación de los esfuerzos gubernamentales para mejorar la ciberseguridad nacional en el ámbito militar y civil; en mayo del 2009 se presenta nuevamente la creación del cibercomando, para cuya dirección se eligió al General Keith Alexander, Director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que se calcula que ya cuenta con unos 90 000 efectivos, 7 millones de ordenadores y 15 mil redes informáticas en varios países, y está activo desde el 1 de octubre del 2009 con la misión de desarrollar acciones ofensivas de ciberguerra.

Resulta llamativo que dos días antes del ataque terrorista a las torres gemelas en New York, el 9 de febrero de 2001, Cuba se convierte en el  primer Estado acusado de planear ataques cibernéticos contra Estados Unidos, cuando en la audiencia del Comité selecto del Senado sobre Inteligencia, que trató el tema de “la amenaza mundial”, el entonces director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, Almirante Thomas R. Wilson, identificó a la Mayor de las Antillas como un posible país “ciberatacante”.

A partir del año 2007 se desata una campaña que dura hasta nuestros días, que acusa a Rusia, China, Irán, Corea del Norte y Cuba, por ataques o penetración de redes en Estados Unidos, Corea del Sur, Israel, Estonia, Georgia y otros países.

La Unión Europea no se ha quedado rezagada y estableció en 2004 la Agencia Europea de Seguridad de las Redes y de la Información (ENISA), una organización dedicada a ofrecer apoyo científico y tecnológico para prevenir los ciber ataques y ayudar a los países miembros a elaborar una legislación al respecto.

Por su parte Israel, ha reclutado a cientos de genios de la informática para el Departamento dedicado a la guerra cibernética. Según la Agencia Judía de Noticias, el jefe de la Agencia de Seguridad de Israel, Yuval Diskin advirtió que la guerra cibernética es la principal amenaza de Israel, y que los terroristas de Al Qaeda utilizan las salas de chat en Internet para adoctrinar a los nuevos operativos y les enseñan la manera de perpetrar atentados.

En el complejo escenario descrito, los países del “eje del mal” o aquellos que se oponen a la política injerencista y guerrerista de Washington, deberán tener en cuenta las acciones de guerra cibernética provenientes de Estados Unidos y sus aliados imperialistas, que tienen un carácter ofensivo, dirigido a destruir las redes con infraestructura crítica en sectores claves como la Banca, Energía, Información, Telecomunicaciones, Hidráulico y Transporte. En este enmarañado contexto no cabe la ingenuidad.

Fuente: The New York Times

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares

CUBA, IDEOLOGÍA E IDENTIDAD

por José Steinsleger

La cresta de la confusión entre identidad e ideología se alcanzó a inicios del decenio de 1990, cuando los partidos políticos de América Latina (sin excepción) fueron centrifugados por las hélices de la licuadora neoliberal: apoliticismo posmoderno, implosión en los países del socialismo real, y el cuento de la democracia “como en España y Chile… ¿ves?”.

Pocos años después, con la aparición del EZLN en Chiapas (1994) y el triunfo electoral del Movimiento Quinta República en Venezuela (1998), la identidad nacional y popular de nuestros pueblos volvió por sus fueros. Observación: adictos al simplismo, abstenerse. El articulista no está pensando en nacionalismo y populismo.

La identidad es un concepto subjetivo porque depende de una elección. Podemos cambiar de nombre y nacionalidad. En cambio, cuando políticamente nos expresamos desde lo nacional y popular (una sabrosa enchilada suiza, la defensa de los compañeros de Atenco), fijamos posición objetiva frente a lo que se le opone: la identidad cosmopolita y elitista.

Observación dos: la sustitución de la una identidad por la otra es tarea vana, pues en el mundo de hoy ambas funcionan como vasos comunicantes. Aunque la una, a expensas de la otra. Entonces, si la pretensión apunta a separar la paja del trigo, conviene tener claro si pensamos (o no), con criterio nacional y popular.

