viernes, 25 de abril de 2014

Feliz cumpleaños Alan Gross un yanqui en la corte del Rey Fidel ingeniero USAIDMAN Zunzuneo Tres cubanos presos en Estados Unidos






Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044



Año 12 Número 35 | Fecha 2014-04-25
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Opinión



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Opinión
por Rocío Martín
 Mientras que la buena Conducta, filme del realizador Ernesto Daranas, se alzó con el StarPrize a la Mejor Película en el Havana Film Festival, celebrado en Nueva York entre los días 3 y once de abril, la mala conducta de los que perseveran en sus ataques contra Cuba hicieron de este un escenario donde figuras relevantes del cine cubano fueron utilizadas para quedar en ridículo.

Cineastas como Jorge Perugorría, Gerardo Chijona y Enrique Álvarez comentaron en esa plaza, con la inercia de diálogo desprejuiciado que tienen en sus espacios aquí, algunas cuestiones relativas al cine que les preocupaban, pero que habían buscado zanjar por la vía institucional en un diálogo “privado” con sus instituciones culturales. Lo hicieron porque acostumbran a hablar naturalmente ante personas que no manipulan sus palabras ni voluntades, y fueron traicionados.

En el evento “Nuevos horizontes en el cine cubano contemporáneo: un diálogo abierto”, mencionaron una carta enviada al Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos, y al Ministerio de Cultura, donde expresaban su preocupación por el rumor de que el Ministerio del Interior (MININT) exigiera revisar los guiones y el equipo técnico de sus proyectos como condición para autorizar los permisos de rodaje.

La carta existe porque la inquietud la justificaba; el rumor, es solo eso.

Sin embargo, en este contexto que nuestros artistas pensaban franco e inocuo para debatir, hubo quien se aprovechó para hacer públicos, sin que le temblara el pulso, los argumentos que ellos habían decidido transmitirle a sus instituciones—porque confiaban en la capacidad de estas para buscar la verdad concreta entre las suposiciones—, antes de hacer pública una media certeza.

En la lógica del autor del texto que dejó en evidencia pública a nuestros creadores, una “disposición fantasma”, como él mismo la nombra, fue trigo suficiente para desatar una alharaca, no importa si para ello violaba el derecho a la privacidad de expresión (que también existe, en el reverso del argumento que se usa para atacar injustamente a Cuba).

Quizás el autor, que no estaba ahí con libertad para escuchar, porque sabía de antemano qué debía escribir, ni siquiera interpretó bien la frase de Enrique Álvarez que luego citó: “es una declaración que no es pública, es una declaración que hemos hecho a través de nuestras instituciones, porque nos interesaba que nuestras instituciones fueran las que defendieran su espacio institucional”. (http://www.diariodecuba.com/cultura/1397154780_8082.html)

Pero aun si hubiera sopesado respetar esta voluntad, es comprensible que para él resultara demasiado fuerte la tentación de amplificar estos criterios: el hecho de que los artistas e intelectuales cubanos “se opongan” a alguna medida o institución pública del Gobierno, siempre vende bien. Por eso el mismo medio que reprodujo estas palabras, catalogó al recién finalizado VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de oficialista, porque a pesar de los intensos debates que suscitó, no hubo nadie que se opusiera “rabiosamente” a algo que implicara un principio de voluntad política.

En el cónclave se escucharon criterios contrapuestos, discusiones encendidas, desacuerdos; sobre el tema del cine en específico y todo lo que puede ampliar y mejorar sus marcos creativos, se debatió ampliamente; pero no hubo pronunciamientos públicos sobre la base de rumores, porque todo el que se respete a sí mismo, sabe que esa no es forma de hacerse escuchar en serio. (http://www.lajiribilla.cu/numero/674)

Claro que, de haber sido cierta la lamentable suposición, era justificado que los cineastas, siempre defensores de lo que beneficie la creación, y al arte como protagonista —principio suscrito en reciente entrevista por el actual Ministro de Cultura, Julián González Toledo (http://www.lajiribilla.cu/articulo/7494/declaracion-de-principios)— manifestaran su desacuerdo, e hicieran lo que estuviera en sus manos para demandar respuestas ante un procedimiento que interfiere la política cultural cubana, y pudiera dar señales de desconfianza. Durante los 55 años de Revolución, los artistas todos, y en particular los cineastas, siempre se han manifestado así, y no se espera menos de ellos.

Pero a estas alturas todo se ha dicho tan claro que no hay cómo sostener una paranoia: “Al enumerar las fuerzas con las que contamos para enfrentar esos desafíos (los que imponen la subversión de los Estados Unidos contra Cuba), nuestro Presidente mencionó, en primer lugar, a los intelectuales y artistas, cuyo compromiso patriótico, como parte de la gran masa del pueblo, está fuera de toda duda”, expresó el Primer Vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel en la clausura del referido Congreso.

