miércoles, 12 de diciembre de 2012

HUGO CHAVEZ  CHE GUEVARA EVA GOLINGER VENEZUELA BUSH
 
Eva Golinger es una destacada abogada y ensayista, nacida en Nueva York pero

de familia venezolana. Vivió largos años en Venezuela, país al cual retornó para

instalarse luego del ascenso al poder del Comandante Hugo Chávez Frías.

Escribió numerosos ensayos sobre la revolución bolivariana, entre los cuáles el

notable

El Código Chávez y otro texto de notable factura: Bush versus

Chávez: la guerra de Washington contra Venezuela.


Chávez



11 Diciembre 2012


La primera vez que conocí a Hugo Chávez fue en las Naciones Unidas en Nueva York,

en enero de 2003. Me preguntó mi nombre, como si estuviéramos charlando entre

amigos apenas conociéndose. Cuando le dije “Eva”, me respondió, “Eva, ¿sí?”. “Sí,

Eva”, le dije. “¿Sabes que mi hermano se llama Adán?”, me dijo, y continuó: “Mi mamá

quería que yo fuera hembra para ponerme Eva ¡y mira que salí yo!”. Se rió con esa risa

suya, tan sincera y pura que siempre contagia a todos los que la escuchan.

Salió él. Chávez, hasta a sí mismo se subestimaba.

Salió un hombre más grande que la vida con un inmenso corazón lleno de pueblo,

latiendo patria. Salió un ser humano con una enorme capacidad de persistir y

mantenerse de pie frente a los más poderosos obstáculos.

Hugo Chávez soñó lo imposible y lo logró. Asumió la responsabilidad de las grandes y

difíciles tareas que quedaban pendientes desde la época de la independencia, lo que

Simón Bolívar no podía lograr por las fuerzas adversas en su contra. Chávez lo cumplió

y lo hizo realidad. La Revolución Bolivariana, la recuperación de la dignidad

venezolana, la justicia social, la visibilidad y el poder del pueblo, la integración

latinoamericana, la soberanía nacional y regional, la verdadera independencia, la

realización del sueño de la Patria Grande y mucho, mucho más. Todos estos son logros

de Chávez, aquel hombre que salió así.

Hay millones de personas alrededor del mundo que ven en Hugo Chávez una

extraordinaria inspiración. Chávez alza la voz sin temblar ante los más poderosos, dice

las verdades -lo que otros temen decir- no se arrodilla nunca ante nadie, anda con firme

dignidad, la cabeza en alto, siempre con el pueblo por delante y la visión y sueño de la

patria próspera, justa y feliz. Chávez nos ha regalado a todos una fortaleza colectiva

para combatir las desigualdades, las injusticias, para construir patria y para creer que un

mundo mejor no es sólo un sueño, es una realidad alcanzable.

Chávez, un hombre que podría andar con los más ricos y poderosos del mundo, prefiere

estar con los más necesitados, sintiendo sus dolores, abrazándolos y buscando como

puede mejorar sus vidas.

Recuerdo un cuento que Chávez contó una vez, o varias veces, como suele hacer.

Andaba en su caravana, por allí por los llanos en esos caminos largos y planos que

parecen seguir hasta el infinito. De repente apareció un perro en la orilla de la vía,

caminando cojo con una pata herida. Chávez dio órdenes para parar su caravana y salió

a recoger el perro. Lo abrazó y dijo que lo tenían que llevar a un veterinario. “¿Cómo

podemos dejarlo aquí, solito y herido?”, preguntó. “Es un ser, es una vida, hay que

cuidarlo”, dijo, demostrando su sensibilidad. “¿Cómo podemos llamarnos socialistas sin

importar la vida de los demás? Hay que amar, hay que cuidar a todos, incluyendo a los

animales, que son unos inocentes”, recordó.

Cuando echó ese cuento me hizo llorar. Lloré porque amo a los animales y son tan

maltratados por tantos, hacía tanta falta que alguien como él, Chávez, dijera algo así

para despertar conciencias sobre la necesidad de cuidar a los que cohabitan con nosotros

en este planeta. Pero también lloré porque allí Chávez confirmó lo que yo ya sabía, lo

que yo sentía, pero que a veces uno duda de sí mismo. Allí Chávez confirmó que en el

fondo, es un ser sencillo, sensible y amoroso. Un ser al que le duele el corazón cuando

ve un perrito herido. Un ser que no solamente siente, sino actúa. Así salió él.

Cuando Chávez llegó a la presidencia de Venezuela el país andaba cojo. Él había visto

sus heridos y sabía que tenía que hacer todo lo que podía para ayudarla. Llevó a

Venezuela entre sus brazos, apretadita, buscando como mejorarla. Entregó todo de él -

su sudor, alma, fuerza, energía, inteligencia y amor- para convertirla en dignidad,

desarrollo, soberanía, patria. La atendió día y noche, nunca dejándola sola. Encontró su

belleza, su fortaleza, su potencial y su grandeza. La ayudó a crecer, fuerte, hermosa,

visible y feliz. Impulsó su renacimiento y llenó su pulso de fuerza y pasión, de poder

popular y pueblo digno.

Chávez ha entregado todo de él sin pedir nada a cambio. Hoy, Venezuela crece y

florece, gracias a su entrega, gracias a su dedicación, gracias a su amor.

Menos mal que salió así, Chávez.