martes, 17 de julio de 2012

Irene y toto

Te queremos Marta.   Irene y Toto

 

MADRE  MÍA  QUE  ESTÁS

EN UNA CARTA

 

Madre mía que estás en una carta

y en un regaño antiguo que no encuentro,

quédate para siempre aquí en el centro

de la rosa total que no se aparta.

 

Madre mía que estás tan lejos, harta

de la nieve y la bruma, espera, que entro

a ponerte a vivir con el sol dentro,

madre mía que estás en una carta.

 

Puedes darle al misterio tu infinita

amistad con las sombras hechiceras;

puedes ser una piedra que se quita

 

o borrarme ahora mismo las ojeras;

pero, madre, recuerda nuestra cita:

¡no te atrevas a todo, no te mueras!

 

Trato de hallar aquella luz

que apenas

canta en el vientre necesario

donde nací a la vida,

pero pareces sólo un eco

que brota de la tierra cuando llueve.

 

Registro los anones, las vidrieras,

el delantal que no olvidó tu música,

y nada encuentro sino un miedo

a que te vuelvas de ceniza.

Pregunto por tus ojos

—amanecían más que el mismo cielo—;

invento tus arrugas

—pues sí que son estalactitas

de mucho que las quiso el tiempo.

Sólo es verdad que te perdiste y sigo

buscando por rincones

y que hasta en los cadáveres espío.

 

Yo te dije que no, pero era Cuba.

 

Me estabas invitando a tanta nieve sin saberlo.

¿Qué hubiera hecho sin el sol,

mamá juiciosa entre frituras cocinando siempre?

Si a mí esas uvas no me dicen hija

y en cambio quedo lela ante las palmas,

me da suerte la aurora

con su repunte de sinsontes...

 

Mamá,

vuelve con el terral, entra en el tiempo,

aprovecha el milagro de la tarde;

te cogerá la mano zurcidora

aquel olor a piña,

has de encontrar en tu zaguán la areca

que se secó de echarle lágrimas.

 

Mamá,

no pelearemos,

me pondré los vestidos de la infancia

que tú quieras,

barreré tu corazón todos los días.

Aún respeto

el lugar en donde reposabas los cubiertos,

el almanaque del sesenta y cinco

que en la pared hace una mueca de ternura.

No sé cómo decirte

que el comején ya terminó tu cama

y que el espejo, de no verte nunca,

se ha puesto ciego y no le asusta ni el relámpago.

 

Mamá,

los balancines

de aquella linda mecedora tuya

le han dicho sí a la muerte.

Pero yo te he cuidado esas agujas con que hacías

enredos de colores,

el perfume que alzaste en las cazuelas

y aquel dedal tan único,

aquel dedal de plata

donde cabían los sueños de tu esposo.

Ay, no te digo viuda

porque papá está aquí guardado entre los libros.

¡Qué broma tan radiante cuando salga!

 

Ahora sigo siendo libre,

y como siempre pobre, enferma, atolondrada.

Mamá,

te compraré otro piano.

Si cuando llegues falta el queso,

la almendra falta,

te haré algún caldo fabuloso

con el amor y con su cáscara.

Y nos iremos a encontrar sorpresas:

te enseñaré unos eucaliptos inmortales,

el pueblo que aromó su peripecia;

y tú,

devuelta al tomeguín,

te harás un solo nudo con mi tierra

como una madre que abrazó a otra madre.

 

                         CARILDA OLIVER LABRA  -  CUBA

 

vocabulario cubano  

tomeguín: pajarito de los montes de Cuba

areca: planta tropical parecida a la palma real pero más pequeña y que se utiliza para ornamentar jardines
terral: referente a la tierra al terruño

sinsonte: otro pájaro (mas grande) también de los montes canta muy lindo, es nuestro ruiseñor.

anon: fruta muy sabrosa con muchas semillas.

si quieres más...  te digo ahorita.....