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Enviado el: Domingo, 18 de Marzo de 2012
Los proyectos de Videla y Cristina
Cavallo fue funcionario durante los gobiernos de Videla, Menem y De la Rúa. Durante esos gobiernos, privatizaron las empresas del Estado y aplastaron a los trabajadores y sus derechos.
Por Gastón Harispe.
El genocida Videla expresó un puñado de ideas políticas en una entrevista a un periódico español, que generó revuelo por varios motivos, pero especialmente por el desparpajo con que un títere del proyecto oligárquico de antaño puede expresarse hoy. De esos pequeños conceptos pueden extraerse algunas frases que resultan en cierta intención de orientaciones para la acción, como propuestas para aliados políticos que no tiene, suponemos, pero que desearía tener. O sea que postula o elige aliados, por cercanía ideológica o por conveniencia práctica.
La mejor frase fue: “Si el país cambia de rumbo, seguramente no estaríamos presos”, y con ella define un enemigo, el kirchnerismo. Caracteriza al actual gobierno como “arbitrario, con espíritu totalitario y que no se detiene ante nada”. Respecto del corto plazo, sostiene que “parece que seguirá igual” y que “no hay solución en el corto plazo”. El genocida propone un “diálogo amplio de todos los sectores de la sociedad” con eje en el olvido y la impunidad “para resolver el famoso problema de los desaparecidos”. Critica a la oposición desde adentro, planteando que “en Argentina estamos sin oposición y un país no puede vivir sin oposición” y que “esperaba que apareciera un líder” en las últimas elecciones y que “la oposición se uniera para combatir esta lacra”. Tiene aliados de carne y hueso: “el agro”.
Durante la dictadura cívico-militar última se llevó adelante un proyecto todavía vigente, que expresa uno de los dos campos en que se dividió históricamente el pensamiento y la acción de la sociedad argentina. Por un lado, la oligarquía llevó adelante, durante varios períodos en que combinó dictaduras y gobiernos títeres, políticas para destruir el aparato productivo y achicar el Estado para beneficios de sus intereses minoritarios y corporativos en detrimento de las mayorías populares, especialmente de los trabajadores y el pueblo en general. Para ello necesitó perseguir y matar a los mejores cuadros del movimiento popular y llevar adelante políticas de contracción del mercado interno, achicamiento de salarios y derechos laborales y sociales. El fin último y de siempre: desmantelar el Estado Nacional y repartirse los recursos energéticos y naturales.
El kirchnerismo, con sus contradicciones internas, expresa claramente el otro proyecto. Reconstrucción y fortalecimiento del Estado; soberanía nacional; recuperación paulatina de la propiedad de la tierra y del subsuelo; reconstrucción de la capacidad productiva nacional; industrialización; recuperación de derechos laborales, sociales e individuales.
Por eso el kirchnerismo es el proyecto de todos: de los que somos peronistas y de vastos sectores radicales, de izquierda, progresistas, religiosos, ecuménicos, desocupados, trabajadores, empresarios nacionales, juveniles, mayores. El 54% del pueblo votó por este programa que se desarrolló los últimos ocho años. Necesario es decir que es un programa que favorece a una mayoría mucho mayor y que las contradicciones secundarias interpuestas por el enemigo, de las que somos recurrentes consumidores, hace que la diferencia con la oposición que levantó el programa de Clarín, no sea mucho mayor aún.
Videla y la dictadura oligárquico-militar, tanto como Clarín y muchos referentes de la oposición actual, expresan un mismo programa histórico. Por eso Cavallo fue funcionario durante los gobiernos de Videla, Menem y De la Rúa. Durante esos gobiernos privatizaron todas las empresas del Estado que pudieron, destruyeron el aparato productivo y aplastaron a los trabajadores y sus derechos.
Hoy la sociedad debate cómo resolver el cuello de botella energético y de transportes que enfrenta el país. Las empresas petroleras concesionarias se llevan el petróleo y sus ganancias mientras no alcanza lo que dejan aquí, a muy alto precio. Las mineras privadas sacan mucha riqueza en bruto y el Estado y la sociedad debaten cómo hacer para que dejen más ganancias con el menor impacto ambiental posible. Las empresas de transporte hicieron grandes negocios a costa del bienestar y la seguridad del pueblo usuario. Los bancos se llevaron la platita y no financian el crecimiento productivo. Son las lacras que dejaron las privatizaciones menemistas y el terrorismo de Estado de Videla y sus cómplices, sin olvidar a De la Rúa, Duhalde y el último período de Alfonsín.
El gobierno eligió el camino de la soberanía nacional y popular frente a los monopolios y va a desandar, no sin dificultades, años de entrega nacional.
Vamos por el buen camino. Hay que reunir a las mayorías nacionales detrás del programa que hoy expresa Cristina, que es el de los patriotas frente al de los que dijeron “achicar el Estado para agrandar la Nación”.
Publicado en Tiempo Argentino, el jueves 8 de marzo de 2012.
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