El argumento con el cual el autor pretende denigrar la imagen de nuestros cineastas, no tiene nada que ver con el proyecto de institucionalización y perfeccionamiento de la legalidad que implementa el Gobierno cubano. De haber sido cierto el rumor-error, ¿no se habría dado a conocer por alguno de los medios oficiales? Él mismo cita un comentario de Gerardo Chijona en el que se recuerda cómo, cuando la relación arte y política en el país estaba a otro nivel de discusión, las decisiones que se tomaban —desacertadas o no— aparecían publicadas como resoluciones del Consejo de Ministros ¡en la prensa!.

Es real que cuando se trata de filmaciones que interrumpan el tráfico en vías expeditas, que incluyan el uso de armamentos —u otras particularidades de las que se responsabiliza el Ministerio del Interior—, es necesario que este expida un permiso de rodaje, pero: 1. siempre ha sido así, e históricamente el MININT ha colaborado con el ICAIC en la gestión de estos permisos, y en todas las esferas en las que se ha requerido su apoyo; 2. el permiso se obtiene mediante el completamiento de un formulario simple, y no a partir de la entrega del guion a revisión; 3. esta práctica no es privativa de Cuba, sino de cualquier país que se precie de un mínimo de ordenamiento.

Continuidad de la algarabía

Saciado del zumo extraído a los comentarios (no declaraciones) que escuchó en el Havana Film Festival referidas a “una supuesta” exigencia del Ministerio del Interior de revisar los guiones de las películas, el autor del artículo pasa a relacionar diferentes acontecimientos vinculados al cine y sus instituciones, a los que alevosamente cataloga de escándalos.

¿Que los cineastas demandaron incorporarse al proceso de discusión y análisis sobre la necesaria transformación del ICAIC y el cine cubano? Sí, pero ante sus ojos, si se da el debate es escandaloso, y si no, el oficialismo impone la censura.

¿Que trató de evitarse un tráfico ilícito de obras extraídas de la casa del desaparecido intelectual Alfredo Guevara? Sí, pero lo que para él es confiscación venenosamente descrita, para todo el que tenga sentido común es protección del patrimonio cultural cubano.

¿Qué se impuso el orden en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, tras detectar en un ejercicio de verificación fiscal varias irregularidades y descontrol que condujeron a hechos ilícitos? Sí, ¿hubiera sido menos escandaloso tolerar la corrupción y el desorden? Esta era la mejor forma que el Estado cubano tenía de continuar “respaldando y estimulando a la Escuela que fundaron Fidel y García Márquez”, según afirmó en aquel entonces el viceministro de Cultura, Fernando Rojas (http://www.lajiribilla.cu/articulo/5154/el-estado-cubano-seguira-respaldando-y-estimulando-a-la-escuela-que-fundaron-fidel-y-g).

¿Que se cerraron las ilegales salas de cine 3D, las cuales no contaban con la licencia para ejercer esta actividad, en los marcos delos nuevos modelos de gestión no estatal? Sí, en ese momento se hicieron – y se harán- respetar las leyes establecidas, si bien el Consejo de Ministros ha reconocido que por las vías legales se evaluarán todas las propuestas que los nuevos escenarios alienten.

¿Qué con naturalidad, y siguiendo los principios de la política de cuadros, a mediados del 2013 Roberto Smith fue nombrado como presidente del ICAIC? Sí, se hizo teniendo en cuenta sus 34 años de experiencia en la institución, y no su “trayectoria de censor”, como aviesamente alega el autor, sino su voluntad manifiesta a“encontrar nuevos caminos para el cine cubano dentro y fuera de las instituciones; crear condiciones que aseguren el pleno ejercicio de la creación artística audiovisual; promover el talento, sobre todo, entre los jóvenes realizadores; estimular el clima creador…..” (http://www.lajiribilla.cu/articulo/5548/cine-cubano-el-futuro-sera-el-mismo-y-a-la-vez-diferente).

El colmo del cinismo en el texto se resume en el tono lastimero con que se menciona al otrora presidente del Instituto, Omar González, quien, según se plasma, “comenzó a ocupar una triste oficina”. Para quienes se especializan en el ataque mediático contra Cuba, todos los dirigentes de las instituciones públicas del Estado son incómodas hasta que dejan de ocupar sus cargos, por cualquier razón. A partir de entonces, les empiezan a resultar atractivas, y si alguna vez las injuriaron sin motivo —como hoy ya hacen con Smith—, luego se “solidarizan” con ellas. Apartando la podredumbre ética que tal actitud supone, es cierto que González ocupa una oficina en uno de los edificios del ICAIC, “tristemente” remodelada y amueblada, con el objetivo de cumplir la “triste” tarea de coordinar el capítulo cubano de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad, de l a cual forman parte destacadísimos intelectuales de todo el mundo, entre ellos el recién fallecido Gabriel García Márquez.

Dentro de “otros elementos” que el autor menciona como limitantes del desarrollo cinematográfico en la Isla, no deja de mencionar —porque ignorarlo por completo lo desacreditaría más, dado el peso insoslayable que tiene en las restricciones financieras a Cuba—“el embargo”, (nunca dice bloqueo) que nos impone el gobierno de los Estados Unidos.

