El Museo Ernesto Che Guevara de CABA-llito, República Argentina
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Derrota convertida en victoria HAMLET HERMANN Pocas personas pudieron imaginarse el 26 de julio de 1953 que ese día se estaba iniciando una nueva etapa de lucha por la definitiva independencia de Cuba y del continente americano. Otros pocos no podían entender cómo, de una derrota, podría surgir la victoria que transformaría la sociedad cubana y establecería nuevos patrones de lucha contra el imperial designio de Estados Unidos en América Latina. Ese domingo, más de un centenar de jóvenes asaltó el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, en acción negadora de la politiquería, que no se atrevía a combatir la dictadura de Batista. El cuartel Moncada simbolizaba la opresión, el coloniaje, la maldad y la explotación que venía sufriendo el pueblo cubano desde los tiempos coloniales. Primero, fue cuartel del Nuevo Presidio que sirvió para humillar y asesinar a ciudadanos indefensos. Luego fue fortaleza que albergó la infantería y la caballería española bajo el pomposo nombre de Reina Mercedes. Muchos patriotas cubanos sufrieron prisión y muerte en sus mazmorras. Ese enclave militar fue también asiento de las tropas estadounidenses que ocuparon Cuba, a finales del siglo diecinueve, para frustrar la victoria de ese pueblo por su independencia. Aunque la bandera cubana ondeó desde 1902, la esencia colonial siguió manteniéndose sobre su territorio. Poco después, los "marines" estadounidenses serían sustituidos por la Guardia Rural de la república mediatizada, constituida entonces por tropas nativas-al servicio de los intereses de Estados Unidos. Asimismo, el cuartel Moncada sirvió como centro de torturas al Chacal de Oriente, Arsenio Ortiz, durante la dictadura de Gerardo Machado hasta su derrocamiento en 1933. El asalto al cuartel Moncada en 1953 constituyó, evidentemente, una derrota militar costosa. Allí perdieron la vida muchos de los mejores jóvenes cubanos quienes constituían la vanguardia revolucionaria de entonces. A pesar del fracaso, la difícil coyuntura nacional permitió que avanzaran quienes mejor afincados tenían los pies sobre la tierra. Los vacilantes y asustadizos flaquearon ante la aparente omnipotencia de la dictadura de Fulgencio Batista. Pero los revolucionarios y los ciudadanos más conscientes del momento histórico que vivían, crecieron ante las adversidades hasta alcanzar nuevamente la estatura gigantesca de los caídos en aquel intento. A 59 años de la heroica gesta del asalto al Moncada, la Revolución cubana continúa su lucha contra el enemigo de siempre. Hoy Cuba está exenta de graves calamidades y miserias y ha logrado destacados avances en el aseguramiento de necesidades que resultan básicas para una mejor calidad de vida. Cuba ha logrado todo eso a pesar de tener que pagar todos los días el precio adicional que exige el mantener una actitud viril e inclaudicable frente a las pretensiones de un criminal bloqueo económico que ya dura más de medio siglo. En este aniversario del asalto al cuartel Moncada, toca a los dominicanos conmemorarlo con la puesta en circulación de la primera parte de la autobiografía del comandante Fidel Castro Ruz. Ese es un libro importante, no porque El Comandante sea un superhéroe o un súper villano, sino porque está dotado de particularidades que lo han convertido en el hombre más capaz para servir a las grandes necesidades sociales de su época. Este oriental cubano, con la tozudez característica que le otorga su descendencia de gallego, se ha convertido en símbolo de liberación, no sólo de Cuba sino de todos los pueblos del Tercer Mundo. Esta condición no pueden negarla ni siquiera sus peores enemigos, quienes han tratado de satanizar su imagen. A partir de mañana, estará con nosotros la intelectual cubana Katiuska Blanco Castiñeira, quien tuvo, y tiene todavía, el privilegio de servir de mecanismo conductor de las narraciones del líder revolucionario. Ella nunca olvidará cuando Fidel, en el peor estado de salud en 2006 le dijo de sopetón: "¿Por qué no preparas un cuestionario inquisitorio?" Para la joven periodista, aquella fue la señal de que Fidel "estaba dispuesto a develar historias, perplejidades, juicios, aconteceres que habrían permanecido en silencio en otro momento." Así lo hicieron Fidel y Katiuska. Lo esencial de cuanto ha vivido lo conoceremos desde Santo Domingo y Santiago de los Caballeros, directamente, de boca de esa intelectual para beneficio de todos los que valoramos inmensamente los vínculos históricos de Cuba y República Dominicana. | |