Venezuela y Cuba unidas.
Juego de espejos, dos gigantes en contacto. Fidel Castro Ruz y Hugo
Chavez Frías.
LA
ASUNCIÓN CONTÓ TAMBIÉN CON EL RESPALDO DE LA UNASUR
Maduro
presidente en Venezuela, la Casa Blanca más aislada en Latinoamérica
Ayer
asumió Nicolás Maduro como presidente constitucional de Venezuela. Así lo había
determinado el pueblo con su votación del domingo 14 de abril. Estados Unidos,
en cambio, sigue sin reconocer ese resultado ni esa voluntad popular.
EMILIO
MARÍN
La
concurrencia de los venezolanos a votar, el domingo pasado, fue masiva y orilló
el 80 por ciento del padrón (79,8 por ciento, según la información oficial
brindada esa misma noche, por la titular del Consejo Nacional Electoral,
Tibisay Lucena).
Y
resultó ganador el candidato del Gran Polo Patriótico, Nicolás Maduro, con el
50,78 por ciento de los sufragios, colectando 7.5 millones. Le sacó así una
pequeña pero decisiva luz de ventaja al candidato de la Mesa de Unidad
Democrática, el derechista Henrique Capriles, que sumó el 48,9 por ciento y 7.2
millones de votos.
La
diferencia exacta entre los dos candidatos que llegaron casi a la par a la
línea final fue de 262.473 votos (1,77%) a favor del chavista. El dolorido
columnista Daniel Lozano, que escribe desde Caracas para “La Nación” de Buenos
Aires, se consolaba con que “todavía no se han escrutado las papeletas de los
emigrantes, que seguramente reducirá la brecha en torno de 210.000 sufragios”.
Suponiendo
que así fuera, serán 210.000 unidades que le faltaron a Capriles para empardar
la cosecha de Maduro. Y eso no tiene remedio. La suya fue una gran performance,
pero igualmente perdidosa. Como se dice en Argentina, “le faltaron cinco para
el peso”.
En
vez de congratularse por esa gran elección, que superaba en 700.000 votos la
que había hecho el 7 de octubre de 2012, cuando compitió contra el mismísimo
Hugo Chávez, Capriles y sus aliados de derecha desconocieron el resultado,
pusieron en duda la legitimidad de la elección e impugnaron la victoria de
Maduro.
Coherente
con ese punto de vista antidemocrático, llamaron a los venezolanos a un
cacerolazo al día siguiente, lunes, y a una marcha sobre Caracas, el miércoles.
Con esa convocatoria a la violencia, se entiende que los partidarios del
derrotado, poco democráticos como su referente, agredieran a votantes del
oficialismo, dispararan contra quienes festejaban el triunfo del domingo,
tomaran locales de instituciones y hostigaran a centros médicos atendidos por
profesionales cubanos que prestan servicios en la “Misión Barrio Adentro”.
El
resultado de esa violencia de matriz netamente opositora fue de ocho muertos y
61 heridos. Bien se puede decir: Capriles lo hizo.
Firmeza
del presidente
Ante
las violentas protestas callejeras y ningún sustento legal a las impugnaciones,
el CNE procedió a proclamar a Maduro como presidente, el lunes 15. Y éste, que
revistaba como encargado luego de la muerte de Chávez, advirtió que no
permitiría la marcha de los seguidores de la MUD sobre el centro de la Capital.
Les enrostró que iban a sembrar la muerte y les negó el permiso.
El
impulsor de esa jugada opositora decidió entonces levantar el pie del
acelerador, anulando la marcha y pidiendo a sus seguidores quedarse en casa.
Solicitó que todas las noches, a partir de las 20 horas, cacerolearan.
Digresión, el jueves 18 habrán coincidido esas cacerolas de los barrios ricos
del este de Caracas, con las que hicieron bastante ruido en Buenos Aires,
partiendo también de barrios de gran poder adquisitivo, desde Callao y Santa
Fe, la Recoleta y otros. Un mismo método de parecidos sectores sociales, unidos
por el espanto y odio a políticas con sentido popular.
Para
que Capriles desistiera de dar otro paso en dirección a más enfrentamientos
debe haber influido que tras los anuncios del CNE, a partir del lunes 15 hubo
una seguidilla de pronunciamientos de presidentes de la región, reconociendo la
legítima victoria del chavista. Argentina ocupó uno de los primeros lugares en
esa lista, por decisión de Cristina Fernández, comunicado por la cancillería,
junto con Dilma Rousseff de Brasil, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de
Bolivia y Raúl Castro de Cuba, entre otros.
Eso
descolocó a Capriles que, enojado, le contestó a Cristina que “pague lo que
debe”. Suponiendo que Argentina le deba a Venezuela 13.000 millones de dólares
como dijo el perdedor, esa cuenta la deberá reclamar, si es que lo hace, el
presidente legal. Y Maduro no lo ha hecho. Capriles, en cambio, tiene
dificultades para volver a su despacho en la gobernación de Miranda, donde le
reclaman la renuncia por abandono del cargo.