La diferencia semántica resulta aquí cardinal: el primer término se refiere a la retención de bienes cuando se ha irrespetado una obligación legalmente establecida (lo cual no se aplica a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos); el segundo, es una práctica de guerra silenciosa ilegal y homicida, que incluso obstaculiza el derecho al intercambio cultural que tiene los pueblos estadounidense y cubano. Complementaria a esta política, ha estado siempre la agresión mediática, de la cual es ejemplo el texto en cuestión.

Ninguna acción emprendida por los creadores cubanos para hacer respetar su libertad creativa en las últimas cinco décadas —en los momentos puntuales en los que la política cultural revolucionaria pudo haber sido malinterpretada—, se compara con la batalla de supervivencia que ha debido librar todo el pueblo de Cuba ante las constantes injerencias y sabotajes a su soberanía. Pero ya se sabe que estas conductas heroicas, en los circuitos del poder hegemónico, no venden bien.
Fuente: Cambios en Cuba
por Enrique Ubieta Gómez
Yo he recorrido el país y he conversado con muchos estudiantes sobre estos temas y aprecio este espacio, no solo porque lo convoca la AHS, sino porque ofrece la posibilidad de que asista un público heterogéneo que es desconocido por mí, que podría ser de cualquier sector de la sociedad.

Siempre que se me ha pedido hablar de la subversión, rectifico el concepto en función de lo que obviamente trabajo, que es la lucha de ideas o la lucha en el entorno ideológico, que yo suelo enmarcar, sobre todo, en un ámbito cultural. Me parece más preciso hablar de la guerra cultural que se establece en torno a la construcción de una sociedad alternativa, y de la ofensiva general que se ha producido en los últimos años con el objetivo de aprovechar el fin biológico de la generación histórica que hizo la Revolución y el advenimiento al poder de las nuevas generaciones.

Hablo de guerra cultural –quiero enfatizar eso– porque entiendo que ese concepto incluye lo ideológico y lo político y algunas cosas más que me parecen esenciales. No se trata de la simple lucha por el poder: no es una guerra entre personas que están a favor o en contra de un gobierno. Se trata de una guerra entre personas que están a favor o en contra de un sistema, que implica también una percepción cultural del mundo, una manera de entender el concepto de felicidad, tanto en la vida personal como colectiva. Entonces, lo que nos quieren cambiar es la mente. Quieren que la sociedad cubana cambie su manera de pensar, sus ideales, sus expectativas; quieren construir un proceso de cambios paulatinos en la mente de los cubanos que nos conduzca, sin necesidad de que se produzca la caída del gobierno, al capitalismo.

Hablo de que existen dos maneras de entender las relaciones entre las personas y los objetos, que se expresan en lo que llamamos, de una parte, la cultura del ser y de la otra, la cultura del tener. Entiendo por cultura del tener una forma de vida que se rige por las leyes del consumismo –no las del consumo–, que nos convierte en esclavos de las cosas, porque son las cosas las que establecen el valor de las personas, lo que valen, lo que significan, el nivel del éxito alcanzado en la sociedad.

A la cultura del tener no le importa el origen del dinero. Usted puede tener mucho porque ganó la lotería, porque lo heredó o porque lo robó y no lo han cogido preso, o porque siendo actor hizo una película mala pero taquillera: si tiene mucho es una persona importante. Es decir, el ser pasa a segundo plano frente al tener. Y el tener conlleva a su vez la exhibición de lo que se tiene. Usted no es nadie si tiene y no lo exhibe, si la gente no puede apreciar que usted tiene, que es lo que marca su valor en la sociedad. Cuando en Cuba hablamos de especulación, un término que nada tiene que ver con el término exhibicionismo (pero que popularmente se usa como sinónimo), nos referimos al predominio de la cultura del tener en algunas personas. Hay un príncipe árabe que la revista Forbes ubica entre los diez hombres más ricos del mundo y que enchapó su avión personal en oro –supongo que hizo los cálculos correctos para que no se caiga–; ¿qué diferencia hay entre ese personaje que no está loco, que no es un obsesivo, sino simplemente un personaje del sistema, que necesita demostrarle al mundo cuánto tiene, porque eso establece cuánto vale, y ese otro que está sentado en mi cuadra en el barrio de Colón de Centro Habana, y que lleva tres cadenas de oro al cuello? La diferencia obviamente es de cantidad de dinero, pero no hay ninguna diferencia en las intenciones, porque estamos hablando del mismo acto dentro del sistema de valores de la cultura del tener. Es decir, yo valgo porque tengo tres cadenas de oro o yo valgo porque tengo el avión enchapado en oro.

Por supuesto, el socialismo no significa que la gente no tenga. Eso sería un absurdo, no puede sostenerse una sociedad que no tenga un consumo razonable que lleve a un mejor nivel de vida, que signifique de algún modo un progreso personal. Todo eso es correcto y el socialismo no lo puede negar bajo ningún concepto. Pero sí de que nos propongamos cumplir –y sabemos que no se cumple en la sociedad cubana actual–, la máxima de que a cada cual se le exija según su capacidad y se le dé según su trabajo. En este caso, se ubica en primer lugar lo que cada quien es (lo que entrega a la sociedad) y por tanto, lo que merece recibir a cambio de su trabajo.

