YPF: Bienvenida nuevamente a casa Por Dante López Foresi (Diario EL VIGÍA- 20/04/12) - La imagen que ilustra éste artículo está dentro de cada uno de nosotros ¿Quién alguna vez no circuló en el asiento de atrás del auto de papá por Debenedetti, en Dock Sud, y no le preguntó al viejo si ese fuego y humo que salían de una chimenea gigante no era un incendio? Ese fue el momento en el que cada uno de nosotros supo lo que significaba la palabra "petróleo". Pero la explicación rápida y amateur de papá no alcanzaba para entender qué es realmente el petróleo. Seguramente, cuando éramos niños lo único que llegamos a comprender es que el auto de papá circulaba gracias al combustible. Luego, vino la segunda pregunta en la edad de los "Por qué?". En ese momento se nos explicó que el petróleo se extraía de lugares muy lejanos debajo de la tierra. “¿Y ese petróleo es nuestro, papá?”, preguntamos algunos. Estos chicos, siempre con preguntas incómodas. Sólo un niño o un patriota se animan a preguntar semejante obviedad. Los padres más informados, le habrán respondido a sus hijos: “si, es nuestro. Pero se lo llevan los españoles”. Aunque en éste caso se trate del Polo Petroquímico de Dock Sud y no de YPF (allí también había una planta de YPF hasta 1992). Estamos hablando de nuestros recursos naturales. Sin embargo, creo que la mayoría de nosotros no llegamos a entender el verdadero significado del petróleo, hasta que en 1992, lo perdimos. O nos lo robaron. Y otros, jóvenes y no tanto, harán carne el concepto a partir de la decisión presidencial de recuperar el control de la empresa creada por Hipólito Yrigoyen y vendida al mejor postor por Carlos Menem. Sólo los adultos podemos comprender que el petróleo es la sangre del país. Ese líquido espeso que nos permitirá dejarles una Argentina mejor a esos pibes que, desde chicos, nos preguntan cada vez que circulamos por Debenedetti, a la altura de Dock Sud: “Papá..¿eso es un incendio? Ese líquido que provocó una masacre en Irak y que desvela a los poderosos del planeta. Ese "oro negro" que genera invasiones, muerte y dominación, nosotros lo recuperamos con la Ley en la mano y una decisión política admirable. Sólo aquellos a los que Arturo Jauretche denominaba “cipayos”, los que desbordan odio, los ignorantes o los que protegen intereses de capitales extranjeros, pueden oponerse a devolverle a Argentina el control de la empresa petrolera más importante del país. No pienso distraerme con las tapas de Clarín o La Nación que, primero tomaron partido por los Kelpers y Gran Bretaña y pocas semanas después, por el gobierno de derecha de España. Nuestro varias veces conquistador. Es demasiado trascendental la noticia en sí como para distraerse con mercenarios de la palabra. Obviamente, pasarán varios años hasta que podamos recuperarnos de 20 años de saqueo y vaciamiento. Pero, alguien tenía que tomar esta decisión. Y bienvenida sea. Demás está decir, que la recuperación de nuestra soberanía petrolera no perjudica al pueblo español, tan caro a nuestros sentimientos. Los afectados son los capitales de una empresa privada española, que cuenta con la encendida y desmesurada defensa del gobierno de derecha que encabeza Mariano Rajoy. O quizás no sea tan desmesurada; es proporcional a la cantidad de millones de dólares que ya no podrán robarnos, a las divisas que no podrán fugar, generadas con uno de nuestros principales recursos naturales. La defensa de Rajoy a los intereses de Repsol, es proporcional a los intereses que afectó la decisión de Cristina Fernández de Kirchner y que apoyan casi todas las fuerzas políticas nacionales. Salvo Mauricio Macri y la electoralmente intrascendente Elisa Carrió. Vaya un párrafo para Macri. Socio político del Partido Popular español, ha ganado seguramente el apoyo de esa fuerza extranjera y varias tapas de Clarín y La Nación para su candidatura presidencial en 2015. Pero, no lo dude, también se ha ganado el desprecio de todo argentino bien nacido, que se sintió feliz ante éste acto de dignidad que significa recuperar YPF. Muchos aseguran que Macri es de derecha. No lo creo así. Porque para ser de derecha es necesaria una formación intelectual e ideológica de las cuáles el Jefe de Gobierno porteño carece por completo. Macri no es de derecha porque no puede. Macri no es más que un empresario bruto y primitivo. Que pretenda representar a la derecha argentina, es otra cosa. Pero mientras él y sus diarios protectores se siguen peleando con la historia, intuyo que en lo más profundo de cada argentino se incuba un orgullo intransferible. Y una tranquilidad por el futuro de nuestros hijos que nos permite experimentar la sensación de deber cumplido en nuestro paso por la vida. Obviamente, es necesario que YPF sea administrada correctamente por el Estado durante las próximas décadas, como para confirmar esa sensación placentera de la decisión tomada, por más difícil que haya sido. Y aún quedan recursos naturales y servicios por recuperar, también vendidos a la usura internacional por el ex presidiario de la década de los noventa. La minería, los trenes, la distribución de la electricidad, son sólo algunas de las asignaturas pendientes, como para terminar con todo vestigio de esa década infame tan cercana. Pero creo que el contexto suramericano e internacional y el propio mundo interno de cada argentino está preparado para grandes objetivos. Subamos a nuestros hijos a nuestros autos, o desde el colectivo, intentemos circular por Debenedetti. Como lo hicimos nosotros de chicos. Y cuando, a la altura de Dock Sud, nuestros hijos nos pregunten si ese fuego y humo que salen de “aquella chimenea gigante” es un incendio, respondamos: “No hijo. No es un incendio. No todo fuego es malo. Mientras ésa llama esté encendida, estamos bien. Eso que sale de esa chimenea, y todo lo que está debajo…ES NUESTRO”. Foto: Severo Clavijo |