ALABAMA NEGRA SIFILIS MORAL BILL CLINTON
Esta es una de esas historias
que no se puede creer que sea verdad. Y sin embargo así sucedió. Si quieren
conocer más detalles, pueden entrar a: http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_Tuskegee
Pancho
16 MAY
2013
COLUMNISTAS
HISTORIAS
DE LA VIDA Y DEL AJEDREZ
Negros bien atendidos
Ramiro Díez
Tuskegee, un pequeño poblado de Alabama en
EE.UU., fue un escenario de terror contra los negros y la humanidad en general.
Dicen que fue como el campo de concentración de Auschwitz.
Todo empezó con algunos anuncios de prensa:
“Se necesitan voluntarios para recibir vitaminas y alimentación gratuita”. En
una población negra, semiesclavizada, analfabeta, los voluntarios sobraron. Al
final el gobierno eligió a 400 negros jóvenes. Los recogían en sus casas, una
vez por semana, y los llevaban a un hospital. Allí desayunaban bien y recibían
vitaminas, que no eran más que pastillas de azúcar. Los negros estaban felices.
Pero no sabían que, a propósito, les inyectaban sífilis. Un gran número era de
casados.
La idea era estudiar la evolución de la
enfermedad, sin tratamiento alguno. Pasado un tiempo, los afroamericanos
infectados, empezaron a quejarse de malestares. Los médicos les decían
que, por el color de la piel, tenían “mala sangre”, y que el tratamiento era
gratuito: en el hospital les daban más pastillas azucaradas. Y les advirtieron
no hacerse ningún tratamiento por fuera del hospital. Con la miseria a cuesta,
esa recomendación no hacía falta.
Los médicos, mientras tanto, se felicitaban
entre sí: era una maravilla ver la evolución de la enfermedad en esos varones
negros, sin tratamiento alguno, para después evaluar mejor a los pacientes
blancos con el mismo problema. Era un trabajo, decían, “en bien de la
humanidad”. Pero el experimento hubiese quedado inconcluso de no haber
podido estudiar los cadáveres. Por eso, el contrato establecía que los
voluntarios, en caso de muerte, autorizaban la autopsia. A cambio, recibían un
funeral gratuito. Todos aceptaron.
“Te felicito. Eres un genio. Con esas cartas
tramposas has logrado engañar a esos negros. La historia te lo
agradecerá”. Ese era el mensaje que un médico le enviaba a otro, que también
participaba en el experimento.
Con los años, la mayoría de los negros
solteros también se casó. La sífilis contagió a esposas e hijos. Pero para
ellos no hubo ni desayuno caliente, ni pastillas azucaradas. Con los
voluntarios de siempre era suficiente.
Esta infamia duró 40 años. Los últimos dos
sobrevivientes, ya ancianos, inválidos, los presentó en público el ex presidente
Bill Clinton. Ante un auditorio incrédulo y avergonzado, dijo: “No se puede
cambiar el pasado, pero podemos acabar con el silencio y dejar de mirar hacia
otro lado. Podemos mirarnos a los ojos y reconocer, que lo que hizo el gobierno
estadounidense fue vergonzoso y que lo siento”.
Auschwitz duró cuatro años. Tuskegee,
cuarenta. Y después el experimento se repitió en Guatemala, con prisioneros y
con pobres.
A diferencia, en el ajedrez, ser negro no es
un problema. Juegan Bellón vs. García, Cienfuegos, 1976.
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El
sueño se hace a mano y sin permiso
arando
el porvenir con viejos bueyes
viejos
bueyes....
(Silvio
Rodríguez)