Victoria
apretada pero nítida
Si
la diferencia en votos para el bolivariano fue de 262.473 votos o si al final
bajan a 210.000, eso no cambia el resultado, “irreversible”, como lo calificó
el domingo el CNE.
Capriles
y sus socios pentagonistas pidieron el recuento voto a voto, descartado por ese
órgano electoral, que sí procedió a realizar una auditoría sobre el 54 por
ciento de las actas de votación. El jueves, en vista de la controversia,
resolvió auditar el 46 por ciento restante. Y en eso está, con lo que se
confirmará la limpieza del escrutinio.
El
candidato de la derecha no pudo seguir impugnando, a pesar de que no se contó
voto a voto los más de 14.7 millones emitidos, que tienen un doble control: la
máquina de votar y la constancia escrita del voto emitido. Negó el resultado
primero y de hecho lo admitió ahora, sin autocrítica. Y en el medio, fogoneó
una violencia criminal de la que sólo lo excusaron los medios de la derecha
continental afiliada a la SIP. El jueves 18 un editorial de “Gaceta Ganadera”
(léase “La Nación”) echaba al chavismo la culpa de las muertes: “(el gobierno)
también recurrió a la violencia policial y a matones a sueldo, que provocaron
ocho muertes inocentes y decenas de heridos y contusos durante las refriegas de
las últimas horas, y a proferir amenazas de toda índole, incluyendo la que
supone una presunta orden de detención contra el líder opositor. Capriles nunca
ha hecho llamado alguno a la violencia”.
Estados
Unidos muy aislado
El
vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, y posteriormente el secretario de Estado,
John Kerry, anunciaron que no reconocían la victoria de Maduro y ni su
condición de jefe de Estado. Así sustentaban la política de Capriles y sus
denuncias de supuesto fraude, nunca probado en el sistema electoral venezolano,
reputado como uno de los mejores del mundo.
Era
un desconocimiento de la realidad. En cambio los países del Mercosur, con
Venezuela incluida y Paraguay suspendido desde el golpe contra Fernando Lugo,
más los once socios de la Unasur en su reunión de urgencia el Lima y hasta la
decrépita OEA, certificaron los buenos títulos presidenciales del ex chofer del
Metro de Caracas que se autodefine como chavista, socialista y obrero.
La
corresponsal de “La Nación” en EE UU, Silvia Pisani, registró el jueves 18 esa
orfandad: “EE UU pareció quedarse muy solo en la región en su posición de
respaldo al anunciado recuento de votos. Esa soledad se hizo patente en la
sesión de ayer de OEA, donde la representante de Washington, Carmen Lomelín,
fue la única que tomó la palabra para defender la necesidad de un nuevo conteo
de los votos y mantener en suspenso el reconocimiento de Maduro. Nadie más
habló en igual sentido”.
La
presidenta argentina había exhortado a las autoridades estadounidenses a
reconocer la victoria chavista como una contribución a la paz. Por ahora no
tuvo éxito. Hablarle a los halcones tiene generalmente resultados como ese.
Washington no envió delegación alguna a la toma de posesión de ayer...
Maduro
presidente
Ayer
el ganador asumió como presidente en una ceremonia realizada en la Asamblea
Nacional, con la presencia de 17 presidentes y delegaciones de 61 naciones.
Cristina Fernández, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Raúl Castro, Evo Morales,
José Mujica, Ollanta Humala, Juan M. Santos, Michel Martelly (Haití), Danilo
Medina (República Dominicana), Donald Ramotar (Guyana), Porfirio Lobo
(Honduras) y el iraní Mahmud Ahmadineyad, fueron algunos de los mandatarios
presentes.
La
capital se vistió de rojo en las siete avenidas: Baralt, Fuerzas Armadas,
Lecuna, Universidad, Urdaneta, Bolívar y México. Luego, en feliz coincidencia,
la multitud se trasladaba al paseo de Los Próceres, para el desfile
cívico-militar celebrando el 19 de abril de 1810. Es que 203 años atrás, ese
Grito de la Independencia, inició la lucha para acabar con el dominio español
en Venezuela.
Como
le dijo ayer al cronista el primer secretario de la embajada de ese país en
Buenos Aires, Juan E. Romero: “nuestro 19 de abril es equivalente al 25 de mayo
de 1810 de ustedes”.
En
ese desfile estaba el jefe del Comando Estratégico Operacional, mayor general
Wilmer Barrientos quien declaró que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana
(FANB) mostraba así “la cohesión, disciplina y capacidad de la institución”.
En
ese plano también la derecha tuvo varios traspiés porque sus maniobras para
captar militares susceptibles de sumarse a un golpe de Estado -como el que
dieron en abril de 2002- vienen fracasando. La FANB se mantiene leal al
gobierno bolivariano y la legalidad. Con eso, más el apoyo de más de la mitad
del electorado y el aval de los 33 socios de la CELAC, los once de la Unasur,
los seis miembros del Mercosur y los ocho de la Alianza Bolivariana de Nuestra
América (ALBA), Maduro tiene una base más que interesante para gobernar.