jueves, 24 de febrero de 2011

Silvio Rodriguez y jóvenes cubanos

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Silvio responde a los jóvenes de Cubadebate:

 “Mi suerte histórica está echada”

La idea de la entrevista nació el día en que un dedo mal puesto en una
tecla eliminó el nombre del autor de una crónica dedicada al concierto
de Silvio Rodríguez en el barrio habanero de La Hata. “¿Quién es ‘el
prófugo de la esperanza’?”, preguntó Silvio, aludiendo al título de la
nota periodística. El nombre de Carlos Manuel fue restablecido en la
web por uno de sus compañeros, estudiantes de tercer año de Periodismo
de la Universidad de La Habana que escriben, publican y arman
Cubadebate. No se había refrescado la pantalla todavía cuando el plan
ya estaba en pie: dos o tres preguntas cada uno, incluyendo las de
Rubén, el benjamín, que está terminando el 12 grado y es de los que
más horas le dedica a esta web.

No sucede algo así por casualidad. Los estudiantes tienen entre 17 y
21 años. Los editores algo más de 40. Las noticias que pescamos, los
videos que sugerimos, las fotos que aquí cada uno elige gravitan hacia
todas las direcciones e intereses posibles. Sin embargo, hemos
descubierto que hay un puente donde siempre nos encontramos sin que
nadie se ponga previamente de acuerdo: la música de Silvio, los ecos
que de él llegan, su blog por el que casi todos comenzamos la búsqueda
informativa.

“¿Cómo puedes algo así?”, le preguntaba la editora al autor de ‘El
necio’ cuando ya estaba desatada la conspiración de la entrevista
colectiva. “Pues me saco la lengua todos los días, ante el espejo, y a
veces hasta me pego un poco. No te lo recomiendo pero funciona. Quiero
decir, como conexión, porque es lo mismo que hacía a los 17. Otra
buena es escuchar a Violeta Parra. Bueno, algún día me cuentas de las
tuyas…”, reaccionó él.

No hay manera de saber qué tiempo pasan frente al espejo Mónica,
Rubén, Rafael, David y Carlos Manuel, pero sí cuánto duró el envío de
sus preguntas. En un pestañazo también Cubadebate recibió las respuestas.

Rubén Sánchez, estudiante de preuniversitario
-Es conocida su identificación con el pensamiento de José Martí: ¿Cómo
ve usted las ideas del Maestro a la luz de los actuales desafíos que
enfrenta Cuba?

-Lo difícil de la senda de cambios que afortunadamente hemos comenzado
a transitar, no son en sí los cambios, sino lo que pueden demorarse
por las trampas burocráticas y otras dilaciones. Yo no veo, como temen
algunos, que se esté soltando al lobo para que haga de las suyas, sino
que estamos regresando a la cordura de aspirar al progreso, colectiva
e individualmente, a través de la dignidad del trabajo. Tú dirás: “¿Y
eso qué tiene que ver con Martí?”. Pues si el pragmatismo del mundo
actual nos arroja a la cara lo quimérico de pretender un “hombre
nuevo”, yo veo en eso razones para retomar la aspiración que él
sintetizó con la palabra “Homagno”. Por eso no dudo que de la tierra
en silencio una hermosa voz conteste a quienes deseamos escucharla.

-El 26 de Julio del pasado año, varios artistas e intelectuales
cubanos, entre  ellos usted, asistieron a un encuentro con Fidel.
Luego, publicó varias fotos como testimonio de ese momento: ¿Cómo fue
para Silvio Rodríguez  reencontrarse después de tanto tiempo con Fidel?

