domingo, 4 de marzo de 2012

Alberto Granado en memoria de cinco continentes primer aniversario fallecimiento

5 de Marzo de 2012.  Hace un año que el doctor Alberto Granado falleció

en La Habana.  Si alguien desea agregar a esta página emociones que nos

ayuden a todos a entender, soportar y recordar mejor su ausencia puede

enviarme un correo electrónico a  museocheguevara@fibertel.com.ar

El era el padrino de nuestro Museo Che Guevara de CABA-llito.

Un saludo muy tierno a su familia y a quienes lo quieren bien.  

Eladio González  toto   

 

 

HOY    –   5   de marzo de  2011  

El Museo argentino Comandante Ernesto Che Guevara de Buenos Aires

Está de sentido duelo.  Nuestro padrino de inauguración el doctor

Argentino Alberto Granado (cordobés) ha fallecido.   Si alguien desea

Sumar su mensaje a los que leerá a continuación me los envía a

museocheguevara@fibertel.com.ar y  los agregaré en esta página de la

memoria agradecida.     Eladio González   Irene Perpiñal   directores

A nuestro hermano del alma
doctor Alberto Granado Jiménez

Querido Mial:
 
hoy tu Tango quiere al fin "un corte una quebrada", desde Argentina
a donde volviste para apadrinar lo que solamente vos podrias haber
hecho, el Primer Museo Ernesto Che Guevara en Buenos Aires un 16
de Octubre de 1996.

Generosamente enriqueciste, con tus maravillosas charlas, con
tu también "querida presencia", tus consejos a jóvenes que solo
con escuchar tu voz y estrechar tu mano fueron felices, y siguieron
soñando en Ser como el CHE.
 
Una vez dijiste que fuiste un hombre afortunado por ser amigo del
Ché, y nosotros los que tuvimos la suerte de conocerte y compartir
tantas vivencias y luchas, decimos que también la tuvimos pues
fue hermoso y dignificante tenerte tan cerca.
 
Y ahora le dirás a Ché, que cumpliste con creces, que recorriste
el mundo entero llevando su ideario, sus sueños para poder
lograr al fin EL HOMBRE NUEVO, que pudiste ver que va llegando.
 
Un abrazo fortachón y un brindis con ese vino de la victoria.
 
Gracias por todo querido cordobés
 
Por tu Museo, dedicado a ese amigo tuyo al que hasta hoy
honraste, con tu ejemplo y patriótico amor a la Revolución
Cubana. 
 
Irene Rosa Perpiñal
directora
 
Escuela de Solidaridad con Cuba "Chaubloqueo"
Primer Museo Suramericano
Comandante Ernesto Che Guevara de la Serna
Buenos Aires - República Argentina

 

MARIA LUISA ETCHART    (argentina) residente en Costa Rica escribió:

El  otro  motociclista

 

EN MOMENTOS EN QUE LA TIERRA SE SACUDE, INDIGNADA, POR LOS EFECTOS DEPREDADORES DEL ABSURDO Y CIEGO CAPITALISMO, SÓLO NOS MANTIENE EN PIE EL SABER QUE HUBO SERES COMO ESTOS DOS HEROES TAN QUERIDOS Y COMO SEGURAMENTE HAY Y HABRA TANTOS QUE NO CONOCEMOS, QUE ENALTECEN A LA ESPECIE HUMANA.

ADIOS, AMIGO DEL ALMA.  UN ABRAZO SENTIDO.  

 

 

 

DESEO  JUNTAR  MI  NOMBRE  A  ESTE  HOMENAJE  A  ALBERTO GRANADO.  

GRACIAS,     

                             TERESINKA    PEREIRA   (brasileña)

 

PRESIDENTE DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE ESCRITORES Y ARTISTAS

 

(1511 MIEMBROS EN 134 PAISES)

 

Murió el gran amigo del Che Guevara


sábado 5 de marzo, 6:55 PM A los 88 años, falleció el amigo entrañable del Che Guevara, Alberto Granado. El científico cordobés fue compañero del viaje que el Che realizó en moto por Latinoamérica.
"Hoy nos llamó una de sus nietas y nos avisó que había fallecido esta mañana de un paro cardiorespiratorio", indicó Beatriz Cañas Gioda, según consigna DyN.

La directora del Museo del Che Guevara, en Alta Gracia, María Inés Carignani, dijo al diario La Voz del Interior que el compañero de viaje del Che tenía planeado regresar a Córdoba este mes.
"La noticia nos afectó mucho porque era una persona muy dulce, un encanto de persona y cada vez q venía lo veíamos. Fue el gran amigo del Che, el que hizo aquel gran viaje", señaló.

Granado había nacido el 8 de agosto de 1922 en Hernando.
Estudió Bioquímica, Farmacia, Ciencias Naturales, y a los treinta años inició un viaje sin rumbo fijo por toda Latinoamérica con su amigo Ernesto "Che" Guevara.


Ese viaje quedó retratado en la película de Walter Salles, "Diarios de motocicleta", en la que el actor Rodrigo de la Serna interpretó a Granado junto al mexicano Gael García Bernal, como el Che.

Hay hombres que la vida no tiene derecho a arrebatarnos. Tal vez, por eso, nos negamos a admitir su muerte. No, "Petiso MiAl", tú sigues vivo en tu Cuba, tan vivo como siempre...

Falleció en Cuba Alberto Granado compañero del Che Guevara

Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"
Moderadora Lista e-mail Cuba coraje y Coordinadora de la Red Social Hermes

SU DESPEDIDA CON LAS TRES BANDERAS

          Argentina -  Cuba - Venezuela

 

El Dr. Alberto Granado (85 años) médico argentino fallecido hace escasos días en el mes de Marzo, es Padrino de Inauguración del Primer Museo Suramericano dedicado a su amigo el Comandante Ernesto Che Guevara de la Serna.  

 

Alberto aceptó la invitación del Che Guevara en 1960 cuando el rosarino le telefoneó a Venezuela (donde el cordobés trabajaba con

excelente sueldo y mejor futuro en un laboratorio) y se fue a vivir con su esposa e hijita a Cuba.

 

En Santiago de Cuba con otros profesionales internacionalistas solidarios abrió la Escuela de Medicina, donde esforzada y revolucionariamente

educaron a la juventud en los secretos de la salud humana.

 

Año tras año el resultado mostró un envidiable porcentaje de médicos egresados, quienes suplieron orgullosos las vacantes vergonzosas que se

habían producido al triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro, Raúl, Camilo, Che y tantos otros.

 

La manada de COMERCIANTES DE LA SALUD disfrazados de blanco, que habían estudiado medicina y tenían sus consultorios solo en las principales ciudades, se

Habían aterrado de tener que cumplir al pie de la letra el Juramento Hipocrático, que hipócritamente se habían comprometido a llevar a cabo y huyeron

como ratas a Miami.  

 

Es que habían estudiado “solo” medicina y nunca habían vivido el “nacimiento” de una nueva sociedad, necesitaron continuar en el lodo capitalista aunque

en el nuevo lodo masticaran el “well” y el “you” como describió luego magistralmente Nicolás Guillén.

 

Trascurrido medio siglo los que odian y destruyen (los Gobiernos de E.E.U.U.) se vieron apremiados, luego equiparados y al fin e increíblemente SUPERADOS por esa

LIEBRE cubana, que vestida de blanca bata avergüenza a la TORTUGA yanqui y produjo resultados como………..

 

Indice de mortalidad infantil en Cuba bajó a 4.5 por cada mil nacidos vivos en 2010, el más bajo en su historia.

 

Estados Unidos la mortalidad infantil alcanzó el 6.75 por cada mil,     y     13.35 entre los afroamericanos.  

 

Tal vez Barack Obama (afroamericano) crea que robando médicos cubanos logrará que sus compatriotas en etnia y nacionalidad sobrevivan en mayor porcentaje en el primer año de vida.

 

Y es que el Presidente de los Estados Unidos del Robo, tiene mucha razón.   Sería una demostración asombrosa para el mundo que confirmaría que los médicos cubanos ganarían la batalla contra la muerte que los galenos norteamericanos pierden año tras año.

 

Es que el arma que blanden efectiva y letalmente (contra las enfermedades) los profesionales caribeños es EL AMOR al paciente, al enfermo, el cariño al semejante. Cosa desconocida en el capitalismo.

 

Pero el problema es que las y los jóvenes que se recibieron en Cuba, crecieron en la amorosa revolución que los graduó de Nóbeles del amor, la ética y el patriotismo y solo una ínfima minoría de esos que nacieron en Cuba por equivocación aceptarán la miserable propuesta. 

 

Los que si volverán SIN QUE LOS TIENTEN serán los cientos de jóvenes norteamericanos pobres, que están por recibirse de doctores en la Escuela Internacional de Medicina de La Habana. 

 

Porque ellos fueron becados gratuitamente por el pueblo cubano, para recibir esa cátedra de amor medicinal que no se recibe en ninguna Universidad de este mundo enfermo de crueldad y egoísmo. 

 

Y esos jóvenes norteamericanos sí volverán al Bronx a ejercer sus conocimientos, en esos barrios miserables y olvidados por la High Society del Tea Party norteamericano.

 

El joven médico Ernesto Che Guevara vive en cada uno de los médicos cubanos internacionalistas que viajaron a Afganistan, a Chile, a Haití a paliar el dolor humano producto de los terremotos. 

 

La Brigada cubana Henry Reeves hace unos años se desvivía por viajar a Nueva Orleans cuando el Huracán Katrina, pero el predecesor de Obama les negó la entrada a los médicos cubanos.

 

Entonces señores…  ¿ en que quedamos ?   La puerta ¿ está  abierta ó cerrada ?. 

 

Los argentinos de bien saludamos al hacedor de médicos cubanos,  el doctor cordobés Alberto Granado Jiménez (quien gusta cantar tangos y lo hace de una manera deliciosa) y denunciamos al Gobierno de Barack Obama como lo haría su amigo Ernesto Che Guevara:  

 

                                        Por el genocida bloqueo de medio siglo

 

                                        Por la ignominiosa extorsión al mantener presos injustamente tras doce años a los cinco héroes cubanos que luchaban contra el terrorismo.

 

                                        Por no haber cerrado y devuelto a sus legítimos dueños la Base de Guantánamo.

 

La Escuela de Solidaridad con Cuba “CHAUBLOQUEO” y el Museo Ernesto Che Guevara, ambos de Argentina saludan y agradecen al glorioso y sufrido pueblo caribeño que ha sido capaz de brindar semejante ejemplo a la humanidad sin arrodillarse ante el monstruo yanqui.

 

¡ Hasta la Victoria Siempre !   ¡ Patria ó Muerte !.     ¡Venceremos !.      Irene Perpiñal y  Eladio González  (toto)   directores.

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Irene (argentina) escribió

 

querida Adys       
 
nos sentimos profundamente emocionados por el fallecimiento
de Alberto Granado, ustedes saben lo mucho que hemos compartido
aqui y allá durante años con este magnífico hombre que reivindicó
constantemente la figura del Ché, tan olvidada y vilipendiada en
su país de origen. 
El con su infinita generosidad no dudó de volar a Argentina cuando
casi sin conocernos les ofrecimos salir de padrino del Primer Museo
de CHE.
Toto y yo hemos enviado una pequeña nota de recordación y saludo
a él hacia todos los puntos. 
Además También Toto está recopilando notas y pensamientos hacia
él para reenviarlo. 
Querida hermana, espero superes pronto el malestar de salud
y sabés que por cualquier cosa estamos a total disposición de
ustedes. 
un cariños muy grande.       Irene 

 

 

Escribió  Piru  Gabetta   (argentino)

 

...los estoy llamando ma, porca miseria!......nessuno risponde e non e povuto lasciare un mesaggio...un día especial

para mí y tantísima gente  - estoy seguro -  y con muchas ganas de compartirlo con ustedes, sin más.

 

Hay tangos que van sin letra.     Abraccio hondo.         ( estoy en casa)        Piru

 

Carlos Pérez  (argentino) escribió:

 

Acabo de enterarme, con la rapidez que ofrece Internet y que en estas cosas jode tanto, de la muerte de Alberto Granados ... Tipo sensacional, personaje inolvidable y Compañero.

 

En el '98, yo estaba -entre otras cosas que tenían que ver con los DDHH- organizando una campaña por Fray Antonio Puigjané, preso de conciencia (menudo garrón le hicieron comer), por los sucesos de Tablada. Antonio la estaba pasando mal, le habían dado prisión domiciliaria y en la iglesia la pasaba peor que en Caseros... Me entrevisté con mucha gente para hacer varias cartas y campañas, entre ellos llamé a Alberto a su casa en Cuba. Dar con ese contacto fue fácil, estaba entre las direcciones de Cuba que vos mimeografiabas y repartías en el local de "Chau Bloqueo!", para que la solidaridad se de en un ida y vuelta no sólo de cosas materiales, sino de vínculos...

 

Llamé una noche a La Habana, me atendió una cubana con un fondo de griterío de pibes jugando, enseguida me pasó con él, y su voz inconfundible (tan bien recreada por el pibe De La Serna en "Diarios de motocicleta"). Le expliqué porqué llamaba y cómo había llegado a él, y enseguida se puso a la orden, sin dudar. Conocía el caso y se apuraba por sugerir varias maneras de dar una mano. Lo único que le preocupaba era cómo funcionarían los correos de Cuba y Argentina, si él tenía que hacer llegar algo por escrito... :)

 

Recién, cuando me enteré de esto, volvió ese recuerdo. Cómo estás en el medio de esa anécdota y sé que eras amigo de él, entre por acá a darte charla y hacerlo presente en su dimensión de Compañero.

 

Un fuerte abrazo,    Carlos D. PÉREZ   

 

 

Susana prima de Alberto Granado escribió:

 

Queridos amigos de Alberto y por lo tanto míos. No los escuchaba hacía rato. Porque cuando uno lee también escucha. Y si con alguien quería y quiero compartir la muerte de Alberto, dicho así , a lo bruto como tanto él como yo muchas veces decíamos las cosas, era con ustedes.

 Les quería decir que qué hermosa fue y es esa amistad , que gracias por todo lo que lo hicieron  y dijeron, lloraron y rieron con él y por él .

Un abrazo muy largo , fuerte y  sentido a los dos .

                                                                                                        Susana

 

 

Artículo publicado en la Prensa Escrita “Sierra Maestra” Órgano del Comité Provincial del Partido Santiago de Cuba ISSN 086-0998  Semanario del Sábado 12 de marzo de 2011 Año 53 de la Revolución Año LII No. 10

 

ALBERTO GRANADO MÁS QUE “EL AMIGO DEL CHE”

Periodista: Orlando Guevara Núñez.

 

El nombre de Alberto Granado, recientemente fallecido, para los cubanos estuvo siempre asociado a otra denominación: el amigo del Che. El recorrido de ambos, en motocicleta, por el sur de América, ha sido ampliamente difundido. Sin embargo, la estatura de este hombre sencillo ganó por derecho propio un lugar en la historia cubana, con huellas indelebles en la ciudad de Santiago de Cuba.

 

El Che y Alberto compartieron sueños y aventuras. La propia lucha los separó. El Che vino para Cuba y él se quedó en su Argentina. Pero ni el tiempo ni la distancia se interpusieron a una amistad que burló siempre el olvido.

 

Al Che lo fascinó la lucha por la liberación de Cuba, y acompañó a Fidel para “liberar el Verde Caimán que tanto amas”. A Alberto lo cautivó el deseo de sumarse a la lucha revolucionaria cubana, como constructor de una nueva sociedad, vislumbrada en sus sueños juveniles.

 

Así desde el año 1961 decide vivir en Cuba. Y en 1962 viene para Santiago de Cuba, junto a un grupo de profesores, cuya misión fue fundar la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente, cuyo primer claustro tiene registrado su nombre, en febrero de 1962. Al año siguiente, está entre los creadores de la entonces Escuela de Estomatología santiaguera.

 

Muchos eminentes profesionales de la salud en Santiago de Cuba y otras provincias, fueron sus alumnos y lo recuerdan hoy, además de cómo amigo del Che, como forjador de la obra conquistada. Uno de ellos, el doctor Wilkie Delgado Correa, escribió sobre Alberto Granado: “Además de su desempeño como profesor de Bioquímica era parte del pequeño núcleo de dirección que enrumbaba la institución naciente, y ya a inicios de 1964 se encargaba de la coordinación de los estudios de la carrera de Estomatología.  Ambas escuelas, integrantes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Oriente, deben mucho de su desarrollo en esos primeros años a la labor fecunda del profesor Granado –mi profesor- y al pequeño grupo de docentes cubanos que abrieron las puertas de las ciencias a decenas y cientos de estudiantes surgidos del seno de las clases pobres del pueblo cubano. Como también le dibieron sus aportes, otras instituciones académicas y científicas de la Habana, donde radicó a partir de 1967”.

 

El pasado año, la ahora Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, se honró a sí misma al otorgarle a Granado la categoría honorífica de Profesor de Mérito, recibida por él con la sencillez y la modestia que sabemos compartió también con  el Che.

 

Así su reencuentro con el compañero de aventuras e ideales, fue el camino que lo convirtió definitivamente en un revolucionario cubano, que es mucho más que la de ser por sí honrosa condición de “él amigo del Che”

EL MOVIMIENTO ARGENTINO DE SOLIDARIDAD CON CUBA (MASCUBA) ANTE EL FALLECIMIENTO DE ALBERTO GRANADO

            Ante la infausta noticia de que en el día de hoy, 5 de marzo, falleció en La Habana, Cuba, el científico y escritor argentino Alberto Granado, MASCUBA expresa su más sentida condolencia a su familia y compañeros de trabajo, de vida y militancia.

            Granado es generalmente recordado como un gran amigo de Ernesto Che Guevara, que hizo con él un viaje por América Latina que coincidió con el afianzamiento de los ideales revolucionarios de quien sería el “Che”.