En la sociedad cubana de hoy tenemos la pirámide invertida. Precisamente, los Lineamientos se proponen resituar la pirámide en su lugar y que las personas puedan ganar por lo que aportan y que esa ganancia esté sustentada en lo que la gentes es concretamente. Esto que parece muy general, quizás parezca muy teórico, yo creo que es la base de lo que podemos entender por una confrontación entre la cultura del capitalismo y la cultura del socialismo, como alternativas opuestas de vida. Insisto en ello, porque hay personas que de alguna manera desechan esa contradicción, y al final terminan entrampados en ella.

Lo que somos hoy en Cuba, lo que tratamos de construir hoy en Cuba, parte de una tradición nacional, de un pensamiento nacional, pero también de un concepto de vida alternativo al capitalista. Cuando se nos dice: ustedes tienen que acabar de ser “normales”, llevan 50 años de Revolución, sean normales, yo siempre pregunto: ¿qué nos piden?; cuando dicen que seamos normales ¿qué quieren decir con eso? Lo normal en el mundo es el consumismo, lo normal en el mundo son las leyes bravas del mercado y yo no quiero ser normal. Yo no quisiera que este país retrocediera. Creo que la gran victoria de Cuba es no ser normal en un mundo donde la injusticia social y la indiferencia ante ella son normales. Entonces, Cuba marcha por un camino diferente, por un camino alternativo que intenta conservar en un mundo extraordinariamente hostil, porque es un mundo diseñado por la clase hegemónica capitalista.

Cuando me preguntan ¿qué es lo que predomina hoy en Cuba, la cultura del capitalismo o la del socialismo?, yo tengo que empezar por decir que la cultura del capitalismo es la cultura predominante en el mundo, es la cultura que se sustenta sobre la base material del capitalismo. La socialista es un proyecto en construcción y eso implica obviamente que nosotros seamos consumidores de la cultura capitalista y que además la reproduzcamos. Nosotros caemos en la trampa de reproducir los valores del capitalismo, con programas de televisión que hacemos nosotros, y también en el cine o en la literatura. Porque el socialismo no es un lugar de llegada. El socialismo es un camino en el que tratamos de optar por la negación y la superación del capitalismo. Es una contradicción entre dos sistemas que no disminuye, que se intensifica durante el largo camino de superación.

Pongo un ejemplo muy actual: el tema de la corrupción, algo que los enemigos nos señalan continuamente y que nosotros mismos señalamos en Cuba, porque es totalmente contradictorio con el sistema. La corrupción nos duele, nos sorprende y nos hace creer que es un grave problema “nuestro” y lo es, porque es un cáncer para el socialismo; la corrupción no se nota en el capitalismo porque es inherente a él; no destruye al capitalismo, a nosotros sí. La corrupción no es el resultado del socialismo; es la evidencia de que el capitalismo todavía se reproduce en nuestra sociedad. El socialismo presupone una ética social e individual superior, e implica un nivel muy superior de exigencia individual.

Otro ámbito cultural que me parece esencial es el de la memoria histórica. Vivimos en un país donde la inmensa mayoría de la población nació después de la Revolución. Significa que estamos construyendo una sociedad alternativa a una sociedad que no vivimos, de la cual no tenemos vivencias personales. Y los jóvenes que mañana asumirán las posiciones fundamentales del país, tendrán que conducir la revolución sin ni siquiera contar a su lado con la última generación que vivió el capitalismo, en medio de una guerra cultural de altísima intensidad. Porque no existe ningún proyecto de futuro que no se sustente en una tradición, que no tenga la vista puesta en un pasado, o mejor dicho, en una interpretación del pasado.

Respeto mucho los instrumentos científicos de los estudios históricos, creo que son importantísimos, pero al mismo tiempo, no dejo de recordar que toda interpretación –y la historia no es más que una continua reinterpretación del pasado–, conduce a un futuro específico, que cada nueva época reinterpreta el pasado en función de un proyecto de futuro. En Miami, ustedes sabrán, hay un monumento a los héroes de Playa Girón, es decir, a los mercenarios que desembarcaron por Bahía de Cochinos como dicen ellos, aquí hay uno para los milicianos que defendieron el país de esa invasión. Aquellos son los héroes de aquel proyecto, estos son los héroes de este proyecto. Lo que quiero decir es que no existe un proyecto de sociedad en la que todos, aquellos mercenarios y estos milicianos, sean al mismo tiempo héroes: cada sociedad tiene los suyos. Estos están en función del proyecto de futuro.