-Fue una experiencia insólita, gratificante. Yo no tenía idea de que
iba a volver a tener la oportunidad de estar cerca de Fidel, y cuando
nos saludamos incluso me hizo un comentario sobre mi reciente visita a
los Estados Unidos. “Te diste gusto por allá”, me dijo. Aquel día, más
que nada, fue la gran satisfacción de verlo con capacidad de seguir
aportándonos, como siempre. Ahora recuerdo que aquella mañana fue
también especial porque fue la última vez que pude saludar a Lucius
Walker, que como siempre iba al frente de un grupo de “Pastores por la
paz”. Las fotos fueron muy bien recibidas, cosa que me alegró. Las
hice con un zoom y sin flash, para no molestar.

-Desde hace algún tiempo usted mantiene un blog, a partir del cual se
ha  insertado en el debate de ideas en Internet. Tras esa experiencia,
¿Cómo cree que se puede  utilizar un espacio como este en defensa de
ese “cúmulo de verdades que caben en el ala de un colibrí”?

-Primero debo aclarar que Segunda cita se ha ido construyendo con las
aportaciones de todos los que participamos en el blog. La concurrencia
ha sido mi ayudante. Yo empecé el blog sin un propósito definido, como
ya he dicho. No me pasó por la mente que pudiera formar parte de
debate alguno. Después la vida se fue manifestando múltiple y
vigorosa, como es ella. El blog a veces toma impulso y se me hace
difícil seguirlo. Otras se ralentiza y logro colar, sugerir algo así
como un estado personal de cosas. Pero un blog participativo es la
antítesis de la asepsia. Se parece a la teoría de la mariposa (o del
colibrí): allá se mueve un ala y por aquí todo tiembla, se desvanece,
recomienza.

Rafael González Escalona, estudiante de Periodismo
-Recientemente Joaquín Sabina, abrió un blog, tal como hizo usted hace
unos meses, ¿considera que los cantautores han descubierto un nuevo
espacio para “cantar” sus verdades?

-No sabía eso. Me parece muy bien que Joaquín abra un blog, que en
definitiva es un medio actual de comunicación. No hace mucho alguien
nos mandó un enlace con el blog de Ismael Serrano, del que tampoco
estaba enterado. Me parece que Pedrito Guerra también tiene el suyo.
Yo no conocía esas experiencias y mucho menos he hablado con ellos al
respecto. Así que cuando los vea les voy a preguntar cómo lo ven, para
podérselo contar a ustedes.

-Más allá de las explícita evocación musical, ¿cuáles son los puntos
de contacto entre dos canciones como El necio y Sea señora?

-El necio es una canción rebelde, incluso con lo que defiende. Surgió
en un momento extremo, muy definitorio -el derrumbe del campo
socialista- y quizá por eso el bosque no deja que se le vean algunos
árboles… Sea señora es un poco al revés: una canción francamente
autocrítica que, sin embargo, cierra filas. Es autocrítica porque sin
excusas pide cambios. Es reafirmativa porque convoca a la evolución
sin perder de vista a Martí y a Maceo, figuras raigales de nuestra
libertad como Nación. Pero el principal punto de contacto de estas dos
canciones es que las hizo la misma persona, en el mismo lugar de La Tierra.

- En Reino de todavía usted menciona que “nadie sabe que cosa es el
comunismo”, en una época que podía ser considerada una frase casi
sacrílega. En la actualidad, varios años después, nuestros líderes se
han expresado de igual forma, ¿se considera Silvio profeta?

-La verdad es que pude haberla escrito mucho antes. Pero estoy seguro
de que en 1994 todos los líderes comunistas del mundo tenían tantas
dudas como yo, si no es que más. Puede que les faltara la guitarra.

David Vázquez Abella, estudiante de Periodismo
-Usted en varias ocasiones se ha expresado a favor de la causa de los
Cinco Héroes, ¿ha tenido algún contacto personal con ellos? De ser
así, ¿cómo valora esa experiencia?

