sábado, 3 de marzo de 2012

Argentina verguenza nacional la chica del diecisiete Malvinas reales

VERGUENZA NACIONAL

 

                                 Por Stella Calloni

 

 

Hace unos días un grupo de 17 periodistas, intelectuales y constitucionalistas firmaron un documento vergonzante que reclama revisar la poltica del gobierno argentino, por cierto apoyada en este caso por  legisladores de todos los partidos opositores como un reclamo nacional de viejo cuño- - por el caso de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, tomadas violentamente por la armada británica en 1833.

 

En esa operación las tropas británicas desalojaron a los habitantes argentinos del lugar, los expulsaron de sus tierras, razón por la cual este tema se incluyó en la agenda de descolonización de Naciones Unidas.

 

En una de sus demandas  increíbles el grupo sugiere que el gobierno considere "el principio de autodeterminación" de los isleños británicos ( kelpers), que viven allí, muchos de ellos descendientes de aquellos primeros transplantados artificialmente y otros que son parte de la renovación del contingente que ocupa el lugar.

 

Entre ellos están familias de los militares que han instalado una base estratégica en la isla Soledad, parte del diseño de la militarización del Atlántico Sur. Esta es parte de una red de bases perfectamente conectadas, alrededor de Amrica Latina y el Caribe, puertos vitales para la IV Flota resucitada por Estados Unidos, para sus nuevas guerras coloniales en el mundo, utilizando a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) como una fuerza de ataque global e ilegal.

 

Los firmantes colocan como vctimas a esas familias inglesas, que han sido tratadas con respeto siempre, como miles de ingleses que han vivido y viven en Argentina, sin que hayan recibido jams un maltrato ni discriminación.

 

El texto está firmado por Jorge Lanata, Juan José Sebreli, Emilio de Pola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintin), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo.

 

El ya fallecido escritor británico, Graham Green, a quien entrevisté en Panamá en los años 80, cuando veía a algunos sectores de la  oligarquía panameña defender la presencia de  Estados Unidos en la Zona del Canal de Panamá, solía decir: en Francia serían colaboracionistas, en Gran Bretaña traidores.

 

No le gustaban los eufemismos, porque el lenguaje es intensamente rico y hay palabras que lo definen todo. No hay que buscar laberintos ni sinónimos cuando una palabra, una frase corta  reemplazan un discurso inútil.

 

Durante años el pueblo panameño luchó en absoluta inferioridad de condiciones contra la presencia colonial estadounidense, que mantenía el ilegal  enclave de la Zona del Canal de Panamá donde impuso hasta 20 bases militares, entre ellas la tristemente clebre Escuela de las Américas.

 

Una y otra vez jóvenes panameños fueron asesinados por los militares de Estados Unidos y los Zonians, habitantes norteamericanos de la Zona , como los kelpers lo son de las Islas Malvinas.

 

Fue el general Omar Torrijos, como figura líder de la llamada revolución panameña, que nunca ocupó el cargo de presidente, quien logró interesar a todo el mundo en apoyar las negociaciones para el retiro definitivo del Comando Sur del Ejército estadounidense de la Zona del Canal. Llevó la cuestión ante la OEA , ante organismos internacionales, por supuesto que en otro tiempo, cuando aún Naciones Unidas disimulaba elegantemente  su dependencia del poder hegemónico.

 

Torrijos viajó por el mundo buscando apoyo a la negociación porque era evidente que un país pequeño de solo dos millones de habitantes en esos tiempos, no podía enfrentarse a semejante poder de fuego.

 

Finalmente con el ex presidente James Carter en el gobierno de Washington logró firmar en 1977 los Tratados Torrijos-Carter  que pusieron una fecha final para el enclave colonial, aún cuando a último momento algunos senadores agregaron cláusulas muy peligrosas para el futuro.

 

Luego incluso de la unilateral  y cruenta invasión a Panamá en 1989 que dispuso cobardemente el gobierno de George Bush (padre) bajo el nombre de Causa Justa montada sobre mentiras comunes a este tipo de acción, a fines de 1999, se levantaron las bases y los zonians, que  intentaron rebelarse y permanecer en el paraíso panameño debieron abandonar el lugar, sus grandes casas de madera, todo. Ahora allí viven panameños.

 

Ni siquiera a los propios norteamericanos se les ocurrió que los zonians, porque llevaban tantos años viviendo en un territorio ocupado por sus tropas militares, tenían derecho a la autodeterminación.

 

Lo insólito de este documento que publicó el diario La Nación no es el documento en sí, ya que el grupo firmante colabora con los medios monopólicos locales  y por lo tanto defiende el discurso único del poder hegemónico mundial en estos tiempos, aunque se consideran a sí mismos como independientes (no se sabe de qué).

 

Lo insólito es asistir al descenso a los infiernos de la traición, enredados en la vanidosa percepción que les da la impunidad de estar protegidos por los poderes fácticos.

 

Un descenso que no hubiéramos querido ver en algunos que en un tiempo aparecieron incluso como jóvenes esperanzas o referentes marxistas de muchos de los miles de jóvenes desaparecidos por la pasada dictadura.

 

Los mismos que hoy tampoco usaran eufemismo alguno para calificar al grupo de defensores del discurso burdo del envejecido colonialismo británico. Capaces de decir como David Cameron que la Argentina es en realidad colonialista por intentar recuperar un territorio propio situado en sus costas marítimas y a más de 14 mil Km del colonizador: el Reino Unido.

 

Beatriz Sarlo ha dicho  "las Malvinas no puede ser una cuestión nacional sagrada”. Lo dice para justificar lo injustificable  y como son tiempos donde el poder hegemónico estima que la soberanía es un concepto a revisar, la ensayista  no solo pide que se considere a los isleños como "sujetos de derechos", sino que insta a "redefinir el nacionalismo territorial".  

 

Desoladora confesión de partes, sobre todo de parte de  Sarlo para quien una buena redefinición sera algo así como una Doctrina Monroe, ¿ o acaso una Doctrina de Seguridad Nacional como la que impuso Estados Unidos en nuestros países  en los aciagos años 70, redefiniendo nacionalismos territoriales?.

 

( fin)