Sobre la
Edad Punible.
El castigo no es la solución, ni la
ley procura la venganza.
Por William Quinteros.
Noruega.
Aunque las firmas estén
para reducir la edad punible de dieciocho años a dieciséis, aun creo
que tenemos tiempo para pensar de forma constructiva en busca de
soluciones menos primitivas.
La cárcel es un
mal negocio, está probado, basta observar las estadísticas para saber
que la cantidad de personas «recuperadas» que salen de la prisión
para reintegrarse a la sociedad, son mínimas en comparación con los
reincidentes. Otro aspecto es el peso económico que representa
mantener personas aisladas de la sociedad. Baste con averiguar cuánto
cuesta un «preso» por día en gastos de mantención, cuidado, seguridad y
administración.
Reducir la edad de
responsabilidad penal, no hace otra cosa que aumentar la cantidad de
«presos», dejando intactas las causas de la criminalidad. Esta es una
realidad que no solamente afecta a nuestro país, por eso, para escribir
este artículo he tomado en consideración trabajos de la Unión
Europea, a través de organismo especializado EMCDDA (European Monitoring
Center for Drugs and Drud addiction).
Esta organización ha
elaborado un documento donde presenta la reintegración social como el
tratamiento más efectivo contra la drogadicción. Creo que ya no tiene
sentido cuestionar el hecho de que es el consumo de drogas el
principal motivo de criminalidad. Es claro también que el consumo de drogas
tiene como base fundamental, la exclusión social. Cuando digo drogas
incluyo el alcohol, principal problema social.
La exclusión
social se puede describir como la inhabilidad o ineptitud de un individuo o
de un grupo para participar completamente y adecuarse a las exigencias
sociales, económicas, políticas y culturales de una sociedad.
También podemos
ver la exclusión social como un proceso en el cual la sociedad de
forma activa desarrolla prácticas discriminatorias tanto individuales
como de grupos, negándole el acceso a los recursos básicos para
desarrollarse socialmente.
Creo que esto son dos
aspectos de una misma realidad. Una persona que presenta la inhabilidad o
ineptitud para adecuarse a la vida social, rápidamente es estigmatizada, de
alguna forma segregada. En muchos casos el alcohol y la droga son refugios,
maneras de vivir esta marginalización.
Partiendo de esta
descripción es que tratamos de encontrar las llaves que nos abran puertas
para la reinserción social. Según los materiales consultados,
existen pasos o instancias básicas para la reinserción social.
Un primer paso sería el
tratamiento de desintoxicación y des acostumbramiento al uso de drogas. El
segundo paso sería el de la vivienda.
La solución al problema
de la vivienda es un proceso de tres etapas bien diferenciadas. Una
que podríamos llamar de emergencia, la persona es instalada en un lugar
donde tiene la posibilidad de ser diagnosticada y tratada de
forma inmediata. La segunda instancia es una vivienda donde recibe el apoyo
que la persona necesita para que vaya adquiriendo nuevos hábitos que
le permitan encarar la tercera instancia que es la de procurar una
vivienda estable.
El tercer paso
está relacionado con la educación, y el entrenamiento vocacional.
Buscar en la persona potencialidades a ser desarrolladas productivamente,
en forma de capacitación laboral.
Este proceso tiene por
objetivo el lograr una ocupación laboral, que en primera instancia
puede ser un empleo asistido para ir evolucionando hasta un contrato de
trabajo corriente.
Esta descripción no
refiere un orden cronológico, es decir un antes y un después, muchos de los
pasos a dar se dan simultáneamente. Pero cada uno de ellos es
imprescindible y requieren un seguimiento profesional.
Esto no es nada nuevo,
pero no por ello deja de ser una alternativa que probablemente podemos
definir como exitosa según experiencias en diferentes países de la
Comunidad Europea. Tratamiento, vivienda, educación y trabajo.
Lo que queda por discutir, es la implementación de una posible política de
reinserción social, sus costos.
En ese sentido debemos
tener en cuenta que desde una primera instancia las personas afectadas a un
proyecto de inserción social deben estar dispuestas a ser
productivas. La persona que ha cometido un delito debe
tener la oportunidad de sumarse a este proyecto, como alternativa de otras
sanciones penales, pero este proyecto parte de la base de la voluntad del
sujeto. La cárcel es un centro de socialización de la criminalidad,
lo propuesto es una recuperación productiva del individuo para la sociedad.
En alguna medida
el gobierno mediante sus organismos, ha tratado de poner en práctica estos
conceptos, pero lo que se necesita es una sistematización y normalización
de una política a nivel nacional de reinserción social, y no más cárceles.
+ (PE)
Nota. Este artículo
también fue publicado en el diario uruguayo Ecos Regionales de la
ciudad de Flores, Uruguay.
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