-Cuando estuve en los Estados Unidos, en 2010, hablé por teléfono con
tres de ellos. Saliendo de San Francisco recibí la llamada de Antonio
Guerrero. La de Rene González Sehwerert me llegó cuando me desplazaba
entre un laberinto de coches por Los Ángeles. La voz de Fernando
González me sorprendió en una esquina de la playa Santa Mónica. Las
tres llamadas fueron breves pero intensas. Ellos expresaban gratitud
porque en cada concierto les estábamos dedicando una canción. A mi me
resultaba paradójico que ellos nos dieran gracias cuando nosotros no
teníamos cómo pagar su sacrificio.

- ¿Qué reconoce en los jóvenes actuales del Silvio iconoclasta de los
sesenta, en qué se reconoce en esta juventud? ¿Contra qué arremetería
el flaco que compuso Resumen de noticias en esta Cuba del siglo XXI?

-Me reconozco sobre todo en algunos raperos contestatarios, por lo
desafiantes, como yo fui en ciertos momentos en que me sentí
perseguido. Por otra parte, puede que los años me hayan agregado algo
de sobrepeso, pero creo que mis ideas siguen tan esbeltas como fui;
por eso, a la vez que canto contra los prejuicios y a favor de la
amplitud de miras, arremeto contra la ausencia de compromiso, contra
la materialización vulgar y contra el sálvese el que pueda.

Carlos Manuel Álvarez, estudiante de Periodismo
-Cuál es el riesgo, artísticamente hablando, de un disco como Segunda
Cita, tan centrado en la realidad nacional. ¿Pudiéramos decir que el
éxito o el fracaso de la obra -en términos de trascendencia- depende
del éxito o el fracaso de un proyecto social como el cubano?

-Una vez dije que si la Revolución caía, yo caería con ella. Eso lo
mantengo porque una parte esencial de mis canciones tuvo una
inspiración revolucionaria. Hay que comprender que transcurrí de niño
a hombre en la primera década del proceso. Y que casi desde que empecé
a cantar lo hice expresando mi realidad, de la que fui partícipe como
persona, tratando siempre de no quedarme en lo superficial. Fue mi
manera de entender el compromiso con la partecita de mundo que me
tocaba y con el resto del planeta, que también se hacía sentir, y
mucho. Hay un arco que va desde “Mientras tanto”, donde anuncio cómo
va a ser mi canto, hasta “Sea señora”, donde reclamo evolución, sin R,
pero consecuente con nuestra Historia. En esa trayectoria mi suerte
histórica está echada. Espero que quede algo para mi suerte artística.

-Todo buen poeta es ficticio. Todo buen poeta roza con la ubicuidad.
Parece haber un Silvio para cada momento. Un Silvio que tiende la mano
a la hora de definiciones amorosas, de definiciones políticas, de
definiciones ante el tiempo, ante la muerte. ¿Cómo se definiría el
Silvio hombre, el sujeto imperfecto, ante cada uno de estos escollos?

-Whitman decía que se celebraba y se cantaba a sí mismo. Salvando la
insondable distancia, yo he conseguido cantarme a mí mismo, pero
cuando he tratado de celebrarme ha sido como el aliento en un cristal.
Quizá eso explique que tenga pocas canciones hechas desde la plenitud.
Hace años solía decir que cuando era feliz no hacía canciones porque
el goce no me dejaba. Era cierto. Profundizando un poco podría agregar
que hasta sentía pudor de ser feliz, cuando ocurría. En “Pequeña
serenata diurna” lo solucioné pidiendo excusas, pero fue un recurso
que sólo pude usar una vez, como le pasó a Agatha Christie con “El
asesinato de Roger Ackroyd”.

-A través de su blog, muchos jóvenes latinoamericanos han confesado
descubrir, por ejemplo, a Villena y a Eliseo Diego. ¿Hubo tal
intención desde un inicio; el propósito, digamos, de abrir un espacio
en el universo digital para la obra de grandes poetas cubanos? ¿A qué
cree Silvio Rodríguez que se deba su vigencia, su popularidad dentro
de la juventud hispanoamericana?

