La falta de fuerzas
en el seno del Poder
Eduardo de la Serna
La
renuncia del Papa ha suscitado muchos comentarios, análisis, propuestas, notas
y demás. Y –como es razonable- los análisis son buenos, malos, regulares,
profundos o light, tendenciosos o superficiales, interesantes o repugnantes
según quien los escriba, su capacidad, tendencia o información. Muchos analizan
desde algún elemento secundario y hacen castillos en el aire, otros miran
“demasiado desde afuera” con lo que su mirada resulta poco medular.
Toda
esta introducción no es para insinuar que “yo sí voy a hacer un análisis
serio y profundo”, sino todo lo contrario. No tengo todos los elementos (no
sé si alguien los tiene), tengo una mirada claramente crítica, y obviamente
resultará insoportable para muchos. Pero quisiera decir algunas cosas. Sueltas
en su mayoría, que quizás aporten algo en su conjunto. Para empezar me surge la
pregunta, ¿por qué yo puedo decir que Julio II fue un Papa calamitoso y no
puedo decirlo de Juan Pablo II, o de Benito XVI? A partir de cuántos años o
siglos “para atrás” se puede hablar mal de un Papa, si creo tener razón o
razones?
El
Papa no renunció por problemas de salud, sino por “falta de fuerzas”,
según sus palabras. Las muchas referencias en sus discursos de estos días a
divisiones, a la búsqueda del propio interés, al poder y otras semejantes,
invitan a sospechar que la falta de fuerzas es para enfrentar “fuerzas
contrarias”. Desde su renuncia más de una vez insistió en la necesidad de
“renovar la Iglesia”, (¿por qué no lo hizo él en su Papado?). Si a esto le
sumamos los así llamados Vatileaks, con las críticas o referencias a presiones
de poder en la curia Vaticana (Bertone, Sandri y otros mencionados), al rumor
de un posible asesinato del Papa que largó a correr el Cardenal colombiano
Darío Castrillón (¿por saber algo sobre eso o por expresar sus propios
deseos?), si a eso le sumamos las denuncias (pederastia, corrupción), lo que se
impone es el análisis de que la falta de fuerzas del Papa no son para conducir
la Iglesia, sino para manejar los conflictos internos (de gente que él mismo ha
elegido, debemos acotar), o –para decirlo popularmente, “para enfrentar a la
Mafia”.
A
diferencia de Juan Pablo II, Benito XVI nunca condujo “con mano de hierro el
timón de la barca de Pedro”. Su personalidad es ciertamente muy distinta. La
sensación es de encontrarnos con una persona temerosa, pesimista, dubitativa.
Dicen que a partir del llamado “Mayo francés” comenzó el proceso de involución
del teólogo Ratzinger. Involución que lo llevó a colaborar
intelectualmente con el menos inteligente Karol Wojtila a desandar los
caminos que trazó el Concilio Vaticano II. Como buen teólogo que es, no puede
decir que el Concilio “se equivocó”, por lo que la estrategia consiste en decir
“la verdadera y correcta interpretación del Concilio es esta (que yo tengo)” y
los que no la tienen están en el error. Aparecer como “el intérprete”
del Vaticano II, mostrándolo como un punto de llegada, más que un punto de
partida, como una continuidad más que como novedad, le permite desandar sus
pasos “ortodoxamente”.
Sin
embargo, creo que a este Papa se lo recordará el día de mañana como “el Papa
que renunció”. Y no parece que fuera sólo por “falta de fuerzas”. En el Angelus
de hoy (17 de febrero), a los distintos peregrinos les agradeció y saludó, les
pidió oraciones, pero a los peregrinos alemanes les añadió una interesante nota:
“Ich danke euch vor allem für die zahlreichen Beweise eurer Verbundenheit und
für euer Gebet in diesen für mich schwierigen Tagen”. Es decir: “Les
agradezco, ante todo, las numerosas pruebas de su cercanía y para sus oraciones
durante estos días difíciles (schwierigen) para mí”. ¿Por qué son
“días difíciles”? ¿Qué pasa que no sabemos?
