Roberto Santoro, poeta, periodista, trabajador de
la educación, hijo, marido, padre, hermano, argentino, desaparecido.
Antes de que se lo llevaran dijo al último
compañero con el que pudo hablar: “Vienen por mí, cuidá a los chicos”
En la amada memoria de mi compañero educador, de mi compatriota argentino,
al que sólo conocí por su obra, saludo a los periodistas dignos de ser como
él, hombres simples abocados a una tarea grande que puede costar la propia
vida, sólo por relatar la verdad en su tiempo, por ser los testigos de la
historia. Por ser humana, soy acreedora de la pena que corresponde a
quienes me robaron su vida, exijo juicio y castigo, no perdono, no me
olvido y simplemente no me reconcilio. Delia Hermosí DNI 4.246.907
El 3 de junio
de 1976 Roberto Santoro escribió una carta dirigida a la Confederación de
Escritores Latinoamericanos, con sede en México, para denunciar y difundir
la desaparición de personas. Allí menciona
el arresto del director del periódico Alberdi y el secuestro de Haroldo Conti y
Alberto Costa, entre otros periodistas y escritores. Denuncia también la
golpiza a que fue sometido Enrique Llamas de Madariaga (
La Razón ) y el secuestro y asesinato del
periodista y ex senador uruguayo Zelmar Michelini.
Veamos algunos fragmentos de la carta “Hasta
aquí los datos que poseo. El presidente, no obstante, habla de la libertad
y de la democracia. Se liberan los precios. Hay cesantías en masa.
Distribuyen una cartilla para prevenir actividades subversivas en las
escuelas. El presidente dice que rechaza la prensa complaciente, la planta
Ford de General Pacheco, que ocupa 4800 trabajadores, cierra por cinco
semanas. EEUU acepta el plan del ministro de Economía, hombre ligado a los
monopolios; los obispos hablan de paz y rezan. Borges declara que la
literatura y el arte son formas de placer (...) Lo cierto es que los
compañeros siguen presos y es necesario que ustedes, a través de la
Confederación de Escritores Latinoamericanos, nos den una mano, la de la
solidaridad (...) y a favor de la causa popular testimonien el atropello de
las burguesías sobre el proletariado (...) Hermanos, discúlpenme la letra,
no tengo máquina donde estoy. Compréndanme, compréndannos. De todas maneras
somos optimistas. Esto recién ha comenzado. El presente es de lucha, el
futuro es nuestro”
...
El 1ro de junio de 1977, mientras las
clases en el turno noche en la Escuela Nacional de Educación Técnica nº 25
del barrio de Once se desarrollaban con normalidad, tres hombres se
acercaron preguntando por uno de los preceptores, Roberto Santoro. Uno de
ellos dijo ser hermano de un alumno. Cuando el buscado se presentó, los
desconocidos lo redujeron por la fuerza esgrimiendo armas de fuego. En
medio de los gritos y la desesperación de los presentes, se lo llevaron.
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