martes, 10 de mayo de 2011

Milonga derecho de piso Manuel González Tango argentino

DERECHO  DE  PISO   en   LA  MILONGA ...                                              por  Manuel  González  Perpiñal

 

Nunca lo voy a entender. Una amiga, siempre me lo contaba. Mucha gente habla de eso, y hace añares que no me ocurría.

Pero el otro día visitando por primera vez a cierta milonga de barrio; sentí algo de eso ante las notables negativas de las

féminas habitué del lugar. Y claro; me reí de tal actitud apedreando con bailes a todas las otras muchachas del lugar que eran

la enorme mayoría y luego de hora y media a las que antes no me habían mirado. Pero quiero comentar el hecho, no como

algo personal, sino como algo que desgraciadamente, parece ser aceptado y generado por algunos que bailan hace tiempo, o

los/as que tienen un grupito “cerrado” de amigos en la milonga, que sentados desde su mesa “juzgan” colectivamente y

dictaminan quienes pueden bailar o no con ellos. Son los creadores de estos males quienes crean y creen en las jerarquías de

la milonga, tratando de formarse una imagen bailarín famoso/a o reconocido/a como símbolo de status y fama. Estos escalafones

son tan bajos y codiciosos, que conozco casos verídicos de gente que ha cambiado sexo por fama. El derecho de piso es una

actitud esquiva y huraña, que se ve en algunas milongas, cuando los habitué, conforman pequeñas sectas donde solo bailan entre

ellos o en algunos raros casos con “amigos de amigos” otorgando esto como extraño favor; o solo aceptando a otros si “califican”

luego de extensos ritos y méritos; como por ejemplo bailar con otro/as conocidos antes. Recuerdo la anécdota de una amiga, donde

contaba que una vez en una milonga, tuvo que pedirle al Disc-Jockey, que bailara un tango con ella para que la vieran bailar,

explicándole: Es que si no ven que bailo bien, nadie se arriesga a sacarme y plancho toda la noche!.

 

 

Otra que recuerdo muy bien es cuando escuché a una dama decirle a otra en una milonga del centro: ¡Ah, mirá a fulanito de tal,

bailando con esa tronca! ¡Ahora guay de que me saque a bailar!; u otra en donde un conocido, luego de verme bailar con una mujer

en la milonga, y de sacarla él luego a su vez, me dijo: ¡Che, pero esa mina baila desastroso!, ¿cómo es que la sacaste? ¡ Me clavé

porque te vi bailar con ella !.

Este pensamiento - a mi entender estúpido - que dice:  Si tal mina baila con tal tipo, entonces sí puede o no puede bailar conmigo,

o “Yo quiero bailar con aquel que baila con aquella” que “baila bien” ; genera distancias que perjudican el ambiente social de la

milonga . Además decir “tal baila bien” (*) Puede ser muy subjetivo, por tanto la mujer que para mí baile bárbaro, quizá para un

amigo sea insulsa, tronca, etc.

El derecho de piso existe en muchas milongas, pero solo en muy pocas se ve como algo fuerte y notable y aunque podría,

no nombraré en cuales estoy pensando...

Me siento un entusiasta del baile, y alguien que pone todo de su sentir en la pista a cada tango sin importar el nivel de baile, o si

conozco a mi próxima pareja, y alguien que aprecia y busca el que una dama haga lo mismo. Por eso creo en gran valor del tango

social, porque allí se baila, comunicándose y entregándose constantemente con gente desconocida y de tal vez diferentes estilos,

barrios, culturas, solo por el hecho de disfrutar y compartir música, baile y cuerpo; porque para bailar siempre con los mismos

amigos o parejas, basta con juntarnos en nuestras casas y así ¡Chau milonga!.

El tango nos iguala: Lo maravilloso del Tango social, es que nos iguala, elimina diferencias de escalas sociales y nos permite

tener una comunicación directa, sincera y muy diferente en donde lo que realmente importa es el idioma del cuerpo: Podemos

estar bailando con una Empleada doméstica y a la siguiente tanda con una Jueza de la nación sin que esto le importe un rábano

al baile, la música y la pasión. Por eso me parece que juzgar antes de bailar o pensar que el otro tiene que tener un nivel probado

para bailar con nosotros es perderse algo importante de esta magia (*2) y por eso, me parece muy mediocre el “derecho de piso”.

Por otro lado, no entiendo la desconfianza de los que lo crean. Creo que si tanto se consideran expertos, debieran perder el miedo y

bailar libremente con todo el mundo ya que se supone que cuando uno mas sabe, menos se equivoca y mejor puede manejar

cualquier situación. Pero ¿es que está mal equivocarse? Los que tenemos años de experiencia ¿ no tenemos derecho a equivocarnos?

