Asi como hay Taxi-radio debería haber Taxi-boy-radio, tendrían un poco más de seguridad los
Agentes de la CIA-DINA latinoamericanos.
Un condenado a quien se le da libertad aunque el crimen haya sido probado no debería vivir
en un edificio donde sus vecinos desconocen sus características psíquicas y criminales.
La justicia argentina debería advertir a los habitantes del consorcio de la presencia de ese
Inhumano ser. Eladio González toto
Sábado, 30 de abril de 2011
Sospechan que al represor chileno Enrique Arancibia Clavel lo mató un taxi boy
Tras la hipótesis del robo
Lo asesinaron con once profundas cuchilladas. Investigan un drama pasional, una deuda con alguno de los choferes que trabajaban para él o si un taxi boy le robó y lo mató. Esta última pista es la más fuerte. Faltaban 35 mil dólares del departamento.
Enrique Arancibia Clavel el 30 de septiembre de 2004, cuando recibió una condena a doce años de prisión.
Por Raúl Kollmann
Enrique Arancibia Clavel, el ex agente de la DINA chilena condenado por el doble asesinato en 1974 del general chileno Carlos Prats y su mujer en Buenos Aires, fue asesinado de manera sangrienta en la madrugada del jueves: le clavaron once cuchilladas, algunas en la cara, y con tanta violencia que la profundidad de los cortes llamaron la atención de los forenses. Las hipótesis son tres: un drama pasional, una deuda con alguno de los choferes que trabajaban para él o un taxi boy que terminó robándole y asesinándolo. En principio, para los investigadores la hipótesis más probable es la del taxi boy, ya que según los primeros testimonios requería los servicios sexuales de varios jóvenes. Arancibia Clavel fue encontrado en su departamento de Lavalle al 1400.
El cuchillo con el que lo mataron no fue encontrado y no se trataría de uno de los cuchillos del departamento, sino que el asesino lo habría llevado a la escena del crimen. De la vivienda de Arancibia desaparecieron 35.000 dólares.
En el entorno actual del espía chileno, es decir entre los vecinos, los choferes de sus taxis y los jóvenes que contrataba para mantener relaciones, nadie conocía su pasado como agente de la DINA. Es más, el joven de 21 años que encontró el cuerpo y que empezó diciendo que era su sobrino y terminó declarando que fue su pareja, también dijo que no sabía que Arancibia fue condenado a prisión perpetua. Según surgió de la investigación que en su momento hizo la jueza federal María Romilda Servini de Cubría, Arancibia y el agente norteamericano Michael Townley fueron los que participaron de la operación en la que se puso la bomba en el Fiat 125 del general Prats. Arancibia fue condenado a prisión perpetua en 2004. Luego recibió doce años por el secuestro de dos ciudadanas chilenas y al unificar las penas, en base a un cálculo que luego fue cuestionado, el Tribunal Oral 5 le otorgó la libertad condicional.
El año pasado, después de 36 años, también la Corte Suprema de Chile condenó a los militares, jefes de la DINA, por el homicidio de Prats.
La primera mirada del fiscal de instrucción Marcelo Roma, la jueza María Fontbona de Pombo y los investigadores policiales de la muerte de Arancibia estuvo dirigida a su pasado político. Sin embargo, las características del homicidio rápidamente llevaron las hipótesis a otro terreno. El asesinato con arma blanca no es típico de las venganzas políticas ni de trabajos realizados por profesionales del crimen. Y, además, se suma el hecho de que casi nadie sabía de su pasado y, sobre todo, que el propio Arancibia le franqueó la puerta al asesino. Nadie forzó la entrada e incluso la puerta era blindada.
El ex agente de la DINA tenía varios taxis y contrataba choferes. Los investigadores tienen la versión de que Arancibia estaba en conflicto con alguno de sus contratados por una supuesta deuda. Esto también se está investigando, aunque pocos creen esa hipótesis.
Lo más probable es que el homicidio tenga relación con la vida íntima del ex agente. Los casos de personas de más de 60 años –Arancibia tenía 66–, homosexuales, asesinadas por jóvenes taxi boys, son frecuentes. “En su momento, les sugerimos a las autoridades de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) la realización de una campaña para prevenir ese peligro. Hemos tenido muchos casos”, señaló el profesor de Criminalística Raúl Torre. Por las primeras declaraciones que se tomaron en el caso Arancibia, éste recurría en numerosas oportunidades a contratar servicios de taxi boys.
La impresión de los investigadores es que el homicida conocía bien a su víctima, entre otras cosas porque no revolvió el departamento, sino que sabía dónde Arancibia guardaba los 35.000 dólares que desaparecieron. Por esa razón, el joven que encontró el cuerpo y que dijo ser su pareja no quedó fuera del cuadro de sospecha. Según algunos testimonios, a Arancibia se lo vio con al menos otros dos jóvenes, por lo cual se van a investigar su computadora –chateaba habitualmente– y sus llamadas telefónicas.
Arancibia no estaba maniatado. Todo indica que se sentó en un escritorio y el homicida lo sorprendió por atrás asestándole de esa manera la primera cuchillada. Después de eso vinieron diez más. Según declaró el joven que se presentó como su pareja, no falta ningún cuchillo de la cocina y el arma del crimen no quedó en el departamento. Esto hace sospechar que el asesino trajo el cuchillo consigo y se lo llevó.
Por las características del crimen, los investigadores consideran que no debería ser difícil el esclarecimiento. Es un círculo de pocas personas y es muy probable que el asesino haya dejado rastros en las llamadas de celular y en los contactos por Internet.