            Eso es cierto. Pero hay que agregar también que Granado fue un científico, un trabajador, un escritor, un viajero incansable para acercar a los pueblos. Y, sobre todo, un agradecido a Cuba, la Patria de José Martí, donde terminó radicándose hasta el final de sus días, cuando murió a los 88 años.

            Muchos integrantes de MASCUBA gozaron de su amistad, relatos, conversaciones y charlas, en actos públicos o en el mano a mano de su casa que abría generosamente a los amigos. La relación entre Argentina y Cuba pierde así a uno de sus mayores embajadores sin rango diplomático sino graduado por la vida.

            Compañero Alberto Granado: seguiremos trabajando siempre por la amistad y solidaridad de Argentina y Cuba.

            ¡¡Hasta la victoria siempre!!    Buenos Aires, 5 de marzo de 2011  Coordinación Nacional del MOVIMIENTO ARGENTINO DE SOLIDARIDAD CON CUBA.

Quetty de Río Cuarto (argentina) escribió:

HOLA TOTO:          Vos que lo conocías y lo apreciabas tanto al Dr. Alberto Granado, vos que sabías de todos sus sueños, de todos sus logros, de todo su aporte a la Revolución durante tantos, y tantos años, vos que sabías que `pudiéndose ir de Cuba, nunca se fue....    ¿¿¿ Porqué no escribís un artículo ???
 
Muchos lo necesitamos....       
                  Un abrazo  QUETTY ( "la inquieta Quetty" de Río Cuarto)

 

 Escribió Adriana Vega  (argentina)     ¡¡ HASTA LA VICTORIA SIEMPRE HERMANO, AMIGO, COMPAÑERO !!  

 

Escribió Eladio González toto     (argentino)

 

Queridas amigas Susana Sanguinetti y Quetty Subirachs: 

 

Mi fraternal pésame por la ausencia del primo de una y el amigo de la otra.

 

Ambas están en Córdoba, solo que Susana está en Capital y Quetty en Río Cuarto. 

 

Recuerdo cuando Alberto fue invitado a esa Universidad gracias a tus buenos oficios Quetty y allí disertó. 

 

Les seguiré enviando material y quedo abrazado a ustedes.   Toto

 

 

escribió Susana (prima argentina y cordobesa de Alberto Granado)

 

Lunes, 14 de Marzo de 2011

Gracias Eladio.      Es cierto, Quetty se rompió toda por la ida de Alberto a Rio cuarto. Fuimos los dos en mi auto

 y que maravilla son los viajes con música de fondo la cosas que surgen en las charlas.

 

Cuando me habló Deliecita para contarme no podía parar de llorar.    Acababa de morir y Delia chica me decía:

 

Tía no llores que el papa guaracheó toda la noche y se murió durmiendo a la mañana, recién, muy tranquilito.

 

Sabés que me hacía llorar más, el que habíamos estado hablando veinte días antes, porque venían a casa a mediados de abril .

 

Bueno , les pido si tienen el mail o el teléfono de Rodrigo de la Serna me la manden  porque creo que para él debe

haber sido también una gran pérdida

 

Un abrazo Susana

 

Ahhh.. vienen Albertico, Delia y dos nietas el mes que viene a tirar las cenizas.

 


sáb, 5/3/11, La Polilla <labaez@gmail.com>   (cubana)

No puedo dejar de pensar en este momento en uno de mis libros preferidos, La Tregua, de Mario Benedetti, cuando al personaje principal le dicen "Falleció Avellaneda"... así de doloroso fue leer la noticia y ver esa palabra: "falleció", que intenta inútilmente arrancar de la vida a este hombre, a este argentino que exhalaba magia, alegría, ganas de vivir... Hablar con Granado era sentir el aura del Che flotar entre nosotros, era sentirse joven, era sentirlo joven... aún lo recuerdo brindándome su mate, aquel mate que compartimos -y recuerdo su risa alegre al ver mis muecas- junto a aquellos argentinos que me hicieron el regalo maravillos de llevarme con ellos en su visita a Alberto. Permítaseme el lujo de nuevamente compartir con ustedes nuestra foto juntos...

Hay hombres que la vida no tiene derecho a arrebatarnos. Tal vez, por eso, nos negamos a admitir su muerte. No, "Petiso MiAl", tú sigues vivo en tu Cuba, tan vivo como siempre...

Falleció en Cuba Alberto Granado compañero del Che Guevara

 

 

Estimado Carlos Pérez.     Tu mensaje tuvo la cualidad de hacerme meter más en el duelo, que con mi pareja vivímos desde el fallecimiento,

pero además nos acarició heridas que no se ven pero que existen.    

 

Nos trajo nostalgia por la situación actual del querido Fray Antonio, a quien encontrábamos para nuestra dicha en varias actividades hace un par

de años, pero a quien hace rato no vemos.

 

Hermosa la anécdota que pinta a tres amigos, interconectados Puigjané, Granado y el gaucho Pérez.      Gracias mil Carlos por tu mensaje,

 

Lo necesitábamos, no sabíamos de quien llegaría, ni cuando.  Bueno, ocurrió, nos escribiste y nos hiciste mucho bien.

 

Un fraternal y agradecido abrazo. 

 

Eladio González   Irene Perpiñal  directores.

 

 

El 1º de Marzo escribí una brevísima semblanza del Padrino de nuestro Museo Che Guevara.

Cuatro días después el doctor Alberto Granado en sueños dejó el mundo de los vivos,  para

reencontrarse con su querido amigo el Comandante Ernesto Che Guevara.    Toto

foto: el Doctor Alberto Granado sometido a un acoso ó bulling.   Con pañuelo rojo de pionera al cuello,

la vicepresidenta de Chaubloqueo Alicia Molinari de Carrau lo encierra por derecha.

Zurda al escribir ó en emociones mi pareja Irene Perpiñal  directora del Museo Ernesto Che Guevara de

Buenos Aires, se enternece con el facultativo argentino anclado en La Habana.       

 

Demás está decir que estoy celoso. Toto.

 

 

El balsero argentino en Venezuela, se había convertido en un balsero argentino en Cuba, más precisamente en Santiago de Cuba.  

 

Es que el joven doctor Alberto Granado había recibido un llamado telefónico de su compinche, compañero de viaje por Suramérica.  

 

Aceptó no muy convencido que el Che le conminara (entre amigos) a sumarse a la revolución.

 

Los médicos cubanos se habían escapado con mucha premura a Miami, hasta gasas y algodones se llevaron.

 

La fama de los médicos cubanos comenzó a forjarse a partir de que ese cordobés, que tan cómodo estaba en Venezuela

(petrolera) con su excelente salario, y feliz con su joven y seductora joropera (entiéndase señora decente venezolana pero

que baila muy bien joropos) y su primera heredera nacida en Venezuela,  llegó a La Habana y junto al Ché Guevara “DIGIRIÓ” un discurso de solo 4 horas en la

Plaza de la Revolución pronunciado por un íntimo amigo de su amigo el Che. 

 

Era Fidel Castro Ruz , el orador y cuando el “Patria o Muerte”, “Venceremos” y los gritos de la multitud se diluyeron, Ernesto Che Guevara miró al Petizo doctor Alberto Granado, a su amigo cordobés, ese amigo mayor que le había permitido montar en su moto y en sus sueños y recibió una respuesta:  “me quedo”.

 

Se quedó en Santiago de Cuba,  con muchos otros profesionales del amor a la medicina internacionalista, canadienses, italianos

norteamericanos, peruanos, argentinos a mas de el, españoles, ingleses libraron la mejor de las batallas.

 

Educaron a millones de cubanos para que hoy Cuba esté en el podio de la humanidad PRIMERA, no solo por su capacidad intelectual

y profesional, sino por su capacidad amorosa materia que está en déficit en las maravillosas y modernísimas Universidades de la globalización.

 

La Medicina cubana es hoy internacionalista (factor asombroso) y principal por que la define como fraternal para la humanidad.

 

Por 1996 el doctor Alberto Granado pisó la avenida Corrientes en Buenos Aires y dió el discurso inaugural en el Primer Museo Ernesto Che Guevara, no solo de Argentina sino de Suramérica, como Padrino del mismo que aceptó ser.

 

Nos distinguió no solo con su presencia y tenemos una deuda para con él, que hoy escribe un nuevo libro.

 

Doctor Alberto Granado, querido:  viajás hasta otro Reparto (barrio cubano)  ó provincia (cubana) ó a otro país, como lo haces permanentemente,

Repartís maná entre los hambrientos de justicia y ética.  Es tu tarea hablar de tu amigo, del insomne, del guerrillero, del Ministro, del Director del Banco de Cuba, del “Pelado”, o de “Fuser” como vos y sus conocidos y familia le llamaban.

Solo que el creció, como crecen los afectos infantiles o de juventud dentro nuestro.   Claro para colmo tu amigo se inmortalizó.

 

Elegí un siglo “petiso”  hacia el futuro, y te aseguro que el nombre del Che Guevara te habrá arrastrado a tiempos impensados.

 

Pero allá estarás doctor Alberto Granado,  la humanidad estará hablando ó pensando en vos, dentro de dos siglos.

 

¿Por qué?   Preguntale a ese jovencito que no solo se dejó seducir para un viaje iniciático, sino que te lo impulsó, adornó e inmortalizó.

 

 

Un abrazo grandote Alberto.    Tu amigo   toto     director del Museo Ernesto Che Guevara de Buenos Aires, del cual sos Padrino.

 

 

difunden: 1er. Museo Histórico Suramericano " Ernesto Che Guevara "  la  Escuela de  Solidaridad con  Cuba " Chaubloqueo " y el  Centro de  Registro de  Donantes  Voluntarios de  Células Madre -  Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local  Capital - AAC 1405 - Buenos Aires - República Argentina  telefax:  4- 903- 3285 Caballito  

email: museocheguevara@fibertel.com.ar   http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"  Cinco Héroes Cubanos llevan 12 años presos en

Estados Unidos enterate ingresando a

www.argentinaporlos5.blogspot.com

 

franklin ledezma <escritor08@yahoo.es>
6 de marzo de 2011
Falleció en Cuba Alberto Granado compañero del Che Guevara

Identidad plena en el dolor de la familia y amistades, de su heroico pueblo cubano-argentino-Indo Americano, por la extinción corporal de ALBERTO GRANADO, un HOMBRE INTEGRO, revolucionario de cuerpo entero y solidario a tiempo completo, quien hizo suyo el supremo ideal libertario del Comandante Invencible, CHE GUEVARA, con verdadera paz, justicia y crecimiento sustentable en y de espacios geográficos tan suyos, tan nuestros, de todos los que, como ellos dos, vivían -vivimos- el horror multiplicado e incrustado en la epidermis mundial, por el imperio depredador.. 

 

Sustentamos el pensamiento cierto de la formidable Colega Rosa Cristina, porque, efectivamente, únicamente muere la persona que se olvida y el extraordinario combatiente integral, ALBERTO GRANADO, VIVE, VIVE   en los corazones familiares, de los ciudadanos  de la Patria grande por la que luchó, en cada página de la obra extraordinaria de su vida y en la consigna irrenunciable que une e incentiva la EMPRESA solidaria, la misma que abrazaron el CHE y ALBERTO: el diseño de un mundo diferente. Ellos nos señalan la ruta verdadera hacia esa colosal meta. Abrazos y adelante, siempre adelante. 

Franklin Ledezma Candanedo

 

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Elegía para el doctor Alberto Granado que ha fallecido

 

Solidaridad c/Cuba Alte. Brown [mailto:comialtebrown@yahoo.com.ar] (argentinos)

                                                              Longchamps, 6 de marzo de 2011-03-06

 

Casi ni te nombrábamos, pero todos sabíamos que ahí estabas, con el mate siempre listo, en tu casa de nuestra querida Habana…Infaltable invitado, cuando de homenajear a tu amigo se trataba.

Los que aprendimos con el cuero lo que significa un amigo, los que tímidamente emprendimos una aventura con él, quizás, quizás sepamos un poquitín más como mutuamente nos dejamos huellas. Por eso, seguro que Ernesto, en su accionar revolucionario llevaba algo de vos. Por eso, cada vez que alguien te visitó, o participamos en alguna actividad, con tu entrañable presencia sentíamos en vos parte de tu amigo.

No derramamos lágrimas, nos estás haciendo derramar chorros de tinta tratando de encontrar la frase justa que se adecue a la magnitud de tu humildad.

Querido Alberto Granado, tu decisión de convertirte en cenizas y esparcirlas por los lugares emblemáticos de tu vida, te hará renacer a cada instante.

Nada ni nadie podrá impedir que nuevos pares de jóvenes amigos, salgan a modelar las utopías caminando la profundidad de Nuestra América. Y cuando en las arenas bailen los remolinos, algunas de tus partículas se elevarán, revolotearán por sus cabezas manteniendo vigente la inmortal idea de La Revolución.

De Cuba traigo un cantar

Música, historia, actualidad de la Isla Caribeña

Domingos de 19 a 22 Hrs.

AM 1580-Radio 26 de julio

San Martín 513-Longchamps

4233-4848/5560

decubatraigouncantar@yahoo.com.ar

www.radio26.com.ar

¡¡ Libertad YA  a los 5 cubanos presos en EE. UU.
por luchar contra el Terrorismo !!

COMISIÓN DE SOLIDARIDAD
 CON CUBA DE ALTE BROWN

 

 

escribió:  Carlos Alzugaray  (cubano)    5 de marzo de 2011  

Querida Rosa Cristina:

Lamento mucho el fallecimiento de Alberto. Lo conocí en Argentina en la década de los 70 cuando trabajaba en la Embajada de Cuba en Buenos Aires. Pocas veces he conocido a una persona tan modesta pero que tanto aportó a la historia de la emancipación de nuestro continente.    Quiero, a través tuyo, dejar constancia que el nombre de Alberto Granados quedará por siempre grabado en la memoria de todo latinoamericano y caribeño honesto y de buena voluntad.

Sirva este mensaje para rendirle un justo homenaje.  Un abrazo,     Carlos

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carmen baez  escribió

El ultimo regalo guevarista que nos dio fue su colaboracion directa en la hermosa pelicula " Diarios de motocicleta", viajo a casi todos los puntos durante la filmacion ofreciendo detalles, recuerdos, autenticidad, amor y compromiso.

Hasta la victoria siempre compañero Alberto Granado!!!

 

 

ADRIANA VEGA

Saturday, March 05, 2011     Falleció Alberto Granado, amigo del Ché y de Cuba.

SIN PALABRAS PARA PODER DECIR LAS MEJORES QUE MERECE ESTE SER-DUENDE QUE NOS ABANICO LA VIDA CON TERNURA, LEALTAD Y FERVOR REVOLUCIONARIO.

QUERIDO ALBERTO ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE! 

 


 

Edgar Ponce Iturriaga  EMBAJADOR  DEL ECUADOR EN CUBA  escribió:

 

      ALBERTO GRANADO…   ¿ HASTA CUANDO ?   ¡  HASTA  LA   VICTORIA  SIEMPRE !

Acabo de recibir la noticia que Alberto Granado ha muerto, y los recuerdos se agolpan en mi mente y el corazón se estremece porque su recuerdo imprimió bondad, humanidad, consecuencia, amistad a flor de piel.

 

Parecía que cuando conversaba, llegaba el Che a compartir con su amigo querido y bueno, que hoy emprendió viaje a la eternidad.

 

Nunca estuvo indiferente frente a lo que ocurría en cualquier parte del mundo; una victoria de cualquier país sobre el imperialismo, era también su victoria, y su rostro y su voz alardeaba de admiración a su Ché, a nuestro Ché eterno, a sus amigos Fidel, Raúl, Hugo, Rafael, Evo, Daniel y a su Argentina querida.

 

Rindo mi homenaje, mi recuerdo a quien se elevó con humildad al altar de los que no se olvidan porque son la historia de América.

A Delia, a sus hijos,

a sus nietos,

a Laubren, a sus amigos.

 

Sábado 5 de Marzo/2011    10.35 Hs

 

EFE 05-03 13:55 CUBA-OBITUARIO
Fallece Alberto Granado, amigo y compañero del Che en su viaje en motocicleta

La Habana, 5 mar (EFE).- Alberto Granado, el amigo y compañero del guerrillero Ernesto "Che" Guevara en su viaje de juventud en motocicleta por Suramérica, falleció hoy en La Habana a la edad de 88 años, confirmaron a Efe fuentes familiares.

 Granado, nacido el 8 de agosto de 1922 en Córdoba (Argentina) y afincado en Cuba desde 1961, falleció de muerte natural, explicó su hijo Alberto Granado.

 La televisión estatal cubana definió hoy a Granado como un "fiel amigo de Cuba" y detalló que, según su voluntad, será incinerado este sábado en La Habana y sus cenizas se esparcirán en Cuba, Argentina y Venezuela.

 Amigo de la infancia del "Che" Guevara, fue su acompañante en el iniciático viaje que emprendieron en motocicleta en 1952 por Surámerica, un periplo que despertó la conciencia política del guerrillero argentino.

 Sobre "La Poderosa", la moto de Granado, recorrieron buena parte del cono sur hasta que, nueve meses después, se separaron en Venezuela.

 Esa peripecia fue llevada al cine en 2004 en la película "Diarios de motocicleta", dirigida por el brasileño Walter Salles e interpretada por el mexicano Gael García Bernal en el papel del "Che" y el argentino Rodrigo de la Serna como Alberto Granado.

 Tras ese viaje Granado regresó a Argentina para trabajar como bioquímico, pero, tras el triunfo de la revolución cubana, el "Che" le invitó a ir a La Habana y, un año después decidió afincarse en la isla con su esposa, Delia, y sus hijos.

 En 2008 Alberto Granado viajó a Argentina para participar en las celebraciones del 80 aniversario del nacimiento del "Che" Guevara en la ciudad de Rosario.

