CIERTA
LUZ QUE NOS ALUMBRA
Sin la menor duda, debe declararse el 2 de febrero (1512)
como Día de la Cultura Indígena.
La quema vivo del rebelde cacique Hatuey
como cruel y
bárbaro escarmiento a su insurrección y
liderazgo,
lo convirtió en el verdadero Adelantado por nuestra libertad
frente, a los
sanguinarios invasores de nuestras tierras.
La extensa lucha socio - económica, política - ideológica,
las leyendas,
mitos y caprichos, llevaron mi
mano
para escribir los tres últimos versos de la cuarta décima
cubana de este poema.
I
Huestes
civilizadoras
de
majestades cristianas,
contra
flechas y macanas
fueron
viles vencedoras.
Arriban
rojas auroras
y la
sangre de inocentes,
fueron
sumando torrentes
al
paso de los incultos;
hoy son
eternos insultos
tallados
en nuestras mentes.
I
I
Los
bateyes placenteros
sin la
codicia del oro
tenían un
gran tesoro:
tierra
, mar, sol y luceros.
Sembrando
tras aguaceros
yucales para
el casabe,
sin apuros, bien
se sabe,
los
indígenas de Cuba
no probaron
vino de uva,
de amor hacían jarabe.
I
I I
Mal
decir - “descubrimiento” -
la genocida
conquista
se ensañó
por ser racista,
sembró
muerte
su escarmiento.
No
cabe en mi pensamiento
el
asesino, Don Diego
Velázquez, por oro
ciego,
su
espada negó a la cruz;
tanta
sangre se
hizo luz
y ejemplar
rebelde un fuego.
I
V
Cada vida
asesinada
provocó
más rebeldía,
y Quisqueya cierto día
envío la luz
sagrada.
En convulsa
zona amada
donde
Hatuey al ser cautivo,
fue a
la hoguera estando
vivo
haciéndose
luz, declara…
mi cuerpo rebelde
en
Yara
será mambí y verde olivo.
Víctor
Hugo Parés Lores
La Habana, 20 de Marzo / 2014