Siempre recuerdo esta anécdota: en una ocasión estaba ayudando a mi tío a conseguir un cambio de vivienda y me tropecé con una señora que se imaginaba viviendo el capitalismo en Cuba y le ofrecía a mi tío un apartamento “con garaje”, pero yo, que conocía el apartamento que ella ofertaba, le aclaraba que no lo tenía, porque aquel garaje había sido declarado monumento nacional, ya que en él se habían escondido José Antonio Echeverría y los asaltantes al Palacio Presidencial y a Radio Reloj en 1957. Aquella señora se echó para atrás con una sonrisa en los labios y me respondió: pero señor, José Antonio Echeverría solo es importante para este gobierno, en un futuro nadie se va a acordar de él. Y a mí me resultó la afirmación tan ofensiva que empecé a discutir, pero también comprend& iacute; que ella sabía lo que estaba diciendo. Porque los héroes de una Cuba capitalista no serán ni Julio Antonio Mella, ni Villena, ni José Antonio Echeverría, ni Jesús Menéndez, Frank País, Ernesto Che Guevara. O sea, que el panteón de héroes sería otro. Por eso cuando nos piden a los revolucionarios –que somos obsesivos con la verdad porque la necesitamos y toda revolución comienza alfabetizando a su población, empieza exigiéndole a su población que estudie–, que rescatemos y situemos a todos los personajes de la historia en el mismo lugar, están siendo hipócritas.

Es cierto que en ocasiones hemos explicado los hechos históricos de forma maniquea, y que la victoria de nuestros héroes es grandiosa precisamente porque nuestros villanos no eran estúpidos o cobardes como a veces parece en la descripción de los hechos. Pero no existen panteones ecuménicos. Cuando uno llega hoy a los países de Europa del Este y observa que todos los héroes del socialismo, los propios y los ajenos, fueron arrancados de sus pedestales, comprende cuán hipócritas eran sus reclamos. ¿Cuáles serían los héroes de esa Cuba capitalista anhelada por ellos? Héroes de pacotilla. Ya se reescribe la historia: Batista “el benefactor”; Che Guevara, “el asesino”.

Pero hay otra manera de reconstruir la historia, y es por la vía emocional: nos quieren vender una imagen falsa de los años 50 como si aquella hubiese sido una época de fiesta, de diversión; nos venden una Habana llena de luces de neón, de bares y cabarets, de alegría, y después, por supuesto, sobrevino lo peor; como decía en su canción Carlos Puebla (interpretándolo en un sentido literal): “llegó el Comandante y mandó a parar, se acabó la diversión”. Nos quieren hacer creer que los años 60 fueron años de tristeza, de oscuridad. Es una contraposición que no funciona racionalmente sino a nivel emocional, se apoya en elementos extra políticos, porque en el mundo entero hay cierta moda, cierta tendencia a recuperar la arquitectura, las imágenes de los años 50, porque fueron años en los que el capitalismo norteamericano tuv o cierta estabilidad económica. Aquella década se convirtió en un mito que se retoma hoy, en medio de violentas crisis económicas. Pero a Cuba llega viciada por la confrontación entre sistemas, por la clara división de épocas que marca el año 1959. Y se nos siembra la idea de que tenemos que recuperar los ídolos de antes del 59, cada pedacito de La Habana tal como era antes del 59, como si aquella fuese nuestra verdadera tradición y quiero advertir que Cuba ha vivido ya más años en Revolución, que los que vivió durante la neocolonia. Algunos pretenden sustituir los nombres de las calles o de las tiendas –los que ya el pueblo identifica con los nombres actuales, no me refiero a los nombres que nunca fueron aceptados– por el que tuvo en la primera mitad del siglo XX.

Quiero que se entienda que hoy necesitamos del debate, de la discusión, como nunca antes. Quiero insistir también en esto. Porque esta guerra cultural solo es posible ganarla desde el debate. Solo es posible ganarla desde la construcción de miradas críticas. De la capacidad que tenga la gente –sobre todo los jóvenes– de discernir lo que es bueno y lo que es malo. Hay una gran exposición en estos momentos de materiales, hay un trasiego de información que no tiene nada que ver con lo que el estado produce y distribuye. Las nuevas tecnologías introducen esa posibilidad. Hay videos clip, por ejemplo, como el de Yakarta y el Chacal, “Ellas son locas”, excelentes para dar clases de esto que estamos planteando. En ese video los cantantes traen en las manos fajos de billetes y lo lanzan al aire, se rodean de bellas mujeres desnudas, disfrutan del poder que otorga el dinero. Ese video no se exhibió en la televisión, pero corrió por todo el país y muchos jóvenes lo vieron. No se puede prohibir, pero hay que establecer jerarquías. La televisión es un lugar que tiene que establecer jerarquías y responsabilidades en lo que se ofrece a la gente. Usted puede pintar cualquier barbaridad en su casa y nadie se lo prohíbe, pero no puede pedir una galería.

Tenemos que educar la capacidad crítica en los jóvenes. Una capacidad crítica que permita que lo vean todo –y yo creo que los jóvenes deben verlo todo y saber discernir– y eso tiene que interiorizarse en los comités de base, en las brigadas de la FEU y en los colectivos de profesores. Yo creo que un maestro de secundaria tiene que ver las series juveniles que pasan en TV antes de la comida. Series norteamericanas de televisión con muy buena factura, que reproducen los valores de la cultura del tener, y debe conversar con los muchachos después sobre esas series, no para impugnarlas, sino para aportarles otra mirada, otros argumentos que amplíen la capacidad de recepción de sus alumnos. Los maestros pueden hacer mucho en ese sentido.

