lunes, 19 de diciembre de 2011

Mesa Barrial de Seguridad Navideña Caballito insólito

Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Sábado 17 de diciembre de 2011. Once de la mañana.

Salgo de casa hacia Rivadavia y mi bocina trompetín es un imán para decenas de personas con las que me voy cruzando.   (Ya en José M. Moreno y Rivadavia serán cientos los boquiabiertos).  Al que me mira le cambio el semblante,  avanzo raudo exhibiendo en alto un cartel con grandes letras, donde  ven mi pertenencia a la Mesa Participativa de Seguridad de Caballito Navideña en una cara, y la existencia de la encuesta barrial sobre el mismo tema en la otra.  A todos los niños con los que me cruzo los ojos se les dilatan y les giran los cuellos casi como en el film “El Exorcista”.  Los vendedores ambulantes en la vereda del Parque temen que sea un inspector de la ciudad encubierto, pero no me dicen nada agresivo.  Entro al Parque por la puerta que da a Rivadavia y me doy de frente con la pareja de periodistas del barrio.  Marina Buzio  fotografía secundada por su pareja en la vida y en el diario Nuevo Horizonte.  Los saludo pero hasta que no doy mi nombre no se relajan.  Les pregunto por la gente de las Mesas de Seguridad,  comento como difundiremos  allí en el parque pero también en José M. Moreno y Rivadavia la encuesta piloto para nuestro barrio y casi casi les pido me tomen una foto, pero soy un poco vergonzoso y me voy saludando.   Proféticamente Marina acota…. “te vas a morir de calor”.  Sigo marcando el paso con mis botas a grandes trancos y haciendo un ruido infernal  mi bocina.  La gente azorada y curiosa lee mi cartel.   De mi bolsa roja extraigo sobres con la encuesta y lo entrego a criaturas que están embobadas conmigo.   Pregunto a cada nene….  ¿Vos sos de verdad? … cuando contestan tímidamente… “ Síii..”  añado…. “Ah, pero yo no”….  dale a tu mami (o papi) esta encuesta sobre seguridad para que la llene y así te proteja. ¡ Chau !  Algunos padres con reflejos me fotografiaron con su celular abrazado a sus chiquitos.  Un grupo de veinte mujeres dentro del parque me hicieron bulling  y dale con que me saque una foto con ellas.  Les dije que se callaran y expliqué la mecánica de las encuestas entregándoles sobres y encareciéndoles que participaran.  Por las dudas pregunte (tarde)…..  ¿Qué hacen ustedes, Reiky, esoterismo, mandalas ó venden Tupperware?   Muchas risas pero tuve que dejarme fotografiar y dos de  ellas a mis laterales me rozaron, asi que grité … ¡están abusando de un anciano!.... no les importó y la foto fue tomada.  Pedí me envíen la foto por mail .  ¡ Sí ! dijo una, pero cuando le entregué mi tarjeta (con el rostro del Che Guevara) no se lo que habrá decidido.  Las dejé y desandé mis pasos taconeando por Rivadavia con mis grandes botas negras, para encontrar en Acoyte  a diez compañeros integrantes de las Mesas de Seguridad, (Norte y Sur) que llegaron a realizar el trabajo de divulgación entre los miles de personas que incesantemente transitaban la zona.  Dí mi nombre como si fuera un santo y seña, porque parecían no reconocerme.  Ahí entendieron  y lanzamos la actividad grupal.   Estratégicamente  ubicados mitad en una ochava de Acoyte y mitad en la ochava enfrentada de José M. Moreno interactuamos con los transeúntes, quienes aleccionados por el banner explicativo, animados solicitaban la encuesta, recibiendo aclaraciones de nuestros voluntarios ó llenando allí mismo el formulario.   Trepé a lo que resultaría mi pedestal, un gran cubo de cemento de un metro veinte de altura, que ocupa parte de la vereda en esa ochava, y desde como un Garibaldi sin caballo dominé con la vista a todos, atrapando la atención de todos los que ocupaban las 4 ochavas ó cruzaban en cualquier dirección, por el sonido estruendoso de la bocina que no cesaba de oprimir. Brazo izquierdo y cartel en alto, brazo derecho como las aspas de un molino y exhortando a los vecinos a llevarse a casa la encuesta y entregarla completada en las urnas, que las farmacias de Caballito tienen a la vista.  Desde mi altura disfruto de ver a mis compañeros que se afanan en repartir indicaciones y encuestas a diestra y siniestra derrochando simpatía y calidez.  Noté en el grupo la influencia de nuestro joven sociólogo,  así como la coordinación de Vernet ambos del Ministerio de Seguridad.  Las horas transcurrieron fructíferas y agotaron los formularios de encuesta.  ¡Misión cumplida!  Aun quienes no llevaron la encuesta, entenderán cuando el encargado de sus edificios se la entregue en estos días.  Nos retiramos en buen orden y sin bajas, aunque estuvimos todo el tiempo bajo las recelosas miradas de la Juventud Radical en una ochava y en la otra el Partido Obrero, que envidiaron nuestra motilidad y capacidad de convocatoria, fruto de la pasión para combatir el delito y ganar seguridad para nuestro barrio.  Partí hacia mi hogar sin dejar de exhibir el cartel y atronar con la bocina llegué y entré a Bagatela en Rojas 129, esquina Yerbal y ya a solas en el cerrado local, suspiré, me quité el rojo gorro con la blanca peluca y el pompón apoyándolo sobre la urna de cartón (que me dio el Ministerio) donde los vecinos vendrán a dejar sus valiosas opiniones sobre Seguridad,  sonreí muy cansado pero satisfecho, dejé  sobre el mostrador el cartel de  “UNA SEGURA NAVIDAD”, me descolgué de la cabeza la barba  postiza de nylon blanco, me liberé (por fin) del saco rojo con grandes solapas blancas, el anchísimo cinturón negro con hebillota, descolgué de mi cuello la bolsa de nylon llena de pedacitos de telgopor , que imitaron una voluminosísima panza y tras luchar cinco minutos con cada una de las negras botas de montar me las quité,  junto con los tres pares de medias en cada pié (para evitar callos provocados por el roce de las botas nº 44).  Siguió el pantalón de nylon rojo y el calzoncillo.  Todas las prendas de vestir mencionadas  y la barba chorreaban agua, (no había llovido)  consulté la balancita del baño y había perdido dos kilos y doscientos gramos de peso.  Ya bajo la ducha maquiné ofrecer por internet, el novísimo método para ADELGAZAR MILITANDO , truco que nos permitiría decuplicar por largo la cantidad de participantes en nuestra mesa del Club Oeste y en la del Club Premier.  La inversión sería el mayor problema,  porque los cincuenta trajes de Papá Noel, con barba bigote y bocina no son impensables, pero los cincuenta pares de botas de cuero deben costar bastante hoy.  También es de temer que los Radicales y el Partido Obrero nos denuncien a Clarín, por copamiento de ochavas caballitanas.   Nota:  Quien escribe esta crónica ó confesión, aclara que botas y traje le fueron prestados gratuitamente por la Juguetería Mordor Toys, que comparte el mismo local de Bagatela y el Museo Ernesto Che Guevara de CABA.   

                                                                                                                   

                                                                                                                   Cronista y personaje “Papá Noel y Navidad Segura”

                                                                                                                                                   Eladio González     Toto