Observación tres: el pensamiento nacional y popular no consiste en prescindir de saberes originados fuera del país, sino en valorar las potencialidades del propio para visualizar los resortes de la dominación interna, y las presiones externas que nos impiden ser mejor de lo que somos.

A muchos intelectuales y políticos les atrae más recorrer el camino inverso. El costo va de suyo: aspirar a ser (en el mejor de los casos y sin garantías para ello) talentosos versificadores de lo que otros pensaron y consiguieron, piensan y consiguen en lugares y situaciones distintas a la propia. O, de plano, en cotorras del marxismo y el liberalismo de importación.

Observación cuatro: si en los países ricos (o sea, imperialistas) la exaltación de lo nacional y popular siempre ha sido igual a racismo, exclusión y discriminación, en los países pobres (o sea, saqueados y explotados) conlleva igualdad, derechos, justicia, inclusión.

Las prodigiosas realizaciones de la ciencia y la tecnología no son malas porque fueron engendradas por el capitalismo altamente desarrollado. Son malas (y sin comillas), porque sus beneficios y aplicaciones excluyen a tres cuartas partes de la humanidad.

En consecuencia, desde lo nacional y popular deberíamos preguntarnos por qué nuestros magnates, en lugar de invertir en actividades productivas, sólo aspiran a especular y figurar en la nómina de la revista Forbes. ¿No es triste verlos tan felices y serviles cuando, a la hora de cortar el pastel, los países imperialistas les dan una patada en el culo y, cuanto mucho, les permiten servir la mesa del festín neoliberal, quintaesencia del crimen organizado?

¿Cómo reformular una causa noble que aún es idea? El socialismo no figura en la agenda política de movimientos y gobiernos con identidad nacional y popular (lopezobradorismo en México, kirchnerismo en Argentina) ni en procesos emancipadores que lo invocan (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua): sus políticas son capitalistas.

El socialismo cubano, que responde a otras coordenadas, ha empezado un gran debate para ver cómo apuntalar su economía y conquistas sociales. Lo cierto es que la suerte de la revolución depende, como nunca, de las iniciativas de cooperación, integración y solidaridad que en América del Sur se han puesto en marcha.

A ver, chamanes de las ideologías reveladas: ¿a qué le juegan? No le pidamos más a la revolución cubana, que ya hizo demasiado por quienes la respetan, y por quienes aseguran respetarla peeeeero… Y en este para nada inocente peeeeero, antes que el derecho a la crítica subyace el perfeccionismo marxista, persuadido de que por operación de la Gracia Divina es posible alcanzar y mantener la perfección moral que los trabajadores de verdad serían los primeros en deplorar.

Si queremos ayudar a Cuba, evitemos aturdirla con señalamientos que, a más de ignorar las potentísimas reservas de su identidad nacional y popular, le dictan a control remoto el catecismo de la revolución proletaria mundial. “Como bien recalcaba Lenin…” ¡Por Ochún! Estos recursos verbales de autoridad ya suenan a logia de carbonarios.

Los presupuestos marxistas que se transmiten con frenesí notarial han sido causa de graves perturbaciones ideológicas y sicológicas. ¿Que en 32 páginas de un documento económico-social destinado al congreso del partido de abril 2011, la palabra socialismo aparece sólo tres veces?

Con algunas páginas más, el único momento en que Marx usó en El Capital la palabra revolución, fue para referirse a la técnica. Por último, si mal no recuerdo, Marx dijo en la sexta tesis sobre Feuerbach: El hombre es el conjunto de sus relaciones sociales. Ya lo ve, nadie está exento de apelar a la autoridad.

Fuente: La Jornada

Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí

ir a titulares


Estos textos pueden ser reproducidas libremente (siempre que sea con fines no comerciales) y se cite la fuente.
Las opiniones del Autor no tienen que coincidir necesariamente con las del Consejo Editorial del Boletín.

Si no desea seguir recibiendo este boletín haga click aquí

Cubarte, 2008.