Intervención durante el debate*

Me encanta este tipo de debate. Permite repensar muchas cosas, ajustarlas y afirmarlas. Es un debate que siempre resulta útil para todos. No estoy del todo de acuerdo con la frase de que no hemos cambiado nada (sobre la prensa), yo creo que hay un proceso de evolución. El mundo de la llamada libre información, de las grandes transnacionales, es el que construye los esquemas de pensamiento, el que construye las miradas. No está interesado en la verdad, está interesado en esa construcción que se sustenta en lo verosímil, trabaja con lo verosímil y construye estados generales de opinión.

El socialismo en el mundo surgió en países atrasados, en condiciones de guerra total. Y durante mucho tiempo la idea que prevaleció en esos países que estaban tratando de crear una cultura alternativa era establecer una especie de coraza que los protegiera de la desinformación de la llamada prensa libre. Eso lo heredamos nosotros también. En el punto en que estamos lo peor que nos puede pasar es que pensemos que andamos con una coraza, cuando en realidad no tenemos ninguna coraza.

Hoy las nuevas tecnologías hacen que todo ese sistema de construcción de mentalidades antisocialistas, que introduce los valores del capitalismo, esté en la calle, reproduciéndose y dialogando con la gente. Tenemos que enfrentar ese hecho desde la cultura, desde el debate crítico. Lo único que nos puede salvar es la conformación de un pensamiento crítico que sea capaz de discernir, que no es la simple suma de conocimientos, pues hay personas que conocen mucho y son contaminadas con facilidad, con cualquier estupidez. Esa capacidad crítica no surge de un conocimiento especial, sino de un entrenamiento especial que emana del debate. Ese debate tiene que estar en los comités de base, en los grupos de la FEU, etcétera.

¿Qué es una crítica? Yo insisto en eso, porque hay una tendencia a desideologizar. Yo creo que hay que distinguir entre la crítica revolucionaria y la crítica contrarrevolucionaria. Me niego a homogeneizar, a quitar apellidos al hablar de la crítica. Si hay algo que es cierto seguirá siéndolo tanto si lo dice un revolucionario como si lo dice un contrarrevolucionario. Pero una crítica no es un enunciado. Un contrarrevolucionario y yo podemos coincidir diciendo que en Cuba hay corrupción y prostitución y los dos estamos partiendo de un hecho concreto, pero una crítica es más que un enunciado. Y la verdad se construye con dos cosas fundamentales: su historia –es decir, toda verdad tiene una historia que marca su lógica interna– y su solución, su proyecto implícito de solución. En este punto específicamente es donde nos bifurcamos.

Es decir, si Yoani Sánchez dice que en Cuba hay corrupción o cita un caso concreto de corrupción y después dice que la corrupción es inherente al socialismo y que hay que transitar hacia el capitalismo para salvar al país de la corrupción, está diciendo una mentira colosal. Porque la corrupción es inherente al capitalismo. Y si me dice que hay prostitución y después me dice que la prostitución es el resultado del socialismo, de la construcción de esta sociedad alternativa… no, si hay capitalismo la prostitución se institucionaliza. Se transforma en una mafia, totalmente respaldada por el sistema. Ahí es donde la crítica adquiere un contenido revolucionario o un contenido contrarrevolucionario. Yo creo que la verdad siempre es revolucionaria y solo la crítica revolucionaria es verdadera, la crítica contrarrevolucionaria termina siendo una mentira , que manipula el concepto de verdad.

¿Cómo conformar la conciencia crítica? Yo a veces trato de separarme de las estadísticas que se manejan con ínfulas cientificistas en el país. Desconfío de las estadísticas. Creo que existen verdades, mentiras y estadísticas. Me gusta repetir la famosa frase de Martí cuando hablaba en Tampa del espíritu de la Revolución existente en Cuba, y alguien que acababa de llegar del país dice que no se respiraba ese espíritu en la atmósfera de la Isla. Y Martí responde: pero yo no estoy hablando de la atmósfera, yo hablo del subsuelo. O sea, yo no quiero descripciones de atmósferas, yo creo que toda realidad es lo que se ve y lo que potencialmente puede ser, desde nuestras convicciones y cosmovisiones.

Cuando hablo de estos temas, no lo hago situándome frente a las instituciones, yo quisiera que la televisión cubana fuera mejor –aunque es mejor que la común que existe en el mundo– y trato de hacer algo aunque es poco lo que puedo hacer pues no trabajo en la televisión, pero sí puedo ir de universidad en universidad discutiendo mis ideas y puedo actuar socialmente. Yo hago una diferenciación entre la acción de las instituciones –a las que sin dudas hay que presionar– de la responsabilidad individual que cada uno de nosotros tiene. Estoy plenamente consciente de la necesidad de construir un consumidor, un lector culto. El principal daño que nos hizo el período especial y los planes enemigos es que los revolucionarios de ese momento no supimos construirnos generacionalmente. Pero eso no me va a detener a mí, para nada.