¿Está mal que los bailarines o maestros conocidos puedan errar?  ¿O es que tienen temor a que los vean bailar mal? Seguramente

quien crea que no puede ni debe equivocarse, ha llegado al  techo de su aprendizaje  (hay profesores/as que no quieren mostrarse

bailando con sus alumnos).  A estos supuestos expertos habitué, parece horrorizarles que alguien que baile con ellos pueda hacerlos

quedar mal delante de su circulo de amigos, profesores, o compañeros bailarines de escenario.  Pues bien,,, que tontería!. Yo siempre

impulso a mis alumnos/as y amigos/as a bailar con desconocidos, gente de otros lados, otros estilos, otras milongas y por sobre todo

a equivocarse mucho y aprender de ello.(*3)  Porque creo que esta facultad del querer y poder bailar con cualquiera, es la esencia

fundamental del buen bailarín o bailarina, también creo que el lograrlo otorga un estatus “interno” mucho mayor y real, que el de ser

campeón Mundial en un festival de tango, ya que el verdadero jurado son las bailarinas y los bailarines con quienes bailemos, y no

gente que nos mire bailar. Opino que quienes quieran sorprender con su baile, debieran hacerlo “bailando” a la gente y no “mostrando”.

 

Poder bailar con todos:

Para lograr esta destreza, hace falta bailar por el gusto de bailar y perder absolutamente el miedo a equivocarse.  También mucho estudio

y práctica pero mas que nada, se logra equivocándose mucho, explorando, teniendo sinfines de errores, y pifias. Tirarse a la pileta todo

el tiempo, salir al ruedo; díganlo como quieran, pero del error se aprende MUCHO, y tal vez mas que de cualquier cosa si estudiamos

bien sus soluciones y correcciones. Y en esto, no podrán mentir los que bailan hace mucho, y los que alguna vez han inventado pasos:

siempre los mejores descubrimientos e inventos de pasos en el tango, nacen de un Equivoco:  Pifiarla, equivocar el camino, a veces nos

muestra un lugar que nunca habíamos pisado ni pensado, y sin embargo cuando lo descubrimos, puede ser increíblemente bueno, y hasta

a veces, mejor que lo que deseábamos lograr inicialmente.

 

Ahora, luego de toda esta explicación, de seguro que vendrá alguna/no que baila hace tiempo y dirá:  ¡ Ah, yo puedo bailar con todos!,

¡pero no quiero!... Porque bla, bla, bla...   Pues bien; sea cierto o no, allí quedará para quienes tengan ese pensamiento; “muerta” u “estancada”

la aventura, la pasión y la adrenalina.  Quien solo baila con su gente amiga o conocida no sabrá de maravillosos descubrimientos indescriptibles,

ni lo que es el “ Amor a primer baile” . O me van a decir que cuando van a una fiesta, un boliche, reunión, asado, casamiento, etc.  No les dan

ganas de hablar, bailar (o seducir) a otra gente “desconocida” ?   O es que rehúsan comunicarse con alguien porque no lo conocen y solo se

relacionan con amigos o amigos de amigos?.  No lo creo;  la vida es aventura, la vida es misterio y riesgo, la vida debe tener adrenalina, y

justamente por todo eso es que “La vida es una Milonga”.   Así lo veo yo al entrar en una milonga: No busco el resguardo de encontrar conocidos;

sino la posibilidad de sorprenderme con nueva gente, nuevas bailarinas, nuevos amigos, nuevas orquestas, nuevos músicos y nuevos vinos.

El que no corre riesgos, seguramente no perderá; pero tampoco ganará demasiado y eso es perder también. (#)   Además, el que no se

arriesga a bailar con alguien que no conoce, siempre correrá el riesgo perderse el mejor baile de su vida que anda esperándonos secretamente

por algún lado. (me lo contó una pitonisa milonguera (*4).    Y bueno, si después de todo esto, no hice reflexionar a alguna gente; antes de dejar

que sigan en su triste pensar y camino, apuesto todas mis fichas evocando al genial Woody Allen; que lo dijo mucho mejor que yo :

 

:_“Si no te equivocas de vez en cuando, quiere decir que no estas aprovechando todas tus oportunidades”.

 

(*) Tener en cuenta que “La milonga”, está pensada para gente que baila de un nivel intermedio para arriba.

(*2) A no ser de que uno ya tenga referencias de que la persona es grosera, maloliente, maltratadora, etc.

(*3) Luego los errores se pulen o corrigen en clases o prácticas.

(*4) O Valkiria para los entendidos.

(#) Ver Anécdota de “Yapa” abajo de todo.

