EL PAIS › CUANDO MASSOT ADMITIO SU
ACTUACION “EN LA GUERRA CIVIL DE LOS ’70”
“Yo también tuve participación”
El director de La Nueva Provincia, Vicente
Massot, está imputado por violaciones a los derechos humanos. Ante un auditorio
de militares retirados, confesó que “no era un bebé de pecho” y que participó
de “los hechos que jalonaron la vida argentina hace 40 años”.
El empresario Vicente Massot,
imputado por delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca, admitió su actuación en
lo que él denomina “guerra civil de los años ‘70” y el resto del mundo define
como genocidio o terrorismo de Estado. “Yo no era un bebé de pecho. Y yo
también tuve participación en esos hechos”, dijo el director del diario La
Nueva Provincia, rodeado de amigos, durante la presentación de su libro El
cielo por asalto. Fue el 25 de abril de 2013, dos semanas antes de que los
fiscales José Nebbia y Miguel Palazzani pidieran su detención para indagarlo.
Menos sonriente que aquella tarde, y lejos de los tiempos en que se paseaba
ostentando armas por los pasillos de la empresa de la familia, el martes último
le temblaban las manos mientras guardaba el DNI con el que debió acreditar su
identidad como imputado, y por la ventana del juzgado se filtraban las voces de
un centenar de bahienses que cantaban “Massot, fascista, vos sos el
terrorista”. El juez federal subrogante Alvaro Coleffi declaró el secreto de
sumario en la causa y ahora analiza los pedidos del Ministerio Público Fiscal.
Columnista de La Nación y profesor en la Universidad Católica
Argentina, Massot está imputado por el rol de La Nueva Provincia (LNP) como
auxiliar de la inteligencia militar en las operaciones de acción psicológica al
servicio del genocidio, y como coautor de los asesinatos de los obreros gráficos
Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, del Sindicato de Artes Gráficas de
Bahía Blanca. La acusación incluía a su mamá, Diana Julio de Massot, a su
hermano Federico y al ex jefe de redacción Mario Gabrielli, pero los tres
murieron antes de ser juzgados.
“Voy a empezar diciendo lo que no quise escribir, aquello que
conscientemente traté –si con éxito o sin éxito, no me toca a mí juzgarlo– de
exorcizar al momento de tomar la pluma”, arrancó Massot su exposición en el
Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), secundado por sus
admiradores Julio Bárbaro y Abel Posse. “Lo que no quise hacer es fulminar
condenas, levantar cadalsos, cargar a uno u otro contendiente con culpas. No
porque no tenga una idea acabada, pero que vale solamente para mí, de los
hechos que jalonaron la vida argentina hace 40 años”, agregó en tono solemne.
“Yo no era un bebé de pecho. Y yo también tuve participación en esos hechos”,
confesó ante un auditorio de militares retirados que incluyó al ex intendente
bahiense Cristian Breitenstein, actual ministro de la Producción de Daniel
Scioli. Sus palabras las registró el periodista Federico Randazzo, que
investiga la historia del diario.
Massot es socio de LNP desde 1974, cuando tenía 22 años y era un
activo militante del nacionalismo católico. En 1970 había participado de la
creación de la organización integrista Guardia de San Miguel, apuntó Luis
Fernando Beraza en su libro Nacionalistas. En mayo de 1973, una semana antes de
la asunción del presidente Héctor Cámpora, publicó el primer número de la
revista Cabildo. Antes que secretario de redacción fue su “inspirador y
financista” gracias a un préstamo de LNP (léase de su madre), contó Horacio
Verbitsky en Vigilia de armas. La revista Cabildo, donde hizo pública su
admiración al fascismo, nació “con el objetivo de aglutinar a las fuerzas
nacionalistas dispersas”, explicó Beraza. Su influencia “fue fundamentalmente
ideológica en muchos sectores de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia Católica”,
escribió. Igual que LNP, fue “un espacio donde llegaban y se publicaban
informaciones de los servicios de inteligencia”.
