viernes, 5 de abril de 2013

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VALIOSO LIBRO SOBRE MALVINAS COMPILADO POR FERNANDO DEL CORRO
Más reflexiones y polémicas, a 31 años de la recuperación de Malvinas






La fecha del 2 de abril, como ocurre desde 1982, genera mucha discusión y apasionamiento. Más allá de las diferencias, eso confirma que las Malvinas son una de las pocas, pero decisivas, cuestiones nacionales.
EMILIO MARÍN


































 Soldados argentinos prisioneros custodiadores por un profesional inglés. foto y texto Toto


 El acto central de homenaje a los caídos en la recuperación argentina fue en Puerto Madryn, Chubut, con discurso de la presidenta Cristina Fernández. Actos similares se hicieron en las provincias. El feriado por las islas era en un fin de semana largo que incluía Pascuas y un lunes puente, de modo que para algunos puede haberse desdibujado en parte el sentido malvinero.
Sólo en parte y para una parte, pues para la mayoría es una cuestión muy sentida; lo era desde mucho antes de 1982 y lo siguió siendo después, a pesar de la derrota táctica de las armas argentinas.
El discurso de la presidenta en Madryn volvió sobre el sentido patriótico de esa causa, buscando unir a los argentinos. El sentido abarcador de la exhortación está justificado, aunque el resultado final no alcanzará al cien por ciento de los aludidos. Siempre habrá una minoría que sirva intereses anglo-estadounidenses. Los llamamientos a “los 40 millones de argentinos” son una forma del discurso; en la realidad se le habla a 39 millones, por poner un número.
La postura presidencial fue sólida en dos tramos. Cuando deploró que el Reino Unido no quiera hablar con autoridades democráticas, cuando antes lo hizo con gobernantes de facto. Y cuando informó de un emprendimiento científico en el mar, en colaboración con Canadá, contrastando con el armamentismo impulsado por Londres.
La invitación al diálogo sigue sin respuesta de David Cameron, el premier que en junio pasado se negó a recibir un sobre de CFK con documentación alusiva a las negociaciones preconizadas por la ONU.
El embajador británico en Buenos Aires, John Freeman, tampoco dijo ni mu. Asumió en junio pasado y en su currícula consta que “entre 2001-2004 fue Representante Permanente Adjunto ante la OTAN y Representante Alterno ante el Consejo del Atlántico Norte, Bruselas”. Un diplomático de armas llevar...



José "Leónidas" Ardiles teniente piloto fuerza aérea argentina, caído en Combate no en las Termóphilas sino en las Islas Malvinas.  toto y texto Toto


Farsa o recuperación
Aunque parezca mentira, a 31 años del desembarco en Puerto Argentino, se sigue discutiendo si fue una farsa dictatorial o una recuperación nacional.
El cronista opta por la segunda opción, aún criticando la dictadura militar-cívica, la entrega y el terrorismo de Estado, este último incluso aplicado parcialmente en las islas con torturas a algunos soldados propios.
Con esas aclaraciones, debe valorarse el desembarco de abril de 1982, sostenido durante 74 días, hasta la rendición incondicional (por más que el general Mario B. Menéndez tachara esa expresión del acta firmada ante su vencedor, el general Jeremy Moore).
Es necesario hacer esa distinción respecto a Malvinas, y no tratar al tramo abril-junio de aquel año como si fuera exactamente igual al grueso del período dictatorial.
Esa diferenciación la hizo muy bien Cristina Fernández, en un discurso anterior: “Debemos saber diferenciar, separar quienes gobernaban bajo formas no democráticas, del hecho en sí del ejercicio de la soberanía nacional y el rechazo al colonialismo. Se quería ocultar lo que había pasado cuando trajeron escondidos a los que habían ido a combatir. Nuestros jóvenes y niños deben saber que se debe honrar la memoria de los caídos por la patria, porque hubo gente que sin estar obligada, fue a dar su vida. Vamos a pedirle a las provincias que en cada uno de sus colegios, un aula lleve el nombre de alguno de los combatientes que murieron: soldados, oficiales o suboficiales, su historia y su fotografía”.