 Su último viaje al exterior fue a Ecuador hace algunos meses, según dijo a Efe su hijo, quien destacó que su padre fue un "gran revolucionario" y un hombre que amaba mucho la vida. EFE 

Delia Pardo (argentina)  escribió:  

 

por la muerte del doctor Granado, especial ser humano de personalísima trayectoria, que deja un vacío sin duda.  

Pero su memoria, tan unida a nuestro entrañable CHE, lo mantendrá vivo en nuestro afecto.

 

Ruben Forgione escribió:     Toto, tuve la oportunidad de conocer a Alberto Granado en su casa de Miramar

en el año 1995, un hombre sencillo lleno de sabiduría, escuchamos anecdotas de sus experiencias con el Ché.

Realmente es una perdida muy grande.  Seguramente seguirá su camino de vuelta en compañía de Ernesto.

Saludos

 

Irene Perpiñal (argentina) escribió:

 

Querida Adys:
 
nos sentimos profundamente emocionados por el fallecimiento
de Alberto Granado, ustedes saben lo mucho que hemos compartido
aqui y allá durante años con este magnífico hombre que reivindicó
constantemente la figura del Ché, tan olvidada y vilipendiada en
su país de origen. 


El con su infinita generosidad no dudó de volar a Argentina cuando
casi sin conocernos les ofrecimos salir de padrino del Primer Museo
del CHE en Buenos Aires, Capital.


Toto y yo hemos enviado una pequeña nota de recordación y saludo
a él hacia todos los puntos.
 
Además también Toto está recopilando notas y pensamientos hacia
él para reenviarlo.
 
Querida hermana, espero superes pronto el malestar de salud
y sabés que por cualquier cosa estamos a total disposición de
ustedes.
 
un cariños muy grande.    
Irene Perpiñal 
 


Adys Cupull (cubana) escribió:

 

Irene querida y Toto.

Yo no he estado muy bien de salud, y estoy caminando poco.

No obstante continuamos, hay que seguir.

y pronto les enviaré un comentario  sobre la actividad del día 8.

Recordamos  a todas  a través de una bonita representación..

 

Todavía no hemos recibido la tierra de  San Lorenzo,

está en Ciego de Ávila.  Veremos cómo hacemos.  

 

Irene, este comentario de Bolivia Tamara,  está muy  propio.

 

Es bien que los argentinos lo conozcan y el mundo.

 

Froilán está en Bolivia con Leandro.

 

 

Siempre junto al Che:       Alberto  Granados

                                              

                                                 por:   Bolivia Tamara Cruz Martínez.   

                                                        Radio Progreso en Villa Clara. 

 

“Quiero que mis cenizas descansen también en Cuba, cercanas al Che  en el Museo Memorial de Santa Clara”, dijo a su familia antes de morir Alberto Granado Romero.

 

Desde el pasado 11 de marzo  y en ceremonia familiar, fueron depositadas  sus  cenizas en  la Plaza de la Revolución que lleva el nombre del Guerrillero de América.  De igual manera  se realizará esta  ceremonia en Argentina el 25 de marzo y en Venezuela a inicios del próximo abril.

 

 Alberto Granado, acompañó al  Che Guevara en el viaje que realizaron en su juventud por Sudamérica. Lo recordó siempre como al “Fuser”,  apelativo que usaba  para referirse al Che, y hablaba con orgullo de “la Poderosa”, el apodo que los entrañables amigos le dieron a la motocicleta que los llevó por el continente andino en 1952 y les permitió conocer la realidad social de la región.

 

Nueves meses después se separaron en Venezuela y el Che regresó a Buenos Aires a dar sus últimas materias de Medicina. Granado, que ya era bioquímico, consiguió trabajo en un hospital. Conoció a la joven Delia y se casó.

 

En 1960, al Triunfo de la Revolución Cubana, los amigos se reencontraron en La Habana. Granado Romero para ese entonces ya era médico de formación. Vivió en Cuba desde el 23 de marzo de 1961y  dirigió un departamento de Genética hasta su retiro en 1994.

 

A inicios de este mes falleció  de muerte natural Alberto Granado Romero, a los 88 años de edad  en la Habana. Como acto de última voluntad, pidió a sus familiares que sus restos   viajaran de nuevo por América Latina  para al final ser ubicados en  tres naciones estrechamente vinculadas a su vida, Argentina, Venezuela y Cuba.   

 

Desde el  11 de marzo en la  Plaza Revolución Ernesto Che Guevara  parte  de sus cenizas fueron depositadas muy cercanas a los nichos donde descansan los restos del Che y sus compañeros del destacamento de refuerzo.

 

 

El amigo del Che Guevara, doctor Alberto Granado ha fallecido en Cuba el 5 de Marzo de 2011.

apasionado por el Tango a pesar de vivir “anclao en La Habana” se dio el gustazo allá

por el 2004 de protagonizar la anécdota que les comento:

 

“ ULTIMO  TANGO  EN  BUENOS  AIRES ”        por  (Toto  González)

 

Dos seres, una mujer y un hombre que nunca se habían visto y quizá nunca más en sus vidas se verán, están abrazados.

 

Las mitades superiores de sus cuerpos inmóviles, contrastan con las inferiores que cadenciosamente se mueven.

 

Un abismo - puente de sesenta años los separa y une. 

 

No están solos, una pequeña multitud, de pié y expectante los observa, rodeándolos desde los cuatro puntos cardinales del antiquísimo salón de la Sociedad Helénica en la ciudad de Buenos Aires, sobre la avenida Raul Scalabrini Ortiz.

 

Los rostros hieráticos, soñadores, concentrados de hace pocos minutos han dado paso a un común denominador de semblantes plácidos, conmovidos, condescendientes, cómplices con el rito que la joven y el anciano están llevando a cabo.

 

¿ Rito iniciático ?  Muda transmisión tribal,  en la que el anciano sabio no habla, sino con su mano en la cintura de la muchacha, ordenando los desplazamientos que marca la cadenciosa música.

 

Cinco minutos atrás el hombre de blancos cabellos vibraba de ganas, marcando el ritmo con golpes de su mano sobre su mesa,  mientras veía bailar a todos los que ahora le miran.  

 

Cuando lo mentaron ante los presentes, a él y a su amigo y compañero de viaje Ernesto Che Guevara, asimiló los aplausos y con su tranquilo andar se paró en el medio del salón, agradeciendo. Más que su voz nos llegaba su emociónado convencimiento.

 

Cuando finalizó de hablar los aplausos premiaron su digna presencia e intentó retornar a su mesa.   Como amigo del cordobés y director del Museo “Ernesto Che Guevara” me planté junto a él en el centro de la pista agitando dos banderas argentino cubanas y pedí a gritos una dama voluntaria que aceptara ser pareja del doctor Alberto Granado, en su “ ULTIMO TANGO EN BUENOS AIRES”.  (no me fuera a pasar lo que a Quetty de Rio IV).

 

Una bella y joven damisela “causalmente” dio un paso de su alma al frente y cayó en brazos del “Petizo” ó “Mial” como indistintamente le llamaba el Che.

 

                                            -  2  -

Como en un sueño, los compases de la música ciudadana traspasaron nuestros tímpanos para fundirse con lo que nuestras pupilas captaban, amasando una emoción que nos embargó a todos.

 

Juro que todas las mujeres presentes sentían esa nudosa mano del

“ Petizo ” en la cintura, confieso que todos los varones  –  a distancia -  lo ayudamos a él en sus desplazamientos.

 

Fuimos trescientas almas de ambos sexos que bailamos inmóviles en sus sitios.     Entre ellas Delia la venezolana, Irene de Cuba,  Alicia la camagüeyana, Laura, del Club de Admiradoras de el  Petizo cordobés ”.

 

Con ellas rivalizamos los “ Testigos de Mial ” grupo conformado por Calica Ferrer, Pilo Piñero, Sule,  Felipe, Ricardo, Guillermo y yo. 

 

El bastón que usan los 82 años de Alberto para andar más seguros, había quedado en manos mías y como un caddie experimentado esperé, hasta que con el último compás la multitud despertó, y despertó a su vez al bailarín con un estruendoso aplauso, que lo obligó a dejar de levitar.

 

Se separó de la piba, vino hacia mí,  le extendí el bastón, mirándome a los ojos lo tomó y sentí su inocultable emoción transmitida a mis manos.  Las mismas con las que escribo esto.

 

¡ Qué noche la del 24 de setiembre del 2004 !.   cuatro horas después a diez mil metros de altura, en su vuelo de regreso hacia La Habana, el doctor Alberto Granado en sueños sigue dibujando ochos, cortes y quebradas.

 

(lo que leyeron es el relato de un hecho verídico que ocurrió en un reducto donde el Tango y la Milonga se disputan el favor de los porteños).                    

 

Cronista ad honorem    Eladio González   Toto.  Chaubloqueo.   Museo Che Guevara.

 

 

 

De: Mechi y Gaby malenaab@infomed.sld.cu

En este nuevo aniversario del natalicio del Comandante Ernesto Guevara, conversamos en La Habana con su amigo y compañero de viaje y sueños, Alberto Granado
.


Si el poeta aún viviera, diría que Alberto Granado es de ese tipo de gente tan necesaria, pues nos trae la historia contada de primera mano para hablarnos de utopías que todavía hoy son posibles. Sin recetas de cómo cultivar buenos valores o de cómo desarrollar la mejor filosofía de vida; sino apenas contándonos su propia existencia, Granado –junto al Che- nos lleva de la mano por los caminos de la amistad, la Revolución y el Socialismo.

Lo importante es luchar, resistir y recordarles a los jóvenes que son el hombre del futuro


Alberto Granado vive en Cuba desde el año 61, pero para nada ha olvidado sus orígenes. “Mi mayor orgullo es ser argentino. A pesar de llevar tantos años afuera, yo sigo manteniendo mi nacionalidad, porque Argentina fue el país donde me formé ética y científicamente.” Puede parecer extraño, pero en La Habana sigue conservando su cultura como si estuviera en su tierra natal: juega al truco –siempre tiene treinta y tres-, toma mate o de vez en cuando comparte un alfajor, y te abre las puertas de su casa con Carlitos cantando de fondo. Si bien ama a éste pueblo como el suyo propio, su último pensamiento lo imagina mirando hacia el sur. Sin nostalgia, sino con toda la fuerza de la convicción, nos dice que a él le “hubiera gustado darle más ímpetu o fuerza a la lucha en mi país a favor de los desposeídos, pero las circunstancias se dieron en Cuba y aquí estoy. Sin embargo, desde aquí estoy brindando el mismo apoyo a esa idea, por lo que quisiera decirle al pueblo argentino que siga luchando por mejorar. He visto últimamente un salto cualitativo en cuanto a la participación de los jóvenes en temas que antes me parecía que no les importaban. Yo pienso que es porque ellos han visto que hay otras salidas: el triunfo en Venezuela, en el Ecuador y en Bolivia, esto le ha dado un aire a toda la gente de izquierda. Ahora lo importante es luchar, resistir y recordarles a los jóvenes que son el hombre del futuro, ya los demás quedamos para hacer anécdotas. La lucha ahora la tienen que desarrollar los jóvenes y recordar que el camino de la liberación va por el Socialismo. Si no luchamos por el Socialismo, estamos perdidos.”

 

El Know How de un revolucionario
No sería un ejercicio fácil, el determinar cómo es o se hace un revolucionario de los buenos. Sin embargo, Granado nos afirma que el denominador común de ellos, fue conservar en la actualidad el mismo pensamiento que tenían a los veintipico de años. Ciertamente, el tener como compañero de ruta al Che, tuvo una significación especial para su vida y así nos confía que “sin esa amistad podría decirse que yo no existiría como Alberto Granado actual. Mi amistad con Ernesto, el viaje y la Revolución cubana, son los tres pilotes donde prácticamente se formó lo verdaderamente importante de mi vida. Lo anterior es muy anecdótico: sin la amistad no hubiera habido viaje; sin el viaje, no hubiera habido la concepción de la vida; y sin la Revolución cubana, no hubiera podido llevar a cabo los sueños que tenía.”  A Alberto Granado se le llenan los ojos de orgullo cuando recuerda a su amigo. Lo acerca a nuestra realidad mediante relatos de aquella epopeya, para quitarle cualquier vestigio de misticismo a la figura del Comandante Guevara. De las anécdotas que más recuerda está aquella en la que: “una noche nos encontramos con un matrimonio de mineros chilenos que estaban muertos de frío, y que no tenían ni con qué taparse. Entonces Ernesto y yo, sin previo aviso y sin ponernos de acuerdo, cogimos unas de las mantas que teníamos para taparnos y se la regalamos, se la prestamos.  Con mucha satisfacción puedo decir que pasamos mucho frío, pero que fuimos capaces de sacrificar el “yo “, por el “nosotros.”

 

El Socialismo que queremos
Alberto Granado no se cansa de afirmar que el mayor legado que nos dejara el Che, es la propia Revolución.  “Normalmente podemos tener un líder muy bueno como Fidel, y un pueblo muy bueno como éste; pero sin el propósito revolucionario todo podría haber quedado en agua de borra.”  Y es que el Che y su generación nos acostumbraron a la idea de que mejor que decir, es hacer. Con su ejemplo de lucha y trabajo, nos abrieron el camino del Socialismo, visto éste último como –hoy Granados nos lo señala así- “el Socialismo donde no solamente se mejoran los bienes materiales, sino también los bienes morales y éticos.”


 “Tenemos la satisfacción de que muchas de las cosas con las que aspirábamos entonces como imposibles en América Latina, ahora se están concretando. Nosotros nos lo vislumbrábamos; pero no creíamos –por lo menos yo- que lo íbamos a ver tan pronto. El hecho de que haya un indígena en la presidencia, el hecho de que Chávez haya sido capaz de hacer una reforma agraria y de nacionalizar el petróleo, entre otras cosas, hace que pensemos que hay grandes avances en Latinoamérica. Creo que debemos apoyar todos los proyectos que conduzcan a eso, porque no debemos perder de vista quién es el enemigo. El enemigo es el Capitalismo, el Imperialismo, y es por eso que tenemos que unirnos todos los que somos afines para luchar contra el verdadero enemigo.”

 

Si el Che estuviera vivo, estaría luchando
Alberto Granado, quien conoció muy bien a Ernesto Guevara, nos afirma sin vacilación que “si el Che estuviera vivo, estaría luchando. Estaría en África o tratando de unir a América Latina. Lo que seguro no estaría, es inactivo.”  Así es que para ser nuevamente consecuentes con este modo de decir y actuar, y en la coyuntura actual, nos invita a participar en la celebración por el 80 aniversario del Che. Será un jubileo internacional a desarrollar en la ciudad de Rosario, en donde “desde ya estamos invitando a todos a que vayan allá, a todos los que son guevarianos, a todos los que quieren un mundo mejor y piensan que al Capitalismo hay que aplastarlo.”

 

Alberto  Granado,  amigo  del  Che: “ No aguantábamos ni a los mentirosos ni a los cobardes ”    por   Roberto   Chile

7 Marzo 2011         Esta larga entrevista con Alberto Granado nunca se publicó en un libro, como él quería. Tampoco fue posible el encuentro en Venezuela para rememorar el paso del Che y del petiso Granado por ese país, donde ambos se separaron en 1952 para reencontrarse en el primer año de la Revolución cubana.  

Aquí está ese diálogo y las fotos que antes de morir en La Habana le hiciera Roberto Chile.

"Rosa Miriam: por iniciativa de la Embajadora de Sri Lanka en Cuba, Excelentísima Señora Tamara Kunanayakam, Alberto Granado, junto a José Mendoza Argudín, compañero del Che en la Sierra Maestra y quien le acompañara en uno de sus viajes por el mundo después del triunfo de la Revolución, en un acto de gran simbolismo sembraron un árbol de Karapincha, junto a familiares y amigos en la casa de Granados, coincidiendo con el aniversario 52 de la entrada de los Rebeldes a La Habana. Fue el 8 de enero de 2011. Tuve el privilegio de que me invitaran a la sencilla ceremonia y pude dejar constancia gráfica de aquel momento de inmensa emoción. Pongo estas imágenes en tus manos, para de ser posible, se publiquen en Cubadebate con motivo de la dolorosa desaparición del amigo Alberto." Roberto Chile

Afuera, periodistas y pobladores pujaban por acercarse. Nunca se había visto tanta gente en las calles de Alta Gracia hasta ese 22 de julio de 2006, en que Fidel Castro y Hugo Chávez entraron al caserón de Villa Nydia, un chalet inglés con techos de chapas verdes y tejas ocres, acompañados exclusivamente por las cámaras de la televisión venezolana, unas pocas personas de las comitivas oficiales, la directora de la casa convertida en Museo y cuatro amigos de la infancia del Che: Carlos (Calica) Ferrer, Enrique Martín, Ariel Bidosa y Alfredo Moreschi. Alertado de la visita, Calica, que a principios de los 50 siguió al joven Ernesto Guevara en su segundo viaje por América Latina, había llegado desde Buenos Aires para encontrarse con sus compañeros, que viven a unas cuadras de aquella antigua casona de la calle Avellaneda, marcada con el número 501, en el barrio Villa Carlos Pellegrini.

Fidel y Chávez habían llegado un par de días antes a la Argentina para asistir a la Cumbre de Jefes de Estado del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), y habían extendido su programa en el país solo para realizar esa visita, juntos, a la provincia de Córdoba. En Villa Nydia el Che vivió desde los 4 a los 15 años, cuando sus padres buscaron un lugar cerca de la sierra, con clima más propicio para un niño que padecía violentas crisis de asma desde que tenía dos años. Desde allí Ernesto salió a explorar la cordillera, estudió la primaria y la secundaria, y tuvo su primer trabajo y su primer amor.