-Yo sólo he ido poniendo referencias personales en el blog, textos con
los que me identifico. También he solicitado colaboraciones y algunos
me han complacido, otros no (al menos todavía). El caso de Rubén y de
Eliseo es porque son poetas -personas- que me acompañan desde hace
hace mucho tiempo. El garbo de la poesía de Rubén me dejó resonancias.
El susurro revelador de Eliseo me enseñó otro mundo. No son los únicos
citados. También hay cantores de diferentes tiempos y países. Hago
enlaces con artículos diversos, unos de actualidad, otros científicos.
Pero el curso del blog, su pulso, lo ha ido conformando la
participación de personas que he conocido en ese medio, algunos
prácticamente anónimos. A veces mi papel ha sido el de un
interpretador que acude a las respuestas que le ofrecen su formación y
su memoria. Sentir y actuar en sintonía con esa onda colectiva es
parte de lo especial que ha tenido Segunda cita.

Mónica Rivero, estudiante de Periodismo
-¿Qué gana el arte cuando sale de los espacios concebidos para él?

-Hay que tener claro que una cosa es crear espacios para el arte y
otra, muy diferente, es condenar el arte a la rigidez de los espacios.
Yo creo que el arte, donde quiera que se manifieste, crea su propio
espacio y cumple su función.

-¿Dónde y a quién hay que cantarle hoy en Cuba?

-Se puede cantar en la calle, en los parques, en las plazas, en las
peñas, en los teatros; se puede cantar en las prisiones, en las
escuelas, en los hospitales, en los centros de trabajos, en las
unidades militares; se puede cantar cortando las verduras y limpiando
la casa. O sea, en casi todas partes, si se desea, se puede cantar.
Donde único no hay que cantar es donde moleste. Tenemos que aprender a
respetar el silencio ajeno.

-En su opinión, ¿dónde se ubica la frontera entre lo culto y lo
popular? ¿Existe tal frontera, o lo describirías de otra forma?

-La buena música no tiene fronteras ni clase preferente. Los conceptos
de culto y de popular nacieron de la sostenibilidad económica del
arte. La música, como hoy se conoce, empezó a organizarse en el
medioevo, subvencionada por las iglesias, donde además se enseñaba.
Después, para satisfacción de soberanos y sus cortes, se fueron
creando diversas formaciones orquestales. Fue cuando el mecenazgo de
la nobleza mantuvo a virtuosos y compositores. Esto se refleja en la
película “Amadeus”, que sin embargo no explica como un genio como
Mozart, para tocar en los palacios, tenía que vestir librea y comer en
la cocina, con los criados. El ballet y la ópera fueron convirtiéndose
en instituciones de élite en la medida en que fueron necesitando
mantener compañías de músicos, cantantes, bailarines, escenógrafos,
escritores y empleados, lo que sólo podía ser sostenido con altos
precios que pagaban los pudientes. En muchos países estas colosales
instituciones han sido asumidas por el Estado, que debe seguir
cobrando caro para paliar los enormes gastos que implica el llamado
gran arte. De la exclusividad económica surgió la idea de que había un
arte culto, protegido, bien pagado, y otro silvestre y popular, menor,
que crecía como la verdolaga. Hoy día está claro que puede haber
músicos con más formación académica que otros y que, igualmente, hay
grandes músicos empíricos. Hoy día está claro que la música
sencillamente es buena o es mala. Para mí, Hórowitz era el Tata Güines
del piano. Y a Pancho Amat lo considero el Segovia del tres (y cuidado
con eso).

-¿Cuánto le debe su obra a las vivencias de su juventud en los barrios
de La Habana?

-Supongo que más o menos lo mismo que le debe a mi niñez, al río
Arigüanabo, a los montes que envuelven San Antonio. Igualmente le debe
mucho a mis años de soledad como recluta; a mis meses de aventura
marina con los pescadores y al año que pasé en la guerra de Angola. En
esta suerte de bestiario son inexcusables las generosas musas
femeninas. La verdad es que la deuda de mi canción es infinita.

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