Varios desmalvinizadores
Aquella cita de la presidenta figura al comienzo de “La Guerra de Malvinas: ensayo de revisionismo histórico”, escrito por Oscar Abudara Bini y Domingo Dellepiane. Es un capítulo del libro de reciente aparición “Malvinización y desmentirización”, compilado por el profesor de la UBA Fernando del Corro, miembro del Instituto Dorrego, ediciones Fabro.
Denostar el sentido patriótico de la breve recuperación emparentándola con la dictadura, y arrojar a ambos factores por la bañadera, como si fueran igualmente mugrientos, ha sido el punto de vista de los colonialistas británicos. Para ellos 2 de abril es sinónimo de Galtieri y dictadura, en tanto Falklands y Margaret Thatcher lo eran de una democracia que ya entonces y mucho más hoy, cuesta adivinar entre las ruinas de la crisis capitalista en el Reino Unido y otros miembros de la OTAN. En particular entre uno de sus últimos adherentes, España, afiliada allí por Feli-“pillo” González.
Además de esos enemigos externos, hay que contar a quienes, en lo interno, alimentaron entonces -y siguen haciéndolo hoy- una capitulación. Carlos Menem y su canciller Domingo Cavallo firmaron en febrero de 1990 un acuerdo con Londres reanudando las relaciones normales con el agresor, colocando la soberanía “bajo un paraguas”, que en realidad fue un ataúd. Y luego dieron cabida a multis inglesas en las privatizaciones, como la British Gas en Metrogas.
Más recientemente, cuando Londres manipulaba un referéndum con los kelpers, el 10 y 11 de marzo pasado, hubo historiadores que le daban legitimidad. Luis Alberto Romero, escribió el 26 de febrero en “La Nación”: “Nuestro gobierno la descalifica, argumentando que no son 'pueblo' sino mera 'población implantada', sin derechos sobre el territorio en que viven. La mayoría de los argentinos se declara democrática, pero pocos aprueban esa acción popular públicamente. Como otras veces, las islas nos enfrentan con nuestras contradicciones y con nuestros traumas”. En febrero de 2012, Romero, Beatriz Sarlo, Jorge Lanata y otros desmalvinizadores habían abogado por respetar la “autodeterminación” de los kelpers.

La Academia y el Gaucho
Historiadores de esa cepa mitrista visceral, de la Academia Nacional de Historia, tienen una visión antinacional sobre Malvinas desde muchísimos años. En el muy interesante libro “Historia y vida de nuestras Malvinas”, del profesor Honorio Romero, se lee: “ante el pedido de un homenaje al gaucho Rivero, la Academia Nacional de Historia dice en un dictamen del año 1966 que 'si no se aportan pruebas de que el levantamiento (de Rivero) obedeció al noble propósito patriótico de expulsar a los usurpadores de la soberanía nacional, no corresponde el homenaje proyectado. Expresa además que 'los antecedentes documentales hasta ahora conocidos no son nada favorables para otorgar a Rivero títulos que justifique el homenaje que se proyecta”.
Romero aclaró: “Rivero fue sospechado de cuatrerismo. Ninguna justicia lo condenó” (pág. 85). También citó al investigador académico Martiniano Leguizamón Pondal, para afirmar que “Rivero cayó en la batalla de Obligado el 20 de noviembre de 1845 luchando contra los invasores ingleses y franceses”.
O sea que haberse rebelado con ocho trabajadores rurales en Malvinas y hacer ondear la celeste y blanca durante casi cinco meses, tras la usurpación de 1833, y luego morir en defensa de la Patria en 1845, no eran títulos suficientes para un homenaje.
La Academia mitrista sintonizaba otra onda histórica, anglo-yanqui, ganadera-terrateniente. No le perdonaba a Rivero sus luchas ni algunos asados con vaquitas ajenas, siempre ajenas para gauchos a los que pagaban con papeles sin valor.

Cementerio de héroes argentinos en Darwin, Islas Malvinas.


¿En serio que pelearon?
Descalificar la resistencia del gaucho Rivero y negar los combates de 1982 forma parte de la misma visión filo-inglesa de la historia. No hubo luchas, no hubo resistencia y no se puede luchar contra semejante enemigo, sería la conclusión derrotista.
Y sin embargo durante la guerra de Malvinas hubo muchas conductas heroicas, que por eso acreditan el feriado del 2 de abril, que los desmalvinizadores quisieron eliminar a favor del 10 de junio (fecha donde en 1829 se crea la comandancia político-militar de las islas).
En el capítulo de Abudara Bini y Dellepiane, de “Malvinización y desmentirización”, se citan los casos de soldados rasos como Oscar I. Poltronieri, los oficiales de aviación, el contralmirante Carlos Hugo Robaccio del BIM 5 y otros suboficiales y oficiales que lucharon a brazo partido e impusieron bajas a los británicos.

 

Esto contradice aquella fábula de que no hubo lucha. Jefes ingleses y militares estadounidenses confesaron que la guerra fue pareja y pudo tener otro resultado, caso del almirante Sandy Woodward, quien en su libro “Los cien días”, graficó, en términos futbolísticos, que su equipo “había ganado 10 a 9 y en tiempo de descuento”. Los derrotistas locales siempre hablaron de una goleada en contra, de 10 a cero.
En el capítulo del volumen compilado por Del Corro, firmado por Jorge Luis Reyes, veterano de Malvinas (fue teniente de la Fuerza Aérea), hay referencias a las “Pérdidas de la Task Force británica”. Reyes escribió: “Los registros propios (ingleses) hablan de 348 hombres caídos con 777 heridos”. Tuvieron, según este autor, 34 aviones derribados, 8 barcos de guerra y transporte hundidos o destruidos, otros 7 averiados gravemente y 5 averiados de menor consideración.
Esta lucha, trascendente desde el punto de vista histórico-político-cultural, es lo que no permite a los desmalvinizadores mover ni menos eliminar el feriado del 2 de abril.



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Sergio Ortiz
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