Manuel González

zozedurden@yahoo.com.ar

www.elamague.blogspot.com

 

ANÉCDOTA  de  “YAPA” (*5)

 

Érase una rara noche en donde aparecí en la viruta (digo rara porque es muy raro que yo vaya a la viruta, cosa que solo suele ocurrir

con mucha suerte dos o tres veces al año).  Andaba yo sentado con algunos amigos y amigas “visitantes” (usado en el sentido futbolero),

en la parte superior de la entrada del lugar, antes de bajar las escaleras. Había ya bailado dos o tres tandas, y seguía buscando chicas que

me parecieran relajadas, sueltas o simpáticas (cosa bastante difícil en este lugar) y así me pasé buscando un rato hasta que tuve que

decidirme por alguna otra opción, así que a la lejana distancia (tengo muy buena vista), vi dos damas, una morocha y una rubia sentadas

una junto a otra. Y creí suponer a lo lejos que al menos si no relajada, suelta o simpática la morena era bonita… asi que antes de seguir

dejando pasar tangos, o de marcar los tiempos con mi pié debajo de la mesa, me paré y atravesé media pista (estaba yo muy lejos) en

busca de un baile.   Aquí tengo que aclarar una de mis particularidades: cuando me acerco a proponer el baile a una dama, yo no miro a

nada ni a nadie que esté alrededor y nada mas que a la dama elegida, ya que siempre busco en el camino la atención de sus ojos antes de

estar su lado.   Entonces como decía, iba yo en mi travesía hasta que luego de esquivar mesas, mozos y gente  llegué a su lado. La chica

morena era medianamente joven, demasiado producida para mi gusto y si bien era bonita, no lo era escandalosamente; claro que como

eso poco me importaba, me puse en un lateral cercano como suelo hacer, y con mis ganas de bailar la invité verbal, visual y gentilmente.

La morena en cuestión me miró un segundo a los ojos, y me examinó otro segundo de arriba hacia abajo en lo que pareció ser “físicamente”

–supongo-, y tras medio segundo mas de silencio me dijo –“No gracias”-.  Entonces sin demorarme mucho mas, le sonreí y mas gentilmente

aun le respondí un suave “de nada” inclinando mi cabeza, y me dispuse a retornar a mi asiento muy tranquilamente.

Pero… aquí viene lo interesante:  Luego de girarme y dar mi primer paso de regreso, escucho a mis espaldas un susurro bastante audible que

apurado decía: _ “nooooo!,,,  ¡¡ decile que siii, que baila bien!!!...  Deduje que la voz del susurro pertenecía a la rubia que estaba junto a la

morena anteriormente invitada en la cual no reparé.  Así que sin mostrar sorpresa y causándome mucha gracia  además de una sonrisa en mis

labios, seguí mi camino de retorno sin girarme ni un milímetro.  Pero para mi sorpresa, luego de dar dos pasos más… siento que me llaman ya

¡no con susurros!, si no en voz muy alta,,, y POR MI NOMBRE!!!!: _ Manueeeeel !!!, Manueeel !!!!.  Grande era mi sorpresa y me paralicé

sabiendo que quien me llamaba por mi nombre era la Rubia del susurro, a la cual yo nunca había mirado por mas que la había tenido pegada a

la morena. ¡ Y no sabía quien era !. ¿ Quién sería esta dama que yo evidentemente conocía y no la miré teniéndola sobre mis narices ?

Ya mi curiosidad era demasiada… asi que giré sobre mí y escruté a la rubia detenidamente.  En ella reconocí a una dama con la que había

bailado bastante en mis lejanas épocas de “ La Catedral” (*6).  Y como me llevaba bien con ella, me acerqué y saludándola le dije: ¡¡ Héy,

como estás!!, como si me la hubiera encontrado en cualquier situación normal.   Ella un poco nerviosa me dice: ¡ Bien !, bien…ejem… y …

Ché,,!  Escuchá !, disculpa a mi amiga!   He, he,… ¡ ella no sabía!,,dale ! ¡ bailá con ella !

Allí mi razonamiento tomó las riendas y saltó al galope. Me tomé un segundo muy calculado; luego miré a la morena expectante un segundo

a los ojos y volví a dirigirme a la Rubia que esperaba una respuesta y no hasta después de dejar pasar otro largo segundo, fue que con el inmenso

placer del que siente vengar a muchos caídos; con el placer del que se siente justiciero, le dije a la Rubia mientras miraba a las dos damas…:

¿ Sabés qué ?, es muy bueno que ella aprenda que “ La que no arriesga, No gana ”, y luego de medio segundo, les dije “Gracias” y esta vez

girándome, si hice mi regreso sin susurros ni llamados a mis espaldas, pero llevando como estandarte una nueva, fresca, renovada, divertida

y triunfal sonrisa en mis labios. Que se transformó en pirotécnicas carcajadas sobre la mesa de mis amigos, al narrarles la historia sucedida

hacía instantes con lujo de detalles.

                                                                          Fin

(*5): Yapa es algo extra o un bonus, como un agregado que, generalmente es gratis, .

(*6) Milonga que en la época de Omar Viola “era” de las mejores.