Pienso que el lenguaje de la violencia es un lenguaje contrarrevolucionario. La violencia es contrarrevolucionaria. El enemigo quiere hacernos creer que la violencia es el resultado de la acción revolucionaria. Es decir, ellos hablan de la izquierda revolucionaria “violenta” y de la izquierda “democrática”, que supuestamente es una izquierda pacífica, conciliadora. En verdad, la izquierda revolucionaria, a la que yo me adscribo plenamente, es violenta en tanto la derecha trata de justificar la violencia que implica la injusticia y hace inoperante otra forma de lucha que no sea violenta. Pero yo no apoyo la violencia, esa no es mi perspectiva de vida. La violencia me obliga a acciones que no son las que me motivan en la vida. La violencia revolucionaria es una respuesta a la violencia contrarrevolucionaria.

Hay una especie de recuperación de la idea de la reconciliación, yo estoy de acuerdo siempre que sea en el socialismo. Lo que pasa es que a veces la reconciliación se entiende como capitulación. A veces sucede que un artista cubano va a Miami en son de paz, de buena voluntad, y va a la televisión, y se esfuerza tanto en ser pacífico, apolítico, que termina siendo apabullado, porque no es una televisión hecha para ningún tipo de paz. Está hecha para la guerra cultural, de valores, que es la verdadera guerra entre el socialismo y el capitalismo. Por eso es bueno recordar también que estamos en guerra.

Cuando un revolucionario dice que no es un político, está entendiendo mal el concepto: el revolucionario no hace política si ocupa o aspira a ocupar cargos, la hace si apuesta su vida a la transformación del mundo a favor de la verdad, la belleza y la justicia. Eso es ser un político revolucionario, aunque nunca se ocupe una responsabilidad estatal o partidista.

*Transcripción de la intervención realizada en el espacio de debate convocado por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) “Dialogar, dialogar”.
Fuente: La Isla Desconocida

Noticias
LA HABANA, 23 ABR (REUTERS) - El contratista estadounidense Alan Gross, preso en Cuba, planea regresar a su país con su familia este año, vivo o muerto, aseguró el miércoles su abogado, a la vez que instó al Gobierno del presidente Barack Obama hacer más para lograr su liberación.

Gross, de 64 años, era un subcontratista de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés) cuando fue detenido en el 2009 y dos años después sentenciado a 15 años de cárcel por intentar crear una red ilegal de Internet para la comunidad judía en la isla.

El abogado Scott Gilbert, quien se encuentra en Cuba para discutir con su cliente y las autoridades cubanas sobre el caso, dijo que Gross sufría diversas dolencias y estaba enojado con el Gobierno de Estados Unidos por no conseguir su excarcelación.

"Alan no está bien. Cinco años de reclusión le están costando. Ha perdido parte de la visión en su ojo derecho y le falta un diente. Cojea debido a problemas en sus caderas. Ha perdido cerca de 110 libras (alrededor de 50 kilos)", dijo Gilbert a periodistas.

"Alan dijo inequívocamente que cumplirá 65 años el 2 de mayo y será el último cumpleaños que celebra en La Habana. Alan está muy frustrado, pero sigue esperanzado. Es una persona muy decidida", agregó.

El contratista estadounidense realizó una huelga de hambre durante nueve días para protestar por el trato que ha recibido de los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Detuvo el ayuno el 3 de abril a petición de su madre enferma.

Evelyn, madre de Gross, padece de un cáncer terminal y cumplió 92 años el 15 de abril.

INTERES EN REUNION DE ALTO NIVEL

La sentencia a Gross en el 2011 reavivó las tensiones entre Washington y La Habana, viejos enemigos de la Guerra Fría.

Estados Unidos ha declarado en reiteradas ocasiones que Gross fue simplemente a ayudar a la comunidad judía en la instalación de redes de comunicación para conectarse a Internet y ha solicitado su inmediata liberación.

Gilbert se reunió durante casi dos horas con el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, para discutir la situación de Gross.

Y dijo que Rodríguez reiteró "el interés de su Gobierno en que funcionarios de alto nivel se reúnan con sus contrapartes de Estados Unidos para discutir los términos de una resolución", sin condiciones previas para una negociación.

El Gobierno de La Habana afirmó este mes en un comunicado que Gross está recibiendo un tratamiento "digno y decoroso" y ofreció canjear al contratista estadounidense por tres agentes de inteligencia cubanos presos en Estados Unidos desde 1998.

Washington, en cambio, ha rechazado la idea de un intercambio de prisioneros.

"Hasta la fecha, Estados Unidos no se ha comprometido con Cuba en absoluto en cuanto a Alan Gross", dijo Gilbert. "Estados Unidos tiene la obligación de hacer todo lo posible por traerlo a casa", agregó.

El caso de Gross ha cobrado relevancia después de que la agencia de noticias AP reveló la existencia de un programa financiado por la USAID para crear una red social similar a un Twitter en Cuba.

Gross comenzó la huelga de hambre justamente después de conocerse el reporte sobre la red social, conocida como ZunZuneo, que La Habana considera como una prueba más de los intentos de Washington por socavar al Gobierno comunista.