Calica Ferrer contó luego a los periodistas que en el interior de aquella casa los Presidentes hablaron del niño devenido en héroe y mito para millones de personas en el planeta, y que bromearon entre ellos y conversaron durante casi una hora de miles de detalles que se le escapaban de la memoria. Pero hubo un recuerdo de aquella hora en Alta Gracia que Calica fijó especialmente: Fidel le trajo un “chisme” y Chávez, una invitación. “El Comandante me dijo que el Petiso (Alberto Granado) anda recontra enojado porque el médico le ha prohibido el ron.” Y Chávez: “Quiere que nos reencontremos con Alberto, pronto, en Venezuela.”

Poco después, con esa noticia y sin preguntas previas, toqué a la puerta de la casa habanera de Alberto Granado, amigo de Calica y del Che, el Petiso de los diarios y las cartas de Ernesto, el hombre que lo acompañó en su primer viaje a Sudamérica que inspiró la película Diarios de motocicleta. Se ríe con el comentario de Calica: “Sigue siendo el mismo… Es verdad, me prohibieron el alcohol por un problema hepático y es un sacrificio… Y también es verdad que estamos esperando con mucha emoción ese encuentro en Venezuela, a donde llegué con Ernesto hace tanto ya…”

Le hablo de una carta que el Che le escribió a su madre, el 22 de agosto de 1953, en el que compara sus dos visitas a Perú y a ambos amigos: “Me di el gran gustazo por segunda vez y ahora a lo semibacán, pero el efecto es diferente. Alberto se tiraba en pasto a casarse con princesas incas, a recuperar imperios. Calica putea contra la mugre y cada vez que pisa uno de los innumerables zoretes, que jalonan las calles, en vez de mirar al cielo y alguna catedral recortada en el espacio, se mira los zapatos sucios. No huele esa impalpable materia evocativa que forma Cuzco, sino el olor a guiso y a bosta. Cuestión de temperamento.”

De ese hilo que va de una visita a Alta Gracia y de ahí al comentario leído al pasar y a los toques en una puerta, de ese ovillo que hace correr caprichosamente el azar y evocar a los amigos, nació esta entrevista. Conversando con Alberto, que ha cumplido 84 espléndidos y lúcidos años (murió a los 88), me doy cuenta de que hay muchos detalles todavía por revelar de los 12 días que el Che y él pasaron juntos en Venezuela. ¿Por qué no hace un ejercicio de memoria, antes de irse a Caracas con el Presidente Chávez y con Calica?, le pregunto con la grabadora en ristre.

“Pues, sí. ¿Por dónde empezamos…?”

LOS DOCE DÍAS DE ERNESTO EN VENEZUELA

-Alberto, hágase la idea de que encuentro que el Presidente Chávez quería en Córdoba se está produciendo ahora mismo…

-Es difícil. Quisiera que él estuviera aquí, de verdad… Yo quisiera hablarle de la estadía de Ernesto y mía en Venezuela, que está enmarcada por dos fechas. Una, muy famosa, el 14 de julio de 1952, en que se conmemoraba la toma de La Bastilla.2 Ese día nosotros cruzamos de Colombia a Venezuela. La otra fecha, no es menos conocida: el 26 de julio de 1952,3 día en que nos separamos y murió Eva Perón.4 Al año siguiente se produce el ataque al Cuartel Moncada. Que esas dos fechas sean el marco temporal de nuestra estancia en Venezuela es obra de la casualidad, o quizás no, porque hay cierta dosis novelesca en todo nuestro peregrinaje.

-¿Qué usted recuerda de ese 14 de julio? Por supuesto, sin la motocicleta.5

-Había quedado en el camino, en el sur de Chile, en un pueblecito que se llama Los Ángeles. Ahí la tuvimos que dejar por inútil. Después la llevamos a Santiago de Chile, a la casa de unos argentinos que la mantuvieron hasta que mis hermanos fueron a buscarla. La pérdida de la motocicleta no fue porque nosotros la abandonáramos, como se dice, sino porque la tuvimos que dejar. O dejábamos de viajar o dejábamos la moto, a pesar de que ella era mi segunda novia. Me había ayudado mucho, pero la tuve que dejar.

-¿Cómo llegaron hasta la frontera venezolana?

-Fuimos en ómnibus desde Bogotá hasta la frontera. Atravesamos el Puente Internacional que une Cúcuta con la ciudad de San Cristóbal, en Venezuela. Salimos como a las siete de la mañana de Cúcuta, rumbo a la frontera venezolana. Nosotros llevábamos un revólver, y de esas cosas tan extrañas de la vida nunca nos lo detectaron. Yo le decía a Ernesto que era porque lo traía envuelto en un calzoncillo viejo, con un olor que espantaba a la gente. En cambio, teníamos un cuchillito, un recuerdo del hermano de Ernesto, de Roberto, una especie de cuchillo gauchesco, un facón,6 pero en miniatura, parecía un cortapapeles. Como era tan bonito atraía la atención y nos lo querían quitar, y siempre había una discusión por eso.

-En una crónica que García Márquez escribió en 1999 después de una larga conversación con Hugo Chávez, comentó una anécdota ocurrida en uno de los puentes internacionales entre Colombia y Venezuela, que revela el carácter del Presidente venezolano. En la década del 80 Chávez fue detenido en la frontera por un capitán colombiano, que quería enviarlo a Bogotá argumentando que debía ser un espía. Chávez descubrió que el colombiano tenía una foto de Bolívar en la pared de la oficina, y le dijo: “Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos. ¿Cómo puedo ser un espía?” El hombre, conmovido, liberó al venezolano con un abrazo en el Puente Internacional del Arauca. Cuando ustedes pasaron la frontera, ¿los detuvieron?

-Nada. Nosotros teníamos visa de turista por un mes. Hubo algo muy significativo, y lo escribí, además, en mi diario. En San Cristóbal, al otro lado de la frontera, debíamos esperar el ómnibus que nos llevaría hasta Caracas. Nos atendió un tipo bastante pesado. Finalmente, cruzamos con un suspiro de alivio el puente que pasa por encima del río Táchira y que une a ambos países. Al poco rato, estábamos otra vez frente a las garras de la Aduana venezolana. Pero afortunadamente ese 14 de julio entramos a Venezuela por un camino bastante lindo, bordeando el cordón montañoso hacia San Cristóbal, que es una pequeña ciudad parecida a Cúcuta, pero menos cosmopolita, como escribí en mi diario. Lo que más me llamó la atención fue el río Torbes, que tiene aguas de un intenso color rojo, que resalta más por el verde de sus riberas.

Para hacer tiempo, nos pusimos a recorrer el pueblo. Yo encontré una biblioteca. Pedí un libro, La Vorágine7 una novela que habla de la conquista del Orinoco. Eso me llenó de entusiasmo. En Bogotá y en Colombia, en general, nos habían tratado muy mal, pero sentí que haber encontrado una biblioteca con un libro que a mí me gustaba, en Venezuela, era una buena señal.

-¿Pudo avanzar mucho en la lectura?

-Leí unas pocas páginas. Me lo prestaron para que lo leyera afuera, porque había mucho calor.

-Pero no se lo llevó.

-No, no, no, se lo devolví.

-¿Qué hacía Ernesto mientras?

-Salió a recorrer el pueblo, para ver si conseguía un camión que nos sacara de ahí. Como estaban muy difíciles las cosas, lo que resolvió fue que tendríamos que pagar el pasaje hasta Caracas, cosa que no nos gustó. Lo hicimos, pero nunca  imaginamos que esa carretera estaría a 4 000 metros de altura en una región que le llaman El Páramo. Como a las 11 de la noche del 16 de julio salimos de San Cristóbal, en un camión donde viajábamos, incomodísimas, once personas. Pasamos un frío terrible y hambre. Una compañera de asiento nos invitó con un pedazo de queso de mano, tipo Telita. Fíjate, que en Venezuela, contra nuestra manera habitual de viajar, pagamos para irnos en el ómnibus. Queríamos llegar más rápido, porque ya teníamos algunos proyectos.

Al principio lo nuestro era andar, andar y andar. Pero yo tenía el compromiso con la mamá del Che, Celia, de mandarle al hijo de vuelta para que se graduara de médico, porque estaba al terminar. Habíamos planificado que si en Caracas yo conseguía algún trabajo, él iba a volver a la Argentina para graduarse de médico. La idea era que si estaba en Caracas un vendedor de caballos, amigo de un tío de Ernesto, él se regresaría con este hombre y sus caballos a Buenos Aires. De no ser así, entonces iríamos juntos a México.

1. CHÁVEZ: Hugo Rafael Chávez Frías (1954). Actual Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Militar de profesión. Comandó en 1992 un levantamiento militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, por lo cual sufrió prisión. Llegó al Gobierno a través de elecciones en 1998. En 1999 promovió un referéndum para aprobar una nueva Constitución. Vuelve a ganar la presidencia de Venezuela en el año 2000 (Salvo indicación de lo contrario todas las notas son de la Editora).

2. LA BASTILLA: Fortaleza construida entre 1370 y 1383, en París, Francia, durante el reinado de Carlos V. Fue utilizada después por el cardenal Richeliu como prisión del Estado. El 14 de julio de 1789 es asaltada por el pueblo; por lo que se considera la toma de la Bastilla como un símbolo del comienzo de la Revolución contra la monarquía francesa.

3. 26 DE JULIO: Ese día, en el año 1952, muere  Eva Perón. En el año 1953, es asaltado el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, símbolo de la tiranía batistiana, por un grupo de revolucionarios encabezados por el joven abogado Fidel Castro Ruz.

4. EVA PERÓN: María Eva Duarte de Perón (1919-1952). Actriz y figura política argentina. Esposa del presidente  Juan Domingo Perón. Supo ganarse la simpatía de su pueblo, que la bautizó como Evita. Su vida ha inspirado obras de ficción.

5. MOTOCICLETA: Se refiere a una vieja moto Norton de 500 centímetros cúbicos (cc) fabricada en 1932  Alberto la nombró la Poderosa II. En ella, él y Ernesto Guevara recorrieron 1 200 Km. desde Argentina hasta Venezuela, pasando por varios países sudamericanos.

6. FACÓN: Cuchillo argentino de larga hoja con un solo filo; en algunos casos, tiene un pequeño contrafilo. Puede ser utilizado técnicamente como arma de combate, aunque los gauchos lo empleaban también en labores de trabajo.

7. La Vorágine: Novela del colombiano Eustasio Rivera, cuya trama se desarrolla durante el tercio final del siglo XIX. Su argumento presenta la vida de los caucheros, la explotación de indios y mestizos, y la lucha por la supervivencia del hombre en la selva. Es considerada como el prototipo de la llamada novela de la tierra o de la selva.

El Che y Granado con la motocicleta

CARACAS

-¿Cuándo llegaron a Caracas?

-Llegamos el 17.

-¿Cuántos horas estuvieron en el ómnibus?

-Casi veinticuatro horas, porque, además, se ponchó como catorce veces. Hay algo muy gracioso que ahora recuerdo: muchos años después de esta historia, fui a impartir unas conferencias sobre genética molecular en Venezuela y me encuentro en un periódico que una persona decía que, cuando él era joven, le había lustrado los zapatos al Che Guevara, en Barquisimeto. Es verdad que ahí estuvimos, pero brevemente y sin dinero. Recuerdo que vimos cómo algunos tomaban cerveza, mientras nosotros calmábamos la sed solo con agua. Llegamos como a las diez de la mañana del 17 de julio. Nosotros no teníamos dinero, y el Che, que yo sepa, jamás le pidió a nadie que le lustrara sus zapatos. Todavía hay gente que se acuerda de nosotros, ¡parece mentira!

De ahí salimos rumbo a Valencia, y hubo más reventones de las gomas. Mientras esperábamos por el arreglo del camión, decidimos tomarnos unos mates y nos acercamos a una casita pegada a la carretera. Nos llamó la atención encontrar a una familia de negros, porque en la zona andina apenas se ven. Recordamos a Rómulo Gallegos, que había escrito una novela, Pobre negro, y a algunos de los lugartenientes de Bolívar, también de raza negra.

-¿Qué pinta llevaban en ese viaje?

-Nuestra pinta era terrible. Imagínate, después de ocho meses por carretera y por todas partes, con casi nada de ropa. Llegamos a una casa recomendada, de un amigo nuestro, que nos llevaría a ver a una trabajadora social argentina muy brillante y que estaba haciendo muy buen trabajo en Venezuela.

-¿Recuerda cómo se llamaba?

-Sí, cómo no, Margarita Calvento, la tía de un amigo de Ernesto. Ella nos atendió cuando llegamos a Caracas. El Che venía con un ataque de asma terrible. Entonces tuvimos que parar en un lugar que se llama Caño Amarillo, donde las pensiones estaban llenas de piojos y no tenían ni baños, ni nada. Nos bajamos ahí para hervir la jeringuilla y ponerle una adrenalina a Ernesto, porque estaba muy atacado. Lo inyecté. Él se quedó ahí solo después, y comentó en su diario que me extrañaba. Yo planché mi traje y fui a la Embajada de Argentina.

Luego de largas caminatas, pude contactar con algunos funcionarios de la embajada. Escribí en mi Diario que “eran verdaderos témpanos de hielo, disfrazados de hombres y con temor patológico a que les fueran a pedir dinero para comer”. Recogí las cartas que tenía allí a mi nombre, porque las de Ernesto no me la quisieron dar. “Tras escuchar tres o cuatro veces la retahíla de lo difícil que es la vida en Venezuela, y la conveniencia de que dejemos el país lo más rápido posible, antes de que se nos agote el poco dinero que por mi aspecto se imaginaba que debemos tener, me fui casi sin despedirme, pues iba a terminar por mandarlos a la mierda”, escribí en mi Diario.

Cuando volví a la pensión, Ernesto estaba algo repuesto y fuimos a Margarita, que resultó ser un amor de persona. Nos hizo un opíparo almuerzo-cena y cuando íbamos a regresar a Caño Amarillo, ella nos dijo: “No, cómo van a ir a ese lugar, los pueden apuñalear.” Y decide ayudarnos: “Les voy a dar una recomendación para una amiga mía que trabaja en la pensión de la Juventud Católica de Venezuela”. Nos dio el teléfono y la dirección de la pensión, que quedaba en la urbanización El Silencio, por la calle Urdaneta. Cuando la dueña de la pensión nos vio con la pinta que teníamos, inmediatamente llamó por teléfono a Margarita y le preguntó: “Margarita, ¿y estos señores que están aquí, que dicen ser el bachiller Guevara y el doctor Granado, usted los mandó, verdad?” “Sí, sí”, -dice Margarita. “No se fije en el aspecto que tienen. Es que vienen de un viaje muy accidentado”. Claro -le dio su vaselina-, porque la mujer no podía creer que yo fuera doctor y que Guevara fuera bachiller.

-¿Y cómo iban vestidos?

-Yo tenía todavía las mismas camperas1 con que salí de Argentina en enero de 1952, y, además, un traje blanco, y un saco que me había regalado el doctor Hugo Pesce, el reconocido especialista en lepra que habíamos conocido en Lima. Yo creía que aquel trajecito me quedaba muy bien, pero parece que no era así, por la cara que puso la mujer. Inmediatamente nos dio una habitación, estuvimos ahí conversando, y por esas cosas de la vida, como que a mí me pasan mucho, porque el que se mueve mucho, le pasan mucho esas cosas, me encuentro con un muchacho que era estudiante de abogacía, que pertenecía al COPEI,2 derechista completo, pero muy culto. Empezamos a conversar. Ese muchacho sería, mucho después, embajador de Venezuela aquí en Cuba.

-Gonzalo García Bustillo. Siendo embajador de Caldera,3 recibió a Chávez en su casa en La Habana, cuando vino por primera a vez a Cuba, en 1994.

-Él nos hizo un obsequio tremendo: nos pagó la entrada al fútbol, porque en esos días había una competencia entre el Real Madrid de España y los Millonarios, que era un equipo formado, casi todo, por jugadores argentinos. La entrada más barata costaba cinco bolívares, y nosotros no teníamos para eso. Él nos regaló las entradas. Así que para nosotros fue un gran regalo.

-¿Y de qué discutieron con García Bustillo?

-Lo primero que hicimos fue decirle que éramos ateos. Imagínate, en aquella pensión para niños católicos. Después empezamos a hablar sobre la política de Perón.4

Él tenía unas concepciones muy favorables a Perón y nosotros, no. Ernesto era más parco que yo en este aspecto, pero yo era antiperonista convencido, más bien por cuestiones de la política exterior. Reconocía muchas cosas que había hecho Perón con respecto a los peones, a la mujer y al niño. La fuerza de la derecha en el peronismo, en ese tiempo, la tenían los tacuaras,5 puros nazis, que aspiraban a que Perón diera un giro y se fuera del poder, y que Alemania ganara la guerra. Entonces, por ahí entró la discusión.

-¿García Bustillo también vivía en la pensión?

-Sí, porque era estudiante en aquel tiempo…Yo creo que era más o menos de la edad de nosotros. Él estaba en segundo año de la carrera de abogado. Por supuesto, también hablamos mucho de fútbol. La conversación derivó hacia el deporte, porque creo que en temas políticos el tono se estaba subiendo un poco. Era buen discutidor y yo también. Ernesto trataba de equilibrar la discusión, y explicó que había hecho un viaje en barco desde Buenos Aires hasta las Antillas, conocía un poco cómo vivía la clase obrera antillana y, entonces, en eso apoya un poco a Perón, ¿no? Tú sabes que Ernesto era implacable con los mentirosos. Lo que él no le toleraba ni a Evita ni a Perón era que todo lo envolvían con una aureola mentirosa.

1. CAMPERAS: Botas de media caña.

2. COPEI: Comité de Organización Política Electoral Independiente. Partido de tendencia socialcristiana fundado en Caracas, en 1946, por Rafael Caldera. Indistintamente se le denomina Partido Social Cristiano, Partido Demócrata Cristiano o Democracia Cristiana.

