De: ADRIAN NORBERTO LOMLOMDJIAN [mailto:lavozarmenia@gmail.com]
Enviado el: Lunes, 19 de Marzo de 2012
EDITORIAL LA VOZ ARMENIA
Genocidio Armenio=Derechos Humanos
Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del sábado 17 de marzo de 2012
Como descendientes directos –en primera y segunda generación- de las víctimas del genocidio de armenios planificado y perpetrado por las autoridades del Imperio Otomano con la complicidad –expresa o vedada, según el caso- de las principales potencias de la época, hemos crecido y nos hemos desarrollado teniendo a la memoria como una de nuestras armas fundamentales en la lucha contra el olvido, por la justicia y el castigo a los culpables.
Por eso, un importante sector de nuestra comunidad jamás dudó de qué lado estaba cuando la dictadura militar que asoló el país entre 1976 y 1983, comenzó a poner en práctica aquella misma metodología sufrida por nuestros abuelos y padres “para terminar para siempre con los elementos nocivos que dañaban a la sociedad”.
Allá y acá (y en muchos otros puntos del planeta), a pesar de las distancias y las décadas, el objetivo era “exterminar a quienes querían libertad, justicia y un país más justo”.
Y si nuestros mayores no dudaron de qué lado estaban, mucho menos lo hicimos las nuevas generaciones nacidas en estas tierras, los argentinos descendientes de armenios, entre quienes fueron muchos los que se sumaron a combatir y resistir a los criminales que desde y amparados en el aparato estatal, llevaron adelante el genocidio que tiñó de sangre nuestra patria y cuyas consecuencias aún seguimos sufriendo.
Nosotros, descendientes de armenios, hemos tenido la virtud colectiva de NO OLVIDAR, de continuar nuestro reclamo y nuestra lucha en el tiempo, de difundir nuestra causa y exigir JUSTICIA allí donde llegaron nuestros antepasados huyendo de la barbarie genocida.
Así llegamos hasta nuestros días. Nuestras convicciones y el apoyo del Estado armenio a lo largo de las décadas –de distintas formas y con distintos grados de compromiso- lograron que hoy sean decenas de países los que reconocieron el Genocidio Armenio; que hayan miles de organizaciones sociales y partidos políticos a lo largo y ancho del planeta que sumaron nuestra causa a su lucha; que existan decenas de millones de personas de distintas nacionalidades que no dudan en hablar del Genocidio Armenio y se solidarizan activamente con nosotros.
Hemos logrado mucho, muchísimo. Como aquí, en nuestra Argentina, donde el Genocidio Armenio forma parte de la currícula oficial del sistema educativo; donde jóvenes de origen armenio capacitan a los docentes municipales en la temática de los derechos humanos; donde no se permitió emplazar el busto del genocida Ataturk; donde existe una ley que proclama el 24 de abril “Día de acción por la tolerancia y la amistad entre los pueblos”, en memoria a las víctimas del genocidio de armenios; donde la Justicia sentenció como Genocidio las matanzas de armenio entre 1915 y 1923, transformándose así en el único país cuyos 3 poderes se han manifestado respecto de nuestra causa. Estos, y muchos otros logros vinculados al Genocidio Armenio, no sólo han contribuido a nuestra lucha, sino también al movimiento de los derechos humanos en general. Y muchísimas victorias obtenidas por los organismos de derechos humanos nacionales han contribuido a nuestros logros.
Estamos a pocos años del Centenario del comienzo de aquel genocidio y creo que es un buen momento para comenzar a reflexionar colectivamente sobre lo realizado y, mucho más, sobre el camino que queda por recorrer.
Convencido de la existencia de opiniones diametralmente opuestas, debemos ser capaces de generar un rico intercambio de ideas que nos permita continuar esta lucha vinculándola de manera inseparable a la lucha por la defensa de los derechos humanos que llevan adelante los sectores progresistas y humanistas de cada país.
Considero que llegó la hora de comenzar a devolver algo de la solidaridad y el apoyo que hemos recibido a lo largo de las décadas. Las nuevas generaciones, la comunidad en su conjunto, deben hacer suyo cada uno de los reclamos de aquellas otras identidades que pelean por verdad y justicia, tal como lo hicimos y seguiremos haciendo nosotros.
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa y no alzar nuestra voces para que el Estado genocida israelí detenga la matanza sistemática de palestinos y reconozca Palestina;
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa y no participar activamente en la lucha de los organismos de derechos humanos nacionales por la verdad, el juicio y castigo a los culpables, y la restitución de los más de 400 jóvenes que aún sigue en poder de sus apropiadores;
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa y no manifestarnos contra la Ley Anterrorista, que tiene una horrorizante similitud –por el abanico que abre para su aplicación- con aquellas puestas en práctica a principios de siglo contra nuestros antepasados;
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa y mantenernos callados ante cada atropello de las potencias imperiales –las mismas que fueron cómplices de Turquía en el genocidio de armenios-, que invaden, matan y saquean allí donde ponen sus sucias y sanguinarias garras criminales.
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa sin sumarnos a la defensa de nuestra hermana República Árabe de Siria, pueblo que abrió sus brazos de manera incondicional para recibir a aquellos armenios desahuciados y moribundos que sobrevivieron a la barbarie otomana;
No podemos seguir reclamando solidaridad para con nuestra causa sin comenzar a formar parte de un gran movimiento que logre desmontar las estatuas de genocida Roca, tal como lo logramos con la del genocida Ataturk.
He aquí, sintéticamente presentada, una visión de hacia dónde avanzar para mantener la vigencia de nuestra lucha en las nuevas generaciones, es decir, sumándonos a aquellas otras luchas a las que estamos vinculados de manera irrenunciable.
Nuestra propuesta es acabar con esta réplica armenia del sionismo, para pasar a integrar parte de los centenares de millones de hombres y mujeres que comprenden que somos una sola raza, la humana, y que la lucha central es por construir un mundo sin explotadores ni explotados, con paz y amistad entre los pueblos.
El debate está abierto.
Adrián Lomlomdjian
Director
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