En
lo personal creo que va a ser interesante leer los discursos o comentarios del
Papa en los próximos días. Aunque no “digite” a su sucesor (no me animo a
afirmar que lo ha “digitado” pero no me animaría tampoco a negarlo), sí puede
dar ideas, notas, sugerencias, propuestas. Las que podrán o no ser tenidas en
cuenta, pero difícilmente serán desoídas. Quedan pocos días hasta el cónclave
(un día interesante a estar atentos es el 22 de febrero, día de la “Cátedra de
San Pedro”, aunque el Papa estará de Retiro –desde el 17 al 23, les predicará
[al Papa y a la Curia Romana, ¿mafia incluida?] el cardenal G. Ravasi que
hablará sobre el sentido orante de los Salmos, con referencias al arte (¿?).
quedará, además una catequesis de miércoles (27 de febrero, el día antes de su
retiro). ¿Qué dirá? ¿Qué destacará?
En
los análisis y comentarios periodísticos y eclesiásticos de estos días, son
llamativos los textos que parecen más preocupados por una mentalidad europea
que propia del Tercer Mundo. Poner el acento en lo que el Papa (el actual, o el
futuro) piense o diga sobre aborto, anticoncepción, homosexualidad y todos esos
temas (de ninguna manera les niego su importancia) en lo personal no me parece
ni prioritario ni siquiera fundamental [por eso el artículo sobre Sandri hoy en
Página 12 casi parecía una campaña a favor de él ante la curia romana]. En lo
personal me interesa qué dijo (= nada) y qué dirá el próximo Papa del neoliberalismo,
de la justicia, de los pobres, de la crisis mundial, de la justicia y la paz.
Por eso no me preocupa que sea un Papa del Tercer Mundo (Sandri lo es) sino que
sea “voz del Tercer Mundo”, aunque su origen sea del Primero. Insisto que
parafraseando a Rodolfo Kusch no me interesa de dónde “es” sino dónde “está”.
Por ejemplo, cuando veo que hoy (literalmente “hoy”, con el Papa ya renunciado
¿¿¿¡!???) se nombra al Jefe de la Banca Vaticana (aunque no se crea, el
Vaticano tiene una Banca… ¿no era que delito no es robar un banco sino crearlo?
Eso de “Bienaventurados los pobres”, ¿no les resuena?), y ¿a quién se nombra a
cargo de la Banca Vaticana? Para empezar, a un alemán (como el Papa, claro), un
empresario (nada de pobres, claro) y que empresa tenía ¿qué empresa? ¡¡¡Barcos
de guerra!!! ¿Cómo? ¡¡¡Sí!!! Barcos de guerra. Eso de la “Paz a los
hombres de buena voluntad”, o de “Shalom”, quedó en el olvido. ¿Será por eso
que cuando la Iglesia habla de “pecados” sigue insistiendo siempre en los
pecados sexuales y cosas como “la guerra” no aparecen en sus listas? Al fin y
al cabo, que la jerarquía hable de “sexo” paga bien (aborto, homosexualidad y
todo eso) en su ambiente mojigato, pero hablar de justicia, paz, torturas,
neoliberalismo, opresores y oprimidos, nos deja mal parados ante nuestros
amigos y aliados del Poder ¿Serán esas también las fuerzas que le faltan al
Papa?
¿Y
qué viene a partir de marzo? Obviamente no lo sé. ¿Quién lo sabría? Hoy por hoy
parece más difícil de sospechar quién será el sucesor (Ratzinger ya había sido
digitado por Wojtila). Yo creo en el Espíritu Santo, pero no creo que Él
“digite”. No es eso lo que decimos al hablar de su acompañamiento en la
Iglesia. Ya lo dijo el mismo Papa actual: «Se le preguntó si el Espíritu Santo
es responsable de la elección de una persona como Papa. Él respondió: «Yo diría
que no en el sentido de que el Espíritu Santo escoja al Papa. (...) Diría que
no es exactamente que el Espíritu tome el control del asunto, sino más bien
que, como un buen educador, por así decir, nos deja mucho espacio, mucha
libertad, sin abandonarnos enteramente. Así el rol del Espíritu debería
entenderse en un sentido mucho más flexible, no como si dictara a qué candidato
uno debe votar. Probablemente la única seguridad cierta que Él ofrece es que
las cosas no pueden ir totalmente a la ruina». Y agregó: «¡Hay demasiados
contraejemplos de Papas a quienes obviamente el Espíritu Santo no habría
elegido!». [Card. Joseph Ratzinger, entrevista para la televisión de Baviera,
1997; (citado por John L. Allen Jr.: http://ncronline.org/node/45326)]».
¿Será una autocrítica?