Cuando el peronismo clausuró Cabildo, sus responsables sacaron El
Fortín, que también fue cerrada por “atentar contra la institucionalidad”.
Entre junio del ’75 y hasta el mes previo al golpe, Massot escribió en
Restauración, también abocada a promover la toma del poder por las Fuerzas
Armadas. Las tres revistas por las que pasó apuntaron a “legitimar la
destrucción del orden democrático y su reemplazo por soluciones de corte
autoritario”, resumió la historiadora Patricia Orbe en su ponencia “Entre
mitines y misas. La revista Cabildo y la red de sociabilidad nacionalista
católica (1973-1976)”.
Entrevistado por la historiadora Belén Zapata cuando ya se sabía
imputado, Massot dijo que su primer cargo en LNP fue “en marzo de 1976 como
redactor editorialista”. Sin embargo, dos años antes, en marzo de 1974, la
revista Militancia había dejado constancia de su influencia en la línea
editorial del diario. “El nacionalismo ultrafascistoide le ‘brotó’ a LNP cuando
uno de los nenes (el que está en el fino humor de Cabildo) comenzó a
incursionar en el ‘periodismo’”, apuntó la publicación que dirigían Eduardo
Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña, asesinado ese año por la Triple A.
La escritura no le impidió poner el cuerpo a las batallas de la
familia en el pago chico. Los gráficos de LNP recuerdan al Colorado, en
reuniones ante el Ministerio de Trabajo, con armas para amedrentarlos en los
pasillos de la empresa y provocándolos para que “hagan paro ahora”, el día del
golpe de Estado. El 28 de septiembre de 1975, la mamá le encomendó ante
escribano “todo trato con el personal”. Poco antes, un editorial del diario
había anunciado que “LNP se encuentra en guerra” y se había presentado como
víctima de “la infiltración más radicalizada”. Por esos meses, la sección
Informaciones de Prefectura zona Atlántico Norte elaboró su informe sobre
“guerrilla sindical” en LNP, que concluyó con una lista de “personal a ser
raleado” (sic). La encabezaban Heinrich y Loyola, e incluía las direcciones de
las casas donde los secuestraron para torturarlos y matarlos.
Consumado el derrocamiento del gobierno, Massot dijo haber hecho
la conscripción en Campo de Mayo, el Primer Cuerpo de Ejército y la Capellanía
Mayor Castrense, datos que Página/12 intentó corroborar sin suerte. Sí hay
constancias de su paso por la ESMA: el ex capitán Adolfo Scilingo, amigo de su
hermano Federico, lo recuerda visitando al almirante Rubén Chamorro, director
de la ESMA, en la planta baja del Casino de Oficiales por el que pasaron miles
de desaparecidos.
Hasta el momento, Massot sólo está imputado en Bahía Blanca. Los
jueces foráneos que encabezaron los dos procesos de lesa humanidad en la ciudad
no dudaron en poner la lupa sobre La Nueva Provincia: destacaron su “campaña de
desinformación y propaganda negra” para “imponer la versión de los
victimarios”, y crear “un estado de anomia legal en la sociedad que permitió el
ejercicio brutal de violencia irracional” desde el Estado, y ordenaron
investigar a sus directivos. La actuación de los jueces locales fue la que
permitió morir impune a Gabrielli y ganar tiempo a Massot. El juez subrogante
Santiago Martínez sostuvo que las pruebas no permitían siquiera hablar “de
algún grado de complicidad”, y se negó a indagarlo. La Cámara Federal se tomó
un semestre para reflexionar, no se animó a tanto, pero ideó una original
maniobra para que Massot pudiera exponer como imputado (con derecho a mentir)
antes de prestar declaración indagatoria. Ese paso se concretó seis días atrás
e incluyó una puesta en escena con calles cortadas, vallas, perros, prefectos,
servicios y policías pertrechados para la guerra. El juez Coleffi dictó el
secreto de sumario y ahora deberá pronunciarse. La dirigencia política de Bahía
Blanca mantiene un estruendoso silencio.