3. CALDERA: Rafael Antonio Caldera Rodríguez (1916). Abogado, político y sociólogo venezolano. Fundador de COPEI. Presidente de Venezuela en dos ocasiones: (1969-1974) y (1994-1999).

4. PERÓN: Juan Domingo Perón (1895-1974). Militar, político, escritor y estadista argentino. Fundador del Peronismo o Movimiento Nacional Justicialista. Presidente de Argentina en tres ocasiones: (1946-1952), (1952-1958) y (1973-1974).

5. TACUARAS: Movimiento Nacionalista Tacuara. Movimiento católico nacionalista de ultraderecha argentino, afín al nazismo, que tuvo un ideario de corte antisemita, anticomunista y antidemocrático.

Gallegos, Rómulo. Pobre negro, Madrid : Aguilar, 1971. Pobre negro fue escrita en 1937 y abarca el extenso período histórico entre la abolición de la esclavitud y el fin de la Guerra Federal, en Venezuela. En las haciendas cacaoteras de Barlovento, Gallegos entremezcla y enfrenta al negro y el blanco, en su centenaria relación de dominación y atracción, que caló en el mestizaje y el tambor de la costa.  A pesar de describir como ninguno los escenarios, costumbres, razas y etnias venezolanas, en el fondo, deja traslucir cierta parcialidad hacia la preeminencia de la aristocracia blanca y mantuana. Visión también presente en otras de las novelas de Gallegos, como Doña Bárbara.

En el Mambo-Tambo: El Che y Granado

JACINTO CONVIT

-Otro de los recuerdos, también, muy lindo que tengo de aquel período, fue el encuentro que tuve con el doctor Jacinto Convit, que era el jefe de la lucha antileprosa en Venezuela. Fue el 19 de julio. Yo llevaba dos cartas de recomendación de un leprólogo argentino, el doctor Hugo Pesce: una para un profesor de la universidad y otra, para Convit.

Cuando fuimos a la universidad, la vimos toda rodeada de policías. En esa etapa gobernaba con mano dura Marcos Pérez Jiménez.1 En ese período en que nosotros hicimos el viaje, desde Carlos Ibáñez,2 en Chile, hasta Pérez Jiménez, en Venezuela, todos eran generales impuestos por la CIA.3 Así que cuando llegamos ahí y vimos cómo estaba la universidad, llena de policías, no nos dio ganas de entrar. Después me enteré que el profesor al que íbamos a ver había tenido que renunciar y se había ido a Canadá, por ser “democrático”, así, democrático entre comillas, pero obviamente más decente que Pérez Jiménez.

Fuimos entonces a visitar a Jacinto Convit, que nos recibió bastante bien. Yo andaba con un aspecto que parecía cualquier cosa, menos un investigador, un bioquímico. Afortunadamente, era un tipo muy inteligente y se dio cuenta de que yo algo sabía y que estaba un poco por encima del nivel de los que había en el leprosorio, del cual  él dirigía una parte. Empezó a hacerme unas preguntas, así como de paso, como en una consulta ¿no?, y las contesté todas. Yo aspiraba, nada menos, que a hacer una vacuna contra la lepra. Le conté que iba a trabajar en un leprosorio en Argentina y que había estado, durante el viaje, en el Hospital San Pablo (Perú). Eso le gustó. También se admiró cuando le hablamos de que Ernesto había atravesado un río peligrosísimo, a nado. Él era un señor muy tranquilo, muy sedado, para él era una cosa muy extraordinaria.

-¿Y qué hizo Ernesto durante ese encuentro?

-Sí, pero él estaba un poco alejado…

-¿De la conversación?

-Sí.  Bueno, me ofrecieron 500 bolívares, que era una suma bastante grande para nosotros y alojamiento en el Hospital. Puse una cara de que lo iba a pensar… y Ernesto abrió los ojos, como diciendo “acéptalo o te mato.”

-Y lo aceptó, por supuesto.

-En ese momento no. Seguí un plan táctico que me había fijado, y le dije que lo iba a pensar, y puse la mejor cara que pude, a pesar de las señas desesperadas de Ernesto. Por supuesto, poco después acepté. El doctor Convit me dijo que fuera al hospital. Nos entrevistamos en Caracas, pero el hospital quedaba en Cabo Blanco, La Guaira, cerca del aeropuerto de Maiquetía. Ahora creo que es un centro  geriátrico… Bueno, pues dos o tres días después volví a ver, acepté el trabajo y el 21 de julio nos fuimos al leprosorio por una carretera que tenía 365 curvas. Recuerdo que el conductor de la camioneta del leprosario, que nos llevó a Cabo Blanco, nos contó que esa carretera la habían construido presos políticos en tiempos del dictador Juan Vicente Gómez, y que había hecho siguiendo las huellas de una mula. La cantidad de curvas le daban credibilidad a ese historia.

-Ernesto lo acompañó.

-Sí. El hospital era una verdadera casa de brujas. Feo, sin pintar, desvencijado, pero estaba pegado a una playa de arenas blanquísimas, precios, donde nos bañamos después de entrevistarnos con el doctor Convit y con la doctora Norma Blumenfeld, que era la jefa del laboratorio.

-¿Y cómo se prepara el viaje de regreso de Ernesto a Buenos Aires?

-Eso fue antes. El 18 de julio  vimos al amigo del tío del Che -por cierto, ¿usted sabe que el Che tenía veintidós tíos?-. Ese señor compraba caballos de carrera en Argentina y los vendía en Estados Unidos, donde compraba otros para venderlos en Maracaibo. Viajaba en un avión que hacía el recorrido Buenos Aires-Caracas, Caracas-Miami, Miami-Maracaibo-Buenos Aires. Esta era la opción más barata para el viaje del Che, y fuimos a ver al comerciante. Le pedimos que ayudara a Ernesto a regresar a la Argentina. Como ya te conté, me había comprometido con Celia, la mamá de Ernesto, a regresarlo a nuestro país para que terminara la carrera de Medicina. Pero el señor nos dijo que hacía falta una visa de transito en Estados, pues el avión hacía escala en Miami, antes de volver para la Argentina.

Dio la casualidad que Margarita Calvento, nuestra hada madrina, era muy amiga de un periodista de la UPI,4 de apellido Leguizamón, un tipo derechista a muerte, que como es lógico tenía buenas relaciones con la embajada norteamericana. Al hombre, sin embargo, le pareció linda la aventura que habíamos vivido, y el 20 de julio llevó a Ernesto a la embajada yanqui, y le consiguió la visa. Ese mismo día Margarita nos invitó, junto a otra persona de su familia y a dos trabajadoras sociales argentinas que ella conocía, a despedir a Ernesto y a agradecerle al periodista la ayuda. Cuando empezamos a hablar mal de los yanquis, dice el tipo: “Es una lástima que en 1806 los criollos venezolanos derrotaron a los ingleses. Si no hubiera sido así estaríamos como Estados Unidos”, y yo le respondí: “O como los indios, que tienen un 90 por ciento de desnutrición y analfabetismo y hace 500 años son colonia inglesa”. Ernesto saltó entonces: “Pues yo prefiero ser indio analfabeto que norteamericano millonario.” Y empezamos a discutir. Me acuerdo que en un momento dijo: “Yo soy un Roca” el apellido de un presidente de la República,5 ¿no?, y entonces yo le contesto: “Ah, ¿el asesino de indios?” Roca había acabado con los indios del sur. Bueno, por poco le manda a quitar la visa a Ernesto, cosa que no ocurrió, claro.

1. MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ: Marcos Pérez Jiménez (1914-2001) Militar y político venezolano. Presidente de Venezuela entre 1952 y 1958. Proclamado Presidente para el periodo entre 1958 y 1963, es derrocado por un movimiento cívico militar que lo obliga a huir del país en enero de 1958.

2. CARLOS IBÁÑEZ DEL CAMPO: Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960) Militar y político chileno. Presidente de Chile en dos ocasiones: (1927-1931) y (1952-1958). En su primer mandato ejerció una férrea dictadura. En su segundo mandato derogó la ley de Defensa de la Democracia que proscribía al partido Comunista.

3. CIA: Central Intelligence Agency (Central de Inteligencia Americana). Es la agencia de inteligencia más conocida en el mundo. Creada en Estados Unidos en 1947, ha llevado a cabo, durante décadas, planes y acciones sistemáticos para derrocar los movimientos de izquierda en América latina; sobre todo, la Revolución cubana.

4. UPI: United Press Internacional. Agencia de noticias norteamericana creada en 1907. Fue la primera en brindar servicios de cobertura noticiosa a periódicos y radioemisoras de todo el mundo. Introdujo el servicio noticioso con fotografías y el de cables.

5. ROCA: Alejo Julio Argentino Roca (1843-1914). Militar y político argentino. Presidente en dos ocasiones: (1880-1886) y (1898-1904). Llevó a cabo la Campaña del desierto, proceso de purificación étnica con el que venció la resistencia de los pueblos originarios mapuches y causó un número considerable de víctimas.

ALBERTO SE QUEDA

-El 26 de julio de 1952 salió el Che para Miami. Allí se rompió el avión y tuvo que quedarse casi un mes en reparación, que se lo pasó Ernesto trabajando; limpiándole los pisos a una aeromoza de la que se hizo amigo en Miami; tomando café con leche gratis.

-¿Y mientras tanto usted qué hacía?

-Yo esperando noticias de él.

-¿En Caracas?

-Al día siguiente de la partida de Ernesto llamé por teléfono al hospital y  me preguntaron: “¿Usted cuándo quiere regresar?” “Yo, mañana”, dije. En Caracas no tenía ni un centavo, no tenía dónde vivir. Me dieron un apartamentito ahí con los médicos que habían sido traídos al leprosorio, a donde no quería ir nadie.

-En La Guaira.

-Sí, en La Guaira. Todo en La Guaira. Me hice cargo del laboratorio clínico, porque yo había trabajado en un instituto muy famoso en Argentina, que había creado un laboratorio en San Francisco. Desde el punto de vista de los medicamentos, el leprosario venezolano era bueno, pero el aspecto estaba muy deteriorado, como te dije. Enseguida me metí a hacer trabajos de investigación que en ese tiempo estaban un poco de moda, pero que no se practicaban allí. Bueno, al año me gané una beca para estudiar en Italia.

-Seguía sin noticias de Ernesto.

-Hasta un día en que por fin llega el sobrino de Margarita Calvento, el amigo de Ernesto, que no tenía trabajo en Argentina, y me dice que el Che estaba en Miami con el avión roto. Durante un mes no me había escrito nada.

-¿Y después, qué le explicó?

-Que había pasado serias dificultades, porque el avión estaba roto. Que iba a la biblioteca y estudiaba mucho, que se alimentaba diariamente con café con leche, en un café-restaurante de una persona que de cuando en cuando le daba un poco más de comida. Supe después que a ese restaurante llegó un puertorriqueño, que empezó a decir horrores del Presidente Truman, y que lo oyó un agente del FBI. El Che tuvo que ponerse a buen recaudo. Él me mandó a decir que lo esperara, para otro viaje.  Pero, claro, como todo el mundo sabe, en lugar de venir a Caracas, a La Guaira, a encontrarse conmigo, se fue después a Guatemala. Así que ese fue el período de estancia en Caracas.

-¿Y usted se sentía responsable por Ernesto?

-Al principio sí, después no, porque Ernesto maduró extraordinariamente y luego él era casi mi tutor. ¿Tú viste la película, Diarios de motocicleta?1

-Claro.

-En la película se nota esto un poco. Fue algo que quise resaltar mucho. En el viaje maduró con mucha más velocidad que yo. Al principio, hasta cuando nos encontramos con los mineros chilenos de Chuquicamata, era yo el que dirigía la batuta. De ahí en adelante es Ernesto el que va decidiéndolo todo… Cuando lo monté en el avión, que supuestamente lo habría llevado a Buenos Aires, ya sabía que era un hombre muy especial… Siempre lo había admirado mucho, y, además, tengo el orgullo de que siempre lo defendí, desde que tenía quince años y hablaba como un viejo de veinticinco. Me di cuenta de que era un muchacho muy diferente. No un Supermán ni un dios de la naturaleza, pero era muy inteligente y muy tesonero, con una capacidad para meterse en las cosas más temerarias, desde muchachito. Y después, cuando fue ministro2 aquí, también lo demostró.

Fíjate, mi gran preocupación era que se graduara. Con su extraño método de estudio y con su rara capacidad e inteligencia, pudo aprobar entre 11 ó 12 asignaturas que tenía pendientes, en menos de un año. Che se graduó como médico en marzo de 1953. Cuando esto ocurre, organiza otro viaje a Venezuela para encontrarse conmigo y discutir si seguíamos de recorrido, o se dedicaba a la investigación en el leprosario de Cabo Blanco. No quería pedir dinero a nadie. Con dos o tres compañeros tomó un tren, que va desde Buenos Aires hasta La Paz, unos 6 000 kilómetros de viaje. Un tren lechero que va parando en todas las ciudades, grandes y pequeñas. Atravesó otra vez el Lago Titicaca -ya él había estado conmigo en su primer viaje por Sudamérica-, y siguió por toda la costa, porque quería llegar a Venezuela lo antes posible.

-¿Qué le impidió llegar?

-Al llegar a Guayaquil, se encontró con el abogado argentino Ricardo Rojo, que se había fugado espectacularmente de una comisaría porteña. Él le habla de lo que estaba sucediendo en Guatemala, país en el que el gobierno progresista de Jacobo Arbenz se enfrentaba a las presiones internas y a las amenazas de Estados Unidos. Entonces, Ernesto, decide ir a Guatemala con Rojo y otros argentinos, en lugar de continuar viaje hacia Venezuela, como inicialmente había decidido. Eso fue en octubre de 1953. Me mandó a Caracas, con Calica, una nota que decía: “Petiso, me voy para Guatemala. Después te escribo.”

-El Presidente Chávez lo llamó a usted desde Altagracia. Allá estaba con Calica, el amigo que acompañaría al Che a Venezuela. ¿Qué ocurrió realmente?

-Carlos Ferrer (Calica) era amigo, amigo de Ernesto. Con él comenzó el segundo viaje por Sudamérica, en el tren hacia La Paz, el 7 de julio de 1953. En Guayaquil se separaron. Calica siguió el viaje convenido a Venezuela, y lo atendí en Caracas. Estuvo un tiempo sin trabajo y lo ayudé para que pudiera subsistir. Pasábamos juntos los fines de semana en el leprosorio, y como este estaba pegado al mar, pues ahí íbamos, y también bailábamos y tomábamos un poco, hasta que consiguió trabajo. Yo en realidad tengo muy lindos recuerdos de esos días. Por supuesto, hablábamos de Ernesto, que ya tenía una fuerte personalidad, aunque en aquel tiempo lo mismo quería ser geólogo, que médico, que estratega militar. Tenía demasiada amplitud en su espectro, ¿no?, pero en todo lo que se ponía, se ponía con gran pasión. Eso es lo más importante. Y después, esa incapacidad de mentir a veces le planteaba pruebas difíciles. Como quiera, él no aguantaba ni a los mentirosos ni a los cobardes. (Que, entre paréntesis, para mí, la muerte de él en Bolivia, la precipitó un poco haber dejado que Regis Debray3 saliera del campamento. Después, ¿qué pasa? Que como los vio tan cobardes, les dijo prácticamente: “Sí, sí, váyanse, váyanse”.) Él siempre tenía razón, pero no es fácil que te digan la verdad así tan fríamente y no importaba si tú lo habías ayudado. Eso no era muy cómodo, ¿no?, pero para él era un asunto de principios.

1. DIARIOS DE MOTOCICLETA: Película dirigida por Walter Salles, estrenada en 2004. Tiene carácter biográfico, pues recrea el viaje de Alberto Granado y Ernesto Guevara por Sudamérica. El guión, escrito por José Rivera, se basa en los diarios de ambos amigos. El filme ha obtenido varios premios cinematográficos.

2. MINISTRO: Hace referencia a la responsabilidad que ocupó Ernesto Che Guevara (1928-1967) como ministro de Industria de Cuba desde 1959 hasta 1965, año en que el Che renuncia a sus cargos en la Isla y parte a continuar la lucha en otras tierras del mundo.

3. REGIS DEBRAY: Jules Regis Debray (1940) Intelectual francés, periodista, profesor. Participó en la guerrilla  boliviana junto al Che. Era denominado con el seudónimo de Dantón. Tratando de llevar a cabo una misión, que se le encomendara, fue arrestado, torturado y encarcelado.

4. La cita original, tomada de El Diario del Che en Bolivia. (Edición autorizada) Ocean Press, 2005, aparece en las notas del 21 de marzo de 1967: “Me pasé el día en charlas y discusiones con el Chino, precisando algunos puntos, el francés (Regis Debray), el Pelao y Tania. El francés traía noticias ya conocidas sobre Monje, Kolly, Simón Reyes, etc. Viene a quedarse pero yo le pedí que volviera a organizar una red de ayuda en Francia y de paso fuera a Cuba, cosa que coincide con sus deseos de casarse y tener un hijo con su compañera.”

VENEZUELA ADENTRO

-Alberto, ¿qué tiempo estuvo usted en Venezuela finalmente?

-Yo me fui de Venezuela, para vivir en Cuba con mi familia, el 22 de marzo de 1961. Estuve allá casi ocho años.

-¿Y por qué se fue?

-Porque apareció la Revolución cubana, no hay otra explicación. Siempre había soñado con vivir en un país socialista; siempre había soñado con un lugar donde el investigador fuera mejor atendido que el vendedor de vinos, ¿no?, y entonces encontrarme eso era la disyuntiva. Estaba a pocos kilómetros de un país que todo lo que hacía era lo que yo había soñado, que, además, en la dirigencia había un tipo que era de gran confianza: Ernesto. No vivir esa experiencia habría sido una estupidez. Aunque te digo, yo económicamente estaba muy bien en Venezuela.

-¿Trabajó todo el tiempo en La Guaira?