ZunZuneo fue financiado por USAID, una agencia de ayuda al exterior, que también ha recibido fondos del Congreso de Estados Unidos para promover la democracia en Cuba, según el reporte de AP.

Estados Unidos ha tratado de utilizar las redes sociales para romper el monopolio estatal de Cuba en los periódicos, la radio y la televisión.

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WASHINGTON, 23 ABR 2014 (AFP) - El canciller cubano, Bruno Rodríguez, se reunió con el abogado de Alan Gross, para analizar la situación del estadounidense detenido en Cuba desde hace cuatro años, anunció el miércoles su equipo de defensores en Washington.

De acuerdo con el estudio de letrados, el abogado de Gross, Scott Gilbert, mantuvo este miércoles en La Habana una reunión de dos horas con Rodríguez, quien le habría expresado la disposición de su gobierno a dialogar con Washington sobre su caso.

"Rodríguez reiteró el interés de su gobierno en hacer que funcionarios de alto nivel tengan encuentros con sus homólogos estadounidenses para discutir los términos de una resolución" de la situación de Gross, expresó el equipo de Gilbert en una nota.

En esa conversación, el canciller cubano también "enfatizó que Cuba no pondrá ninguna precondición para tal negociación", según el texto.

Gross fue arrestado en diciembre de 2009 en momentos en que distribuía sofisticados equipos de telecomunicaciones, como subcontratista de la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo (USAID).

Según la USAID, los equipos estaban destinados a facilitar acceso a la red de Internet a miembros de la comunidad judía en Cuba, pero las autoridades locales apuntaron que esos equipos no eran de tipo comercial sino de uso exclusivo de gobiernos.

Gross, de 64 años, mantuvo este mes una huelga de hambre por nueve días, para protestar contra lo que considera el desinterés de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos sobre su situación.

El equipo de Gilbert informó que Gross comunicó este miércoles a sus defensores que pretende retornar a Estados Unidos vivo o muerto, y que en mayo pasará su último cumpleaños en la cárcel cubana.

"El 2 de mayo cumpliré 65 años y será mi último cumpleaños aquí. Con esto quiero decir lo que digo. No es una amenaza. Es una declaración de esperanza, de determinación y de impaciencia", dijo Gross, según sus abogados.

La nota de los abogados señala que Gross se siente "particularmente frustrado de saber que la USAID implementó el programa de la red social ZunZuneo en Cuba poco después de su arresto y encarcelamiento, empeorando su situación".

Este miércoles, la portavoz del departamento de Estado, Jen Psaki, dijo que el gobierno estadounidense y el propio presidente Barack Obama había mencionado el caso de Gross con personalidades y dirigentes de otros países, sugiriendo que no lo había hecho directamente con Cuba.

"El presiente Obama ha solicitado a líderes extranjeros y figuras internacionales que usen su influencia sobre Cuba para pedir la liberación" de Gross, dijo Psaki, sin identificar esos interlocutores.

Según Psaki, la permanencia de Gross en la cárcel "continúa siendo un obstáculo a una relación más constructiva entre Estados Unidos y Cuba".
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WASHINGTON, 24 ABR 2014 (AFP) - Estados Unidos debería negociar directamente con Cuba la liberación del subcontratista norteamericano Alan Gross y tratar la situación de los tres agentes cubanos detenidos en cárceles estadounidenses, dijo la influyente organización no gubernamental Washington Office on Latin America (WOLA).

En una nota publicada el miércoles, WOLA pidió que Washington "dé todos los pasos disponibles para asegurar la liberación de Gross", incluyendo "el nombramiento de un enviado de alto nivel con poderes para iniciar discusiones con el gobierno de Cuba".

En esas discusiones, Estados Unidos debe "reconocer los aspectos que interesan al gobierno de Cuba en cualquier negociación, incluido el caso de tres agentes cubanos de inteligencia que se encuentran en cárceles estadounidenses", según la organización.

WOLA pidió además al gobierno en Washington que "adopte pasos para mejorar el ambiente de negociaciones reduciendo las tensiones generalizadas en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos".

Gross, subcontratado de la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo (USAID), fue arrestado en diciembre de 2009 cuando distribuía en Cuba sofisticados equipos de telecomunicaciones, que el gobierno cubano consideró no comerciales y de uso restringido.

Desde entonces, el gobierno cubano ha expresado su interés en mantener negociaciones de alto nivel con Washington para tratar su situación, relacionándola a la de los tres agentes cubanos, de un grupo original de cinco, que cumplen pena en Estados Unidos.

De acuerdo con La Habana, estos agentes tenían como misión infiltrarse entre los grupos radicales cubanos en Estados Unidos, pero fueron condenados por espionaje.

El abogado de Gross, Scott Gilbert, mantuvo el miércoles en La Habana una reunión de dos horas con el canciller Bruno Rodríguez, quien le habría expresado la disposición de su gobierno a dialogar con Washington sobre su caso, según el equipo de defensores.
Fuente: Agencias


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Cubarte, 2008.