-No, no. Fui profesor de bioquímica y luego director del Departamento de Ciencia Fisiológica de la Universidad Central de Caracas. Además, ahí el hecho de tener la cátedra me ayudó también económicamente para el laboratorio. Yo recorrí en casa rodante toda Venezuela: los Andes, el Orinoco. Tú eres cubana, ¿no?

-Soy cubana, pero sé que me está hablando de muchos kilómetros recorridos…

-Me fui de Venezuela en el año 1961. Poco después de mi llegada ocurrió la ruptura con la OEA1 y, los que vivíamos aquí, no podíamos ir a América Latina, hasta el año 1973 en que Carlos Andrés Pérez2 restableció las relaciones. Entonces regresé a Venezuela. Vi a los hermanos de Delia (su esposa), que son ingenieros, y recorrimos toda Venezuela, todos los Andes; salimos de Caracas, llegué hasta Mérida y de Mérida hasta San Cristóbal; de San Cristóbal fui al Táchira. Luego, por todo el Orinoco hasta Puerto Ordaz, allí tengo un cuñado; después, para Margarita. Íbamos en dos casas rodantes y un auto.

¿Sabes que Calica también estuvo varios años en Caracas, pero en una actividad completamente distinta a la mía? Nos encontramos varias veces antes de casarme con Delia; después él siguió soltero por su lado y yo casado por el mío. Te cuento esto porque Chávez quiere que haya un intercambio entre nosotros dos.

-¿Usted ha sacado la cuenta de cuántos kilómetros ha recorrido en su vida?

-Uhhhhhhhh… Son unos cuantos.

-¿Y cuántos medios de transporte ha utilizado?

-De todo, de todo, por carretera, por aire, por mar, por río… Desde un avión hasta una balsa. Por el Amazonas fuimos en la Mambo-Tango, la balsa que ayudaron a construir los leproso de San Pablo. Lo único que no hice fue atravesar ese tipo de río a nado. Cosa que hizo Ernesto, quien me tenía guardadito que iba a cruzar el Amazonas a nado… Ese tema ni lo toquemos, porque yo casi me muero. Imagínate, un lugar donde hay cocodrilos, pirañas, lampalagua. La lampalagua es una serpiente que es capaz de tragarse a un venado, ¿no?; ¡Qué te vas a tirar al agua! Hasta el día en que llegó Ernesto y se tiró.

-¿Y eso fue lo más osado que él hizo al lado suyo?

-Y lo de las líneas… Colgarse en las líneas de los ferrocarriles. También.

-¿Cómo?

-Hay unos puentes, que les dicen los puentes negros, por donde pasan los ferrocarriles. Tienen unos travesaños de 25 centímetros. Muy peligrosos. Todo el mundo andaba por ahí cuidándose mucho. Pero él buscaba lo más difícil: se colgaba de una especie de baranda que quedaba más alta, y luego se tiraba a las lagunas de agua desde de una altura cuatro metros.

-¿Y eso era para impresionarlo a usted?

-No, no, a mí no. A las muchachas. Cuando íbamos de camping en Córdoba, se tiraba desde arriba de un árbol, a unas lagunas bajitas, donde si se descuidaba se rompía la cabeza.

-¿Y usted qué hacía?

-Yo estaba con Timoteo, mi papá, que disfrutaba aquellas locuras. Era todo muy irónico. Ernesto se tiraba en una lagunita así, bajita, que estaba junto un río inmenso. Nunca tuvo mucho sentido del peligro. ¿Tú no has oído hablar de que un día levantó al capitán Joel Iglesias, un muchachito, delante de los fusiles de los guardias y no le tiraron?

-Fue en el combate de Fomento, en 1958… Joel, herido, cayó en un lugar cubierto por el fuego enemigo. Iglesias creía que se iba a morir y llamó al Che.

-Eran cosas increíbles.

-Fidel relata en el libro de Ignacio Ramonet3 la temeridad de Ernesto, y su preocupación en la Sierra Maestra, porque era siempre el primero en todos los combates…

-En cualquier acción el primer voluntario era él. Lo conocí a los catorce años. Ya no era tan niño. De esa etapa recuerdo que también demostraba una profundidad tremenda en los análisis de la literatura que leía. Yo tenía veinte. Catorce y veinte no son lo mismo que cincuenta y cincuenta y seis. Son seis años igual, pero la diferencia es mucho mayor, y me asombraba, por ejemplo, la forma en que él, a esa edad, interpretaba a Federico García Lorca.

-¿Qué leían de Lorca?

-No leíamos juntos, sino que conversábamos de literatura y discutíamos. Recuerdo sus interpretaciones de “verde que te quiero verde…”4 Para mí entonces no pasaba de una frase poética bastante lograda. Él iba más allá. A él le gustaba mucho Neruda,5 y a mí, el argentino Almafuerte,6 que a él no le gustaba. Le gustaba mucho Domingo Faustino Sarmiento7 pero a mí no. Él tenía cosas así muy definitorias, a los catorce años. ¿Te imaginas? En los Apuntes de lecturas (redactados en México entre 1954 y 1956), Ernesto escribió una nota sobre Sarmiento que es extraordinaria: “De su obra histórica habrá que recordar su amor por la educación popular; de su obra política, la entrega de la Argentina a la voracidad imperialista de los ferrocarriles; de su obra literaria, la que hará que su nombre sobreviviera aun cuando todo lo demás quedara olvidado, el Facundo”.

1. OEA: Organización de Estados Americanos. Tiene su sede en Washington, DC, Estados Unidos, y oficinas regionales en los distintos países miembros. Actualmente la Organización está compuesta de 35 países.

2. CARLOS ANDRÉS PÉREZ: (1922) Político venezolano. Presidente de la Venezuela en dos ocasiones: (1974-1979) y (1989-1993). Primer Presidente en Ejercicio, que fue separado de sus funciones públicas en 1993 por la entonces Corte Suprema de Justicia, acusado de malversar fondos públicos. Durante su última gestión presidencial se sucedieron una serie de acontecimientos (1989, 1992) que evidenciaron el agotamiento de un modelo político del cual él mismo era uno de sus máximos representantes.

3. EL LIBRO DE IGNACIO RAMONET: Se refiere a Cien horas con Fidel, entrevista realizada por el intelectual francés, director de Le monde diplomatique al Comandante en Jefe Fidel Castro y  editada por la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, de Cuba, en 2006.

4. “VERDE QUE TE QUIERO VERDE…”: Primer verso del “Romance sonámbulo”, incluido en el  Romancero gitano, del poeta, dramaturgo y prosista español Federico García Lorca (1898-1936).

5. NERUDA: Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto (1904-1973). Poeta y escritor chileno; uno de los más importantes de la lengua española durante el siglo XX.

6. ALMAFUERTE: Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917), poeta argentino que utilizó varios seudónimos, pero el más reconocido fue Almafuerte. Su obra más recordada es el segundo de los “Siete sonetos reparadores”, incluidos en el Cantar de los cantares, titulado “¡Piú Avanti!”

7. DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO: Sarmientos (1811-1888), político y escritor argentino, presidente de la Argentina entre 1868 y 1874. Autor de Facundo o civilización y barbarie, 1845, que trata sobre el caudillo riojano Facundo Quiroga y las diferencias entre los federales y unitarios.

DELIA

-¿Dónde conoció usted a Delia, su esposa?

-La conocí en el leprosorio, trabajamos juntos, ella era enfermera… Nos conocimos, me enamoré rápidamente. Me le declaré a Delia el 10 de diciembre de 1955.

-¿Y por qué ese día?

-Porque estaba en una fiesta y la luna me inspiró.

-Pero ya usted le había guiñado un ojo…

-Ya, ya… La había invitado a ir en mi carro, pero no me aceptaba, porque era muy seriecita.

(DELIA INTERVIENE EN LA CONVERSACIÓN)

-Muy seriecita no, Alberto, porque la cantidad de mujeres que estaban detrás de ti no era fácil.

-¡Ah!, ¿porque era enamoradizo?

(DELIA VUELVE A ACOTAR)

-¿Era? Ahora se va para el círculo de las abuelas,1 donde el único gallito viejo es él. Se afeita, se perfuma y se va a ver a las viejecitas.

-Hay que corresponder a los dictados de la Revolución. Hay que hacer gimnasia, hay que hacer gimnasia…

-¿Qué hacía Delia en el hospital?

-Trabajaba en el laboratorio.

-Entonces se enamoraron y se casaron.

-Nos casamos el 21 de abril de 1956. Nuestro primer hijo, Alberto Granado Duque, nació el 9 de enero de 1957, y otra hija, Delia Adelina, el 21 de marzo de 1959. Los dos en Venezuela. Y la más chiquita, Roxana, en Cuba, el 21 de julio de 1964.

-¿A Venezuela han regresado juntos?

-Sí, sí, hemos estado… Primero, en Mérida. Después, en el sur, en Paraguaná, haciendo algunos trabajos sobre el uso de los marcadores genéticos para la producción de leche en el Trópico. La última vez estuvimos, Delia y yo, en Caracas.

CÍRCULO DE ABUELAS: Se refiere al Círculo de Abuelos. Programa estatal cubano de atención al adulto mayor; prioridad para el gobierno revolucionario y el sistema de atención social y de salud de Cuba.

EL REENCUENTRO. TRIUNFA LA REVOLUCIÓN

-¿Cómo usted descubre que Ernesto es uno de los principales líderes de la Revolución?

-Lo habían dado por muerto. Casualmente aquel periodista que yo te dije que era de la UPI, cuando se entera de que hay un médico argentino muerto en el desembarco, deduce que es Ernesto Guevara, y saca un artículo diciendo: “Muerto médico argentino al desembarcar en Cuba.” Yo llamé a la mamá del Che y ella me dice que no, que ella sabía que no estaba muerto. “El está vivo, él está bien”, me dijo.

En esos años, en Caracas y en otras capitales, se organizaron grupos para recaudar dinero y armas para la Sierra.1 En Venezuela, el movimiento se llamó “El Bolívar sube a la Sierra”. Tenía que ver, por supuesto, con el bolívar, la moneda, y también, con la idea de que El Libertador seguía peleando en la Sierra, que era donde estaba Fidel. Me vinculé a ese movimiento. Esa fue la contribución que yo hice en ese momento.

-¿Usted colaboró económicamente?

-Sí.

-¿Tenía noticias de Ernesto?

-Ninguna, hasta después del triunfo de la Revolución. A los pocos días de enero de 1959 viene Fidel a Caracas. Resulta que llega Fidel, pero el amigo mío no aparece. La gente pensaba que eran mentiras mías la amistad que yo tenía con Ernesto, y afortunadamente él me mandó una carta que la tengo ahí, donde me explica por qué no había venido a verme y que pronto iba a hacerlo.

-¿Qué dice la carta?

Departamento Militar de la Cabaña,

La Habana, 11 de marzo de 1959.

Mial (me decía Mial, por Mi Alberto):

No por esperada tu carta me resultó menos agradable. No te escribí enviándote a esta mi nueva patria; porque pensaba ir con Fidel a Venezuela. Acontecimientos posteriores me impidieron  hacerlo. Pensaba ir un poco después y una enfermedad me retiene en cama. Espero poder ir dentro de un mes aproximadamente.

Tan presentes estaban ustedes en mi pensamiento, que exigí cuando me invitaron a Venezuela, un par de días libres para pasarlos con ustedes. Espero que pronto sean estos deseos realidades.

No te contesto tu filosofía barata de la carta porque para eso hace falta un par de mates, una empanadita y algún rincón a la sombra de un árbol. Allí charlamos.

Recibe el más fuerte abrazo que la dignidad de machito te permita recibir de un ídem.

Che“.

-Pero él no vino a Caracas.

-Posteriormente tuvo otro problema, y no pudo venir. Me doy cuenta de que ya Ernesto era el Che Guevara, y aunque sigue siendo amigo, no puede eludir sus responsabilidades. Entonces, decidí venir por mi cuenta, solo, sin avisar ni nada.

-Eso fue en 1960.

-El 23 ó 24 de julio de 1960. Yo llegué al hotel Flamingo, y el administrador no me quería cobrar la habitación, y por eso casi lo fusila el Che. Casi inmediatamente después de mi llegada a La Habana, me fui al Banco Nacional. Me recibió Salvador Vilaseca y me dice  que el Comandante estaba recibiendo clases de Matemática -mira qué casualidad- y añade: “El Comandante cuando recibe clases no atiende a nadie.” Le digo: “Dígale que está aquí el petiso Granados” -él me decía petiso, que quiere decir chiquito, bajito-. Imagínate qué emoción.

Al rato aparece Ernesto y me dice: “¿Qué dice el insigne profesor Granados?” “Bueno, esperando que el espíritu del Comandante Guevara me atienda”, le respondo. Imagínate, no es lo mismo hablar de viajes y del drama de una motocicleta que encontrarse con el Comandante Guevara. Delia, que iba conmigo, se puso muy nerviosa.

(DELIA RECORDANDO ESE MOMENTO)

-No solamente por ser quién era, sino porque además era bello. Me impresionó. Yo le dije a Alberto: “Mira qué belleza de hombre me está mirando.”

-Y yo sabía que ante él no me podía descuidar mucho (Risas). La cosa es que a ella, nerviosa, se le cae un arete.  Ernesto se agacha, lo recoge, lo mira  así, y me dice: “Ay, pero si es plata sin p”. Plata sin p, es lata. Los aretes eran de fantasía. Y añade: “Te felicito.” Si me hubiera casado con una mujer enjoyada, no me hubiera felicitado.

(DELIA INTERVIENE NUEVAMENTE EN LA CONVERSACIÓN)

-Al Che no le gustaba ni un poquito la gente ostentosa.

-¿Ahí planificaron para que ustedes vinieran a vivir a Cuba?

-No, ahí planificamos mi viaje a la Sierra Maestra para conocer a Fidel, cuando se inauguró la escuela de maestros en Minas de Frío. Ernesto no me podía acompañar porque él tenía que irse al occidente. Le digo: “Bueno, me tendrás que prestar un auto.” Me responde: “Está bien, te lo voy a prestar porque no hay otra forma de llegar a tiempo. Pero la gasolina la pagas tú. Tú, que estás en Caracas ganando dinero.” Era un tipo terrible.

En 1960, me dedicó su libro Guerra de Guerrilla, con una nota preciosa: “Alberto, para que tengas esperanzas de no acabar tus días sin sentir el olor de la pólvora y el grito de guerra de los pueblos, una forma sublimada de recibir emociones fuertes, no menos interesantes y más útil que la utilizada en el Amazonas”.

Cuando vine definitivamente en 1961-recuerda que se habían ido para Estados Unidos más de 3000 médicos- traje el auto, traje un laboratorio pequeño, los muebles, todo. Después, cuando empecé a buscar una casa vacía, me dice Ernesto: “¿Pero cómo traes tantas cosas, si aquí la gente se fue y dejó todos los muebles? Es imposible encontrar una casa vacía.” Le dije: “No, yo traje todo.” Dice: “¿Y para qué trajiste los muebles?” Digo: “Para que no digas después… ¿Acaso no te conozco yo a ti? Para que no digas después: Granados vino aquí a hacerse rico con lo que habían dejado los gusanos.”

-Pero cuénteme un poco más de ese primer encuentro con Fidel, en Minas de Frío.

-A mí lo que me impresionó fue el discurso que hizo en la Sierra Maestra.

-¿Por qué?

-Porque decía cosas que yo siempre había soñado que había que decir. Yo no pertenecía a ningún partido político, pero sí entendía cuando se hablaba de eliminar el analfabetismo, cuando se hablaba de salud, cuando se hablaba de la importancia del trabajo, cuando se hablaba de la libertad de expresión, de todas esas cosas que uno había soñado. Y él lanzaba ese tipo de ideas como si tuviera una ametralladora: una tras otra. Con decirte que antes de terminar le dije a Delia -estábamos sentados los dos en el suelo allá, frente a la tribuna: “Mira, Delia, este es el líder que yo creía que no existía. Yo me vengo para Cuba.”

Afortunadamente Delia me acompañó, porque no era un momento fácil. Ya en esa época se sabía que se estaban preparando los mercenarios para invadir a la Isla; ya estaba, digamos, desatada la guerra de Estados Unidos. ¿Y si Delia me hubiera dicho: “pero cómo vamos a ir ahí; salir de Caracas que estamos tan bien, que tenemos la casa, que tenemos el laboratorio?”

(DELIA ACOTA)

-Y teníamos dos niños chiquitos. Esta niña (se refiere a su hija Delia Adelina) cumplió los dos años en el barco.

-Los cumplió en el hotel, Delia, que nos trajeron una torta.

(DELIA RECTIFICA ENTONCES)

-En el hotel hicieron la fiesta cuando llegamos. Tú tienes mejor memoria que yo.

-Usted había visto en Caracas a Fidel, pero de lejos; aquí lo vio cerca.

-Sí, aquí lo vi más cerca.

-¿Y entendió cuál era la empatía que había entre el Che y Fidel? ¿O todavía no?

-No, ya eso fue cuando nos volvimos a ver personalmente…

-¿El Ernesto que usted vio en La Habana era el mismo que usted conoció muy joven, o era otro?

-Sí, el mismo, solo que más profundo. Yo en sí lo noté más profundo y entendí perfectamente su decisión de irse a la lucha, primero en África, y luego en Bolivia.

-¿Se despidió de usted?

-En marzo de 1965, en los días de su “desaparición” para preparar el viaje al Congo, me dejó un libro de Manuel Moreno Fraginals (El Ingenio. Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, La Habana, 1964). En la primera página había escrito: “No sé qué dejarte de recuerdo. Te obligo, pues, a internarte en la caña de azúcar. Mi casa rodante tendrá dos patas otra vez y mis sueños no tendrán fronteras, hasta que las balas digan al menos. Te espero, gitano sedentario, cuando el olor a pólvora amaine. // Un abrazo a todos ustedes, inclúyeme a Tomás. Che”

-¿Quién es Tomás?

-Mi hermano mayor, Tomás Granado. Que había sido un gran amigo suyo, y a través de él nos conocimos. Tomás fue compañero del Che en el Bachillerato. Casualmente, Tomás vive ahora en Venezuela.

-¿Qué otro rasgo de Ernesto le llamó la atención después del reencuentro de ustedes en Cuba?

-La gran admiración y la enorme empatía que había entre él y Fidel. Y eso lo descubrí en 1960, cuando vine por primera vez a Cuba. Fíjate que cuando yo me iba, le dije: “Bueno, Ernesto, ya sabes, me vengo para acá”. Y como tenía total confianza con él,  le pregunté: “¿Y a tu jefe, no le irá a pasar como a Betancourt2 o a tantos otros, que una vez en el poder se olvidan de que fueron revolucionarios?” Se puso muy serio y me dijo: “Petiso, por ese hombre vale la pena jugársela.”

Y aquí acabamos la entrevista. ¿Verdad, periodista?

-Pues, claro. Con una frase así…

-Pues, ¡clic!, que se apague la grabadora.

1. SIERRA: Se refiere a la Sierra Maestra, Cuba, lugar donde se desarrolló la lucha revolucionaria del Ejército Rebelde contra la tiranía batistiana desde diciembre de 1957 hasta el triunfo revolucionario del 1ro. de Enero de 1959.

¿2. BETANCOURT: Rómulo Betancourt Bello (1908-1981). Político y periodista venezolano. Presidente de Venezuela en 1945, y de 1959 a 1964?

ANEXOS

Venezuela en los diarios de Ernesto y Alberto

ERNESTO GUEVARA: HACIA CARACAS

Después de las habituales preguntas innecesarias, del manoseo y estrujamiento del pasaporte y de las miradas inquisitorias hechas con la suspicacia estándar de la policía, el oficial nos puso un sello inmenso con la fecha de salida, 14 de julio, e iniciamos el paso a pie del puente que une y separa las dos naciones. Un soldado venezolano, con la misma displicente insolencia que sus colegas colombianos -rasgo, al parecer, común a toda la estirpe militar-, nos revisó el equipaje y creyó oportuno someternos a un interrogatorio por su cuenta, como para demostrar que estábamos hablando con una “autoridad”. En el puesto de San Antonio de Táchira nos detuvieron un buen rato, pero solo para cumplir un trámite administrativo y seguimos viaje en la camioneta que nos llevaría a la ciudad de San Cristóbal. En la mitad del recorrido está el puesto de aduanas que nos sometió a una prolija revisión de todo el equipaje y nuestras personas. El famoso cuchillo que tantos líos provocara volvió a ser el leit motiv de una larga discusión que nosotros condujimos con maestría de experimentados en las lides con personas de tan alto nivel cultural como es un cabo de policía. El revólver se salvo porque iba dentro del bolsillo de mi saco de cuero, en un bulto cuya roña impresionó a los aduaneros. El cuchillo fatigosamente recuperado, era motivo de nuevas preocupaciones porque esas aduanas se repetían a lo largo del camino hacia Caracas y no teníamos la seguridad de encontrar siempre cerebros permeables a las razones elementales que dábamos. El camino que une los dos pueblos fronterizos está perfectamente pavimentado, sobre todo en la parte venezolana, y recuerda mucho a la zona de las sierras de Córdoba. En general, pareciera que en este país hay mayor prosperidad que en Colombia.

Al llegar a San Cristóbal se entablo una lucha entre los dueños de la compañía de transporte y nosotros que queríamos viajar en la forma más económica a posible. Por primera vez en el viaje triunfo la tesis de ellos sobre las ventajas de viajar en dos días en camioneta, en vez de hacerlo en tres, en ómnibus; nosotros, apurados por la necesidad de resolver sobre nuestro futuro y de tratar convenientemente mi asma, resolvimos aflojar los 20 bolívares de más, sacrificándolos en aras de Caracas. Hicimos tiempo hasta la noche visitando los alrededores y leyendo algo sobre el país en la biblioteca bastante buena que hay allí.

A las once de la noche salimos al norte, dejando tras nuestro todo rastro de asfalto. En un asiento donde tres personas estarían apretadas nos colocaron a cuatro de modo que no había ni que soñar en dormir; además una pinchadura nos hizo perder una hora y el asma seguía molestándome. Paulatinamente subimos hacia la cumbre y la vegetación se hacia mas rara pero en los valles se veían los mismos tipos de cultivo que viéramos en Colombia. Los caminos en mal estado de conservación producían pinchaduras a granel; varias se nos produjeron en el segundo día de viaje. La policía tiene colocados controles que revisan totalmente las camionetas de modo que nos las hubiéramos visto negras de no contar con la tarjeta de recomendación que portaba una pasajera; el conductor le atribuía todos los bultos a ella y asunto arreglado. Ya los precios de las comidas se habían hecho más caros y de un bolívar por cabeza había ascendido a tres y medio. Resolvimos ahorrar lo más posible, de modo que teníamos que ayunar en la parada que se produjo en la Punta del Águila, pero el conductor se apiadó de nuestra indigencia y nos dio una buena comida por cuenta de él. Punta del Águila es la parte más alta de los Andes venezolanos y alcanza 4.108 m. sobre el nivel del mar. Me tomé los últimos dos tedrales que me quedaban con los que pude pasar la noche bastante bien. En la madrugada el chofer paró para dormir una hora porque llevaba dos días seguidos de manejar ininterrumpidamente. Pensábamos llegar a la noche a Caracas pero nuevamente las pinchaduras nos retrasaron, además fallaba el inducido de modo que la batería no cargaba y hubo que parar a arreglar. Ya el clima se había trocado en uno tropical con mosquitos agresivos y bananas por todos lados. El último tramo que yo hice entre sueños, con un buen ataque de asma, está perfectamente asfaltado y parece ser bastante bonito (era de noche en ese momento). Clareaba cuando llegamos al punto terminal de nuestro viaje. Ya estaba derrotado, me tiré en una cama que alquilamos por 0,50 bolívar y dormí como tigre ayudado por una buena inyección de adrenalina que me colocó Alberto.

ERNESTO GUEVARA: ESTE EXTRAÑO SIGLO XX

Ya ha pasado lo peor del ataque asmático y me siento casi bien, no obstante, de vez en cuando recurro a la nueva adquisición, el insuflador francés. La ausencia de Alberto se siente extraordinariamente. Parece como si mis flancos estuvieran desguarnecidos frente a cualquier hipotético ataque. A cada momento doy vueltas a la cabeza para deslizarle una observación cualquiera y recién entonces me doy cuenta de la ausencia.

Sí, realmente no hay mucho de que quejarse; atención esmerada, buena comida, abundante también, y la esperanza de volver pronto para reiniciar los estudios y obtener de una buena vez el título habilitante, y sin embargo, la idea de separarme en forma definitiva no me hace del todo feliz; es que son muchos meses que en las buenas y malas hemos marchado juntos y la costumbre de soñar cosas parecidas en situaciones similares nos ha unido aún más.

Siempre con mis pensamientos girando en torno a nuestro problema me voy alejando insensiblemente de la zona céntrica de Caracas. Ya las casas residenciales se van espaciando.

Caracas se extiende a lo largo de un angosto valle que la ciñe y la oprime en sentido transversal, de modo que, a poco andar se inicia la trepada de los cerros que la circundan y progresista ciudad queda tendida a nuestros pies, mientras se inicia un nuevo aspecto de su faz multifacética. Los negros, los mismos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han visto invadido sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués. Y las dos viejas razas han iniciado una dura vida en común poblada de rencillas y pequeñeces de toda índole. El desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de encarar la vida los separa completamente; el negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en “pegar unos palos”, el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aún independientemente de sus propias aspiraciones individuales.

Ya las casas de concreto han desaparecido totalmente y sólo los ranchos de adobe reinan en la altura. Me asomo a uno de ellos: es una pieza separada a medias por un tabique donde está el fogón y una mesa, unos montones de paja en el suelo parecen constituir las camas; varios gatos esqueléticos y un perro sarnoso juegan con tres negritos completamente desnudos. Del fogón sale un humo acre que llena todo el ambiente. La negra madre, de pelo ensortijado y tetas lacias, hace la comida ayudada por una negrita quinceañera que está vestida. Entramos en conversación en la puerta del rancho y al rato les pido que posen para una foto pero se niegan terminantemente a menos que se la entregue en el acto; en vano les explico que hay que revelarlas antes, o se las entrego allí o no hay caso. Al fin les prometo dárselas enseguida pero ya han entrado en sospechas y no quieren saber nada. Uno de los negritos se escabulle y se va a jugar con los amigos mientras yo sigo discutiendo con la familia, al final me pongo de guardia en la puerta con la máquina cargada y amenazo a todos los que asoman la cabeza, así jugamos un rato hasta que veo el negrito huido que se acerca despreocupadamente montando una bicicleta nueva; apunto y disparo al bulto pero el efecto es feroz: para eludir la foto el negrito se inclina y se viene al suelo, soltando el moco al instante; inmediatamente todos pierden el miedo a la cámara y salen atropelladamente a insultarme. Me alejo con cierto desasosiego, ya que son grandes tiradores de piedras, perseguido por los insultos del grupo, entre los que se destaca, como expresión máxima de desprecio, éste: Portugueses.

A los lados del camino se ven colocados cajones de transporte de automóviles que los portugueses usan como viviendas, uno de ellos habitado por negros, se alcanza a ver un reluciente frigidaire y en muchos se escucha la música de las radios que los dueños ponen con la máxima intensidad posible. Automóviles relucientes descansan en las puertas de viviendas completamente miserables. Los aviones de todo tipo pasan sembrando el aire de ruidos y reflejos plateados, y allí a mis pies, Caracas, la ciudad de la eterna primavera, ve amenazada su centro por los reflejos rojos de los techos de tejas que convergen hacia ese punto mezclado con los techos planos de las construcciones de estilo moderno, pero hay algo que permitirá vivir al anaranjado de sus edificios coloniales, aún después de haber desaparecido del mapa: su espíritu impermeable al mecanismo del norte y reciamente fincado en su retrógrada condición semipastoril del tiempo de la colonia.

Tomado de Ernesto “Che” Guevara: Notas de viaje, Fondo Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 1993. pp-110-114.

ALBERTO GRANADO: UN RÁPIDO ABRAZO

Caracas, 26 de julio de 1952

Las manos apretadas en señal de despedida se niegan a soltarse. Ambos protagonistas de la separación tratan con muy poco éxito de disimular la emoción que los domina. Muchos son los hechos acaecidos, y muchos mas aún los sueños por hacer realidad, los que como una fuerza atractiva mantienen unidas esas manos. Juntas han ido desbrozando caminos, eliminando obstáculos opuestos a veces tercamente a la realización de propósitos, uno de los cuales acaba de ser culminado con éxito.

Al fin, casi al unísono, las manos se separan para dar paso a un rápido abrazo. Luego, la despedida breve que impide la manifestación exagerada de la emoción cierta, pero ruborosamente contenida.

-Te espero, Fúser.

-Nos juntaremos, Mial.

Mial se sienta en el muro que separa la pista de aterrizaje de la zona de desembarque de los caballos que serán transportados vía aérea hacia Miami. Observa como la figura de Fúser se achica al alejarse hacia la enorme aeronave de cuyo verdadero tamaño, disminuido por la distancia, toma conciencia al compararla con la pequeña figura que resulta ahora su amigo. Este empieza a subir la rampa por donde algunos minutos antes han sido izados los caballos de carrera. A la mitad del trayecto gira la cabeza y agita su mano derecha a guisa de saludo.

Como respuesta al gesto, Mial da un salto y al mismo tiempo que desaparece su forzada indiferencia, mueve sus brazos, y a despecho de que la distancia apague su voz, se despide a grito destemplado:

-Chao, Fúser…; te espero, Pelao…; estudia mucho, Ernesto…, chao, chao…

Al ruido producido por el cierre de las escotillas sigue de inmediato el estruendo de los motores. Pocos minutos después el avión pasa por sobre la cabeza de Mial, quien en un gesto que su naturalidad denota ser una vieja costumbre, se deja caer sobre el césped que bordea el muro del aeropuerto de Maiquetía. Extrae de una maltrecha mochila un cuaderno cuidadosamente forrado en papel rojo, y recostándose en el muro 10 abre y comienza a leer.

Tomado de Alberto Granado: Con el Che por Sudamérica, Cada Editora Abril, 2001. p.11.

Alberto Granado Jiménez (Hernando, provincia de Córdoba, Argentina, 1922) se graduó como Farmacéutico (1946) y Bioquímico (1948) por la Universidad de Córdoba. Desde el año 1960 reside en Cuba, donde hizo el doctorado en Ciencias en el Centro de Investigaciones Científicas (1974). Fue fundador de la Escuela de Medicina de Santiago de Cuba y del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria. En la actualidad es asesor de la Cátedra Che Guevara de Santa Clara y de la Santiago de Cuba. También, de otras cátedras similares en Argentina y Venezuela. Es autor del libro Con el Che por Sudamérica, Casa Editora Abril, 2001.

Ernesto Che Guevara. Otra vez. Casa Editora Abril, La Habana, 2000, p.117.

Las fotos de Roberto Chile

 

 

Felicidad. Foto: Roberto Chile

 

Con Edgar Ponce, embajador de Ecuador en Cuba. Foto: Roberto Chile

 

 

 Alberto Granado, Cuba, Ernesto Che Guevara, obituario, Venezuela

  • chileno de Aragua(Miguel Ángel Maregatti) dijo:

TODA UNA BIBLIA, UN BAGAJE DE EXPERIENCIA DEL CAMARADA ALBERTO GRANADOS, LES ENVÍO EL SIGUIENTE LINK DONDE TUVE LA DICHA DE CONOCERLO:
http://www.aporrea.org/actualidad/n176305.htm

# 7 Marzo 2011 a las 9:21

  • Diego M. Vidal dijo:

Alberto “el Petiso” Granado dedicó su vida a difundir la vida y obra de Ernesto Guevara, su “Ernestito”, que al igual que con Calica Ferrer en Argentina, han dado la vuelta al mundo con ese legado.
Granado se murió como debía ser, descansando sus viejos huesos y llevando su paso chueco y desgarbado que los años acentuaron pero no lograron menguar su humor y picardía.
Su casa siempre estuvo abierta para todos aquellos que querían conocer al Che y saber del testimonio directo de su mejor amigo.
La última vez lo vi en La Habana, en la Plaza de la Revolución, precisamente en el Memorial José Marti, sumando su presencia y palabra en la presentación de mi libro junto a Calica, Vicente Feliú y cientos de amigos entrañables y vecinos de mi calle.
El sábado se fue de viaje otra vez, seguro que ya está con Ernesto preparando alguna nuebe para recorrer el universo y desde allí disparar luces de esperanza para este mundo que ambos quisieron mejorar.
Nos dejó un día antes de cumplirse el 51° aniversario de la foto de Korda al Che, que luego se convertiría en la imagen más reproducida en la historia de la fotograafía mundial del siglo XX. De esa foto, Granados me dijo: “El Che tiene una mirada que revela su sentimiento en ese momento: que si se le cruzaba un gringo se lo comía crudo”
Así, con esa gracia era capaz de hablar de su amigo Ernesto y también, cuando coincidimos en Buenos Aires, en un homenaje por el 80 natalicio del Che, Alberto estuvo cantando tangos hasta la madrugada, firme y lúcido que hasta el último momento.

Gracias “Petiso”, un abrazo grande a Fuser desde acá.

Diego M. Vidal

# 7 Marzo 2011 a las 10:49

  • Diego M. Vidal dijo:

Perdón, Rosa Miriam, sabes de mi cariño por ti y entonces es imperdonable mi descortesía.
Gracias por compartir esta entrevista!!! Eres un sol importante para esta América Latina que ya no se arrodillará más.
Un beso y abrazo enorme, desde mi rincón porteño.
DMV

# 7 Marzo 2011 a las 10:51

¡ historia madre !me emociona hasta la piel …gracias por publicar esto que a uno lo nutre y da fuerzas para seguir en la lucha , y darce cuenta q no todo esta perdido

# 7 Marzo 2011 a las 11:33

  • Teresa dijo:

Granados me regaló hace algún tiempo una tarde bella. Yo era muy joven aún y recién regresaba de Argentina, donde encontré recuerdos del Che por todas partes, a pesar de la convulsa época que se vivía en el país andino. Le llevé una carta que un amigo le había enviado. El me recibió con alegría, como si me conociera de siempre. Nos sentamos en la terraza de su casa y hablamos sobre el Ché, eternamente…

# 7 Marzo 2011 a las 12:01

  • Bruno dijo:

“La humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada
perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido
sin su esfuerzo. Un objetivo que huye ante ellos conviértese en estí-
mulo para perseguir nuevas quimeras. Lo poco que pueden todos, de-
pende de lo mucho que algunos anhelan. La humanidad no poseería sus
bienes presentes si algunos idealistas no los hubieran conquistado
viviendo con la obsesiva aspiración de otros mejores.”

Jose Ingenieros 1877 - 1925

# 7 Marzo 2011 a las 12:46

  • William Rivero Perdomo dijo:

Que bonito leer estas hermosas historias recogidas muchas de ellas en los diarios que el Che y Granados se tomaban el tiempo para escribirlos, a veces pense que eso de diarios era cosa de niñas en la primaria o secundaria, que fuese de la historia sin estos diarios, si yo tuviera que contar mi vida, solo fuera pequeñas anecdotas de 3 lineas.

Gracias Alberto, y hasta pronto, tu humor fue siempre genial, la pelicula Diarios de motocicletas la he visto como 30 veces, genial, y las actuaciones de Gael y el joven argentino fueron muy buenas.

Hasta la Victoria Siempre.

# 7 Marzo 2011 a las 14:27

  • unkas dijo:

Aqui tienen un buen hombre y un buen amigo. Una perdida lamentable

# 7 Marzo 2011 a las 15:45

  • Sigfrido Lanz Delgado dijo:

No conocía casi nada acerca de la vida de Alberto Granados. Luego de leer esta pequeña crónica de la escritora cubana Rosa Mirian Elizalde concluyo que era sin duda un hombre bueno y además un internacionalista, argentino, venezolano, cubano. Escribo desde Venezuela, la patria de Bolívar. Sigfrido Lanz Delgado

# 7 Marzo 2011 a las 16:05

  • Miguel Pino dijo:

Este si fue un hombre del Che, uno que trabajó hasta que la vida le dió energía. Es una pena que hubiesen más como ellos.

Granados consagró su vida a poner en práctica los ideales del ché, Nunca pidió nada y sin embargo dió todo. Sin embargo, tenemos que ver como tristemente, la hija del ché disfrutando de los carnavales en brasil, mientras el pueblo trabajador trata de salir adelante.

# 7 Marzo 2011 a las 16:17

  • jorge dijo:

Todos los grandes hombres tienen grandes amigos, fue Granados para el Che lo que Fermin para Marti.

# 7 Marzo 2011 a las 17:30

  • Juan dijo:

Hasta pronto Alberto.

Saludos desde Chile a todos los hermanos latinoamericanos.

# 7 Marzo 2011 a las 18:40

  • Jackson Vivas dijo:

Apenas soy un humilde Revolucionario que se siente hijo del Che del petiso, Fidel y Chavez, quienes con sus ejemplos historicos y humanistas me han enseñado con sus combativas y gloriosas experiencias, los caminos que debemos seguir los hombres verdaderos si asi se pudieran llamar los que creemos que un mundo mejor es posible, el mundo donde lo primero es el ser vivo y no el objeto o la mercancia, los revolucionarios nacimos para ser vanguardia en las protestas y luchas por un mundo mejor, donde aplastemos a todo lo que huela a capitalismo el cancer de la miseria y ahmbre en el mundo entero, por una vacuna que se llama Socialismo el sistema mas perfecto para salvar a la humanidad y en su defecto a nuestra madre Tierra, como lo soñaba el Che, Alberto, el comandante Fidel y Chavez ahora, por eso cada día mas tenemos que profundizar mas estas lecturas y pensamientos de estos proceres y dignos Revolucionarios, por el futuro de nuestro hijos y nuestra patria grande LatinoAmerica, por eso siempre decimos pioneros por el Comunismo seremos como el Che, Granados, Fidel y Chavez, Hasta la Victoria Siempre Estamos Venciendo…… desde esta trinchera saludos a todos los camaradas..

# 7 Marzo 2011 a las 22:06

  • hector selsel dijo:

grande alberto descansa en paz

# 8 Marzo 2011 a las 16:32

hasta siempre camarada!!sin palabras

# 8 Marzo 2011 a las 22:56

  • Aristides Rondón Velázquez dijo:

Aun no he salido del estado em que me dejó la noticia de esta perdida. Lo conocía desde hace casi 30 años.
De él aprendí mucho. Mis hijos tambien. Su historia se escribirá. En mi blog hago confesiones.
Desde este foro estoy planteando que sus cenizas descansen en Santa Clara, por legitimo derecho ganado con una conducta limpia, desinteresada, altruista, ejemplar.
Mi familia está de duelo como millones de personas que lo conocieron por medios diversos.
Su memoria perdura, Profesor Granado.
Aristides

# 9 Marzo 2011 a las 9:30

Un abrazo patriótico a Alberto y al Che, su motocicleta continúa roncando y surcando los caminos de América.
Gracias Rosa Mirian por esta joya periodística, tú como siempre. PROFESIONALÍSIMA.

Mora. Stgo

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Alberto Granado

En un viaje realizado a La Habana hace algunos años, durante la etapa de investigación para la realización del documental, tuvimos el agrado de ser recibidos en su casa por Alberto Granado.

 

Fue una entrevista cálida, llena de recuerdos.

 

A Alberto le costaba hablar de si mismo sin mencionar a su entrañable amigo Ernesto

 

Transcribimos a continuación algunos pasajes de la entrevista:

 

Cuando era estudiante en Córdoba, gane un concurso de practicante menor de epidemiología bioquímica y pedí uno de los lugares mas difíciles.

 

Pedí lepra en San Francisco del Chañar, ahí no quería ir nadie, porque san francisco del chañar esta allí cerca de santiago del estero, y lepra es una enfermedad que no da muchos recursos, entonces me puse a trabajar allí.

 

Allí había un senador que era del departamento donde estaba el leprosario. Un tipo que era conservador y se pasó al peronismo. Entonces como se paso al peronismo quería ser más peronista que nadie, y la primera medida que tomo fue que todos los empleados del leprosario tenían que afiliarse al partido peronista.

 

Un día yo estaba jugando con los leprosos al fútbol, y veo venir a Loza que se llamaba el entrenador y el director, y por la cara que traía, no venia muy contento.

 

Me saluda y me dice, aquí jugando, queriéndote enfermar con los leprosos, y le digo no, si el fútbol no infecta a nadie.

 

El senador empezó a hablar de la política, de la importancia del dinero, entonces le dije “nadie se acuerda de la gente que muere pobre”. Me dice que el como senador no le quedaba mas remedio que obligarme a afiliarme al partido peronista.

 

Yo hasta ese día lo trataba con mucho respeto. El hombre era calvo y le dije: “decime pelado, ¿pero vos estas en pedo, no te das cuenta que esto esta en el culo del mundo?, no te das cuenta que el que hace el favor acá soy yo a Uds. y dije Sr. director, desde ya vaya recibiendo mi renuncia.

 

En realidad eso me ayudo a irme del leprosario, porque yo estaba muy metido con el leprosario. De allí me fui a trabajar al hospital español en Córdoba, allí había mucha gente antiperonista, venían unos pobres chacareros y les sacaban sangre solo para cobrarles los análisis, yo me sentía muy mal.

 

Allí, un día de Octubre aparece Ernesto. En aquel tiempo había una semana de vacaciones por el día de la lealtad, y en esos días dijimos bueno, salimos de viaje.

Eso fue en Octubre y salimos en Diciembre.

 

Hacia muchos años que hablábamos del viaje. Juntamos la guita que pudimos. La idea era conocer, conocer América latina y después ver que hacíamos.

 

El viaje era algo obsesionante para mí. Yo hubiese podido ser premio Nóbel o primer ministro pero nunca me hubiese sentido satisfecho si ese viaje no lo hubiese llevado a cabo. Yo tenía mi estrategia. Si algo me interesaba decía lo voy a hacer ahora antes del viaje, o decía yo me voy a casar después de que haga el viaje. Todo el mundo decía que lindo, yo voy con vos, pero al final, el que fue, fue el mejor, porque mejor compañero imposible

 

Cuando salimos Ernesto y yo al viaje, yo tenia comprometido con la madre de Ernesto que yo iba a hacer todo lo posible para que él se graduara de medico, cuando el salio debía 13 asignaturas. El viaje fue maravilloso.

El fin del viaje junto fue en Venezuela. Allí apareció un amigo de un tío del Che que tenia un transporte de caballos de Buenos Aires, Caracas, Maracaibo, Miami.

Entonces imagínate, que oportunidad más grande que esa, en unas horas iba a estar en Buenos Aires. Salimos entonces a buscar una visa para que pudiera entrar a Miami.

En forma relampagueante obtuvo la visa y se fue a Miami, pero en Miami se rompió el avión, y Ernesto tuvo que pasarse un mes allá comiendo de lo que trabajaba, cuidando una casa, limpiando cristales, en fin y luego se volvió a Buenos Aires.

 

Yo me quede en Caracas. Tenia una carta una carta de recomendación para un medico que se llamaba Jacinto Convit.

 

Convit me hizo algunas preguntas, parece que le caí bien, le gusto que yo supiera algo, y me contrato por un año en un laboratorio que había en un leporosario, en el litoral, llamado Cabo Blanco.

 

Conseguí que me dieran también casa y comida además del sueldo. A mi me convenía quedarme allí hasta que Ernesto fuera a Buenos Aires, se graduara de medico y volviera para reunirnos.

No sabíamos bien que íbamos a hacer, íbamos a viajar por lo menos hasta México, o quedarnos en el leprosario, que aunque era muy viejo, había muy buenas condiciones.

 

Me entusiasmaba esto ya que otro de los sueños nuestros era obtener una vacuna contra la lepra, que hasta ese momento no se había obtenido, se obtuvo muchos años después y nunca fue muy efectiva.

 

Una vacuna contra la lepra era un objetivo lindo para un investigador.

 

La cosa siguió así. Nos carteábamos de vez en cuando y Ernesto alargaba su salida, entonces yo empecé a hacer mi trabajo, en una de esas hice un trabajo científico bastante bueno, y yo apurándolo a Ernesto. “Ernesto ven para acá, que hace falta que te vengas”. Entonces quedamos en eso, estábamos a la expectativa de reunirnos.

 

Ernesto Guevara, ya graduado de médico sale con Calica Ferrer rumbo a Caracas. En el viaje se va encontrando con distinta gente, se va entusiasmando con otras cosas y se va hacia Guatemala.

 

Para resumir, me manda un papelito con Calica donde dice: “Alberto, no me esperes mas, porque yo me voy a ir a Guatemala donde hay una revolución que me parece que es mas interesante que ir a ganar plata a Caracas”.

 

Entonces yo seguí, yo tenia mi trayectoria mucho mas definida que la de Ernesto.

 

En primer lugar yo tenia 29 años y el tenía 24. Mi aspiración, era ser un investigador, ser padre de familia y viajar. Yo tenía esas tres cositas para mí.

 

Entonces cuando recibo la noticia me da bronca, y empiezo a buscar una nueva beca para seguir el trabajo que yo había empezado a hacer en Caracas. Gano una beca y me voy para Italia, eso fue en el año 56. Estuve en Italia casi 6 meses, hice mucho turismo porque el profesor no era muy trabajador y además no tenía mucho más conocimiento que yo.

 

Cuando vuelvo recibo una carta de Ernesto que me dice que está en México, ya había sucedido la invasión de Guatemala por castillo de armas.

Me dice en la carta veni para acá, esto esta muy bueno.

 

Yo le decía: “¿que estas haciendo?” Y el me decía: “¿estoy de fotógrafo?”, y yo le volvía a escribir: “… pero que mierda estas haciendo de fotógrafo cuando acá hay 2000 leprosos esperando un tipo inteligente como vos para que los ayudes a mejorar su estándar de vida.” Teníamos esas discusiones por carta.

Pasa el tiempo y veo una noticia en el periódico: Medico argentino muerto al desembarcar en cuba. No decía el nombre pero yo empecé a averiguar, llame a la madre y me dice: yo se que esta vivo, porque le había llegado una carta donde estaba firmado como Tete que era el apodo de la infancia.

 

Mientras se desarrollaba la guerrilla yo estaba trabajando como profesor titular en la Universidad en Caracas.

 

Al triunfo de la revolución cubana, el era Ministro, era famoso, pero tenia que venir a verme porque me había dejado plantado, y me mando una carta que aún conservo.

Entonces viene a Caracas Fidel y yo dije: “En cuanto aparezca Ernesto lo veo”.

 

No aparece Ernesto entre la gente, y mis amigos me decían “estas seguro que hiciste el viaje en moto con el, porque es un poco raro que el tipo haya venido y no te haya visto”.

Esto fue en enero y en abril el che me manda una carta pidiendo disculpas y explicándome que se había enfermado, y entonces me di cuenta que a Ernesto no podía contarlo como Ernesto sino como al Che entonces dije, “ya que la montaña no viene a Mahoma, mahoma tiene que ir para allá”

Yo ya tenía los dos hijos más grandes y entonces decidí venir para ver como era esto en Cuba, como estaba la cosa.

 

Fíjese, nos separamos el 26 de Julio del 52, el día que murió Eva Perón y nos juntamos el 23 de Julio del 60. Pasaron 8 años.

Resulta que llego aquí, me presento y me atiende como siempre, como amigos que somos, como amigos de toda la vida. Entonces le digo: “Me tenes que llevar a ver a Fidel” que en esos días iba a hablar en la Sierra Maestra. Me dice: “no, yo no puedo ir, me tengo que quedar, entonces le digo: “Bueno, entonces por lo menos me tenes que prestar un auto” y me responde, “bueno, te voy a prestar un auto por la excepcionalidad de la cosa, que no es mío, es de la comandancia, pero eso si, la gasolina la tenes que pagar vos”. Allí no corría eso de que venia el amiguito e iba a tener el auto.

 

Hicimos el viaje, fue una cosa maravillosa. En primer lugar todas las cosas que se habían hecho desde el triunfo de la revolución hasta Julio del 60, el fervor que había, la simpatía del pueblo y me fui enamorando…

 

Entonces Ernesto me dijo te voy a dar una cartica para el Comandante en jefe de las fuerzas armadas en oriente por cualquier problema que tengas. Llegue a Santiago de Cuba y conseguí una habitación para los dos niños. Ernesto me dio una carta que la escribió en un papelito, así no mas, nada oficial. Llego a un lugar donde encuentro a un tipo mezclando cal con arena, pantalón arremangado, lleno de cemento, me acerco y le digo: “estoy buscando al comandante Acosta”. Yo estaba buscando un comandante con uniforme con estrellas y el hombre me dice, “no busque mas el comandante soy yo”.

 

El tipo estaba a pico y pala para terminar porque al otro día venia el discurso de Fidel.

 

Al día siguiente escuche el discurso de Fidel, un discurso fantástico. Ya por la mitad del discurso le digo a Delia, mi mujer, “Delia prepárate, que el líder que yo creía que no existía es este tipo, y todo lo que ha dicho es lo que yo siempre he pensado, así que me voy a venir para acá.” Delia dijo que sí afortunadamente.

 

En aquel momento se estaban preparando los movimientos contrarrevolucionarios en Cuba y no era fácil. Nosotros en Caracas teníamos un Standard de vida de un profesor universitario. La cosa es que en ello Delia me dio un apoyo tremendo, porque si me decía lo contrario vaya a saber lo que hubiera podido pasar.

 

Tenía que volver a Caracas a terminar mi contrato, porque como argentino yo trabajaba por contrato. Porque yo además no he renunciado nunca a mi nacionalidad argentina, otra de las cosas que tengo, soy argentino. Si me tengo que morir por Cuba me muero, pero soy argentino, me muero siendo argentino.

Un retrato en casa de Alberto guarda la unica imagen donde estan juntos Alberto, Fidel y el Che

En Caracas vendí todo lo que tenia, lo que no vendí lo regale. Traje mi automóvil, traje mi laboratorio pequeño. Eso lo mande por barco y nosotros vinimos por avión. El 23 de marzo del 61 yo ya estaba acá.

 

Yo empecé como profesor de bioquímica en La Habana. Yo tenia muchas ideas, la gente aquí también las tenia, sobre todo con el objetivo de darle a los médicos un mayor bagaje científico.

A los médicos les gusta mucho la cirugía y oír ruiditos, la parte práctica, pero eso le quita fuerza científica. Entonces organizamos aquí un centro de ciencias básicas para que estudiaran bioquímica, fisiología. Los muchachos me puteaban, este argentino…

 

Me dio una mano Fidel en un discurso. Entre tantas cosas dijo, “como no nos puede gustar la bioquímica”,… entonces si lo dice Fidel, parece que Granado tiene razón.

 

Pero había tanta gente que quería estudiar, y la única facultad que había era la de medicina de la habana. Enseguida la gente de las ciudades mas pequeñas, aunque eran revolucionarios decían: no en la universidad de la habana los estudiantes viven en concubinato, entonces los padres decían: “mi hijo puede ir allá, pero mi hija no, pa´que”.

La revolución muy inteligentemente dice, si los padres tienen miedo de que sus hijas vayan a la universidad en la habana, hagamos una universidad en la otra punta, entonces se fundo la universidad de medicina en oriente de la cual yo soy uno de los fundadores.

 

Llegamos a tener hasta 500 alumnos. Fue una cosa muy linda, una lucha contra la reacción, contra los revolucionarios equivocados, contra la gente que quería mantener el status.

Por ejemplo había llegado una lluvia en oriente y era necesario recoger el café y no había mano de obra, porque la mano de obra estaba cortando caña. Entonces se les pidió a los estudiantes que fueran a recoger café. Nadie quería ir, porque como estaban los exámenes pegados, lo que querían era examinar. Entonces el presidente de la JC tuvo que ir el. Estuvo más de un mes recogiendo café y perdió los exámenes.

 

Un día yo iba a la cátedra y lo veo venir a este muchacho con cara de pocos amigos y le digo pregunto que le pasa. Me dice, “no me dejan examinar porque dicen que falto a clases”. Entonces me voy donde estaba el vicerrector y le digo al hombre, “¿no se da cuenta que estamos viviendo una revolución?, este muchacho esta sacrificándose, a los que habría que aplazar es a todos los que no quisieron ir”.

Como esta se vivieron muchas situaciones maravillosas y que daban mayor fortaleza.

 

En otra ocasión el profesor de anatomía dice: Alberto, me tienes que ayudar. De una de mis mejores alumnas, el padre – que era un chino – se entero que los muertos están desnudos y dice que su hija no va a ir a ver hombres desnudos.

 

Entonces fui yo. No era lo mismo que vaya el profesor de anatomía que el Alberto Granado el amigo del Che y así fui los convenciendo…

Cuando conversamos con Alberto sobre la etapa de Bolivia se puso triste.

 

Nos contó que antes de partir hacia a Bolivia el Che se despidió diciéndole: “Te espero gitano sedentario cuando el olor a pólvora amaine”

Entrevista realizada por Claudia Rabanaque - Norberto Forgione

 

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